Tenerlo todo y...
La verdadera felicidad no se encuentra en las posesiones ni en la abundancia.
En el primer libro de Reyes se relata la visita de la reina de Saba a Salomón. Ella quedó impresionada al ver su inteligencia, su riqueza, y la forma en que sus siervos comían, disfrutaban y parecían tenerlo todo. Entonces exclamó: “Debéis de ser las personas más felices de la tierra”.
Sin embargo, la realidad era otra. Tenerlo todo no significa necesariamente ser feliz. Esta es una lección que sigue siendo difícil de comprender en nuestros días. La verdadera felicidad no se encuentra en las posesiones ni en la abundancia, sino en saberse amado: amado por Dios, y también en la capacidad de amar a los demás y recibir amor de ellos.
Cuando sabemos que Dios nos ama, cuando descubrimos el propósito de nuestra vida y aprendemos a disfrutar tanto en la abundancia como en la escasez, encontramos la felicidad verdadera. Una felicidad que no depende de las circunstancias, sino de la certeza de que estamos en las manos de Aquel que nos creó.
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