Cargas compartidas

Cuando somos capaces de empatizar con el que sufre y ofrecer nuestra ayuda, conjugamos el amor de Dios.

09 DE NOVIEMBRE DE 2015 · 09:24

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Habiendo entrado de nuevo en Capernaúm varios días después, se oyó que estaba en casa. Y se reunieron muchos, tanto que ya no había lugar ni aun a la puerta; y El les exponía la palabra. Entonces vinieron a traerle un paralítico llevado entre cuatro. Y como no pudieron acercarse a Él a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde El estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.

Marcos 2:1-12.

¡Qué difícil a veces transitar el sendero!

Infinidad de pequeños obstáculos impiden que podamos recorrerlo, determinadas trabas hacen que caigamos derrotados ante nuestra falta de energía para poderlo caminar.

En momentos de necesidad contar con ayuda es como tener agua en el desierto.

Notar la cercanía de una mano que te presta su apoyo sin remilgos, sin esperar nada a cambio, hace que el recorrido al cual te enfrentas sea divisado de una forma totalmente distinta.

El calor de unas palabras de ánimo. El silencio ante una confesión. La sonrisa plagada de cariño. El abrazo reposado. La calidez de una oración unida, de ese amén que suena al unísono. La sensación de no nadar sola y a contracorriente. El texto compartido. La quietud de un momento en el que las lágrimas se alían y se forjan de valor. El saberse comprendido aun en la diferencia. La prudencia y la osadía.

Las cargas compartidas son menos pesadas.

Cuando somos capaces de empatizar con el que sufre y ofrecer nuestra ayuda, conjugamos el amor de Dios.

Cuando nos conmueve la necesidad ajena y somos capaces de buscar recursos para poder paliar esa escasez, proclamamos un evangelio de acción. Estamos mostrando trazos de una misericordia que sólo proviene de Dios y de la que hemos sido y somos receptores.

El paralítico seguiría inmóvil, preso de su dolor , si la fe de aquellos que lo portaban no les hubiera llevado a hacer lo que hicieron.

Gran cometido el de llevar las cargas unos a otros, descargar y cargar. Transportarlas hasta los pies del Maestro y dejar que Él obre con sabiduría.

Compartir la necesidad, concebirse prójimo. Ser útil en un mundo donde parece ilógico preocuparse por los demás.

Mostrar a Jesús más con hechos que con palabras.

Tu vida y mi vida será la única biblia que algunos leerán.

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