Alfonso Ropero: Jesús curó al amante homosexual del centurión*

Puesto que el centurión “quería mucho” al siervo, Ropero llega a la conclusión de que disfrutaban de una relación homoerótica juntos.

02 DE DICIEMBRE DE 2017 · 22:20

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*(N.d.E.) El texto que encontrarán a continuación hace referencia al artículo sobre el término 'Homosexualidad' de las 1ª y 2ª edición (mayo junio 2013), del 'Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia', el cual fue corregido por su autor en posteriores ediciones (febrero 2014).

 

Hoy dedicaremos nuestro artículo semanal a dar a conocer la enseñanza del Dr. Alfonso Ropero (Director Editorial CLIE) tocante a la homosexualidad.

Los lectores podéis encontrar sus ideas desarrolladas en el tomo titulado ‘Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia’ (páginas 1199-1202), publicado por CLIE en el 2013 y revisado por Juan María Tellería Larrañaga.

Queremos llamar vuestra atención hacia las siguientes ocho creencias clave de Ropero al respecto.

 

1.- Sodoma

El pecado de Sodoma no fue la homosexualidad sino la “violación colectiva” y la falta de hospitalidad. Ropero nos asegura que el Nuevo Testamento “nunca alude a Sodoma cuando reprueba las prácticas homosexuales”.

El episodio de Sodoma tiene que ver únicamente con el asalto sexual; no con “la relación sexual consentida entre dos personas, sean estas homo o heterosexuales”.

 

2.- Levítico 18 y 20

Los dos famosos pasajes de Levítico con respecto a la homosexualidad (18:22 y 20:13) no se refieren a una relación homosexual consentida ya que aluden, según el doctor, a lo que podríamos tachar de “prohibiciones del incesto”. Lo que se prohíbe es una relación homosexual incestuosa; no la homosexualidad en sí.

Ropero cita el ejemplo de Cam y Noé (Génesis 9:21-22) como un ejemplo en la Biblia de homosexualidad incestuosa. Según su interpretación peculiar del pasaje, Cam se acostó con su padre.

En cuanto al pasaje de Deuteronomio (23:17) Ropero considera que lo que el Antiguo Testamento condena es “la sacralización pagana de la prostitución masculina”, una práctica que “en la antigua Canaán era una actividad heterosexual conducente a la concepción, más que puramente homosexual en el sentido que se da hoy a este término”.

 

3.- Jesús y la homosexualidad

En palabras de nuestro filósofo, Jesús demostró “mucha libertad frente a las costumbres de su pueblo”, ayudando a los marginados, por ejemplo, la mujer adúltera (Juan 8:1-11) y la mujer de mala reputación (Lucas 7:36-50).

Además, el nazareno “no dijo ni una palabra sobre la homosexualidad” aunque “enseñó sobre varios asuntos de orden sexual como el matrimonio, el celibato y el divorcio”.

 

4.- Jesús y el ‘esclavo’ del centurión romano

Sin embargo el relato del ‘esclavo’ del centurión (Mateo 8:5-13; Lucas 7:1-10), comenta Ropero, “ha dado que pensar en relación a este tema”, ya que en el griego el término ‘criado’ se puede traducir por ‘amante’.

Puesto que el centurión “quería mucho” al siervo, Ropero llega a la conclusión de que disfrutaban de una relación homoerótica juntos.

El autor asume aquí la interpretación del teólogo Xabier Pikaza, a quien cita: “este oficial (el centurión) tenía un criado-amante, presumiblemente más joven, que le servía de asistente y pareja sexual”.

Ropero concluye: “De modo que el centurión pide a Jesús que cure a su amante y Jesús responde de manera positiva”.

La implicación natural sería que Jesús aprobó la supuesta relación homosexual entre el centurión y su criado amado.

 

5.- Jesús y los que ‘nacieron eunucos’

Ropero declara a sus lectores que cuando Jesús alude a los eunucos “que nacieron así del vientre de su madre” (Mateo 19:12), se está refiriendo a varones homosexuales “cuya orientación sexual viene dada con su nacimiento”.

Cuando las familias adineradas “asignaban esclavos [eunucos] a los miembros femeninos de la realeza, podían escoger esclavos homosexuales”.

En ningún momento condena Cristo a dichos eunucos por su preferencia sexual.

 

6.- Romanos 1:26-27

Cuando Pablo afirma que las mujeres pecadoras “cambiaron el uso natural” (Romanos 1:26), estaba hablando acerca del sexo anal con los hombres, “evitando así el embarazo”.

Y los hombres que dejaron el uso natural de la mujer (Romanos 1:27) se entregaron también al sexo anal con otros varones.

No obstante, explica Ropero, hay que interpretar estos versículos dentro del contexto de la idolatría pagana. Eran hombres que “sin lugar a dudas en su mayoría heterosexuales, que como consecuencia de la idolatría y del desconocimiento del verdadero Dios, eran seducidos por el engaño y la lujuria dominante en la cultura y las religiones orientales, entregadas a la promiscuidad e impureza”.

Una vez más, el texto bíblico no dice nada en contra de una relación homosexual consentida.

 

7.- 1 Corintios 6:9-10

Las dos términos ‘afeminados’ y ‘los que se echan con varones’ (1 Corintios 6:9-10) tampoco significan lo que se suele pensar. Donde el primer vocablo indica un varón de “carácter libertino, de moral laxa”, el segundo –como en el caso de Romanos 1:27- apunta a los concubinos o prostitutos, “tal vez en relación a los cultos paganos de Corinto”.

Por lo tanto, 1 Corintios 6:9-10 no se puede citar en el debate contemporáneo tocante a la homosexualidad.

 

8.- 1 Timoteo 1:9-10

El tercer pasaje paulino mencionado por Ropero es 1 Timoteo 1:9-10, el cual tiene que ver con el mundo de los traficantes de esclavos sexuales. De acuerdo con el análisis del pensador español, “parece indicar relaciones sexuales abusivas en el contexto de explotación y opresión, probablemente relacionadas con la compra/robo de muchachos para emplearlos en tales menesteres, tanto en medios profanos como sacros”.

No tiene nada que ver con una relación homosexual consentida entre dos amantes gais.

 

Conclusión

El doctor Ropero nos enseña que lo que la Biblia condena es la opresión homosexual, no la homosexualidad tal cual. En otras palabras, no hay ninguna razón para suponer que las Escrituras estarían en contra de una relación homoerótica consentida al estilo actual.

Nos hacemos, sin embargo, la siguiente pregunta con toda humildad:

Si Dios estuviera en contra de la homosexualidad, ¿qué tendría que decir en la Biblia para que nuestro distinguido filósofo cambiase de opinión?

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