Ireneoy los dones del Espíritu Santo

¡Quién iba a decirle a Ireneo de Lión que a comienzos del siglo XXI, esto es, mil ochocientos años después de su muerte, su figura iba a resurgir del polvo de vetustas bibliotecas para trasladarse a este sofisticado medio que es Internet! Y todo gracias a aquellos que en vida fueron enconados adversarios suyos y que ahora están de moda gracias al Evangelio de Judas. Y aunque el protagonismo se lo llevan estos últimos, los escritos del teólogo de la Galia permanecerán, más allá de modas pa

11 DE MAYO DE 2006 · 22:00

,
La prueba de ácido de la valía no la otorga la inmediatez del momento, sino el paso del tiempo; de manera que el Evangelio de Judas, pasado el boom inicial y una vez agotadas todas sus posibilidades comerciales y doctrinarias, quedará relegado a lo que verdaderamente es: un documento que tiene valor histórico porque nos ayuda a entender al gnosticismo. Sin embargo, los escritos de Ireneo van más allá, porque además de ayudarnos a entender ese movimiento nos enseñan también cómo los cristianos de los primeros siglos lidiaron con esa corriente hasta derrotarla. Y como no hay nada nuevo debajo del sol y hoy tenemos a los mismos perros aunque con diferentes collares, los escritos de Ireneo han sido, son y serán de sumo valor en el campo de la apologética y también en el de la reflexión teológica. Porque Ireneo no se contenta simplemente con denunciar el error sino que levanta todo un edificio de pensamiento, hasta el punto de que le podemos considerar el primero en exponer de forma sistemática la doctrina cristiana. Cuando yo llevaba poco tiempo en el evangelio tuve algunas disputas doctrinales con algunos Testigos de Jehová, de las cuales salí perdedor. Y aunque yo sabía dónde estaba el error y dónde la verdad, no supe emplear las armas que me hubieran permitido hacerles frente. Y ahí fue cuando vinieron en mi ayuda los escritores cristianos de los siglos IV y V quienes hubieron de enfrentarse en su tiempo a una amenaza parecida, llamada arrianismo. En sus escritos descubrí la sólida base de su cristología y también su entendimiento de los pasajes bíblicos más difíciles y que sus oponentes usaban para promover el error. A partir de ahí aprendí a apreciar y a amar a los Padres de la Iglesia, especialmente en todo lo que tiene que ver con la doctrinas de la Trinidad y de Cristo. Y si es verdad la frase de Jorge Ruiz de Santayana (el afamado filósofo español por desgracia totalmente desconocido en su país de origen) de que ‘el pueblo que olvida su Historia está condenado a repetirla’, eso significa que los cristianos del siglo XXI no podemos permitirnos el lujo de ignorar a los que nos precedieron sin pagar las consecuencias de tal olvido. Y los casos del Evangelio de Judas e Ireneo no pueden ser más elocuentes al respecto, porque la ignorancia sobre el segundo sólo redunda en beneficio del error del primero. No hay demasiados datos biográficos sobre este personaje, pero sí sabemos que nació en Asia Menor y allí escuchó los sermones de Policarpo de Esmirna, quien había conocido al apóstol Juan. Así que Ireneo representa la tercera generación de cristianos en el tiempo. Esta cercanía con la edad apostólica se aprecia en algunas de las vivencias y experiencias que en las iglesias de su tiempo había; por ejemplo, cuando habla de la existencia de dones carismáticos que seguían vigentes: ‘Por lo tanto, también aquellos que son en verdad sus discípulos, recibiendo gracia de él, hacen en su nombre milagros para promover el bienestar de otros hombres según el don que cada uno ha recibido de él. Porque algunos cierta y verdaderamente expulsan demonios… otros tienen preconocimiento de cosas venideras: ven visiones y proclaman palabras proféticas. Otros sanan enfermos poniendo las manos sobre ellos… E incluso, como he dicho, un muerto ha sido levantado, permaneciendo entre nosotros por muchos años.’ (Desenmascaramiento y derrocamiento de la pretendida pero falsa gnosis 2,32) Así que Ireneo es un valioso testigo de la pervivencia en las iglesias de su tiempo de la lista de dones que el apóstol Pablo menciona en 1ª Corintios 12. Para él, lejos de ser un motivo de polémica, los dones eran una demostración de dos cosas: primera, que nuestro cuerpo también es objeto de redención al contrario de lo que enseñaban los gnósticos; segunda, que Dios continuaba vivo y activo en las iglesias, aunque los gnósticos designaran despectivamente a sus miembros como psíquicos. Por eso vuelve de nuevo a mencionar las experiencias sobrenaturales que sucedían en aquel entonces en las iglesias: ’Oímos también de muchos hermanos en la iglesia que tienen dones proféticos y que hablan por el Espíritu en toda clase de lenguas, que sacan a la superficie los pensamientos secretos de las personas para el bien común y que declaran los misterios de Dios, a quienes el apóstol aplica el término ‘espiritual’, no porque estén despojados de carne y sean solamente espíritu, sino porque participan del Espíritu.’ (Op. Cit. 5,6) El problema con los dones del Espíritu Santo llegaría por otro lado: con las extravagancias y desatinos de Montano, quien a causa de sus excesos en lo que respecta a las profecías y nuevas revelaciones los terminó desacreditando, hasta el punto de supeditar la Sagrada Escritura a la nueva revelación que él traía. Algo que no está muy lejos de lo que hacen actualmente algunos líderes carismáticos. Es interesante que Ireneo y Montano fueron contemporáneos; Ireneo ya vivía en la Galia cuando Montano difundía su movimiento en Frigia, no lejos de donde Ireneo nació. Y sin embargo, uno y otro representan dos formas totalmente distintas de aproximarse a los dones espirituales. Para el primero eran expresiones de la vitalidad de la iglesia, para el segundo eran la definición doctrinal de la iglesia. Para el primero eran una consecuencia, para el segundo un sine qua non. Lástima que la reacción ante los abusos de Montano no sólo fuera liquidar sus disparatados postulados sino también, indirectamente, los sensatos de Ireneo. Es decir, se tiró el agua sucia de la bañera, pero también al niño con ella. Algo que no se debería haber hecho. Algo que hoy en día también se hace a menudo, en ése o en otros aspectos de la fe cristiana. ‘Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.’ (1 Corintios 12:4-11)

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Claves - Ireneoy los dones del Espíritu Santo