Una mente maravillosa: el amor como fórmula

Una crítica de la película Una mente maravillosa (2001), de Ron Howard.

27 DE JUNIO DE 2024 · 17:13

Fotograma de la película.,
Fotograma de la película.

Ron Howard es un cineasta esencial para la industria del cine. Es un profesional apasionado por contar historias, evitando imponer su personalidad y trabajando en colaboración con los productores de la película. Más allá de la calidad artística de sus propuestas, es innegable que ha sido el responsable de éxitos populares en una amplia gama de géneros. 

En Un, dos tres... Splash (1984), se sumergió en la comedia. Con Cocoon (1985) o Willow (1988) exploró aproximaciones muy diferentes al género fantástico. En dramas épicos como Llamaradas (1991), Un horizonte muy lejano (1992) y Apolo 13, continuó demostrando su versatilidad. 

En Una mente maravillosa, Howard nos introduce en la vida del matemático y Premio Nobel de Economía, John Nash, interpretado de manera brillante por Russell Crowe. La película presenta una conmovedora historia de superación personal, un tema que suele gustar en Hollywood. 

Nos lleva a los años 40, cuando un joven Nash ingresa en la Universidad de Princeton. Con un comportamiento excéntrico y obsesivo, su única motivación es encontrar una idea original que lo distinga en el mundo académico y le otorgue notoriedad. No obstante, su trayectoria toma un giro inesperado al ser diagnosticado con esquizofrenia, desafiando al extremo sus límites mentales y emocionales. 

Es este momento crucial, emerge la figura de su esposa, Alicia, encarnada por una inolvidable Jennifer Connelly, quien se convierte en un pilar fundamental en la vida de Nash. La película ilustra cómo el amor verdadero puede prevalecer ante las mayores adversidades. Alicia se convierte en un apoyo inquebrantable, destacando la fortaleza del vínculo que comparten y cómo juntos enfrentan los retos impuestos por la enfermedad. 

Una mente maravillosa no solo nos sumerge en la vida de un genio atormentado, explorando la delgada línea entre la genialidad y la locura, sino que también nos ofrece una conmovedora exploración de la capacidad del amor para trascender las barreras más difíciles.

Si hay algo destacable en el personaje de Alicia y su papel en la vida de Nash, es su capacidad y disposición para el sacrificio. Prevalece el valor del compromiso y su dedicación a una vida más cómoda y placentera, a pesar de las dificultades que podrían surgir al estar junto a alguien con la capacidad y posibilidad de causar mucho daño. Alicia entrega su vida al servicio de su esposo, a pesar de que este no pueda ejercer como tal, y ella continúa amándolo. Alicia pone en práctica las palabras que Pablo escribe a los Efesios: “Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”. (Efesios 5:2)

John Nash se convierte en un ejemplo de perseverancia. Sería comprensible que, en algún momento, superado por las difíciles circunstancias de su enfermedad, hubiera considerado rendirse, dejándose vencer por la adversidad. No obstante, una vez consciente de la gravedad de su condición y apoyándose en su esposa, encuentra la fuerza necesaria para centrar su voluntad en superar el problema o aprender a convivir con él. Incluso llegamos a verlo bromear acerca de su condición, adoptando no tanto una actitud de resignación, sino más bien asumiendo y valorando su situación, como si algo bueno y positivo le aguardara tras las pruebas que atraviesa. “Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza”. (Romanos 5:3-4) Estas palabras que escribe Pablo a los Romanos nos recuerdan la posibilidad de encontrar un sentido y un propósito incluso en medio de las dificultades.

Ron Howard plantea una puesta en escena en la que el espectador se sumerge en la ambigüedad entra la realidad y la fantasía. En ciertos momentos, la narrativa adopta la perspectiva de Nash, mientras que, en otros, se presenta desde la óptica de los demás personajes. Nash se ve envuelto en una realidad que, en última instancia, resulta ser pura fantasía. El espectador, al igual que el protagonista, debe descubrir la verdad a medida que avanza la trama. 

Esta búsqueda de la verdad es inherente al ser humano. Incluso las mentes más lúcidas y claras, con un potencial y capacidad admirables, se enfrentan al dilema de querer o no conocer la realidad última de las cosas. Ya sea conformarse con contemplar lo que se ve y es tangible, o tratar de buscar un por qué o explicación, por ejemplo, de las estrellas. No atender a lo invisible o cuestionar, indagar, buscar trascendencia. Pensar que la forma en que vivimos y nos organizamos en este mundo, resultado de años de experiencia como especie, es la mejor, o es tan solo una distracción y un rechazo a la realidad; una negación de las palabras de Jesús: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. (Juan 14:6)

 

 

Por un año más
¡Protestante Digital te necesita! Tenemos por delante un gran reto económico. Por eso, hoy te invitamos a ser parte comprometida de esta misión y desafío para asegurar y potenciar la continuidad de Protestante Digital y Evangelical Focus en 2024.

Puedes encontrar más información en apoya.protestantedigital.com.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Pantallas - Una mente maravillosa: el amor como fórmula