¿Pensamos en todos?

Estamos en fechas navideñas, y mientras el mundo se lanza a consumir con desenfreno, los cristianos debemos recordar que el Rey de Reyes se hizo pobre y necesitado por amor a nosotros.

23 DE DICIEMBRE DE 2025 · 12:35

Foto: <a target="_blank" href="https://unsplash.com/@rebelvisual">Steven Hwg</a>, Unsplash CC0.,
Foto: Steven Hwg, Unsplash CC0.

“Si las personas con discapacidad suponen el 10% de la población, y la iglesia está formada por gente redimida de toda condición, ¿por qué no vemos un 10% de hermanos con discapacidad en las iglesias?”. Esta pregunta realizada por Lydia González en un taller de las 2ª Jornadas de Bioética de la AEE me despertaron a una realidad ignorada hasta ese momento.

Pude conocer entonces de la excelente labor que viene realizando el grupo Mefi desde hace décadas en Tarrasa principalmente y también en otras ciudades. Su guía para iglesias inclusivas debería ser de obligada lectura en seminarios y formación de pastores.

Conocí posteriormente el trabajo de la Promotora Española de Lingüística (PROEL) en la traducción de la Biblia a lengua de signos, en colaboración con otros ministerios que trabajan con personas sordas.

En las jornadas del 500 aniversario de la Reforma, hubo traductores a LSE durante las reuniones. El ministerio Nueva Luz, fundado por Antonio Padilla, creó una revista cristiana en audio antes incluso que la ONCE, y hasta hoy sigue ayudando a gente ciega en España y otros países.

La organización “Joni and friends”, fundada por Joni Eareckson Tada, ha ayudado física y espiritualmente a personas con movilidad reducida en todo el mundo. Más recientemente, la Sociedad Bíblica ha presentado el Evangelio de Lucas en Lectura Fácil, para la que han contado con colaboradores con discapacidad cognitiva, entre otros.

En Evangelical Focus, la columna de Mark ArnoldThe Additional Needs Blogfather” (algo así como “El padre bloguero sobre necesidades especiales”) nos ha dejado piezas dignas de una segunda lectura y meditación.

La European Disability Network (EDN) trabaja por la inclusión a nivel continental desde una perspectiva evangélica.

Libros como “Un camino compartido” de Brenda Darke o testimonios como el de “La misma Emily” son altamente recomendables para salir de nuestra zona de confort y conocer la realidad de otras vidas que pueden sernos de inspiración y ayuda.

¿Por qué recuerdo todo esto? Estamos en fechas navideñas, y mientras el mundo se lanza a consumir con desenfreno, los cristianos debemos recordar que el Rey de Reyes se hizo pobre y necesitado por amor a nosotros (2ªCor. 8:9).

Es un buen momento para pensar en otros, para practicar la religión pura y sin mancha de visitar a los necesitados (Stgo. 1:27).

Una costumbre que César Vidal suele recordar que tenían los grupos de jóvenes antaño era la de visitar regularmente a las personas mayores, con enfermedades y limitaciones que le impedían asistir a la iglesia. Algunas organizan estos días visitas a residencias de ancianos u hogares particulares para cantarles villancicos, trayéndoles ánimo y esperanza.

Curiosamente, diciembre es también el mes donde se celebran el día de las personas con discapacidad, el día de la Constitución y el día de la declaración universal de los DDHH.

Estos tres días y la Navidad tienen algo en común. Es una excelente ocasión para preguntarnos: ¿Estamos pensando en todos?

En Japón, una iglesia consultó con los vecinos la remodelación de su edificio. Hubo un señor que pidió cambiar el diseño porque le ocultaba la vista del paisaje, y así lo hicieron.

Ese vecino comenzó a asistir a la iglesia a raíz de aquello y finalmente aceptó a Cristo como su Señor y Salvador. A veces, un gesto de amor como construir una rampa y un edificio accesible, reforzar visual y auditivamente las reuniones, evitar luces y sonidos estridentes, adaptar una sala para madres con bebés, respetar los tiempos para descansar o ir al aseo, incorporar servicios de enfermería y cuidados para familiares dependientes en retiros, y otras ideas que podríamos añadir, son formas de decir “eres importante para Dios y para nosotros”.

Al hacerlo, descubriremos que quienes pensábamos que necesitaban nuestra ayuda tienen mucho que aportarnos a nosotros, que poseen grandes capacidades, y nosotros también tenemos serias limitaciones en más de un área.

Porque al final, no hay varias clases de creyentes, sino que todos somos uno en Cristo Jesús, y Él dice que lo hecho por uno de sus pequeñitos, “por mí lo hicisteis”.

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