El enigma de la escritura china antigua

Tallados en hueso y bronce hace más de 3,000 años durante la dinastía Shang, estos ideogramas no son simples adornos gráficos, sino un reflejo de las narrativas de la creación y el diluvio descritas en Génesis, como ecos de una revelación divina.

09 DE JULIO DE 2025 · 10:00

Foto de <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/@declansun?utm_content=creditCopyText&utm_medium=referral&utm_source=unsplash">Declan Sun</a> en Unsplash,
Foto de Declan Sun en Unsplash

En las lejanas tierras del este de China, donde los ríos Huang He y Yangtsé corren cargados de historia, sus aguas reflejan ecos de una verdad divina que se encuentra en los antiguos caracteres chinos, guardianes silenciosos de un legado sagrado.

Tallados en hueso y bronce hace más de 3,000 años durante la dinastía Shang, estos ideogramas no son simples adornos gráficos, sino un reflejo de las narrativas de la creación y el diluvio descritas en Génesis, como ecos de una revelación divina. En un mundo donde las culturas se tejen con mitos y deidades diversas, estas huellas invitan a comprender como la voz de Yahvé pudo haber resonado en las tierras remotas de la antigua China.

Este sexto artículo de nuestra serie sobre la adoración a Yahvé antes de la existencia de Israel explora cómo los caracteres chinos antiguos esconden historias de la creación, conectando una civilización distante con el plan redentor de Dios, y desafiándonos a buscar Su huella en los confines de la historia humana.

 

El origen de los caracteres chinos: Un legado antiguo

Los caracteres chinos antiguos, conocidos como jiǎgǔwén (escritura sobre hueso o caparazón) y jīnwén (escritura sobre bronce), surgieron entre 1600-1100 a.C. durante la dinastía Shang[1]. Estos símbolos, grabados en huesos de animales y caparazones de tortuga utilizados para la adivinación por los reyes Shang, representan una de las formas más tempranas de escritura conocida, más antiguas incluso que algunos registros mesopotámicos. De hecho, mucho habla en favor de que los signos chinos con cierta probabilidad se derivan de los signos elamitas e incorporan en sus “imágenes” una serie de acontecimientos mencionados en el libro de Génesis, para ser más exactos, en el relato de la creación, la caída y expulsión de Adán Eva del paraíso y el diluvio.

El hecho de que la escritura china conozca centenares de estos signos “bíblicos” habla de una gran cercanía de estos acontecimientos a la civilización milenaria china.

Los arqueólogos han desenterrado miles de estos caracteres en sitios como Anyang, donde los gobernantes consultaban a los oráculos para interpretar la voluntad de los dioses, una práctica que revela una búsqueda espiritual profunda en una sociedad politeísta que veneraba a múltiples deidades.

La dinastía Shang, que dominó el este de China, era una civilización avanzada con una estructura social jerárquica y un sistema religioso complejo. Los reyes actuaban como intermediarios entre el pueblo y el mundo espiritual, ofreciendo sacrificios a Shangdi, el “Emperador Supremo”, considerado el creador y soberano del universo. Algunos eruditos, como C.H. Kang y Ethel R. Nelson en The Discovery of Genesis (1981)[2], proponen que Shangdi podría haber sido una reminiscencia de Yahvé, el Dios de Israel, debido a su papel como creador y juez supremo. Esta idea sugiere que las migraciones de pueblos post-diluvianos, descendientes de Noé, pudieron haber llevado consigo conocimientos de las narrativas bíblicas hacia el este. Es una posibilidad fascinante que abre la puerta a explorar cómo las creencias monoteístas pudieron haber influido en una cultura tan alejada de los eventos de Génesis.

 

Los caracteres y las historias de Génesis

La conexión más intrigante entre los caracteres chinos antiguos y las historias de Génesis reside en la estructura de los ideogramas, que combinan elementos pictóricos para transmitir significados complejos. Según The Discovery of Genesis, varios caracteres reflejan eventos clave del relato bíblico, proponiendo que los antiguos chinos pudieron haber heredado un conocimiento de la creación.

Un ejemplo destacado es el carácter para “barco” (chuán, 船), que se compone de los radicales “bote” (舟), “ocho” (八) y “persona” (口). Indudablemente, se trata de una alusión al arca de Noé, que llevaba a ocho personas —los miembros de la familia de Noé— según Génesis 7:13, un detalle que encaja en el relato bíblico de la universalidad del diluvio[3] .

Otro caso fascinante es el carácter para “crear” (chuàng, 創), que incluye el radical “daga” (刂) y “persona” (人), sugiriendo una acción deliberada de un ser personal, reminiscentes de Génesis 1:1, donde Dios crea los cielos y la tierra. Además, el carácter para “jardín” (yuán, 園) combina “cercado” (囗) y “árbol” (木), evocando el Jardín del Edén, descrito en Génesis 2:8-9 como un lugar plantado por Dios con árboles. Otro ideograma interesante es “prohibir” (jìn, 禁), que une “montaña” (山) y “dios” (礻), lo que representa un reflejo de la prohibición divina en el Edén (Génesis 2:17). Estos paralelismos abren una ventana intrigante a la posibilidad de que los antiguos chinos preservaran ecos de la verdad divina, transmitidos oralmente o a través de migraciones tras el diluvio.

 

Shangdi: ¿Un eco de Yahvé?

El concepto de Shangdi, el dios supremo de la mitología china antigua, añade una dimensión teológica a esta conexión. Durante la dinastía Shang, Shangdi era venerado como el creador del universo y el soberano de los dioses, un papel que lo distingue de otras deidades politeístas. Según textos clásicos como el Shujing (Libro de los Documentos), los reyes Shang ofrecían sacrificios a Shangdi para obtener su favor, una práctica que recuerda los sacrificios de Noé y Job a Yahvé (Génesis 8:20, Job 1:5). Algunos eruditos argumentan que Shangdi podría haber evolucionado de un conocimiento original de Yahvé, traído por los descendientes de Noé que migraron hacia el este tras el diluvio (Génesis 10:25-32).[4]

Con el tiempo, durante la dinastía Zhou (1046-256 a. C.), Shangdi fue reemplazado gradualmente por el concepto de Tian (“cielo”), un término más abstracto que aún conservaba la idea de una autoridad divina suprema. Esta transición pudo reflejar una corrupción del monoteísmo original, similar a cómo otras culturas distorsionaron las verdades divinas, como los israelitas con los baales. Sin embargo, la persistencia de Shangdi como creador y juez en los textos antiguos sugiere que los chinos pudieron haber conservado un recuerdo fragmentario de Yahvé, adaptado a su contexto cultural. Esta idea se alinea con Romanos 1:20, que afirma que la creación revela a Dios a todas las naciones, y nos invita a considerar cómo la revelación divina pudo haber sido recibida y transformada en diferentes regiones.

 

Implicaciones para la adoración pre-Israelita

La posible conexión entre los caracteres chinos antiguos y las historias de Génesis tiene implicaciones profundas para nuestra comprensión de la adoración a Yahvé antes de la formación de Israel. Si estos ideogramas reflejan conocimientos de la creación, el diluvio y un dios supremo como Shangdi, sugieren que la revelación divina pudo haber alcanzado las tierras del Lejano Oriente mucho antes de que Abraham recibiera el pacto. Esto respalda la enseñanza de Romanos 1:20, que afirma que “las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo”, indicando que Yahvé dejó Su huella en todas las culturas, incluso aquellas separadas por océanos y montañas.

Job, Melquisedec, Jetro, Balaam y ahora los antiguos chinos forman una red fascinante de testimonios pre-israelitas de la revelación de Yahvé. Job y Melquisedec, del segundo milenio a.C., adoraron a Yahvé en Uz y Salem, mostrando que la fe florecía en el período patriarcal. En el siglo XV a.C., Jetro ofreció sacrificios como sacerdote madianita (Éxodo 18:12), y Balaam, aunque reacio, pronunció bendiciones (Números 24:10-13), mientras los chinos, en la misma era, pudieron haber grabado ecos de Génesis en sus caracteres. Esta continuidad a través de los siglos y continentes revela que Yahvé se manifestaba soberanamente, sembrando semillas de verdad que trascienden fronteras. Sin embargo, al igual que con Balaam, estas revelaciones requerían una respuesta fiel; la corrupción de Shangdi en Tian sugiere que, sin obediencia, la verdad podía desvanecerse, apuntando al plan redentor culminado en Cristo (Juan 1:9).

 

Reflexiones Culturales y Arqueológicas

La antigüedad de los caracteres y su complejidad pictórica ofrecen conclusiones fascinantes. Por ejemplo, el carácter para “tentación” (yòu, 誘) combina “palabra” (言) y “mujer” (女), lo que se puede facilmente relacionar con la tentación de Eva en Génesis 3:6,

Un pionero en destacar esta relación fue Hudson Taylor, el misionero británico que llegó a China en 1854 y fundó la Misión Interior de China. Taylor, profundamente influenciado por su fe en la Biblia, fue uno de los primeros en notar paralelismos entre los caracteres chinos y el Antiguo Testamento, sugiriendo que estos ideogramas podían contener vestigios de las historias de Génesis. Su trabajo misionero, combinado con su interés en la lingüística, lo llevó a proponer que los chinos antiguos podrían haber conocido a Yahvé a través de tradiciones orales transmitidas desde Noé, una idea que, aunque controvertida, inspiró posteriores investigaciones como las de Kang y Nelson. Esta conexión misionera añade una dimensión espiritual a la exploración arqueológica, mostrando cómo la fe puede iluminar el estudio de las culturas antiguas.

Este detalle se ve reforzado por el relato de Don Richardson que expone en su libro Eternity in Their Hearts[5]. Richardson describe cómo los karen de Birmania esperaban ansiosamente un libro perdido que revelaría a su dios supremo Y'wa, un anhelo que Taylor y otros misioneros entendieron como una puerta abierta para recibir el evangelio, conectando aún más las culturas antiguas con la revelación divina.

 

Conclusión: Un Llamado a Descubrir la Verdad

Si los caracteres chinos antiguos esconden historias de la creación y el diluvio, ¿qué nos revela esto sobre la extensión del conocimiento de Yahvé en la antigüedad? Su presencia potencial en una civilización tan lejana nos desafía a buscar las huellas de Dios en cada rincón del mundo, reconociendo que Su voz ha resonado desde los albores del tiempo. Y esto abre posibilidades fascinantes para compartir el evangelio con cualquier cultura.

 

[1] Para más información sobre este reliquia arqueológica ver: Chinese Writing - Britannica (https://www.britannica.com/topic/Chinese-writing).

[2] Kang, C.H., y Ethel R. Nelson. The Discovery of Genesis. Concordia Publishing House, 1981.

[4] The Institute for Creation Research (https://www.icr.org/article/shang-di/

[5] Richardson, D. (2006). Eternity in their hearts. Bethany House Publishers.

 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Teología - El enigma de la escritura china antigua