El argumento moral

Creer que Dios no existe es afirmar que no existen leyes universales del bien y del mal. Un artículo de Dámaris Bonales.

15 DE AGOSTO DE 2022 · 11:00

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Imagen de Neil Fedorowycz, Unsplash.

¿Es lícito creer en Dios y, por ende, atribuirle a él el bien y el mal? ¿Quién es el que determina lo que está bien y lo que está mal? ¿Eres tú mismo? Si no se cree en Dios, ¿entonces quién es el legislador al que crees para diferenciar entre el bien y el mal?

El argumento moral, en sí, defiende que cada vez que hablamos de lo que es correcto e incorrecto, estamos dando por sentado que hay una legislación por encima de nosotros, la cual debe decidir las leyes que rigen nuestro mundo. Ya que la ley moral trasciende a la humanidad, esta ley universal debe derivar probablemente de un legislador universal.

Pablo en su carta a los Romanos así lo expresa (Ro. 2:14-15): De hecho, cuando los gentiles, que no tienen la ley, cumplen por naturaleza lo que la ley exige, ellos son ley para sí mismos, aunque no tengan la ley. Estos muestran que llevan escrito en el corazón lo que la ley exige, como lo atestigua su conciencia, pues sus propios pensamientos algunas veces los acusan y otras veces los excusan” (NVI). 

¿Necesito ser cristiano para saber lo que está bien y lo que está mal? No, Pablo lo deja muy claro aquí. Incluso los que no conocían la ley de Moisés sabían lo que estaba bien y qué no. Para los cristianos, ese máximo legislador debe ser Dios. Pero si no es Dios, ¿quién es ese máximo legislador que no es humano, capaz de crear leyes universales para todos los rincones de la tierra?

Argumento ateo de la moralidad

Supongamos que Dios no existe. Si no creemos en la veracidad de la Biblia, el argumento bíblico anterior no es válido. Ahora pensemos en un acontecimiento histórico, que todo el mundo (sea cristiano o no) afirme que fue real. Utilizaré el ejemplo del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día no hay nadie respetable que diga que eso estuvo bien, fuera para ganar una guerra o para devolver el valor a la Alemania nazi después de la humillación en la Primera Guerra Mundial. No estuvo bien y es una verdad prácticamente universal. Un rabino que fue encarcelado en Auschwitz dijo que era como si todos los Diez Mandamientos hubieran sido revocados: matarás, mentirás, robarás... La humanidad nunca ha visto un infierno así. Y sin embargo, en un sentido real, si el naturalismo es cierto, nuestro mundo es moralmente Auschwitz. No hay bien ni mal. Los valores morales objetivos no existen.[1]  Pero, ¿por qué hoy en día, seas de la civilización, país, raza o cultura que seas, robar, matar o violar está mal? Es bien sabido que valores como la valentía y la generosidad son buenos, y valores como la deserción o hacer más daño del necesario son malos en todos los lugares del mundo, en todas las épocas de la historia. 

El ateo por excelencia Richard Dawkins, en su libro El espejismo de Dios, habla sobre cómo la destrucción de Jericó a manos de Josué o la invasión de la Tierra Prometida es moralmente igual de terrible que la invasión de Polonia por parte de Hitler. Él dice que la Biblia hoy no es la clase de libro que uno le daría a un niño para que conformara su moralidad[2]. Pero aquí, Dawkins se olvida de que Hitler además de ser un ferviente antijudío, era anticristiano también. Y. por ende, se “olvida” de que Dios ordenó la conquista de Josué como juicio a la maldad de Canaan (que practicaban el sacrifcio infantil, la prostitución cúltica de sus hijos, el bestialimo…). No obedecer a Dios ejecutando su juicio hubiera sido realmente abominable. Si Dios permite el mal es malo, pero si lo juzga también lo es.

John Lennox dice: ¿realmente los nuevos ateos creen que una sociedad verdaderamente secular, en la que se ha abolido la religión, sería menos propensa a la violencia que otra en la que se tolerase cualquier forma de religión? Esta idea es descabellada al ver tales ejemplos de regímenes anti-religiosos en el siglo XX, que han sido los más intolerantes y a la vez los más violentos de la historia. [3]

La ciencia por sí sola tampoco podría demostrar lo que está bien y lo que está mal, ya que como Lennox dice: la ciencia puede decirnos que si pones estricnina en el té de tu abuela, la matará, pero no puede decirte si deberías hacerlo o no a fin de quedarte con sus propiedades[4]. La ciencia nos ha hecho evolucionar muchísimo, está claro. Pero como Dostovieski dijo, también nos ha hecho más inseguros en referencia a lo que está bien y lo que está mal.

Si Dios existe, hay una base sólida para la moralidad y ésta tiene una coherencia.

Los sofistas, que fueron los primeros pensadores en cobrar por sus clases, pensaban que en el terreno moral todo es cuestión de opinión. El problema de esta filosofía es que entonces nunca habría nada considerado como bueno o malo. Por lo que nunca habría conductas censurables[5]. Si Dios no existe, no hay un máximo legislador que diga lo que está bien o lo que está mal, por lo tanto cada uno puede tener su percepción de moralidad y eso hace que no hayan personas buenas o malas. Si esto es así, ¿por qué se condena en todos los países el mismo tipo de crímenes?

En conclusión, creer que Dios no existe es afirmar que no existen leyes universales del bien y del mal, y por lo tanto, como Craig dice, “quita responsabilidad moral a cada uno” [6].

Defensa apologética

El deber moral cristiano se resume en dos mandamientos: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos” (Mt. 22:30-31 rv1960). Este es nuestro estilo de vida, y sobre estos versículos basamos nuestra moralidad, lo que está bien y lo que está mal. 

Samuel Johnson dice: “La razón por la que el teísmo defiende mejor que el naturalismo el argumento moral es porque el ser persona y la condición moral son elementos que están necesariamente conectados, es decir, los valores morales están enraizados en nuestra condición como personas”[7].

La realidad es que cada vez que hago el mal, es porque estoy decidiendo desobedecer el bien que Dios me ha “impreso”. C. S. Lewis dice lo siguiente: “Cuando un hombre va haciendose mejor, comprende cada vez con más claridad el mal que aún queda dentro de él. Cuando un hombre se hace peor, comprende cada vez menos su maldad”[8].

En conclusión, llevamos siglos intentando demostrar qué es lo que está bien y lo que está mal, y quién determina esto. El ser humano es egoísta por naturaleza, por el pecado que llevamos dentro, pero admitir que hay alguien superior a nosotros, como seres humanos es difícil de aceptar. Es por eso que tras haber investigado los diferentes puntos de vista y teorías, una vez más puedo decir que solo en Dios encontramos las respuestas. Pero para eso, primero tenemos que aceptar, como seres humanos, que le necesitamos, y esto requiere aceptar que somos personas malas.

Dudo que los grandes ateos de nuestro tiempo acepten que son personas malas (pecadoras), por lo que llevan toda su vida buscando teorías, como el gen egoísta o el Zeitgeist moral, para socavar la no existencia de Dios. Pero, si Dios no existe, tendríamos que vivir el nihilismo de Nietzsche. ¿Qué importa si creas un campo de exterminio para judíos y gitanos o si defiendes con tu propia vida los derechos humanos? Total, todos acabamos muertos.

Al final, creer que Dios sí existe y que él es el que dictamina lo que está bien y lo que está mal, tiende a producir efectos positivos para todo ser humano. En el cristianismo, no actúo egoístamente sin importarme la otra persona, sino que actúo amando al prójimo como Dios me amó a mí, y de esta forma puedo ayudar a otras personas, ser generosa, buscar la bondad y el bien colectivo. Y en el momento en que te das cuenta de esto, las leyes morales cobran un sentido mayor y sirven para llenar de sentido las decisiones en tu vida. 

 

Dámaris Bonales es estudiante del grado en Teología en la Facultad Internacional Ibste.

'Razones de la fe' es una sección impulsada desde la asignatura de Apologética que se imparte en la Facultad Internacional de Teología IBSTE.

 

Notas

[1] Ver aquí, consultado 6/11/21.

[2] R. Dawkins, El espejismo de Dios, 283

[3] J. Lennos, Disparando contra Dios, 137

[4] Íbid, 155

[5] A. Cruz, Introducción a la Apologética, 79

[6] Ver aquí, consultado 6/11/21.

[7] P. Copan, Cinco Argumentos acerca de la existencia de Dios, 86

[8] C.S Lewis, Mero Cristianismo, 108

 

Bibliografía

Copan, Paul.,  Cinco argumentos acerca de la existencia de Dios, Barcelona: Andamio, 2011, 80-91.

Copan, Paul., North American Mission Board «El Argumento moral en favor de la existencia de Dios» [en línea] [Consulta: 2 noviembre 2021]

Cruz, Antonio., Introducción a la apologética (La evidencia de Dios), Barcelona: CLIE 2021.

Dawkins Richards., El espejismo de Dios, Barcelona: Espasa Libros 2021, 271-351

Lane Craig, William., Reasonable Faith «Podemos ser buenos sin Dios?» [en línea], [Consulta: 6 noviembre 2021]

Lennox, John., Disparando contra Dios (Por qué los nuevos ateos no dan en el blanco), Barcelona: Andamio, 2016.

Lewis, C S., Mero cristianismo, Madrid: Ediciones Rialp S.A 2006

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