Don Juan Tenorio y Don Luis Mejía

La figura de Don Luis Mejía es una de las novedades más importantes en el Don Juan Tenorio de Zorrilla.

23 DE NOVIEMBRE DE 2012 · 23:00

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Frente al Don Juan de la literatura clásica pone a un segundo Don Juan, que a veces parece su imitador y otras veces su rival: Don Luis Mejía. La de Don Luis es también una historia de escándalos y conquistas. En el primer acto del drama Don Juan y Don Luis conciertan una cita en la Hostería Buttarelli. Quieren saber cuál de los dos ha corrido más aventuras y ha tenido más lances de amor durante el año. Don Juan es el primero en llegar, cuando el reloj da las campanadas de las ocho, hora fijada para la cita. Llega con antifaz a la mesa preparada por Buttarelli en el centro del escenario y ocupa una de las sillas. Inmediatamente después de él entra Don Luis, también con antifaz y se dirige a la otra silla. Ambos se despojan de las máscaras que cubren sus rostros y se dan a conocer. A continuación inician los relatos de sus hazañas. El de Don Luis es largo; resumido, explica aventuras en Flandes, donde quedó arruinado, robo en el tesoro en un palacio episcopal, encarcelado en Alemania, vida de crápula en Italia y en Francia. Por tercera vez arruinado, piensa recobrar su fortuna contrayendo matrimonio en España con una dama muy rica, Doña Ana de Pantoja. Así lo dice a Don Juan, a quien invita a la boda. Antes, recapitula sus lances de espada y de amores y expone: Mas, como Don Juan, mi historia también a alargar renuncio; que basta para mi gloria la magnifica memoria que allí dejé con mi anuncio. Y cual vos, por donde fui la razón atropellé, la virtud escarnecí, a la justicia burlé y a las mujeres vendí. Mi hacienda llevo perdida tres veces, mas se me antoja reponerla, y me convida mi boda comprometida con Doña Ana de Pantoja. Mujer muy rica me dan y mañana hay que cumplir los tratos que hechos están, lo que os advierto, Don Juan, por si queréis asistir. También Don Juan abrevia el discurso de sus hazañas, que concluye con estas palabras: Por donde quiera que fui la razón atropellé, la virtud escarnecí, a la justicia burlé y a las mujeres vendí. Yo a las cabañas bajé, yo a los palacios subí, yo los claustros escalé y en todas partes dejé memoria amarga de mí. Ni reconocí sagrado ni hubo razón ni lugar por mi audacia respetado; ni en distinguir me he parado al clérigo del seglar. A quien quise provoqué, con quien quise me batí, y nunca consideré que pudo matarme a mí aquél a quien yo maté. A esto Don Juan se arrojó y escrito en este papel está cuanto consiguió, y lo que él aquí escribió mantenido está por él. Después de semejantes bravuconadas entran en escena los números. Don Luis asegura que ha matado a 23 hombres. Don Juan a 32. Don Luis ha conquistado a 56 mujeres. Don Juan a 72. Y agrega: Desde una princesa real a la hija de un pescador, ha recorrido mi amor toda la escala social. Las hazañas de Don Juan superan a las de Don Luis. Mejía ha matado a 23 hombres y conquistado a 56 mujeres. Los muertos por Don Juan han sido 32 y las mujeres conquistadas, 72. Sorprendido, Don Luis examina a Don Juan y le hace una pregunta: ¡Por Dios que sois hombre extraño! ¿Cuántos días empleáis en cada mujer que amáis? DON JUAN Partid los días del año entre las que ahí encontráis. Uno para enamorarlas otro para conseguirlas, otro para abandonarlas, dos para sustituirlas y una hora para olvidarlas. Pero la verdad a hablaros, pedir más no se me antoja, y puesto que vais a casaros mañana, pienso quitaros a Doña Ana de Pantoja. Puede entenderse la reacción y la furia de Don Luis ante la amenaza de Don Juan de quitarle a la mujer con la que iba a contraer matrimonio al día siguiente. En toda esta escena, sentados ante mesas de la misma hostería, están presentes Don Diego, padre de Don Juan, y Don Gonzalo de Ulloa, Comendador de Calatrava, padre de Doña Inés, con la que existía cierto compromiso de matrimonio. Después de todo lo escuchado entre los dos mujeriegos, Don Gonzalo advierte a Don Juan antes de partir que olvide a su hija; jamás se la dará por esposa. Y adiós, Don Juan. Mas desde hoy no penséis en Doña Inés. Porque antes que consentir en que se case con vos, el sepulcro, ¡juro a Dios!, por mi mano la he de abrir. Don Juan hace burla de las palabras del anciano. Le lanza un desafío insolente: Me hacéis reír, Don Gonzalo; pues venirme a provocar es como ir a amenazar a un león con un mal palo. Y pues hay tiempo, advertir os quiero a mi vez a vos que, o me la dais, o por Dios que a quitárosla he de ir. DON GONZALO ¡Miserable! DON JUAN Dicho está; sólo una mujer como ésta me falta para mi apuesta; ved, pues, que apostada va. El drama sube de tensión. Sobornando a la criada de Doña Ana, Don Juan llega hasta su dormitorio y consuma el acto sexual. Cuando ambos contendientes se enfrentan, Don Luis desafía al Tenorio y le apremia al duelo. Le dice: Lo que tardo, me enoja, en lavar tan fea mancha. Don Juan, yo la amaba, sí; mas con lo que habéis osado, imposible la habéis dejado para vos y para mí.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El punto en la palabra - Don Juan Tenorio y Don Luis Mejía