La escena del sofá de Don Juan y Doña Inés

Obligado resumen: Doña Inés está en la celda del convento. Lee la carta que Don Juan le ha mandado en el interior de un libro.

07 DE DICIEMBRE DE 2012 · 23:00

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Al terminar de leer la carta entra Don Juan. Doña Brígida le ha proporcionado las llaves de la celda. Al verlo, Doña Inés se desmaya. Don Juan la alza con suavidad y la lleva a su Quinta, la casa palacio que ocupa cerca de Sevilla, sobre el río Guadalquivir. Cuando Doña Inés despierta de su desmayo se encuentra frente a Don Juan en una casa que no conoce. Está turbada, inquieta, nerviosa. En esta tercera escena del cuarto acto tiene lugar el intercambio de palabras amorosas que marcan el punto culminante del romanticismo en la obra de Zorrilla. Dice Don Juan a la joven doncella: Cálmate, pues, vida mía: reposa aquí y un momento olvida de tu convento la triste cárcel sombría. ¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor? Esta aura que vaga llena de los sencillos olores de las campesinas flores que brota esa orilla amena; esa agua limpia y serena que atraviesa sin temor la barca del pescador que espera cantando el día ¿no es cierto, paloma mía Que están respirando amor? Doña Inés está fascinada, seducida, enardecida. Su boca tiembla. Su corazón palpita. Las ideas inculcadas en su mente en años de educación religiosa echan a volar. El delirio del amor corona todo su ser. Entregada a la flecha que le mandó Cupido, responde a Don Juan: ¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!, sino caer en vuestros brazos, si el corazón en pedazos, me vais robando de aquí? No, Don Juan; en poder mío resistirte no está ya; yo voy a ti, como va sorbido al mar ese río. Tu presencia me enajena, tus palabras me alucinan, y tus ojos me fascinan, y tu aliento me envenena. ¡Don Juan! ¡Don Juan! Yo lo imploro de tu hidalga compasión: o arráncame el corazón o ámame, porque te adoro.

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