Abordando el suicidio desde una perspectiva pastoral: una conversación con Hans Ewen

“Hay mucha herida que sanar, hay muchas preguntas que contestar, y con cada pregunta que se contesta, viene un alivio”, afirma el pastor y autor Hans Ewen, que participará próximamente en un taller online gratuito sobre duelo y prevención del suicidio.

Daniel Hofkamp

ESPAÑA · 12 DE JUNIO DE 2025 · 10:00

Foto de <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/@kmitchhodge?utm_content=creditCopyText&utm_medium=referral&utm_source=unsplash">K. Mitch Hodge</a> en Unsplash,
Foto de K. Mitch Hodge en Unsplash

El suicidio es un tema delicado y complejo que, a menudo, se aborda con reticencia en diversos ámbitos, incluido el evangélico. Pero su creciente impacto social y el sufrimiento que genera hacen imperativo un diálogo abierto y una respuesta pastoral efectiva.

En Protestante Digital, nos adentramos en este desafío entrevistando a Hans-Claus Ewen, pastor y colaborador del Grupo de Pastoral y Suicidio de la Alianza Evangélica Española.

Hans-Claus Ewen, pastor de amplia experiencia, es uno de los ponentes de un próximo seminario online gratuito que organiza la Alianza Evangélica Española, este próximo lunes 16 de junio. Esta formación ofrecerá herramientas y conocimientos para líderes y miembros de la comunidad que deseen comprender y abordar esta realidad desde una perspectiva bíblica y compasiva. Además, contará con el valioso testimonio de Rosa Burguera y Miguel Lara, quienes compartirán su experiencia personal tras vivir el suicidio de su hija.

Pregunta. Llevas un tiempo colaborando con el grupo de trabajo de duelo y suicidio de la Alianza Evangélica Española, en un área muy delicada, pero que afecta a muchas personas. ¿Cómo fue tu primer acercamiento a este tema del suicidio y qué te llevó a investigarlo y a abordarlo desde una perspectiva pastoral?

Respuesta. Mi primer contacto con este tema fue con Gina Campalans, de Ibiza, quien tiene la asociación de duelo “Decir Adiós”. El grupo de trabajo al que me uní se llama “Grupo de Trabajo de Duelo” y, con el tiempo, añadimos, por supuesto, el tema del suicidio. Yo había escrito un librito muy pequeño sobre mi propia experiencia de duelo porque hace 17 años falleció mi primera esposa. Unos siete años después, escribí ese tomo pequeño, pero Dios lo ha usado para ayudar a muchos en este proceso que no es fácil de superar: las experiencias de pérdida.

En cuanto al suicidio, el tema surgió con más fuerza debido al aumento de los suicidios a raíz de la COVID-19, tanto en Alemania como en España. Además, últimamente, se han producido suicidios en el mundo cristiano, incluso de pastores, lo cual es alarmante para los hermanos en las iglesias. Por eso es crucial abordar el tema desde un punto de vista bíblico y pastoral.

 

P. Durante mucho tiempo, el suicidio era un tabú en la sociedad, pero es algo que ha ido cambiando; cada vez se expone más, al menos en cuanto a las cifras, y hay más conciencia sobre el cuidado de la salud mental. ¿Te parece que, en este sentido, también hay un avance dentro de la iglesia?

R. Yo creo que la iglesia todavía maneja la muerte como un tabú. No es un tema favorito en los sermones dominicales, aunque la muerte es omnipresente. Y el tema del suicidio es aún más difícil por las preguntas que surgen, dependiendo del trasfondo teológico: ¿Qué pasa con el que se suicida? ¿Se va al cielo o al infierno? ¿Perdió su salvación? Y así sucesivamente.

“En las iglesias hay una obsesión por lo positivo, y por eso se evita hablar de la muerte”

Estas son cargas que se suman al hecho de que una persona se haya suicidado, tanto teológicas como psicológicas, para manejar el asunto. Por eso, creo que la Iglesia está avanzando, pero muy lentamente. En los contactos que tengo a nivel mundial, me di cuenta de que un pastor en México, por ejemplo, comentó en mi libro que la tanatología —la enseñanza sobre la muerte— es algo que se evita. En parte, tiene que ver con lo que yo llamo una “obsesión por lo positivo” en las iglesias: la obsesión por hablar solo de cosas supuestamente buenas y positivas.

Cuando una vez hice una serie de predicaciones sobre lo que llamé “los sentimientos negativos de Dios”, llamó la atención a muchos porque en su concepto de Dios, Él tenía que ser alegre y feliz, y no es así. Por eso, creo que avanzamos, pero a un paso muy, muy lento.

 

P. Has escrito un pequeño libro sobre el desafío pastoral que implica el suicidio. Entiendo que para que las iglesias empiecen a hablar del tema o a interesarse, los pastores y líderes necesitan verlo como una necesidad. ¿Te parece que, al menos en el liderazgo, sí puede haber interés?

R. Debería haberlo. Digamos que un caso de suicidio no es muy común; hay iglesias que nunca han sufrido algo así. Por otro lado, hay iglesias donde se ha dado múltiples veces. Yo, por ejemplo, hablé con una familia donde en una iglesia se suicidaron dos hermanos y un primo. Pero pienso que el líder tiene la responsabilidad de ayudar en toda la gama de experiencias humanas que se pueden dar. Y parte de esa responsabilidad es enseñar también las partes de la Biblia que no son tan atractivas, porque la Biblia toca tanto la muerte como el suicidio. Sería bueno que los líderes se preocuparan, como dijo Pablo, de enseñar todo el consejo de Dios y no solamente los temas más queridos y deseados por la congregación.

Abordando el suicidio desde una perspectiva pastoral: una conversación con Hans Ewen

El taller de duelo y suicidio tendrá lugar este lunes 16 de junio./AEE 

La base bíblica y el duelo

P. Hacías mención ahora de la base bíblica. ¿Podrías esbozarnos cuál sería la enseñanza más importante a tener en cuenta a la hora de abordar este tema?

R. En primer lugar, tenemos un problema histórico, porque, sea como sea, todo el cristianismo tiene sus orígenes también en el catolicismo, ya que los protestantes apenas hemos cumplido 500 años. En la Iglesia Católica, la práctica que yo consulté era que una persona que se había suicidado no podía recibir un entierro en el sentido sacramental, porque en la enseñanza de la Iglesia, esta persona prácticamente había perdido la salvación. Es una carga histórica que está sobre toda la iglesia: ¿qué pasa con un suicida? Porque definitivamente hizo algo que no parece estar de acuerdo con la Biblia.

En la Iglesia Católica, hasta 1983, no se quitó esa norma de que un suicida no podía ser enterrado en “tierra santa”, como lo llaman los católicos. Ahora, en cuanto a la Biblia, encontramos varios casos de suicidio. El más conocido tal vez sea Judas en el Nuevo Testamento, pero también varios casos en el Antiguo Testamento.

“Una persona que ha nacido en Cristo ha recibido el perdón de los pecados”

La cuestión del suicidio y la pregunta que muchos tienen es la de la salvación. Si la salvación depende de nuestro comportamiento, entonces, por ejemplo, si un evangélico miente y un segundo después tiene un ataque cardíaco, ni siquiera le da tiempo para pedir perdón a Dios. ¿Dónde va a acabar? ¿Va a ir al infierno porque mintió y no le dio tiempo de pedir perdón? Es altamente improbable que sea así.

Entonces, aquí hay que ser muy firmes en lo que creemos acerca de cómo somos salvos o no. Y según la Palabra, la salvación del ser humano es una obra que se hace de parte de Dios. Nosotros la recibimos por fe, pero la obra la hizo Dios por medio de Jesucristo en la cruz. Tenemos que hacer la diferencia entre la identidad del pecador y cometer un pecado. Los pecadores definitivamente son personas que nunca han nacido de nuevo en Cristo, y su destino es una eternidad sin Dios; van a tener que cargar todo el peso de sus pecados y culpas que han cometido.

Ahora, una persona que ha nacido en Cristo ha recibido el perdón de los pecados. Y los pecados que uno comete siendo cristiano no pueden cambiar su identidad como hijo de Dios. Por ejemplo, en 1 Juan 2:1 leemos: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis”. Porque un cristiano no debería hacer del pecado su rutina. “Más si alguno hubiera pecado, abogado tenemos”, dice, porque en Cristo tenemos no solamente la redención y la propiciación por nuestros pecados, sino también el perdón por los pecados que cometemos ya en identidad de cristiano. Y esta distinción hay que hacerla.

La palabra “suicidio”, por ejemplo, en alemán, la traducción oficial es como “homicidio a sí mismo”. Pero un homicidio es un delito, incluso ante la ley. Cuando la Biblia dice “no matarás”, realmente la palabra en los Diez Mandamientos es “no cometerás un homicidio”. O, realmente, la traducción más correcta sería “no asesinarás”. Tenemos que ser muy exactos al usar los términos.

Cuando revisé para este librito y para este evento los suicidios que aparecen en la Biblia, me pareció muy interesante que en ninguna parte Dios lo condenó. Es claro que condena el asesinato, porque esa es una cosa, pero el suicidio es algo donde Dios no opina; no encontramos ni un versículo que diga “eso es una abominación, es un pecado, es una cosa horrible que alguien se quite la vida”. Lo que yo observé es que la decisión de si una persona va a estar con Dios en la eternidad o no, se determina antes del día de la muerte y no en ese momento, porque uno puede morir repentinamente en un accidente y no tiene tiempo ni para ayunar ni para orar por las cosas malas que ha hecho.

Entonces, pienso que el primer alivio que tienen que saber los hermanos de nuestras iglesias que han sufrido la pérdida de un ser querido por suicidio es que, si esa persona ha confiado en Cristo en su vida, este acto no le hará perder su salvación. Ahora, hay gente que opina que alguien que se suicida nunca nació de nuevo, pero eso es una especulación y no una enseñanza bíblica, porque si uno es algo o no, eso solo Dios lo sabe.

“Con Dios, incluso una pérdida puede llevar a una etapa nueva que nos permita crecer”

La Biblia también nos ayuda porque nos habla de los estados tristes y negativos, pesados de ánimo, la desesperación, la depresión... Los describe, principalmente, en los Salmos. La Biblia muestra que incluso Dios tiene sentimientos negativos. Entonces, pasar por estos momentos en la vida no se debería demonizar, porque es parte de la vida en el mundo caído. Sin embargo, con Dios, que tiene una perspectiva más amplia de las cosas, incluso la pérdida puede llevar a una etapa nueva que puede incluso conllevar una mejoría al comprender cosas que uno antes nunca había comprendido. Y con eso, uno va a poder ayudar a otras personas más adelante, quienes posiblemente van a experimentar algo semejante. Entonces, como la Biblia dice, hay un bien en todo lo malo si estamos caminando con Jesús.

Esto no disminuye el dolor de la familia que perdió a una persona, pero amplía el horizonte de ver todo lo que sucede en un cuadro mayor. Suena algo fácil, suena algo teórico, pero el proceso es difícil. Y por eso, nosotros decidimos hacer estos talleres para ayudar a pastores y líderes sobre cómo acompañar a personas que han sufrido esto. En el caso del suicidio, hay mucha herida que sanar, hay muchas preguntas que contestar, y con cada pregunta que se contesta, viene un alivio. No se van a contestar tal vez todas, pero es una cosa tener siempre preguntas o tener solo "quince".

Abordando el suicidio desde una perspectiva pastoral: una conversación con Hans Ewen

Hans Ewen, escritor y pastor.

P. El duelo, cuando uno lo atraviesa, tiene partes que debe pasar solo, porque al final es el dolor que cada uno lleva. Pero también me imagino que afrontar un duelo, como en este caso por un suicidio o por otro tipo de pérdidas, el hecho de tener una comunidad que lo acompañe puede ser de mucha ayuda.

R. Por supuesto, y digamos que este es uno de los grandes sentidos y propósitos de la iglesia: que haya verdaderas relaciones, que haya verdadera confianza entre los hermanos, que haya confianza. Porque realmente en la iglesia seguramente habrá personas que pueden ayudar. 

En el caso de un duelo, la persona doliente pasa por diferentes fases. En la primera fase, tal vez necesita que alguien —como hablé con una pareja que también estará en el evento y que perdió a su hija de 21 años por suicidio— les lleve comida, les ayude a lavar la ropa, a hacer limpieza. Y hay gente en la iglesia que puede hacer eso. Hay gente en la iglesia que tiene el amor y la paciencia de escuchar, porque solo hablando hay alivio. Y hay gente que tiene, lo llamaría, el don de poner el oído, sin necesidad de analizar o aconsejar, solamente estar ahí.

Pero con el tiempo, en el proceso de duelo, ya es bueno tener gente que contesta las preguntas duras: ¿Quién tiene la culpa? ¿Por qué Dios no intervino? ¿Por qué Dios lo permitió? y cosas por el estilo. Es necesario tocar estos temas y hablarlos, y en este caso, es mejor que sea alguien que pueda dar respuestas coherentes y no solamente fatalistas.

Así, estoy esbozando cómo en la iglesia muchos pueden ayudar en el caso de un duelo: unos con ayuda práctica, tal vez con dinero. Se pueden cubrir muchas de las necesidades materiales, emocionales, psicológicas, necesidades de comprensión de la Biblia. Todo eso se puede encontrar en la iglesia. Lo que yo hacía cuando era pastor es que siempre tenía contacto con profesionales cristianos: psicólogos, por ejemplo, o psiquiatras. Cuando el problema es difícil, los líderes también deberían tener la humildad y la sabiduría de enviar a personas en duelo que no lo superan con profesionales en el área de la psicología. Pero la iglesia puede abarcar casi todo lo que necesita alguien en duelo, presuponiendo que es una iglesia que funciona.

 

Prevención y sensibilidad

P. ¿Vais a abordar el tema de la prevención?

R. Pues hay personas que se han ocupado bastante con este tema de la prevención, y ellos pueden dar ideas de qué tipo de comportamiento hay que observar. Ahora, eso no es una ciencia exacta, pero habiendo estudiado casos, uno encuentra pautas comunes. Por ejemplo, cuando hay alejamiento social: la persona ya no habla, ya no se comunica, es muy cerrada. Esa es una mala señal. Y si hay un cambio drástico —antes era una persona que interactuaba con todos y ahora se volvió introvertida—, es bueno que alguien pregunte: “¿Cómo estás?”.

Cuando yo andaba de luto por mi primera esposa, pasé un tiempo difícil. Y entonces la gente a veces se acercaba a mí y me preguntaba: “¿Cómo estás?”. Yo les contestaba: “¿De verdad lo quieres saber?”. Y solo con esta pregunta ya estaban filtrando a un montón, y en las caras se les notaba que no. Pero algunos me dijeron: “Sí, quiero saber cómo estás”. Ahí se pudieron desarrollar conversaciones muy buenas, valiosas, porque había un interés.

La iglesia debería estar velando por su gente, y no solo el pastor o los líderes, sino los que estén cerca. Y si hay señales de que una persona está cambiando su comportamiento dramáticamente, o si hay, por ejemplo, conocimiento de una historia de enfermedades, de episodios de depresión, con estas personas uno debería estar en contacto. Esto no garantiza nada, tenemos que ser realistas en este sentido.

Leí el artículo de un hombre que vive cerca de un barranco terrible donde mucha gente se suicida. Y él, como los ve desde su casa cuando se acercan y ya sabe cuando alguien tiene cara de quitarse la vida, ha salvado a mucha gente solo acercándose a hablar con ellos. Naturalmente, no ha salvado a todos. La otra pareja que va a compartir es la que escribió este libro, Una puta merda, contando su experiencia. Ellos sí pueden contar más sobre qué pasó en la vida de su hija y cómo fue posible que no pudieron evitarlo.

 

“Toda la iglesia debería estar velando por su gente, y no solo el pastor o los líderes”

P. ¿Qué conclusión te gustaría dejarnos?

R. Mi corazón siempre ha tenido el deseo de que las iglesias aprendan a movilizar toda la riqueza de experiencias que hay presentes. Porque a veces las iglesias, con su estructura, están muy enfocadas en que un hermano tiene un problema, por ejemplo, duelo, por ejemplo, suicidio, y su primera cita es con el pastor y los líderes. Y los pastores deberían poder ayudar… pero hablando de Rosa y Miguel, ellos lo vivieron. Y esto es una dimensión completamente distinta. Ellos van a poder ayudar a un nivel que, por ejemplo, yo no. Yo perdí a mi esposa por un cáncer; yo puedo ayudar a personas que pasan por algo así, pero otras personas tal vez perdieron a un niño. Yo no. Otras personas sufrieron un divorcio. Yo nunca experimenté eso. Y lo que lamento es que a veces en las iglesias, por la estructura, no estamos fomentando conexiones que serían de ayuda. A mí los que más me ayudaron en aquel tiempo fueron pastores que también habían perdido a sus esposas. Y no fue algo de lo que me hablaran a cada rato, pero de vez en cuando me decían una cosita, y eso fue como un paso gigante para avanzar. Ese es mi deseo: que las iglesias puedan contribuir, que en la iglesia encontremos una gama muy, muy amplia de experiencias que no dependan solamente del liderazgo.

 

Para más información y para inscribirte en el seminario online gratuito del próximo lunes 16 de junio, a las 20h, puedes visitar la página oficial del evento: https://alianzaevangelica.es/dishes/taller-sobre-duelo-y-suicidio/

 

 

 

¡Protestante Digital te necesita!

Gracias a quienes aportan económicamente podemos hacer esta labor de comunicación desde una perspectiva evangélica a través de una plataforma gratuita, con el propósito de ser sal y luz en nuestra sociedad. Si quieres que Protestante Digital pueda continuar con esta labor, ¡anímate a ser parte! Te necesitamos. 

Encuentra más información en apoya.protestantedigital.com.

Si lo prefieres puedes donar por Transferencia Bancaria. Asunto “Donativo Protestante Digital” en la cuenta de la Alianza Evangélica Española (CaixaBank): ES37-2100-0853-5702-0025-3551

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Sociedad - Abordando el suicidio desde una perspectiva pastoral: una conversación con Hans Ewen