Castillo fuerte en Montemolín

Todo en la mano de Dios, y de su voluntad. Eso es Jeremías, con sus lamentos, y eso es el Nuevo Testamento, con su carta especial a los Romanos.

14 DE ABRIL DE 2024 · 16:00

El Castillo de Montemolín. / <a target="_blank" href="https://es.wikipedia.org/wiki/Montemol%C3%ADn#/media/Archivo:BA-Montemol%C3%ADn-Castillo.jpg">Adolfo Brígido</a>, Wikimedia Commons.,
El Castillo de Montemolín. / Adolfo Brígido, Wikimedia Commons.

Ya les avisé de que este ratito de conversación lo ocupo con la actividad que realizamos el pasado sábado 6, en Montemolín. Diversas circunstancias llevaron a esta fecha para la presentación del libro Casiodoro de Reina, Biblia del Oso (Jeremías y Epístola a los Romanos), editado por la Editora Regional de Extremadura en su serie “Rescate”. El actual director de la entidad se refirió al buen hacer de la Editora, que este año cumple 40, y tienen previsto actos diversos.

Por ese medio nuestro Casiodoro tiene a su Jeremías (con Lamentaciones) y Romanos en cientos de bibliotecas, en los circuitos más eficaces de distribución, en mano de investigadores y, en el caso del sábado pasado, en el corazón de su pueblo natal. Los asistentes pudieron compartir, no solo café con los dulces propios del sitio, sino el mejor recuerdo de su paisano, y llevar un ejemplar que la Editora Regional obsequió a los que allí nos congregamos.

Los tiempos son los tiempos, y podemos acudir al común acuerdo de ver la alegría con que vería nuestro Casiodoro esos actos en su pueblo, ya iniciados desde unos años atrás por la decisión de su alcalde. Perseguido a muerte, puesto precio a su cabeza… y ahora reconocido y celebrado por sus trabajos entre los suyos. Los tiempos no son, en esto, malos. Otra cosa sería, y esto es muy serio, el cabreo que cogería al ver lo que algunos hacen con su figura, usando su persona y obra como marketing para sus ventas religiosas.

Montemolín fue enclave formidable en su momento, queda el signo de su castillo, ahora es una localidad de unos 1300 habitantes, pegada a la autovía. La reunión la celebramos en su Albergue Turístico Miramolín, de nueva construcción y muy adecuado.

Aunque fuimos algunos de Sevilla, y también estuvo presente el presidente del Consejo Evangélico de Extremadura, estos actos nunca son eclesiásticos. Es la sociedad plural la que está allí reconociendo al personaje y su obra. Luego, cada cual que sea de lo que sea. Eso procuro y he vivido siempre en los ámbitos por donde nuestra Reforma ha caminado. Lo que no quita que se explique, de forma radical, la fe de esos y esas de nuestra Reforma.

En este caso, me pareció necesario referir por qué elegí esos textos de la Biblia del Oso para poner unos ejemplos. En el caso de Jeremías, es lo mejor de lo mejor. Si alguien quiere saber qué significa sólo por la fe, justificados por gracia, ahí tiene la doctrina explicada. Todos los medios de salvación, que alguno puede llamar incluso “de gracia”, están eliminados. No hay mediación posible. El Templo, en el suelo. Los sacerdotes, inmundos con manos inmundas. No hay modo de alcanzar limpieza por sitio alguno. Sin embargo, Dios sigue salvando a su pueblo. Dije, y aquí repito, que la situación sería semejante a como si hoy desaparecieran todos los templos, de todas las iglesias, todos los pastores y sacerdotes, todas las reliquias, todos los medios de gracia o salvación. No queda nada de nada (no estoy muy seguro si los de las cinco solas estarían muy de acuerdo con esto, pues es que no queda nada, ni cinco ni una, administrado por nuestra mano, nada). Todo en la mano de Dios, y de su voluntad. Eso es Jeremías, con sus lamentos, y eso es el Nuevo Testamento, con su carta especial a los Romanos. Y eso fue el mensaje de los primeros, y de la primera respiración de la Reforma Protestante. Luego ya vinieron los administradores, de todo pelaje. (No lo pongo más, pero en el Derecho Canónico actual, el punto de las indulgencias es tremendo en este sentido.)

Ese es mi evangelio, y eso es lo que se puso en la mesa en ese buen pueblo. Para alegría de algunos, y no sé qué de otros. Allí, todos contentos con lo dicho. Y finalmente, en ese acto secular y civil, cantamos, y no salió mal, el himno, que ya casi ni se canta en las iglesias evangélicas, Castillo Fuerte es nuestro Dios.

 

 

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