Defender a las viudas puede ser peligroso
Para los avaros que asolaban las casas de viudas y huérfanos Jesús era un peligro a eliminar. Quienes defienden a los débiles siempre sufren oposición de los que lucran con ellos.
19 DE JULIO DE 2015 · 14:55
Poco más de medio siglo atrás no existían los multimedios, la primera computadora era un enorme aparato de prueba y la TV estaba dando sus primeros pasos. Solo la radio era el medio masivo de comunicación. En mi familia disfrutábamos escuchando buenos programas de radio.
Cuando era un joven profesional trabajé en una empresa en la que era común la ‘radio pasillo’, como se llamaba a la fuente de ciertos trascendidos.
En los días en que Jesús desarrolló su misión a favor de los necesitados había gente cercana al poder que pasaba información con el fin de que fuese transmitida boca a boca. Los que osaban denunciarla como propaganda perniciosa corrían el riesgo de ser señalados y encarcelados.
En cambio vivimos tiempos de ‘redes sociales’ en las que todo vale y solo con costosos juicios se puede defender la verdad. Continuaremos viendo hoy este tema de las viudas y por qué Jesús les dedicó especial atención frente al celo de los gobernantes y líderes religiosos que se apoyaban en la temida espada romana. Luego, comparemos con lo que ocurre actualmente.
La sociedad en la que vivió Jesús se componía de dos sectores bien definidos: el de las familias asociadas por conveniencia al poder invasor, y el de los pobres (que eran mayoría)1. En el medio, salvo los infaltables comerciantes y oportunistas, no había nada.
Las viudas en el Nuevo Testamento
Al revisar este tema en varios comentarios me ha llamado la atención que casi todos comienzan a hablar de las viudas tras Pentecostés, a partir de la formación de la iglesia. Me pregunto: ¿Qué ocurría antes de nacer la iglesia? ¿Qué opinión tenía Jesucristo de las viudas?
Comenzaremos esta segunda parte del artículo demostrando que Jesús cumplió con la Ley y los profetas en lo atinente a las viudas.
1. Después de triunfar en el desierto y ser lleno del Espíritu Santo Jesús está frente a un auditorio de expertos en la sinagoga de Nazaret. Alguien le alcanza el libro del profeta Isaías para escucharle. Después de leer la profecía que él vino a cumplir hasta el último detalle, asombra por su conocimiento sin haber cursado estudios y porque también sabe leer los pensamientos de ellos. En un momento determinado les habla de otro profeta:
“Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra;
pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón.” 2
Al citar al profeta perseguido por ser fiel a quien le había enviado, Jesús revela la dureza de corazón de sus codiciosos escuchas. Les muestra que el testimonio del plan redentor ya le había sido quitado a Israel y sería dado a otros, como resultado de desobedecer al mandato de Dios por el que se le pedía:
“solamente hacer justicia, y amar misericordia y humillarte ante tu Dios”.3
2. Uno de los ocho ‘ayes’ de Jesús citados por el ex cobrador de impuestos Mateo es:
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación.” 4
Ya en los días de Jesús se hacían oraciones muy bonitas que salían de labios entrenados para agradar, envolver, seducir y atrapar. La gente de pueblo sabía muy bien que detrás de largas peroratas vendrían obligaciones, demandas y embargos. Por eso temía a los líderes religiosos.
Cuando una viuda era visitada por uno de esos eruditos lo único que podía hacer era rogar misericordia; una virtud ausente en esos ambiciosos mercaderes religiosos.
Jesús desenmascaró las intenciones de bien vestidos personajes que salían a las calles sintiéndose dueños de bienes y gente. No solo sacó a luz la avidez de riquezas ajenas de esa calaña, sino la manera urdida: poner a Dios por delante como justificativo de sus actos.
Muchos practican lo mismo hoy; repiten con pasión largas oraciones para luego amenazar con castigos divinos a seguidores remisos en entregar lo que pide el ‘ungido’ desde el púlpito.
3. Jesús está saliendo de Capernaum tras resucitar a la distancia al siervo del centurión romano. Sus discípulos le siguen, y también una multitud que no quiere perderse lo que él haga. Se dirige hacia el sur como quien baja desde el mar de Galilea hacia Jerusalén.
Cuando está a las puertas de Naín los muchos que vienen con el Maestro de Galilea están a punto de cruzarse con un grupo que va rumbo al cementerio. El hijo único de una mujer viuda había muerto. Los que vienen con Jesús esperan ver milagros; mientras los acongojados vecinos caminan resignados. Nada pueden hacer para cambiar el destino de esa mujer que ha perdido su única esperanza de sostén en la vida. Pero, ellos no cuentan con Jesús:
“Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre.” 5
Uno de los detalles de esta dramática escena descrita por el médico Lucas es que Jesús no pierde tiempo en explicar lo que hace. Simplemente actúa. Es posible que allí nadie le conociese, por eso es casi seguro que nadie le pidiera que interviniese. Tampoco hay aquí una oración que tuviese que ser rezada, ni ‘cuatro leyes’ a ser repetidas para producir un milagro.
La compasión de Jesús por esa desamparada mujer fue el detonante de todo. Solo le pidió que no llorase; luego le ordenó al joven levantarse. Jesús hizo dos cosas irrepetibles:
Que una viuda llevando a sepultar a su único hijo deje de llorar.
Que un muchacho muerto escuche, obedezca la voz que le ordena levantarse ¡y hable!
¡Cuánto enseña este episodio sobre quién es el que obra con poder y con qué fin lo hace!
4. Tras condenar a los hipócritas que citamos en el punto 2, Jesús enseña sobre el ofrendar gracias a una viuda pobre. El arca de las ofrendas estaba en un sitio muy concurrido. Por eso mismo los ricos iban a ofrendar de modo de ser vistos cuando ponían. Mientras ellos ponían de su abundancia, una pobre mujer puso las últimas monedas que le quedaban. Jesús lo explicó de manera precisa:
“Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.” 6
Esta sola historia da por tierra con la herejía del erróneamente llamado ‘evangelio de la prosperidad’ que enseña la herejía de orar por abundancia para recoger abundancia. Porque:
En primer lugar, no es el monto que se ofrenda lo más importante. Enseñar que si tenemos más podremos dar más es ver en Jesucristo a un benigno gerente de banco.
En segundo lugar, nuestro Padre celestial busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad. No necesita de un ‘lugar santo’ al que debamos mantener aportando mucho dinero.
En tercer lugar, Dios mira la intención del corazón, no el saldo de la cuenta bancaria. Lo poco que podamos darle con alegría puede mucho más que una fortuna entregada para figurar.
La viuda de esta historia es el mejor ejemplo de conducta: testificar del amor, la gracia y la provisión divinos aún en la adversidad. Resulta pues un insulto enseñar que el Dios de la Biblia necesite de nuestros bienes para llevar adelante su Plan de Redención. Él solo necesita de testigos. Todo lo demás lo provee Él para que nada falte a sus escogidos.
5. Jesús narra a sus discípulos la parábola de una viuda que insistía al juez para que le hiciese justicia. La enseñanza aquí es la paciente insistencia que debe tenerse cuando pedimos que se nos haga justicia 7. Decíamos en la nota anterior que nadie era más débil en el pueblo judío que una viuda. Oímos a diario de una justicia rápida y efectiva para el que tiene dinero. Esta parábola nos está presentando el contraste entre un juez terrenal e injusto que decide sentenciar en la causa de la viuda después de que esta insistiese sin cesar.
Dios es el único juez justo en quien podemos confiar. Pero, a menudo, viendo el progreso de los corruptos nos cansamos de esperar en Él e intentamos hacer justicia propia. Esto ocurre cuando nos creemos merecedores de algo mejor de lo que somos y tenemos. Obrar como la viuda es deponer toda soberbia, asumir nuestra condición de pecadores; arrepentirnos y esperar en el Señor. Nadie mejor que Él para obrar en nuestro favor en sus perfectos tiempos.
6. María, la madre de Jesús puesta al cuidado de Juan, es otra prueba del amor responsable practicado por Jesús. El NT dedica muy poco espacio a los padres del Señor, en comparación con todo lo que se ocupa de él. A pesar de esta irrefutable verdad, a lo largo de la historia muchos hicieron de José y María figuras de culto, opacando al Hijo de Dios. Lo cierto es que de esa mujer muy favorecida y del matrimonio no se tiene información específica.
Por ello, si no deseamos caer en especulaciones que llevan a herejías luego practicadas como ‘doctrinas cristianas’ o ‘tradiciones populares’ nunca debiéramos afirmar lo que las Escrituras no dicen. Por esa razón opino que las últimas frases de boca del hijo crucificado nos permiten considerar la viudez de María solo como una posibilidad:
“Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.” 8
Del texto podríamos decir que Jesús está ocupándose de María como mujer, más que como madre; y como viuda, más que como esposa de su padre. Su dolor desde la cruz fue percibir el inmenso dolor que padecía esa fiel mujer de Dios ante la inminente y cruenta muerte de su hijo. En ese momento se cumplía la profecía de Simeón: “Y una espada traspasará tu misma alma”.9
Podríamos preguntarnos por qué Jesús no la encomendó al cuidado de sus hermanos. Esta y otras preguntas intentaremos responder próximamente. Por ahora concentremos nuestra mirada en ese crucial momento previo a la entrega de su espíritu al Padre. En tal situación extrema, Jesús se está ocupando de infundir esperanza en ‘el día después’, poniendo a María al cuidado de alguien que volcaría en ella el amor que antes había profesado a su Maestro y Señor. Para tal madre, tal hijo.
En la próxima concluiremos con esta tríada sobre las viudas en el NT. ¡Hasta entonces, si el Señor lo permite!
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Notas
Ilustración: Viudas y huérfanos. Excelente dibujo cuya fuente está en http://estudiobiblia.blogspot.com.es
01. Es interesante de la ocasión en que Jesús es adorado por una mujer que lava sus pies y usa un perfume de gran precio (Juan 12:1-8). Allí define el Maestro de Galilea aquello de “a los pobres siempre los tendréis con vosotros”.
02. Lucas 4:25,26.
03. Miqueas 6:8.
04. Mateo 23:14; ver también en Marcos 12:40 y Lucas 20:47.
05. Lucas 7:13-15.
06. Marcos 12:41-44; Lucas 21:1-4.
07. Lucas 18:1-8.
08. Juan 19:26,27. Negritas del autor.
09. Lucas 2:35.
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