Encrucijadas

Hay una diferencia entre los que decidieron bien y los que decidieron mal en las encrucijadas. Los primeros miraron a Dios. Los segundos solo miraron las dificultades y las maneras de evitarlas.

15 DE NOVIEMBRE DE 2018 · 11:00

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Una encrucijada es el sitio donde se encuentran dos o más caminos. Puede tratarse del sitio donde acaban, con lo cual se transforma en la meta, o puede tratarse del sitio donde comienzan, con lo cual se transforma en el punto de partida. Si es el punto de partida, la frase estar en una encrucijada significa estar ante varias opciones que se presentan, debiendo elegirse una.

En la vida en general y en la vida cristiana en particular hay momentos en los que Dios nos pone en una encrucijada, ante la cual hay que tomar una decisión que va a tener consecuencias de largo alcance, en esta vida e incluso más allá. Hay encrucijadas colectivas y hay encrucijadas individuales y en la Biblia existen ejemplos de unas y otras.

Un caso de encrucijada colectiva lo tenemos en el informe de los espías que regresaron tras reconocer la tierra de Canaán. En realidad más que hablar de informe hay que hablar de informes, porque fueron dos los que se dieron, de signo totalmente opuesto. Detrás de esos dos informes había dos actitudes hacia Dios y también dos posibilidades, que eran avanzar o retroceder. Esa era la encrucijada. Era un momento que requería una decisión. Y la decisión se tomó en base a malas actitudes que previamente ya habían sido recurrentes, de incredulidad y amargura, por lo que esa mala decisión no fue una casualidad sino simplemente el resultado de una mala trayectoria. La lección que se desprende es que sentar malos precedentes y reforzarlos, hasta constituirlos en hábitos, desembocará que en la encrucijada la mala decisión será inevitable. Otra lección que se desprende de este caso es que la mayoría puede estar totalmente equivocada. Aunque parecía asistirle la razón, a causa de su abrumador número, en realidad era la sinrazón lo que estaba de su lado. Una tercera lección es que por la mala decisión tomada en una encrucijada, otros ajenos a ella van a pagar las consecuencias, no sólo los que la han tomado. Pero en esa alternativa hubo los que se decantaron por la decisión de creer lo que Dios había prometido. Finalmente, en aquella encrucijada se manifestó lo que había en los corazones. Mezquindad en muchos y confianza en pocos.

Otro caso de encrucijada colectiva es la que tuvieron que enfrentar los seguidores de Jesús, por causa de su enseñanza, cuando afirmó que él era el pan de vida. La alternativa era aceptar esa verdad o rechazarla, no habiendo cabida para una tercera opción. Era una enseñanza profunda y maravillosa, siempre y cuando fuera captada por corazones sedientos de trascendencia; pero era una enseñanza dura e inasumible, para mentes materialistas, sin ninguna percepción espiritual. Fue un momento de decisión y la encrucijada consistía en continuar siguiendo a Jesús o darle la espalda. Y muchos optaron por lo segundo. De nuevo, una mayoría tomó una decisión errada. Pero aquella encrucijada también fue la ocasión para la reafirmación de la fe de quienes resolvieron continuar siguiendo a Jesús. Las encrucijadas sirven para poner a cada cual en su sitio.

Pero también hay casos de encrucijadas individuales, como la que tuvieron que enfrentar Orfa y Rut. Consistía en qué harían con su suegra, una mujer ya mayor y sin futuro por delante, salvo la incertidumbre y la pobreza. Era una encrucijada entre el compromiso y la libertad. El compromiso demandaba una alta exigencia, un sacrificio y una entrega sin límites. La libertad prometía un mejor futuro y posibilidades más atractivas. Y entre los riesgos y cargas que suponía el compromiso de quedarse con su suegra y las ventajas que tenía la libertad de desembarazarse de ella, Orfa no lo dudó. Amaba a su suegra, pero se amaba más a sí misma, de ahí la determinación que tomó. Rut estuvo en la misma encrucijada que Orfa, pero optó por quedarse con su suegra, aun a sabiendas del enorme precio que conllevaba su decisión. Era sacrificar su juventud, su vida, por una persona con quien ya no tenía vínculos formales. Pero al escoger Orfa su libertad, su nombre caerá en el olvido. Mientras que al escoger Rut el compromiso, su nombre será inmortalizado, porque pasó a formar parte de la genealogía de David y del Hijo de David.

El caso de Jeroboam es otro ejemplo de encrucijada individual. Nada más ascender al trono, calibró los pros y los contras de su posición, abriéndose ante él dos posibilidades. Una era depender de Dios, confiando en que al haberle dado el reino lo mantendría en el mismo. La otra era actuar por su cuenta y tomar todas las medidas necesarias para afianzarse en el trono, aunque algunas de esas medidas fueran contrarias a la voluntad de Dios. La encrucijada era fiarse de Dios o guiarse por su propia astucia. Fiarse de Dios suponía un continuado ejercicio de sometimiento y obediencia. Guiarse por su propia astucia era poner los medios que el cálculo humano le mostraba, siendo independiente de Dios. Finalmente, optó por la vía fácil, que a la postre fue la vía difícil, porque llevó a su reino, en último término, a la desaparición.

Hay una diferencia entre los que decidieron bien y los que decidieron mal en las encrucijadas. Los primeros miraron a Dios. Los segundos solo miraron las dificultades y las maneras de evitarlas. ‘Los que miraron a él fueron alumbrados y sus rostros no fueron avergonzados.’ (Salmo 34:5).

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Claves - Encrucijadas