Científico y creyente (2): si la ciencia lo explica, entonces, ¿no es Dios?
Esta idea de que Dios solo tiene lugar allí donde no sabemos lo que está pasando, no se sustenta en la Biblia.
07 DE FEBRERO DE 2021 · 11:20
En un artículo reciente enumeré tres razones por las que la gente se sorprende de que un científico pueda ser creyente:
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Los científicos son gente que solo cree lo que ve, en lo que puede tocarse. Por tanto, son personas que no pueden tener fe.
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La ciencia explica muchas cosas. Así, pues, no hace falta Dios para explicarlas.
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La ciencia contradice el libro de Genesis.
El artículo en cuestión trataba de la primera razón. Hablaré aquí de la segunda, muy bien expresada por el premio Nobel de Física Steven Weinberg:
A medida que la ciencia explica más y más cosas, hay cada vez menos necesidad de explicaciones religiosas.1
Veamos, esta afirmación…
No viene de la Biblia…
Cuando empecé a leer la Biblia en serio en 1993, durante mi doctorado en física, rápidamente me di cuenta de que la idea de Dios propagada por Steven Weinberg no estaba en la Biblia. Por supuesto, esta nos habla de milagros (hechos que no tienen una explicación racional), como la resurrección de Jesús, pero también nos habla, a menudo, de hechos explicables que atribuye al mismo tiempo a Dios. Algunos ejemplos:
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En Génesis 45.5, José dice a sus hermanos: “…me envió Dios delante de vosotros”. Entonces, ¿un ángel lo arrojó a Egipto en paracaídas? Para nada. Al contrario, el texto nos explica desde el capítulo 37 la cadena de acontecimientos que lo llevaron a pronunciar estas palabras.
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Éxodo 1.1-13 relata en detalle los eventos que llevaron a los egipcios a esclavizar a los hijos de Israel. Suena a sociología. Curiosamente, el Salmo 105.25 ofrece otra perspectiva: “[Dios] cambió el corazón de ellos para que aborreciesen a su pueblo, para que contra sus siervos pensasen mal”. Aquí, nuevamente, la Biblia atribuye explícitamente a Dios un evento cuyo origen nos cuenta en detalle.
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En el Salmo 71.6, el salmista declara: “De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó”. ¿Salió milagrosamente, materializándose repentinamente fuera del útero de su madre? Claro que no. Su nacimiento probablemente requirió la ayuda de una comadrona, cuya existencia nadie negaría bajo pretexto de que la Biblia dice que fue Dios quien sacó al salmista del útero materno.
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Terminemos este inventario, en absoluto exhaustivo, con Hechos 14.17: “Si bien [Dios] no dejó de dar testimonio de sí mismo haciendo el bien, dándoles lluvias del cielo y estaciones fructíferas”. Aquí, de nuevo, ni la lluvia ni las estaciones son fenómenos milagrosos (ya escucho a algunos: “¿Milagrosos para nosotros? No; pero, ¿y para ellos?”. En seguida lo comentamos).
…ni de las palabras de Jesús
Me parece, pues, que la Biblia no enseña que “si algo se explica, entonces no se debe a la acción de Dios”. Jesús tampoco enseña tal cosa, como demuestran, entre otros, estos pasajes del Sermón del Monte:
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“[Dios] que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5.45). Sin embargo, el amanecer y el atardecer, así como la lluvia, no son fenómenos sobrenaturales.
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“Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta” (Mateo 6.26). De modo que es Dios quien alimenta a las aves del cielo, si bien Jesús sabía muy bien cómo estas se alimentan. ¿Quién negaría la existencia de las lombrices, que comen las aves, bajo pretexto de que la Biblia dice que es Dios quien las alimenta?
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“Y si la hierba del campo (…) Dios la viste así…” (Mateo 6.30). Por complejo que sea el crecimiento de una planta, no es milagroso.
Uno podría objetar que los autores de la Biblia no conocían el mecanismo de las estaciones, por ejemplo. Es probable. Por otro lado, estaban muy familiarizados con el curso del parto o la alimentación de las aves. Asimismo, la esclavitud de Israel relatada en Éxodo 1 apela a motivos que el autor entendía muy bien. Estas personas no atribuyeron a Dios fenómenos que no entendían. Atribuyeron a Dios fenómenos que entendían muy bien.
Por tanto, esta idea de que Dios solo tiene lugar allí donde no sabemos lo que está pasando, el famoso “Dios tapa agujeros”, no se sustenta en la Biblia. Si bastara con explicar algo que la Biblia atribuye a Dios para negar su existencia, bastaría con el desayuno de un pájaro.
Dejaré la última palabra a otros más sabios que yo:
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Dietrich Bonhoeffer: “El libro de Weizsäcker, The World-View of Physics, todavía me mantiene muy ocupado. Una vez más me ha recalcado claramente lo incorrecto que es usar a Dios como un remedio para lo incompleto de nuestro conocimiento. Si de hecho las fronteras del conocimiento se están empujando cada vez más hacia atrás (lo que seguirá pasando), entonces Dios está siendo empujado hacia atrás con ellas y, por lo tanto, está continuamente en retirada. Debemos encontrar a Dios en lo que sabemos, no en lo que no sabemos; Dios quiere que nos demos cuenta de su presencia, no en los problemas sin resolver sino en los que están resueltos”.2
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Charles Coulson: “O Dios está en toda la Naturaleza, sin agujeros, o no está allí en absoluto”.3
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El apóstol Pablo: “Porque en él vivimos, nos movemos y somos” (Hechos 17.28).
2 Dietrich Bonhoeffer, Letters and Papers from Prison, Carta à Eberhard Bethge, 29 de mayo de 1944.
3 “Either God is in the whole of Nature, with no gaps, or He's not there at all”, Charles Alfred Coulson, Science and Christian Belief, Oxford University Press, 1955, p. 22.
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