Relaciones con parejas de personalidad patológica: cuando el amor es dolor

Muchos se enredan en los llamados “enlaces tóxicos” sin saber a lo que se arriesgan ¿Por qué nos enganchamos tanto a relaciones dolorosas? Porque las personas con trastornos de la personalidad también aman, o al menos lo intentan a su forma. Walter Riso, psicólogo clínico experto en relaciones amorosas dice que las personas con trastornos de la personalidad también se enamoran, se casan y tienen hijos o amantes. Quien se enreda con ellos se arriesga, sin saberlo, a las consecuencias.

MADRID · 14 DE ABRIL DE 2008 · 22:00

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Existen muchas personas con rasgos de personalidad marcados sin llegar al extremo de la patología y que suelen dispararse en situaciones críticas o estresantes. Una personalidad paranoide es desconfiada y cree que todo el mundo le va a hacer daño. UN CASO REAL El calvario amoroso de Lola (nombre ficticio), ahora con 47 años, comenzó en plena adolescencia. A los 19 años, con la carrera de Medicina en mente y un buen dominio del francés, la emplearon en una entidad financiera barcelonesa. Un directivo, amigo de sus padres, la apoyó. A su novio se le atragantaron tantos éxitos y, celoso, la martirizó hasta que la abandonó. Al cabo de un tiempo, ese directivo le propuso convertirse en su amante y Lola aceptó. Lola cuenta que era un conquistador y un posesivo, le gustaba coleccionar antigüedades para tenerlas sólo él. Parecía siempre atento, pero en el fondo siempre quería ganar en todo y pasaba por encima de los demás para conseguirlo. Años más tarde, Pedro se separó de su mujer y Lola pasó a ser la oficial. Su relación empeoró. Se sentía secuestrada, le hacía el vacío y hasta en las decisiones domésticas pasó a un segundo plano, porque sólo tenía en cuenta las opiniones de una amiga suya que nos invadió la casa. Su autoestima cayó, y, cuando se quejó de su comportamiento, le trató de loca. Se deprimió y empezó a tomar pastillas. Al final, Lola decidió acabar con la relación. Pero él la reemplazó rápidamente con otra empleada. OTRO CASO Entre los hombres también se encuentran damnificados amorosos. Luis, un autor en la cuarentena, salió de una relación que ahora considera extraña. Luis cuenta que aunque su pareja había echado a su ex porque decía que la maltrataba, no paraba de llorar por él; luego decía que estaba enamorada de otro hombre que todavía no le hacía caso, según ella. El se apartaba, pero ella montaba un teatro para que volviera. Para Luis, el vaso se colmó cuando al chico del cual estuvo enamorada le buscó piso enfrente de su puerta. AMORES PELIGROSOS Los psicólogos consideran que cada vez es más frecuente encontrarse dentro de este tipo de relaciones problemáticas, que en algunos casos pueden llegar a ser muy peligrosas. ¿Por qué nos equivocamos tanto al escoger pareja? ¿Por qué nos resignamos a relaciones dolorosas? ¿Por qué nos enganchamos a estas relaciones y no sabemos salir de ellas? ¿Podemos reconocerlas antes de involucrarnos? Para la psicóloga y psicoterapeuta Montserrat Fornós, las relaciones tóxicas se crean desde unas condiciones vinculares de mutua dependencia y circularidad, llenas de alianzas inconscientes, donde hay un estado mental y emocional de expectativa de un individuo sobre el otro y viceversa y que llega a convertirse en indispensable al mismo tiempo que insoportable. Walter Riso dice que antes que estar con alguien que implica la destrucción del yo, es mejor estar solo. Los limítrofes son personas caóticas, que lo mismo te aman como al minuto siguiente te odian. Encima, pueden ser atractivas y tienen una energía que puede convertirlos en un imán para incautos. Alguien con rasgos paranoides, en cambio, desconfía de todo, incluso de su pareja; el histriónico quiere ser el centro y no concibe, por ejemplo, que el otro se lo pueda pasar bien sin él; el antisocial es violento; el pasivo-agresivo necesita al mismo tiempo una pareja autoritaria y sentirse libre de control, mientras que el narcisista-egocéntrico, que puede ser un triunfador en el mundo de la empresa, suele decir a su pareja: "¡Qué suerte tienes de estar conmigo!" y se muestra con ella indiferente y arrogante. En opinión de la antropóloga y escritora Déborah Puig-Pey, ha aumentado el desajuste entre el ideal de pareja y la realidad. La educación sentimental se basa en un modelo romántico, contradictorio con otros modos de pensar la vida social. La relación de pareja es también una relación social, se sigue esperando de ella reciprocidad, sentido, duración, gratuidad. Sin embargo, estas características, que no se esperan del mundo del trabajo o de la política, en la pareja quedan aisladas fuera de contexto, y parecen heredar los mecanismos contrarios: se desarrollan como relaciones de dominio en privado. A pesar de los cambios sociales continúa existiendo un ideal de pareja estable y la exigencia de fidelidad sexual ligada a la fidelidad amorosa sigue siendo igual de fuerte. Uno de los problemas en el mundo del amor, afirma la antropóloga, es que se ha caricaturizado el ideal electivo o el derecho a elegir libremente la pareja, incrementándose las razones de mercado. Elena Crespi, psicóloga del Instituto de Estudios de la Sexualidad y la Pareja, cree que vivimos en una sociedad en la que el hecho de tener celos significa que tu pareja te quiere, cuando es todo lo contrario, que hay inseguridad. Los medios de comunicación muestran relaciones de pareja perfectas, que no existen en la vida real. Cuando una persona tiene más o menos claro qué espera de una relación de pareja y sabe lo que puede ofrecer es más fácil encontrar la persona adecuada.

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