Dios escogió a lo vil y menospreciado del mundo para avergonzar a los sabios y Dios escogió a los necios para avergonzar a los sabios. Pues no. Esto no es lo que el apóstol dejó escrito."/>

Lo vil y menospreciado

Después de una supuesta atenta lectura de 1 Corintios 1:18-31 observamos que, según parece, Dios escogió a lo vil y menospreciado del mundo para avergonzar a los sabios y Dios escogió a los necios para avergonzar a los sabios. Pues no. Esto no es lo que el apóstol dejó escrito.

27 DE DICIEMBRE DE 2008 · 23:00

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Para esto conviene analizar los contextos anterior y posterior en que se hallan insertos los sintagmas objeto de estudio. El primer capítulo de la Primera Epístola a los Corintios, a modo de introducción, muestra al menos cuatro secciones susceptibles de ser diferenciadas atendiendo al contenido comunicativo que el autor propone. Esto es: presentación y saludos (vv. 1-3); gratitud a Dios por los miembros que se reúnen en la asamblea-iglesia de Corinto, así como por los dones que Dios repartió ahí ´enriquecidos en él en toda palabra y en toda ciencia´ (vv. 4-9); advertencias a la problemática que se ha suscitado en esta asamblea y primeras explicaciones para prevenir las divisiones (vv. 10-17) y, por último, alude a griegos y a judíos, haciendo especial hincapié en la sabiduría de los primeros y en la petición de señales por parte de los segundos (vv. 17 y ss.). Esta última sección es la que ahora nos interesa y viene a constituirse en el eje central de nuestra exégesis para guiarnos a una adecuada interpretación de los pasajes que han sufrido alteraciones. La incorrecta hermenéutica del mismo viene enarbolada por quienes creen deducir el significado contenido tras una simple lectura superficial y pretenden añadir, a modo de antojadiza manipulación, unos sintagmas a capricho. Por otro lado, suelen emplear el producto resultante como arma arrojadiza con la que zaherir a los creyentes que poseen cierta formación académica. Para los que defienden esta postura el centro del discurso se sostiene en que Dios escogió a los necios para avergonzar a los sabios y a los débiles para avergonzar a los fuertes y que lo vil y menospreciado del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios; con esto se busca proponer lo que no se desprende del texto. Se fusiona a conveniencia: Dios escogió a los necios para avergonzar a los sabios y a los débiles para avergonzar a los fuertes. Como comprobamos, del versículo 27 se escoge por preferencia la expresión plural -los necios- donde debe reconocerse la singular (´lo necio´) y se otorga otra pluralidad -los débiles- a modo de personalización donde sabemos que el autor pretendió asignar un artículo neutro (´lo´) junto a un adjetivo calificativo (´débil´)(1). Se puede aplicar el análisis citado anteriormente para los sintagmas los necios y los débiles en el homologable y contiguo los fuertes. Asimismo se selecciona una estructura sintagmática del versículo 27 (´para avergonzar a los sabios´) para incorporarla, a modo de adición, a otra del versículo 28 (´y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios´) anteponiendo esta última para hacer proclamar a la Palabra de Dios lo que no expone: y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios para avergonzar a los sabios. Lamentablemente solemos acatar sin reservas la expresión mencionada cuando nos llega la voz desde un púlpito o desde posiciones de “liderazgo” y no somos capaces de reconocer esta incierta fusión de versículos que engendra un incorrecto pastiche: Dios escogió a lo vil y menospreciado del mundo (v. 28) + para avergonzar a los sabios. (v. 27) Hay quienes incluyen la exclamación ¡amén!, a modo de asentimiento y al unísono, añadiendo más combustible a la llama. Los que así proceden sustraen, en esta supuesta recitación nemotécnica -digo recitación y no aprendizaje-, el versículo 28b: y lo que no es, para deshacer lo que es. El apóstol, dirigiéndose a los creyentes de Corinto reconoce que la gracia de Dios ha sido dada a ellos por medio de Jesucristo (v. 4), porque han sido enriquecidos en Cristo Jesús, en toda palabra y en toda ciencia o conocimiento (v. 5) y porque el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en éstos (v. 6). Por si no es suficiente Pablo descubre que los hermanos corintios poseen todo tipo de dones, hasta el punto de que ya pueden estar esperando la manifestación del Señor en cualquier momento (v. 7). Sin embargo a nadie se le escapa que hay llamadas de atención y advertencias en torno a diversos problemas que se están gestando, como en toda iglesia, concernientes a opiniones confrontadas y enfrentadas entre hermanos, así como divisiones de diverso tipo (vv. 10-17). Si tomamos la primera parte del versículo 17 literalmente -y de modo aislado- podemos aseverar que el de Tarso ´no fue enviado a bautizar´, sino a ´predicar el evangelio´. ¿Deducimos de esto que nuestro apóstol no se sentía llamado a bautizar? Lo que Pablo pretende argüir es un asunto determinado: nadie es enviado específicamente a realizar bautismos porque bautizar no es un ministerio, antes bien una función ministerial. Como puede deducirse se estaba produciendo un malentendido entre los miembros bautizados que ponía en riesgo la unidad de la iglesia de Corinto. Podemos estimar como fundamento de una doctrina bíblica los actos lingüísticos y los textos que se enmarcan en una perspectiva global de la Palabra. De todos es sabido que esta Epístola va dirigida a creyentes y por tanto todo lo que ésta designe debe aplicarse a quienes practican la fe cristiana. Se desprende que esta no es la primera visita que hace. Se sabe que existía una peligrosa e influyente corriente de gnosticismo que estaba afectando a la incipiente iglesia y que no se estima la autoridad apostólica paulina; a esto deben unirse dos hechos concretos de los que se acusaba a Pablo: no cumplir su palabra de visitar a los hermanos y el tono autoritario que éste empleaba en sus epístolas. ¿Qué interés tiene Dios en avergonzar a personas con formación académica? ¿No tiene otro modo de tratar con ellas? ¿Por qué avergüenza a los ´sabios´ y no a los ´necios´? ¿Acaso está haciendo acepción de personas? ¿Es peligroso o contraproducente poseer estudios universitarios? ¿No tenía Pablo una insuperable formación académica, una cátedra en discipulado, un máster en estudios teológicos del Antiguo Testamento, una tesis doctoral en apostolado del Nuevo Testamento, una licenciatura en acceso a los gentiles y el diploma de estudios avanzados de al menos cuatro lenguas? ¿No es Lucas el médico que nos deja como legado los magistrales y metódicos análisis de la historia de Jesús y de los primeros cristianos, sin ser historiador? ¿No llevaba Mateo una seria contabilidad y conocía más de una lengua? Por lo tanto, ¿no era el de Tarso un erudito y sabio de su tiempo, el médico un insuperable historiador y el recaudador de impuestos un experto en matemáticas? ¿No eran siervos de Dios? ¿No desearía usted que sus hijos estudiaran inglés (por no mencionar otras lenguas) y que accedieran a estudios superiores? ¿Lo que es deseable para sus hijos es lo que descalifica a alguno de sus hermanos en la fe? ¿Por qué razón? ¿No deberíamos desear que hubiese más creyentes con formación? ¿No debemos a eruditos como Erasmo o Martín Lutero que nos fueran abiertos los ojos espirituales para que se nos desvelaran aspectos fundamentales de la verdad revelada? ¿No es por ellos, entre otros, que hoy las iglesias protestantes tienen su razón de ser? ¿No fue gracias a Dios, en primer lugar, y a escribas que hoy poseemos la Biblia? ¿No fueron los gramáticos hebreos (masoretas), quienes fijaron todos los aspectos léxicos del texto bíblico del Antiguo Testamento? ¿No debemos agradecer a eruditos de la filología de la talla de Casiodoro de Reina, Cipriano de Valera o Francisco de Encinas, entre otros, que hoy poseamos una sin par versión castellana de la Biblia? ¿No afirma Pablo que él “no es pobre en conocimiento” y que por ellos podría gloriarse? ¿No implica esto que él es un sabio? ¿No tenemos más bien una deuda pendiente con los sabios y eruditos del cristianismo? Para continuar con la iniciada exposición propongo adentramos a partir del versículo 18 y estudiarlo metódica y detenidamente a la luz de los contextos inmediatos de la primera Epístola a los corintios, de las cartas paulinas, del Nuevo Testamento y del mismo contexto general de la Biblia. Para comenzar este desglose a modo de disección conviene hacer hincapié en que lo contrario a la ´sabiduría´ no es la falta de sabiduría; antes bien la ´locura´ o, como también puede ser designado por otros sinónimos que se derivan de la traducción, ´necedad´ e ´insensatez´. Así la palabra de la cruz (v. 18) es locura para los que se pierden o los que se encuentran en el camino de la perdición, pero para los que se salvan o los que están en el camino de la salvación es poder de Dios. El texto posterior se toma del profeta Isaías (29:14) y alude a la ceguera espiritual del pueblo elegido, a la superflua religiosidad amparada en la humana sabiduría y en un entendimiento más carnal que espiritual que alejan paulatinamente al hombre del Dios único (v. 19). Se hace especial advertencia, en su contexto, “a los que se esconden de Dios encubriendo los planes”. Puede percibirse, a través de tres preguntas dirigidas a tres concretos receptores (v. 20), cómo Pablo deja entrever su intencionalidad desde que nos muestra la dual contraposición “sabiduría de Dios/sabiduría del mundo” concretamente en la misma respuesta que concede mediante esa última pregunta: “¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?”. Sus amonestaciones van dirigidas al ´sabio´, al ´escriba´ y al ´disputador de este siglo´, o ´de esta edad presente´ como admite otra traducción, que alude directamente al escriba. Obsérvese que estas alusiones se ciernen sobre el sabio y sobre el escriba directamente y no sobre sus dones, oficios o profesiones. Tienen su génesis en el maltrato que éstos hacen contra Pablo y su ministerio (ver 2 Cor 10:11-12). “El mundo no conoció a Dios a través de la sabiduría [de Dios]” (v. 21), por esta razón el Todopoderoso se complació en “salvar a los creyentes” a través de lo que los incrédulos denominan ´locura´ de la predicación o ´proclamación´; así judíos y griegos tienen diferentes intereses ante Dios (v. 22), unos piden señales mientras los otros anhelan la sabiduría. Sin embargo, los cristianos no podían -ni podemos- andar complaciendo las necesidades de satisfacción de la curiosidad ni las mismas aspiraciones humanas (v. 23); más bien sólo podían -y podemos- cumplir con el mandamiento de “predicar a Cristo” (Mt 28:19-20) y a Cristo crucificado, para los judíos ´tropezadero´ o ´tropiezo´ y para los gentiles ´locura´ o ´necedad´. Por eso nuestro Padre celestial usa ´lo necio del mundo´ para avergonzar a los sabios. Y estos sabios son aquellos que sabiendo la letra de la Ley de Dios y habiendo conocido a y de Jesús no lo han aceptado o lo utilizan para alcanzar metas personales; estos son los que han de ser avergonzados, hoy inclusive, y no los creyentes que poseen formación académica. No se puede incluir en esta consideración a judíos y griegos -entiéndase ´gentiles´- que han sido llamados (v. 24) y que definen a Cristo como ´el poder y la sabiduría de Dios que ha sido manifestada´. Ahora bien, lo que pudiéramos considerar ´locura´ o ´insensatez´ divinas es más sabiduría que la de los hombres (v. 25) y lo débil -o ´debilidad´- de Dios es más fuerte -o ´tiene más fortaleza´- que lo de los hombres. Aquí están en enfrentamiento dual los conceptos ´fuerza/debilidad´ y ´necedad/sabiduría´; hemos de advertir que tanto ´necedad´ como ´debilidad´ no son atributos divinos, antes bien de los hombres -sin exceptuar a los que somos o nos consideramos cristianos-. Sin embargo, Dios usó esas dos facultades humanas para manifestarse a esos primeros creyentes, porque éstos no querían aceptar la sabiduría del Padre manifestada en el Hijo. Aproximándonos a los controvertidos y manipulados versículos Pablo llama la atención a los hermanos creyentes de Corinto (v. 26) invitando a que miren (observando detenidamente, a modo de introspección), atendiendo al llamamiento-vocación con que han sido llamados y proponiendo que se examinen a sí mismos para que no tengan más alto concepto de sí mismos que el que deban tener; “afina su puntería” para alcanzar específicamente a los ´sabios según la carne´, los ´poderosos´ y los ´nobles´. Llegados a este punto llama la atención este añadido ´según la carne´, porque ya se dilucida que esta es la clase de sabiduría que se reprocha. ´Lo necio del mundo escogió Dios´ (v. 27), no a los necios, ´para avergonzar a los sabios [según la carne, no según el Espíritu]´; es decir, conforme a lo mentado con referencia al versículo 25, que Dios tuvo que escoger lo necio del mundo para manifestarse porque no se atendía ni se creía, desde un principio, a su divinal sabiduría. Así tuvo que avergonzar: empleando lo que se subestimaba; para que de una vez por todas se atendiera a su llamamiento y no se estimara sobremanera sabio el ser humano. Asimismo, cabe aplicar el planteamiento esgrimido anteriormente para la segunda parte del versículo (´y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte´). Anteriormente quedó reflejado que la corriente gnóstica infiltrada en la misma iglesia corintia afectaba la conciencia crítica de sus miembros. Ahora pues se procede a desenredar finalmente esta madeja porque ´lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios´ no para avergonzar a los sabios, sino para que se comprenda que esta elección es realizada para deshacer ´lo que es´ -la humana sabiduría- con ´lo que no es´ -la locura- (v. 28), atendiendo a una finalidad determinada: ´que nadie se jacte en su presencia´ (v. 29). Este adverbio ´nadie´ refiere “ninguna carne” y ´jactarse´ designa el móvil principal no sólo de la moral judía o helénica de aquellos días, sino de nuestra sociedad occidental contemporánea que afecta directamente a nuestras congregaciones evangélicas. Para concluir estas ideas principales esbozadas en los versículos anteriores, nuestro autor concentra toda la atención en Dios (v. 30) cuando recuerda, para hacer entrar en razón y resumir su disertación, que gracias a Dios mismo están [ellos] en Cristo Jesús, al cual Dios ha convertido ´para ellos´ en: sabiduría, justificación, santificación y redención. Esto viene a señalar que la sabiduría viene a ubicarse en el mismo plano en el que se encuentran situados los principales fundamentos de la gracia divina que se nos confiere a través de la obra salvífica de Cristo. El versículo 31, a modo de colofón, viene a asentar en una sola afirmación y proposición todo lo expuesto; para ello se recurre al Antiguo Testamento vinculando los dos pactos bajo una idea común. Se infunden ecos veterotestamentarios con el objeto de familiarizar a los judíos y de mostrar una tradición popular hebraica a los gentiles (porque a estas alturas ya se habrá concluido que la comunidad cristiana de Corinto estaba conformada por judíos helenizados y por gentiles -griegos, romanos y los que procedían de países orientales limítrofes). Por esto se entiende que se cite al profeta Jeremías (9:24). De manera que este versículo 31 viene a señalar, convencionalmente, el final del primer capítulo objeto de nuestro análisis; ahora comienza el segundo. En este siguiente advertimos otro punto de vista desde que se nos señala que los creyentes con madurez sí que poseen un tipo especial de sabiduría y que ésta es acepta. Ya sabemos que Pablo también esgrime en otras cartas expresiones del tipo ´la letra mata´ (2 Cor 3:6) y ´todo lo he perdido, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo´ (Fil 3:8). Pero esos son otros temas que hay que estudiar en su contexto y que poco o nada tienen que ver con lo hasta aquí referido. En la Epístola de Santiago se nos advierte: “No os hagáis maestros muchos de vosotros porque recibiréis mayor condenación” (Stg 3:1). ¿Debemos por esto excluir a los maestros de la Palabra de nuestras congregaciones? Más bien tenemos que dar gracias a Dios de que en nuestras iglesias contemporáneas encontremos sabios, escribas, eruditos y profesionales de todas las ramas conformes a la voluntad del Altísimo. Lo que sí que posee sustento bíblico, y tal vez pueda zanjar esta controversia, es el texto que se encuentra en el evangelio de Lucas que recoge estas palabras de Jesús: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lc 19:10). Jesucristo vino a buscar y a salvar a hombres y mujeres, doctos e indoctos, necios y sabios, poderosos y oprimidos, judíos y gentiles, pobres y ricos, líderes y neófitos, profesores y alumnos, médicos y pacientes, a ti y a mí. Aunque parezca una postrera ironía deseo que Dios nos dé sabiduría a todos.
1) Se propone así el sintagma nominal ´lo débil´. Aunque ´débil´ como clase de palabra sea adjetivo en su función morfológica ahora pasa a ser sustantivo, porque el artículo neutro ´lo´ que le precede así lo exige.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Letra viva - Lo vil y menospreciado