El cristiano y la manipulación estatal (IV): cómo el miedo sigue siendo la herramienta favorita del poder

A los gobiernos les encanta inventarse monstruos para justificar cadenas para sus súbditos.

16 DE ABRIL DE 2025 · 11:00

Ursula Von der Leyen, en el Parlamento Europeo, el pasado 20 de marzo./ Alexis Haulot, © European Union 2025,
Ursula Von der Leyen, en el Parlamento Europeo, el pasado 20 de marzo./ Alexis Haulot, © European Union 2025

Rara vez me verán dando las gracias a los burócratas de Bruselas, pero esta vez se merecen las flores: me han servido en bandeja el cierre perfecto para esta serie sobre el cristiano y la manipulación estatal.

El 26 de marzo, los periódicos españoles hicieron eco de un comunicado de la Comisión Europea:

“Bruselas ya avisa de una guerra en la UE: Debemos prepararnos para incidentes a gran escala, incluida una agresión armada a uno o más Estados”.[1]

La noticia se refiere a un documento[2] que dejó a más que un ciudadano perplejo. ¿Es casualidad que esto ocurra justo ahora? Personalmente, lo dudo, porque huele a la misma receta de siempre: miedo para volvernos dóciles, sumisos y dispuestos a aceptar cualquier medida. Los tiempos actuales se prestan a esta estrategia.

Como hemos visto en esta serie, la estrategia del miedo y el pánico siempre ha dado buenos resultados a los gobiernos, porque ellos saben bien que cuando cunde el pánico, la gente clama por un salvador. Y el Estado, con su vocación mesiánica, siempre está dispuesto a echar una mano, dando gato por liebre.

 

Quien tiene miedo es manipulable

El miedo es el arma definitiva para controlarnos. Lo aprendimos durante la pandemia, cuando desviarse un milímetro de la versión oficial te convertía automáticamente en loco, irresponsable, conspiranoico o asocial. Muchos Estados miembros de la UE llevaron esto al extremo, restringiendo la libertad de expresión, la inviolabilidad del hogar, la independencia judicial, la libertad de prensa, la protección de datos o el libre movimiento de bienes y personas, todo en nombre de la seguridad. Si alguien creyó ingenuamente que después todo volvería a la normalidad, se equivocó. La “normalidad” ya no existe en Europa. Es evidente: lo que el Estado atrapa, rara vez lo suelta.

Un ejemplo reciente de esta tendencia hacia un Estado todopoderoso tuvo lugar en Alemania. En un hecho sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial, el parlamento alemán se reunió tres semanas después de las elecciones, en su composición preelectoral, para modificar la constitución y asegurar así más fondos para tanques y misiles, ante la previsible falta de una mayoría en el nuevo Bundestag para una enmienda constitucional.

“Esto huele a golpe”, comentó Peter Hahne, uno de los evangélicos más conocidos en Alemania, en una entrevista con la revista suiza Weltwoche.[3] Hahne, exlocutor de noticias en el canal público ZDF, señaló la excusa para este procedimiento inusual y profundamente cuestionable: la guerra en Ucrania y la supuesta amenaza de Rusia a la OTAN. Mientras se pide a la población que se abastezca de velas por si Putin “apaga la luz” con un ataque sorpresa, la industria armamentística, como antes las farmacéuticas, incrementa sus beneficios y llena los bolsillos de nuestros líderes. Un caso claro es Rheinmetall, principal productor de armas en Alemania, cuyas acciones se han disparado un 1.200% desde el inicio del conflicto en Ucrania. Es simplemente un detalle que el mayor accionista de esta empresa es BlackRock[4], donde el futuro canciller alemán Friedrich Merz trabajaba entre 2016 y 2021, antes de volver a la política.

El miedo y la manipulación mueven los hilos, y nosotros, si no abrimos los ojos, seremos peones prescindibles en esta tragicomedia.

El miedo vende y oculta muchos problemas. Si Putin no existiera, habría que inventarlo, porque sirve a nuestros gobiernos para culparlo de los propios errores y fracasos. Y si no es Putin, será Trump, Xi Jinping o el cambio climático, siempre listo para desencadenar un desastre apocalíptico. Lo importante es que la población tenga un enemigo, el miedo en el cuerpo y la esperanza de que las medidas gubernamentales lo solucionarán todo. A cambio, aceptamos que el Estado se meta hasta en nuestro dormitorio para vigilarnos las 24 horas. Todo por nuestro bien, claro está.

 

El evangelio del miedo — según Bruselas

El documento de la Comisión Europea debe entenderse en este contexto. En 2025, con un mundo geopolítico en ebullición, nos sorprenden con la “Estrategia de Preparación”, un texto que parece el guion de una película de serie B: guerra a la vista, agresiones armadas contra Estados miembros de la UE y un repertorio de amenazas que incluye a Rusia atacando a la OTAN antes de 2030, según los espías de turno, junto con ciberataques y sabotajes al estilo James Bond. ¿La solución de Bruselas? Que nos apañemos 72 horas con agua, latas de sardinas, pastillas y una linterna, porque, si el cielo se cae, no esperes ayuda rápida. Y mientras nuestros ejércitos decrépitos se rearman, los rusos esperarán pacientemente hasta el año 2030 con su ataque, para enfrentarse con una UE que finalmente está preparada para la Gran Guerra.

Este comunicado huele a maniobra de manipulación desde la primera línea. Frases como “debemos prepararnos para incidentes a gran escala” o “la resiliencia de Europa será puesta a prueba pronto” no buscan informar, sino generar miedo, por no decir pánico. Su propósito es claro: mantenernos con el corazón en un puño. La estrategia del miedo nunca falla.

En esta serie hemos analizado este truco repetidamente: el miedo es el as en la manga de los poderosos. Lo sabía el faraón, endureciendo su corazón para someter a los israelitas; lo entendieron los plateros de Éfeso, azuzando a la plebe contra Pablo en Hechos 19 para proteger su negocio con Artemisa; y, por supuesto, lo usaron contra Jesucristo, eliminado por temor a un supuesto golpe de Estado que alarmaría a los romanos.

Bruselas no inventa nada nuevo, solo recicla el viejo manual: una población con miedo se tragará cualquier medida estatal porque, al fin y al cabo, pocos preguntan por la verdad en un estado de excepción. 

Estas advertencias son nada menos que el preludio clásico para más tanques, más misiles, más control y más impuestos. La historia no miente, y estudios como el de Mohammed Afroz en su brillante artículo The Politics of Fear: A Manufactured Crisis[5] lo clavan: a los gobiernos les encanta inventarse monstruos para justificar cadenas para sus súbditos. ¿No es sospechoso que, justo cuando la gente pide responsabilidades a sus gobiernos por su ineficacia, corrupción y despilfarro nos manden a prepararnos para el apocalipsis?

El miedo es su varita mágica para que no les pidamos cuentas, y de paso, las empresas de armas y seguridad se frotan las manos mientras nosotros corremos al súper. Es un negocio redondo: ellos ganan poder y contratos, y nosotros, un sótano lleno de latas y paranoia.

 

¿Genuina preocupación o estrategia de control?

Para evitar malentendidos: en otras circunstancias, recomendar autosuficiencia por 3 días, semanas e incluso meses sería sensato. Es prudente prepararse para imprevistos. Lo sospechoso es que esta advertencia se vincule precisamente con el mayor temor colectivo: una supuesta guerra. Todos deberíamos haber aprendido la lección a estas alturas: el Estado no puede protegernos de absolutamente nada y quien confía en su ayuda se decepcionará una y otra vez.[6] Lo han notado todos aquellos que en algún momento sufrieron los efectos de inundaciones o huracanes.

Pero las inundaciones y huracanes son inevitables; una guerra no. Por eso, el aviso de la Comisión Europea genera inquietud, especialmente en países como España, tradicionalmente reacios a conflictos bélicos. Aquí la gente, por lo menos, parece haber aprendido alguna lección de la historia. El artículo señala que solo el 20 % de los españoles prioriza aumentar el gasto militar, frente al 36 % de los europeos, lo que sugiere que esta narrativa no cala igual en todos lados. Podría ser una señal de que la UE busca uniformar percepciones, creando un enemigo común para unir a una Europa dividida, como los plateros unieron a los efesios con el grito de “¡Grande es Diana de los efesios!” (Hechos 19:34).

 

No al miedo, sí a la fe

Como creyentes, no debemos caer en la trampa del pánico. Sí, es prudente estar preparados, pero nuestra fortaleza no está en latas de conserva o la inteligencia del gobierno, sino en la fe en Jesucristo. Como cristianos no estamos disponibles, cuando un gobierno o una comisión requiere que nos inclinemos antes sus estatuas, adoremos los dioses de su arrogancia y odiemos a los enemigos que ellos mismos crean. La Biblia, la oración, y el testimonio del Espíritu Santo en nuestras iglesias son nuestros baluartes contra la manipulación.

Así que, mientras almacenamos algo de comida extra para ayudar al prójimo, por si acaso, recordemos también almacenar fe, esperanza y amor. No dejemos que el temor nos condicione para volvernos manipulables, sino que seamos testigos valientes de la verdad divina, sabiendo que, como promete Apocalipsis 21:5, Él hará “nuevas todas las cosas”.

 

Notas

[1] El Mundo

[2] Informe de la Comisión Europea

[3]  https://www.youtube.com/watch?v=xrOwMBjQsOE

[4] BlackRock es una sociedad de inversión multinacional y maneja el mayor fondo de inversion del mundo.

[5] Artículo en South Asia Times

[6] Jeremías 17:5

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