Al máximo común divisor por la gracia
La historia de Joaquín Rehués, un cristiano de largos años que asegura haber descubierto la fórmula matemática en números decimales mientras estaba en una institución mental, es un ejemplo de una perseverancia inusitada para muchos. “Dios es Señor de la ciencia suprema”, dice.
BARCELONA · 20 DE DICIEMBRE DE 2022 · 10:00

La edición de El Periódico del sábado 4 de mayo de 1991 contenía un artículo titulado: “El reto de amar las matemáticas durante 30 años en un manicomio”. Aparecía en la sección ‘Cosas de la vida’, y en la entradilla se leía lo siguiente: “Un trabajo de un enfermo mental llegó a la Universidad de Berlín”. Una fotografía pequeña y cuadrada, en la esquina superior derecha de la página, ilustraba el texto. Era una imagen de Joaquín Rehués, sentado en un escritorio lleno de papeles, leyendo.
Rehués, ahora un anciano nonagenario, recuerda que ingresó en la institución mental fundada por el doctor Pi i Molist en Barcelona hacia el agosto de 1956, con tan solo 25 años y acompañado por su padre. El edificio, dice, tenía “jardines y huertos que trabajaron los enfermos mentales, y había un pozo de agua buena para beber y para todo, que no se terminaba”.
“A mí me colocaron en la lampistería y en electricidad con un empleado, Pedro Bernat, un hombre que me trató muy bien sin ser yo experto en tal cosa. Un enfermo mental, mayor que yo en edad, al que le faltaban las dos piernas e iba en silla de ruedas. Le pedí que me enseñase a dividir con toda clase de números decimales. No sé exactamente el año que fue. Según pienso, yo tendría 30 años”, explica Rehués a Antonio Cárdenas, colaborador de Protestante Digital, que ya le dedicó un artículo a Joaquín y que ahora se ha acercado hasta la residencia en la que se encuentra, en Barcelona, para hablar de nuevo con él. “En la vida solamente podemos cumplir una vez treinta años. No ambiciono los treinta años porque ya los viví gracias al Señor Dios”, añade.
Deseos de comunicarse
A Rehués siempre le ha acompañado un deseo de comunicarse con su alrededor. De hecho, como el apóstol Pablo con sus amanuenses en el primer siglo, ahora navega las aguas de Twitter con la ayuda de “otra persona”, compartiendo breves análisis sobre distintos temas de actualidad, recuerdos de su pasado o reflexiones acerca de su fe personal.
“Me ingresaron en una residencia y hace diez años estoy en ella”, dice. “No he sido ingresado en más residencias, por lo tanto no puedo hablar demasiado sobre lo que se hace en las residencias. Como yo también me equivoco, creo que quienes nos cuidan y hasta la ciencia médica también están expuestos a equivocaciones”, explica reflexionando desde su estado actual y pensando en la situación generalizada de la tercera edad.
El descubrimiento del máximo común divisor
Cualquiera, de sus años de instituto, podrá recordar con facilidad dos series de siglas: el MCM (mínimo común múltiple) y el MCD (el máximo común divisor). Ambas se repetían hasta la saciedad en los cuadernos de matemáticas de los cursos correspondientes a la educación secundaria obligatoria.
Mientras se encontraba en la institución mental, dedicando mucho tiempo a las matemáticas, Joaquín asegura haber descubierto la fórmula en números decimales. “En 1978 hallé allí el máximo común divisor de números decimales, pero solo para números decimales limitados. Pero en 1981, comprendí que también era apto para números decimales que tienden al infinito, como 3,1416…”, explica.
“Gracias al Señor Jesús, hombre resucitado. No a mí. Descubrí algo sabido. La ciencia, para la sociedad humana es sabiduría. Pero yo soy deficiente en cuanto a la fe en Jesús. Ojalá él me salve. Dios es Señor de la ciencia suprema”, añade.
En su afán de comunicarse, Rehués también cuenta en un vídeo de YouTube el funcionamiento de la fórmula matemática y su hallazgo.
La rúbrica de la gracia
El elemento de la gracia es para Joaquín, según explica, indispensable en el desarrollo y la comprensión de su vida. “Ningún ser humano es bueno. El bueno es Dios, y si hago una cosa buena es por la gracia de Dios, no por mi corazón, porque escrito está en la Biblia: ‘engañoso es el corazón, más que todas las cosas, y perverso, ¿quién lo conocerá?’ Dios, no yo”, dice.
Creyente de largos años y miembro de la iglesia evangélica en la calle Pinar del Río (Barcelona), Rehués asegura que “la persona no se mide por la edad, sino que se mide por el conocimiento que tiene, si es bueno o es errado, y por la sabiduría que tiene, si es verdadera o es falsa”.
Aunque para esa comprensión ha necesitado de otro camino, aparte de la fórmula matemática del máximo común divisor. “No soy exacto, ni mucho menos. Pero, si es por la gracia de Dios, estoy en lo cierto. Ahora, si no es por la gracia de Dios, estoy totalmente en error. Me ha parecido comprender de la Escritura que el Señor Jesús, hombre resucitado ahora, vino a la Tierra, y es Dios, y habitó en un cuerpo humano de criatura, antes de nacer, y nació con un cuerpo humano de criatura. Gracia a Él”, afirma.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Sociedad - Al máximo común divisor por la gracia
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