Marx y Dios

En su teoría sobre el materialismo Carlos Marx, como le ocurrió a Demócrito en su tiempo, tropieza con el problema de Dios. Si la vida tiene una explicación exclusivamente material, ¿qué lugar ocupa Dios en la existencia humana? (*)

19 DE JUNIO DE 2008 · 22:00

,
Marx no se detiene. Sigue el sistema del ateísmo. Cuando una pared estorba se la echa abajo y se continúa el camino, aunque el sistema y la vida perezcan bajo los escombros. En LA SAGRADA FAMILIA, Marx escribe: “No sabemos nada de la existencia de Dios, porque la simple materialidad es capaz de proporcionar el objeto de la percepción y el saber”. En su rotunda afirmación de que nada sabemos de la existencia de Dios, Marx tendría que haberse mostrado más humilde. Nada sabría él. Pero millones de seres humanos la proclaman. Un periodista francés, hijo de padre judío y madre francesa, ateo y marxista, fue convertido a la fe del catolicismo en un encuentro fugaz con Dios en un templo de Paris. Se llama André Frossard. Inmediatamente escribió un libro al que puso por título DIOS EXISTE, PORQUE YO LO ENCONTRÉ. Todas las teorías juntas del ateísmo materialista no valen para arrancar esta seguridad de un corazón creyente. Dios existe, no porque he leído sobre El, sino porque yo lo encontré. En la tesis doctoral que Marx escribe exaltando la independencia del hombre frente a los dioses, dice: “Las pruebas de la existencia de Dios no pasan de ser ontologías carentes de sentido”. Ontología es una palabra que figura la repetición de un mismo pensamiento en diferentes formas y épocas. El hecho de que la existencia de Dios sea una doctrina repetida desde tiempos eternos, habla a favor de su realidad. El francés Descartes decía que “la existencia de Dios es más cierta que el más cierto de todos los teoremas geométricos”. Lo que un filósofo como Marx niega, otro filósofo como Descartes lo confirma. Un argumento del eminente filósofo cristiano Arthur Copleston a favor de la realidad de Dios es el hecho de la existencia misma del ser humano. Copleston dice: “Yo dependo de mis padres, del aire, de los alimentos. Si continuamos en ese sentido hasta lo infinito, no tendremos ninguna explicación de la existencia. Por ello, a fin de explicar la existencia, debemos llegar a un Ser que contiene en sí mismo la razón de su existencia, al que no es aplicable la alternativa de no existir”. ¡Formidable, irrebatible, contundente! ¿Qué quiere el marxismo? ¿Convertimos en eslabones perdidos en la gran cadena de la Historia, girando sobre nosotros mismos sin encontrarnos jamás, sin ser capaces de explicamos ni de explicar cómo fue nuestro origen, qué o quién nos creó animales racionales y espirituales? Si no existe el Dios—causa nos situamos en un orden catastrófico, sin atmósfera primera ni última, con la muerte como fórmula final, sin resurrección ni supervivencia. Con motivo de cumplirse 125 años de la muerte de Carlos Marx continúo escribiendo una serie de artículos sobre Cristianismo y Marxismo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Enfoque - Marx y Dios