“Los debates sobre posibles justificaciones del porno para mejorar las relaciones son absurdos”
El efecto negativo del contenido pornográfico sobre las relaciones de igualdad entre hombres y mujeres ha sido una de la conclusiones del II Congreso ‘Pornografía, Infancia y Mujer’.
BARCELONA · 17 DE NOVIEMBRE DE 2020 · 13:00
Este mes de octubre se ha celebrado el II Congreso ‘Pornografía, Infancia y Mujer’, organizado por el Grupo de Investigación Fundamentos de la Educación y Responsabilidad Social Educativa (FERSE), de la Universidad Rey Juan Carlos. Se trata de uno de los eventos referentes en el ámbito académico español que se centra en analizar el impacto de los contenidos pornográficos en la realidad de la sociedad, y que en esta ocasión ha contado con la participación de más 250 estudiantes, profesores e investigadores de diferentes campos científicos.
Una de las principales conclusiones después de la jornada de reflexión ha sido la de que “la pornografía representa una escuela de desigualdad entre mujeres y hombres en el siglo XXI”. “La ‘pornificación’ de la cultura supone una realidad que está transformando el ecosistema mediático que apela directamente al modo de ser de la mujer y de las niñas en nuestros días”, explica Leticia Porto, profesora de la Universidad Rey Juan Carlos, directora de la línea de investigación del Grupo Ferse sobre Educación de la sexualidad e industria del sexo y una de las organizadoras del congreso.
Según los datos presentados en el marco del evento, y que se basan en informes de Naciones Unidas, España es el segundo país del mundo en el que se consume más prostitución. Además, señala Porto, “se ha convertido en el segundo país del mundo en cuanto al consumo de pornografía infantil y el primero dentro de la Unión Europea”.
Otra de las cuestiones abordadas en el congreso ha sido la del consumo de pornografía, cada vez mayor, entre mujeres. “La falacia del ‘porno ético’ o ‘pornografía feminista’ pueden ser corrientes que ‘acercan’ este universo pérfido a la mujer”, señala. Una tendencia que también se extiende al impacto de la pornografía entre los más pequeños, con una edad de iniciación en el consumo de estos contenidos de seis años. “Lamentablemente, los contenidos pornográficos suponen una escuela, fuera de la escuela, de acceso libre a la sexualidad, al igual que si de un bufé de comida se tratase, para muchos menores”, subraya Porto.
Pregunta: En una de las mesas redondas del congreso habéis abordado la radiografía de la situación en España, del que decís es uno de los países con más demanda de prostitución en el mundo. ¿Qué condiciones y factores se dan en la sociedad española para que este hecho sea posible?
Respuesta: En el II Congreso “Pornografía, Infancia y Mujer” se analizado especialmente esos datos y esas prácticas que se vienen desarrollando en España en relación con la prostitución. En concreto, y lejos de lejos de lo que podría parecer, durante el Estado de alarma, esta realidad no se ha visto mermada sino que se han identificado 938 espacios ilegales dedicados a la prostitución en funcionamiento durante los meses de confinamiento. España es el segundo país en la demanda de prostitución, solo por detrás de Tailandia.
Según los últimos estudios en relación con el consumo de pornografía infantil, por ejemplo, España se ha convertido en el segundo país del mundo en cuanto al consumo de ese tipo de material y el primero dentro de la Unión Europea. Sin duda, como comentaba también el experto y profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, Luis Manuel Martínez, estamos ante la metáfora del iceberg, dónde sólo vemos la punta del hielo, pero el inmenso problema no se ve desde la superficie. Y es necesario apelar a la responsabilidad y la educación sensible para erradicar este problema en nuestra sociedad.
P: Uno de los elementos que han moldeado el panorama de la hipersexualidad son las pantallas. ¿Cómo podemos entender su impacto?
R: En los últimos años, el tema de la “cultura de la pornificación” se ha adueñado de las pantallas y los contenidos mediáticos. Además, un aspecto relevante en esa idealización de los contenidos mediáticos en torno a la mujer se encuentra en la hipersexualización de la figura femenina, especialmente como reclamo publicitario. De tal modo que, términos como esa “pornificación” de la cultura que decimos, suponen una realidad que está transformando el ecosistema mediático que apela directamente al modo de ser de la mujer y de las niñas en nuestros días.
P: Se ha dicho que la pornografía tiene unas consecuencias en diferentes niveles, no solamente en lo que respecta a la sexualidad, sino también a nivel de relaciones sociales. ¿Cuáles son las conclusiones de los estudios al respecto?
R: El consumo del porno afecta y trastoca muchos de los esquemas y parámetros más habituales que interfieren en las relaciones humanas. Y parece que no le damos la importancia que tienen esos cambios en las conductas y en los comportamientos del individuo cuando se siente dominado por una adicción. Se suele creer que consumir de vez en cuando contenidos pornográficos no supone ningún tipo de alteración, porque se domina, pero a veces es complicado llegar a controlar porque nuestro cerebro se acostumbra a esos impactos y siempre va a pedir más. Lo mismo sucede con la violencia, por ejemplo. Y esos cambios afectan a cualquier persona. Pero es especialmente intensa en niños y jóvenes por la propia configuración de la personalidad durante la adolescencia, por ejemplo, con las inseguridades, miedos, la carga emocional o las tensiones psicológicas propias de estos años. Y esa catarsis que reciben desde la pornografía podría parecer que contribuye a dar salida a todo ese malestar general que les rodea.
Sin embargo, la mayoría de estudios hablan de insatisfacción, problemas de relación graves, decepción en las relaciones de pareja porque no existe esa ficción a la que están acostumbrados, personalidades compulsivas incapaces de controlar esos impulsos y que les afectan en cuanto al desarrollo emocional, sensible y afectivo.
P: Uno de los datos sobre los que habéis reflexionado en el congreso es el del aumento del consumo de pornografía entre las mujeres. ¿Cómo se debe entender este hecho?
R: En realidad, es cierto que se habla de cifras que van en aumento en cuanto a las tendencias de consumo por parte de las mujeres. Pero no es equiparable a los índices del público masculino como principal ‘prosumidor’, en cuanto al consumo y producción de contenidos sexuales. Tal vez la falacia del ‘porno ético’ o ‘pornografía feminista’ pueden ser corrientes que ‘acercan’ este universo pérfido a la mujer.
Lo más importante es que en mi derecho de decidir lo mejor para mí, escoja aquello que no perjudica al otro.
Además, la ‘naturalización’ e invasión constante de este tipo de tendencias actuales en todos los frentes, parece que no deja fácil escapatoria y hay que saber y conocer. Son realmente absurdos todo este tipo de debates y cuestionamientos sobre posibles justificaciones de la pornografía para mejorar las relaciones humanas.
P: Otro sector de la población en el que la pornografía ha impactado de manera especial en los últimos años es el de los niños y niñas. ¿Qué impacto sobre el conjunto de la sociedad puede tener la ‘pornificación’ de personas cada vez más jóvenes, de la infancia?
R: Si las mujeres son un público vulnerable por el tratamiento que se hace de ellas en los medios de comunicación, todavía lo son más los niños y niñas que reciben una educación sexual precoz y sin florituras desde las pantallas. Se habla de que a partir de los 6 años ya acceden a este tipo de contenidos. Pero ni siquiera un niño de 8 o 9 años, por ejemplo, está preparado ni física, ni psicológica ni emocionalmente para entender la óptica de la sexualidad que muestra la pornografía. Lamentablemente, los contenidos pornográficos suponen una escuela, fuera de la escuela, de acceso libre a la sexualidad, al igual que si de un bufé de comida se tratase, para muchos menores: sin control parental, gratis, desde el anonimato, y con las graves consecuencias que se derivan de esta realidad tergiversada y manipulada que nos ofrecen los medios de comunicación.
P: A veces, la sensación es que todos estos datos se observan desde un punto de vista informativo pero que se toman poco en cuenta a la hora de legislar y tomar decisiones para la prevención de esa hipersexualización que impacta tanto a la sociedad. ¿Qué retos se nos plantean como sociedad?
R: Hace falta invertir más en formación, en sensibilización desde los primeros años y desde el entorno familiar. Hay que educar la sensibilidad. Para ello, es fundamental el apoyo de las familias para que los menores se formen desde un punto de vista crítico ante este tipo de contenidos y realidad que condiciona terriblemente las aspiraciones. No se puede aceptar lo inaceptable. A pesar de los intereses económicos y de otro tipo detrás de estas estrategias tan cuestionables de ocio, consumo, diversión y entretenimiento, es necesario frenar estos comportamientos y apostar por la educación del carácter de cada adolescente, de cada niño y de cada niña, para que detrás de esas decisiones particulares se encuentre la libertad de poder escoger.
Al final, esto es lo más importante, que no nos impongan lo que los demás quieran, sino que en mi derecho de decidir qué es lo mejor para mí, escoja aquello que no perjudica al otro y que no supone un detrimento personal propio. Si logramos ese pensamiento crítico en las personas, la realidad de la pornografía dejaría de tener la presencia que actualmente tiene porque entenderíamos realmente que se basa en relaciones de poder, de intimidación y de violencia, en definitiva.
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