Los adventistas ¿son evangélicos?

Un amplio análisis y visión de la relación doctrinal entre adventistas y evangélicos a lo largo del tiempo, y en especial en la actualidad, realizada por Kenneth R. Samples.

15 DE AGOSTO DE 2008 · 22:00

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Desde sus comienzos a mediados del siglo diecinueve, el Adventismo del Séptimo Día (ASD) ha continuado siendo extremadamente polémico entre los cristianos evangélicos (definiéndo “evangélicos” como un movimiento en el moderno cristianismo protestante que enfatiza la conformidad con la teología ortodoxa, el evangelio, y, particularmente, el nuevo nacimiento). De hecho, había algo de consenso entre los eruditos evangélicos en el sentido de que el ASD era poco más que un culto no cristiano hasta la década de 1950, cuando Donald Grey Barnhouse y Walter Martin iniciaron una amplia evaluación de la teología adventista. Después de miles de horas de investigación y extensas reuniones con oficiales adventistas, Barnhouse y Martin llegaron a la conclusión de que el ASD no era una secta anti-cristiana, sino más bien una denominación cristiana algo heterodoxa (es decir, que se apartaba de la doctrina aceptada). Gradualmente, el clima de la opinión evangélica comenzó a cambiar a favor de la posición de Barnhouse y Martin, aunque hubo siempre muchas opiniones disidentes. Al comenzar la década de 1960, sin embargo, el ASD disfrutaba de una relación sin precedentes con el protestantismo evangélico. Irónicamente, esta franqueza también hizo surgir algunos puntos en disputa muy difíciles, pues ciertas enseñanzas claves del ASD tradicional fueron puestas en tela de juicio dentro de la denominación. Para mediados de la década de 1970, habían surgido en el ASD dos tendencias claramente diferenciadas: El Adventismo Tradicional, que defendía muchas de las posiciones adventistas de antes de 1950, y el Adventismo Evangélico, que enfatizaba el modo en que la Reforma entendía la justificación por la fe. Esta controversia pronto dio lugar a una verdadera crisis interna que fragmentó severamente a la denominación. Para principios de la década de 1980, una severa disciplina denominacional contra ciertos dirigentes adventistas evangélicos dejó desilusionados a muchos adventistas. Estos acontecimientos han llevado a cierto número de evangélicos a preguntarse si los ASD deberían continuar siendo considerados como evangélicos. El propósito de este artículo es resolver directamente esta pregunta mientras examinamos los controvertidos diálogos evangélicos/ASD de la década de 1950, así como seguir el rastro de los puntos doctrinales en disputa que han contribuído a la crisis de identidad del adventismo. DIÁLOGO EVANGÉLICOS/ASD. DÉCADA DE 1950 Incluídos entre los evangélicos que en la década de 1950 consideraban al ASD una secta no cristiano había eruditos tan capacitados como Louis Talbot, M. R. DeHann, Anthony Hoekema, J. K. Van Baalen, John Gerstner, y Harold Lindsell. (1) Walter Martin, a la sazón director de apologética de sectas para la Zondervan Publishing Company, ha clasificado a los ASD como secta en su libro The Rise of the Cults [El Surgimiento de las Sectas]. Y Donald Grey Barnhouse, erudito bíblico y fundador y editor de la revista Eternity [Eternidad], conocido en todo el país, había escrito críticamente sobre la teología ASD. Habiéndose encontrado con algunos fanáticos ASD anteriormente en su vida, Barnhouse consideraba al movimiento evangélico y al adventismo mutuamente excluyentes. Irónicamente, el primer contacto de Barnhouse con dirigentes adventistas ocurrió cuando T. Edgar Unruh, ministro y administrador ASD, le escribió felicitándolo por varias conferencias que había presentado sobre el tema de la justificación por la fe. A Barnhouse le causó perplejidad el hecho de que un adventista, que mentalmente aceptaba la justificación por las obras, lo felicitara por predicar el evangelio de la Reforma. Aunque todavía muy suspicaz, Barnhouse sugirió que los dos hombres conversaran más en relación con la doctrina adventista. Varios años más tarde, Barnhouse mencionó el nombre de Unruh a Walter Martin, y le encargó la tarea de investigar exhaustivamente al ASD para Eternity. Martin le habló a Unruh acerca de que éste le hiciera llegar materiales representativos de su teología, y de una oportunidad para entrevistar a ciertos dirigentes adventistas. Unruh le proporcionó a Martin la documentación que éste buscaba, e hizo arreglos para que visitara las oficinas principales de la Conferencia General, que a la sazón estaban situadas en Takoma Park, Maryland. La Conferencia General, que es el cuerpo gobernador de los ASD, recibió cálidamente a Martin y se mostró muy dispuesta a cooperar proporcionándole materiales básicos originales. Con la bendición de R. R. Figuhr, presidente de la Conferencia General, Unruh hizo arreglos para una conferencia formal entre Martin y varios dirigentes adventistas. Martin había pedido específicamente hablar con Leroy E. Froom, el principal historiador y apologista del adventismo. Froom, autor de libros tan bien conocidos como Prophetic Faith of Our Fathers [La Fe Profética de Nuestros Padres] y Movement of Destiny [Movimiento con Destino], pidió que participaran otros dos dirigentes adventistas: W. E. Read, Secretario de Campaña de la Conferencia General, y Roy Allan Anderson, Secretario de la Asociación Ministerial de la Conferencia General y editor de la revista Ministry. A estos hombres se les unió T. E. Unruh, que actuaba como moderador. Un asociado de Walter Martin, George Cannon, profesor de griego en el Nyack Missionary College, ayudó a Martin en su investigación durante esta histórica conferencia. Cuando las reuniones se trasladaron a Pennsylvania más tarde, Barnhouse también se convirtió en participante activo. PREGUNTAS Y RESPUESTAS El formato de la conferencia consistió esencialmente en que los eruditos adventistas contestaban las preguntas que les hacían los evangélicos. Martin, en particular, hizo decenas de preguntas que habían surgido de su estudio de las fuentes originales adventistas. Uno de los primeros y principales puntos de contención que los evangélicos presentaron fue la tremenda cantidad de literatura adventista que claramente contradecía otras declaraciones oficiales adventistas. Por ejemplo, junto con declaraciones ortodoxas en relación con la persona, la naturaleza, y la obra de Cristo, las publicaciones adventistas también contenían otros artículos que abrazaban el arrianismo (la posición de que Cristo era un ser creado), una naturaleza pecaminosa de Cristo, una incompleta teoría de la expiación, el galacianismo (salvación mediante la observancia de la ley), y sectarismo extremo. Martin afirmó que él podía proporcionar numerosas citas que eran inequívocamente heréticas. Los eruditos adventistas se escandalizaron y se horrorizaron de algunos de los documentos presentados. A causa del fuerte énfasis de los adventistas en una progresiva comprensión de la Biblia, han estado reacios a adoptar un credo formal. Aún su declaración doctrinal conocida como las "27 Creencias Fundamentales" permite cambios y revisiones. Históricamente, esta falta de un credo formal, así como el énfasis en la comprensión progresiva de la Biblia, ha dado lugar a un amplio espectro de interpretación doctrinal entre los adventistas. En la década de 1950, igual que hoy día, esta tolerancia de posiciones divergentes y a veces heréticas ha perjudicado la unidad y la solidez de su denominación. Este era un punto crítico para los evangélicos, que no podían esperar representar con precisión la posición del adventismo ante el mundo evangélico si los adventistas mismos carecían de consenso en cuanto a esas posiciones. Durante la conferencia de 1955-1956, Martin acusó a los adventistas de hablar con doblez en el peor de los casos y no controlar sus filas adecuadamente en el mejor de los casos. Los evangélicos afirmaron que, si la Conferencia General permitía que herejías como el arrianismo y el galacianismo continuaran en su filas, los adventistas merecían el título de "secta". Para crédito suyo, todos los eruditos adventistas presentes repudiaron las posiciones mencionadas más arriba, y prometieron que las enseñanzas aberrantes que difirieran con las expresas doctrinas adventistas serían investigadas por la Conferencia General. También afirmaron que la mayoría de estas doctrinas, si no todas, no representaban la teología ASD, sino que expresaban las opiniones de unos pocos que pertenecían a lo que Froom describió como "los fanáticos". ¿SON EVANGÉLICOS LOS ADVENTISTAS? Al progresar la conferencia, los evangélicos quedaron más y más impresionados tanto por la sinceridad como por la ortodoxia general de los dirigentes adventistas. Ahora parecía que la estructura de la teología ASD era esencialmente ortodoxa. El adventismo afirmaba la inspiración de las Escrituras, la doctrina cristiana de la Trinidad, y la deidad, el nacimiento virginal, la expiación vicaria, la resurrección corporal, y el segundo advenimiento de Cristo. (2) Martin, que había escrito extensamente sobre el tema de los cultos en los Estados Unidos, reconoció inmediatamente que ésta no era la declaración doctrinal de un culto típico. Comenzó a creer que el Adventismo del Séptimo Día, por lo menos como estos hombres lo representaban, había sido muy mal entendido por el cristianismo evangélico. Aunque Martin quedó impresionado con el compromiso de los adventistas con los elementos esenciales de la fe, todavía había cierto número de doctrinas adventistas distintivas que por mucho tiempo habían impedido que se les aceptara como hermanos cristianos. La mayoría de los eruditos evangélicos que habían escrito negativamente sobre los adventistas centraban sus críticas sobre estas pocas doctrinas distintivas, que ellos creían socavaban cualquier ortodoxia que el adventismo pudiera tener. Martin, que estaba decidido a entender al adventismo con exactitud, solicitó una explicación completa de estas peculiares creencias. Como estas doctrinas controvertidas expresan la singularidad de la teología adventista, y como alcanzar un entendimiento en relación con ellas era importante para la evaluación de Barnhouse y Martin, es necesario que las discutamos brevemente. Por desgracia, las limitaciones de espacio no permiten que las tratemos en profundidad, así que discutiremos tres de los distintivos que han sido uente principal de malos entendidos. (3) La Conferencia Evangélica/ASD reveló que la teología adventista difería de la corriente principal del cristianismo en los siguientes tres puntos en controversia: el sábado, la autoridad de Ellen G. White, y la doctrina del "juicio investigador". Sabatismo. El adventismo enseña que la observancia del séptimo día sábado, como memorial perpetuo de la creación, es obligatoria para todos los cristianos como distintivo de una "verdadera obediencia" al Señor. Sin embargo, a diferencia de algunos adventistas extremistas, los eruditos adventistas en la conferencia afirmaron que la observancia del sábado no procuraba la salvación, y que los cristianos no adventistas que observaban el domingo de buena fe no estaban excluídos del cuerpo de Cristo. Aunque la observancia del sábado nunca ha sido la posición oficial del cristianismo histórico, los evangélicos llegaron a la conclusión de que guardar o no guardar el sábado era permisible dentro del contexto de Romanos 14:5-6. Otras denominaciones cristianas, como los Bautistas del Séptimo Día, habían tomado esta posición también. Los evangélicos discreparon enérgicamente con la conclusión de los adventistas en relación con el sábado, pero no vieron esto como un punto en disputa que los dividiera. Ellen G. White y el Espíritu de Profecía. El desarrollo y la existencia misma del adventismo son literalmente incomprensibles sin Ellen White y sus voluminosos escritos. Ningún dirigente o teólogo cristiano ha ejercido una influencia tan grande sobre una denominación en particular como Ellen White la ha ejercido sobre el adventismo. A lo largo de su vida, a la Sra. White se le atribuye el haber escrito más de 46 libros, totalizando aproximadamente 25 millones de palabras, que abordaban virtualmente cada una de las áreas de las creencias y prácticas adventistas. El adventismo cree que el don de profecía que se menciona en I Corintios 12 y 14 se manifestó de manera singular en la vida y los escritos de Ellen White. Sus supuestas visiones y las palabras del Señor fueron interpretadas como una característica identificadora y calificadora de la iglesia remanente de Dios. A menudo, los escritos de Ellen White se han descrito, como ella misma dijo, como "una luz menor" que apunta a "la luz mayor" de las Escrituras. (4) Como el ASD consideraba los escritos de Ellen White como "el consejo inspirado de Dios", los evangélicos se preocuparon por la relación entre sus escritos y la Biblia. La pregunta que se les hizo a los eruditos adventistas fue: "¿Consideran los Adventistas del Séptimo Día a los escritos de Ellen G. White en un plano de igualdad con los escritos de la Biblia?" (5) Los dirigentes adventistas dieron la siguiente respuesta: --- 1) Que no consideramos a los escritos de Ellen G. White como una adición al canon sagrado de las Escrituras. --- 2) Que no los consideramos de aplicación universal, como lo es la Biblia, sino particularmente para la iglesia Adventista del Séptimo Día. --- 3) Que no los consideramos en el mismo sentido que las Sagradas Escrituras, las cuales permanecen solas y únicas como el modelo por el cual han de ser juzgados todos los otros escritos. (6) Aunque los evangélicos rechazaron abiertamente la posición adventista en cuanto a los escritos de Ellen White, llegaron a la conclusión de que, mientras sus escritos no fueran considerados 1) al mismo nivel de las Escrituras, 2) infalibles, o 3) una prueba de que se es cristiano, no era necesario que este punto fuera considerado causa de división. La doctrina del Santuario/Juicio Investigador. Quizás la más distintiva de todas las creencias adventistas es la del santuario. Esta doctrina resultó como una explicación del fracaso del movimiento millerista en 1844. El ministro bautista William Miller (1782-1849), usando la interpretación de día por año en relación con Daniel 8:14, predijo que Cristo Jesús regresaría literalmente a la tierra 2300 años después del comienzo de las 70 semanas de Daniel (Dan. 9:24-27), que él interpretó como el espacio de tiempo transcurrido desde el año 457 a. C. hasta el año 1843 d. C. Cuando pasó el año de 1843 sin ver el regreso del Señor, el movimiento millerista hizo un pequeño ajuste y declaró que el 22 de octubre de 1844 sería la fecha del segundo advenimiento de Cristo. Cuando esta predicción también falló, el movimiento millerista sufrió lo que se conoce históricamente como "La Gran Decepción" o "El Gran Chasco". Para muchos, esto representó el fin del movimiento millerista, pero, para unos pocos, acababa de comenzar. Siguiendo los pasos de La Gran Decepción, otro individuo, Hiram Edson, volvió a examinar la profecía de Daniel 8:14 después de que supuestamente recibiera una iluminadora visión sobre este asunto en un maizal. Edson, quien, con la ayuda de O. R. L. Crosier, llegó a la conclusión de que el error de Miller consistía en la naturaleza del evento, más bien que en el cálculo del tiempo. Miller había interpretado "la purificación del santuario" (a la que se alude en Daniel 8:14) como una profecía de que Cristo Jesús regresaría al "santuario terrenal", esto es, a la tierra misma. A la luz de esta visión, Edson llegó a creer que Cristo, en vez de regresar a la tierra en 1844, en realidad entró por primera vez en el segundo compartimiento del santuario celestial. Edson creía que había un santuario celestial que había sido el modelo para el santuario terrenal del Antiguo Testamento, completo con los compartimientos dobles conocidos como el lugar santo y el lugar santísimo. Según Edson, 1844 marcaba el comienzo de la segunda fase de la obra expiatoria de Cristo. La obra que Jesús habría de llevar a cabo en el lugar santísimo se desarrolló más tarde en la doctrina del juicio investigador. Los primeros adventistas entendían que la obra expiatoria de Jesús se llevaba a cabo en dos fases. Este ministerio de Cristo en dos fases podría entenderse mejor como un antitipo de la obra de los sacerdotes del Antiguo Testamento. Bajo el antiguo pacto, argumentaban, los deberes sacerdotales diarios se limitaban a ofrecer sacrificios dentro del lugar santo (el perdón de los pecados), pero una vez al año, en el día de la expiación, el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo y purificaba el santuario rociando sobre el propiciatorio la sangre de un macho cabrío sacrificado (borradura de los pecados). Después de la purificación del santuario, los pecados del pueblo eran puestos sobre un macho cabrío, que era abandonado en el desierto. Según el adventismo, Jesús había estado perdonando el pecado desde su muerte vicaria en la cruz; sin embargo, el 22 de octubre de 1844, Jesús inició su obra de borrar el pecado. Desde su ascensión hasta 1844, Jesús había estado aplicando el perdón comprado en la cruz en el primer compartimiento del santuario, pero en 1844, entró al segundo compartimiento y comenzó a investigar las vidas de los que habían recibido el perdón para ver si eran dignos de recibir la vida eterna. Sólo los que salieran aprobados en este juicio podrían estar seguros de ser trasladados a la venida de Jesús. Esta doctrina dio lugar a lo que más tarde se conoció como la enseñanza de la perfección sin pecado (una perfecta observancia de los mandamientos para encontrar aceptación en el juicio). Después del juicio investigador, Cristo saldría del santuario celestial y regresaría a la tierra trayendo a cada uno su recompensa, e introduciendo el grande y terrible día del Señor. Es 1844, y los eventos descritos más arriba, lo que marca el comienzo del Adventismo del Séptimo Día. Al enterarse de esta peculiar doctrina, Barnhouse describió la doctrina del santuario como nada más que un mecanismo para salvar las apariencias, creado para disculpar el error millerista. Los evangélicos repudiaron estas dos doctrinas diciendo que no tenían apoyo bíblico. Sin embargo, para los evangélicos permanecía válida la pregunta de si estas dos doctrinas se interponían delante de una genuina membresía cristiana. La preocupación principal era si estas doctrinas minimizaban la obra expiatoria de Cristo, o la reducían a una expiación incompleta. Después de una evaluación crítica, los evangélicos llegaron a la conclusión de que esta doctrina del juicio investigador "no constituye una barrera real contra la membresía cristiana cuando se entiende en su significado simbólico, y no en el sentido literalista extremo en el cual lo establecieron algunos de los primeros escritores adventistas". (7) Subrayaron que, en el pensamiento contemporáneo de los Adventistas del Séptimo Día, esta doctrina no implicaba una expiación dual o parcialmente completada, sino más bien que la expiación una vez por todas está siendo aplicada por Cristo como nuestro gran Sumo Sacerdote en el cielo. Por lo que concernía a los evangélicos, las tres doctrinas, el sabatismo, la autoridad de Ellen White, y el santuario/juicio investigador, aunque erróneas, no impedían la comunión entre ambas partes si se interpretaban correctamente. Los evangélicos discutieron y evaluaron otras doctrinas distintivas adventistas, como la inmortalidad condicional, la aniquilación de los impíos, la reforma pro salud, y el concepto de la iglesia remanente. Su conclusión fue que, aunque estas doctrinas estaban fuera de la corriente principal evangélica, y en algunos casos sin ningún apoyo bíblico claro, la explicación dada por estos eruditos adventistas no les impediría ser genuinos seguidores de Jesús. Después de evaluar miles de páginas de documentos, y participar en extensas sesiones de preguntas y respuestas con varios de los más competentes eruditos del adventismo, Walter Martin, hablando en nombre de los evangélicos, llegó a la conclusión de que el Adventismo del Séptimo Día "es esencialmente una denominación cristiana, pero que, en la perspectiva general, su teología debe ser considerada más heterodoxa que ortodoxa, y que en no pocos casos sus prácticas podrían correctamente denominarse divisorias".(8) CONSECUENCIAS DE LA CONFERENCIA: QOD La decisión de reclasificar al adventismo como una denominación heterodoxa, más bien que una secta no cristiana, fue muy controvertida. Barnhouse y Martin recibieron considerables críticas dentro de los círculos evangélicos. De hecho, después de que revelaron sus hallazgos en varias ediciones de la revista Eternity, ¡el 25 por ciento de los suscriptores retiraron sus suscripciones! Este clima de opinión comenzó a cambiar, sin embargo, con la emisión de la publicación adventista Questions on Doctrine [Preguntas Sobre Doctrina] (de aquí en adelante QOD). (9) Este volumen resultó directamente de las sesiones de preguntas y respuestas con los evangélicos, contribuyendo ambos bandos con las palabras precisas de las preguntas. El propósito expreso de este libro era clarificar la doctrina adventista mostrando las áreas de creencias comunes y las de claras diferencias con el cristianismo evangélico. Los eruditos adventistas que redactaron QOD subrayaron el hecho de que este libro no era una nueva declaración de fe, sino más bien una explicación de los principales aspectos de las creencias adventistas. Para garantizar que este volumen representara verdaderamente la teología adventista y no la opinión de de unos pocos miembros selectos, el manuscrito sin publicar fue enviado a 250 dirigentes adventistas para que lo revisaran. Al recibir sólo críticas de menor cuantía, el manuscrito de 720 páginas fue aceptado por el comité de la Conferencia General y publicado por la Review and Herald Publishing Association en 1957. Aunque en años recientes este volumen se ha convertido en fuente de controversia dentro del adventismo, es interesante observar que R. R. Figuhr dijo más tarde que él consideraba a QOD el logro más significativo de su presidencia. (10) Varios años más tarde, en 1960, el libro de Martin The Truth About Seventh-day Adventism [La Verdad Acerca del Adventismo del Séptimo Día] se publicó también y recibió amplia aceptación. Muchos de los que inicialmente habían criticado la evaluación Barnhouse/Martin comenzaron a mirar a los ASD con otros ojos a causa de la extensa documentación revelada en el libro de Martin (aunque este libro ha estado agotado por muchos años, la evaluación de Martin de los ASD ha continuado estando disponible por medio de su libro posterior The Kingdom of the Cults [El Reino de las Sectas]. Los dirigentes adventistas también dijeron públicamente que el libro de Martin representaba con exactitud la teología adventista. Un erudito adventista actual dijo lo siguiente: "El libro de Martin es la obra de un investigador honesto y un teólogo competente. Entendió e informó con exactitud lo que los adventistas le dijeron que creían, y citó sus evidencias exhaustivamente". (11) De esta manera, según la dirigencia ASD, tanto QOD como The Truth About Seventh-day Adventism representaban con exactitud su teología a finales de la década de 1950, aunque, como veremos, la aceptación de esa teología en los ASD estaba lejos de ser universal. Mucho ha cambiado, sin embargo, desde QOD, así que ahora dirigiremos nuestra atención a los eventos que han moldeado la actual crisis del adventismo.
EL PRINCIPIO DE LA CONTROVERSIA Las décadas de 1960 y 1970 fueron de gran agitación y debate doctrinal dentro del adventismo, siendo el común denominador la cuestión de la singularidad del adventismo. (12) ¿Continuaría el adventismo en la misma dirección establecida en QOD bajo la administración de Figuhr, o regresaría la denominación a una comprensión más tradicional de la fe? El debate sobre esta cuestión resultaría en dos distintas facciones dentro de los ASD: El Adventismo Evangélico y el Adventismo Tradicional. (13). Examinaremos estos dos grupos y compararemos sus respectivas posiciones sobre las doctrinas que los dividieron. Esas doctrinas consistían de la justicia por la fe, la naturaleza humana de Cristo, los sucesos de 1844, la seguridad de la salvación, y la autoridad de Ellen White. ADVENTISMO EVANGÉLICO Las raíces del Adventismo Evangélico ciertamente se remontan a los eruditos adventistas que dialogaron con Barnhouse y Martin. Cuando QOD repudió doctrinas tan comunes y tradicionales como la naturaleza pecaminosa de Cristo, los extremos literalistas del santuario celestial, y los escritos de Ellen White como autoridad doctrinal infalible, echaron los cimientos críticos para aquéllos que más tarde llevarían la antorcha de este movimiento de reforma. Alan Crandall, que fuera editor de Evangelica, comenta: "Las semillas de este movimiento fueron plantadas dentro de la denominación por medio del libro QOD en 1957, y el semillero fue irrigado por los ministerios públicos de hombres como R. A. Anderson, H. M. S. Richards, padre, Edward Heppenstall, Robert Brinsmead, Desmond Ford, Smuts van Rooyen, y otros". (14) Este movimiento continuó creciendo y evolucionando en la década de 1970, siendo sus principales voceros dos eruditos adventistas australianos llamados Robert Brinsmead y Desmond Ford (anteriormente, Brinsmead había sostenido una forma de perfeccionismo, pero más tarde la repudió). Por medio de sus escritos y conferencias, Brinsmead y Ford fueron los principales catalizadores de un reavivamiento de la doctrina de la justificación por la fe, que estaba recibiendo una amplia audiencia, particularmente en la División Australasiática de la Iglesia Adventista. El movimiento era sostenido mayormente por jóvenes pastores adventistas, seminaristas, y laicos. Había también un buen número de eruditos adventistas norteamericanos que simpatizaban con la posición de Brinsmead/Ford. Los principales puntos doctrinales en disputa que unían a los miembros de este grupo eran: 1) Justicia por la fe: Este grupo aceptaba la manera en que la reforma entendía la justicia por la fe (según la cual la justicia por la fe incluye la justificación solamente, y es un acto judicial de Dios por medio del cual Él declara justos a los pecadores en base a la propia justicia de Cristo). Nuestra posición delante de Dios descansa en la justicia imputada de Cristo, la cual recibimos sólo por medio de la fe. La santificación es el fruto acompañante, y no la raíz de la salvación. 2) La naturaleza humana de Cristo: Jesucristo poseía una naturaleza humana sin pecado, sin ninguna inclinación ni propensión al pecado. En ese sentido, la naturaleza humana de Cristo era como la de Adán antes de la caída. Aunque Cristo ciertamente sufrió las limitaciones de un hombre verdadero, por su naturaleza era incapaz de pecar. Jesús era principalmente nuestro sustituto. 3) Los sucesos de 1844: Cristo Jesús entró en el lugar santísimo (el cielo mismo) a su ascensión; la doctrina del santuario y el juicio investigador (literalismo y perfeccionismo tradicionales) no tienen base bíblica. 4) Seguridad de la salvación: Nuestra posición y nuestra seguridad delante de Dios descansan solamente sobre la justicia imputada de Cristo; la perfección sin pecado no es posible de este lado del cielo. La confianza en Cristo le da seguridad a una persona. 5) La autoridad de Ellen G. White: Ellen White fue una genuina cristiana que poseía un don de profecía. Sin embargo, ni ella ni sus escritos son infalibles, y no deberían usarse como autoridad doctrinal. ADVENTISMO TRADICIONAL Aunque QOD se considera el origen del Adventismo Evangélico, también echó leña al fuego de los que apoyaban el Adventismo Tradicional. Después de la publicación de QOD, M. L. Andreasen, un reputado erudito adventista, lo criticó severamente, diciendo que, en su opinión, había vendido al adventismo a los evangélicos, traicionándolo. (15) Varios años más tarde, bajo la administración de Robert Pierson, dos prominentes eruditos, Kenneth Wood y Herbert Douglass, declararon que la publicación de QOD había sido un error de graves proporciones. (16) Ciertamente, el punto crucial del Adventismo Tradicional parecía descansar de plano sobre la autoridad de Ellen G. White. Este grupo defendía vigorosamente las doctrinas que eran creencias adventistas distintivas, especialmente las que ostentaban el sello de aprobación del don profético de Ellen White (por ejemplo, la doctrina del santuario, el juicio investigador). El apoyo para este grupo provenía mayormente del clericato y los laicos de mayor edad, y mucho más importante, pareció haber ganado el favor de la mayoría de los administradores adventistas. Entonces, como ahora, los dirigentes que gobernaban la denominación no estaban bien informados teológicamente, sino que respondían al muy ruidoso segmento tradicionalista. El Adventismo Tradicional ha adoptado las siguientes posiciones en respuesta a los debates doctrinales: 1) Justicia por fe: La justicia por fe incluye tanto la justificación como la santificación. Nuestra posición delante de Dios descansa tanto en la justicia imputada como la justicia impartida de Cristo (la obra de Dios por mí y en mí). La justificación es solamente para los pecados cometidos en el pasado. 2) La naturaleza humana de Cristo: Jesucristo poseía una naturaleza humana que, no solamente fue debilitada por el pecado, sino que tenía propensión al pecado mismo. Su naturaleza era como la de Adán después de la caída. A causa de su éxito en vencer al pecado, Jesús es principalmente nuestro ejemplo. 3) Los eventos de 1844: Jesús entró al segundo compartimiento del santuario celestial por primera vez el 22 de octubre de 1844, e inició un juicio investigador. Este juicio es el cumplimiento de la segunda fase de la obra expiatoria de Cristo. 4) La seguridad de la salvación: Nuestra posición delante de Dios descansa tanto en la justicia imputada como la justicia impartida de Cristo; la seguridad de la salvación antes del juicio es presunción. Como nos lo mostró Jesús, nuestro ejemplo, la observancia perfecta de los mandamientos es posible. 5) La autoridad de Ellen G. White: El espíritu de profecía se manifestó en el ministerio de Ellen White como señal de la iglesia remanente. Sus escritos son consejo inspirado del Señor y posee autoridad en cuestiones doctrinales. Debe observarse que se han escrito libros enteros sobre cada una de estas doctrinas, en ambos lados. La breve descripción que se ha dado más arriba sólo desea proporcionar una sinopsis exacta de los puntos de vista de los dos grupos. Es importante darse cuenta de que, durante la década de 1970, como en la actualidad, no todos los adventistas encajaban perfectamente en uno de estos dos grupos. Ninguno de estos grupos estaba totalmente unificado en sus creencias doctrinales. Por ejemplo, no todos en el lado Tradicional se adherían a la doctrina de la naturaleza pecaminosa de Cristo, aunque la mayoría ciertamente lo hizo. Entre los Adventistas Evangélicos, había diferentes opiniones en relación con la manera de entender un juicio pre-advenimiento. También había adventistas que no sentían la necesidad de identificarse con un lado u otro. Hay que mencionar también que, aunque pequeño, había y hay un segmento en el adventismo que podría describirse como teológicamente liberal. DE LA CONTROVERSIA A LA CRISIS Como ha mostrado la comparación doctrinal anterior, las diferencias entre estas dos facciones fueron realmente significativas. Esencialmente, las diferencias podrían reducirse a: 1) la cuestión de autoridad (sola scriptura vs. la Escritura más Ellen White), y 2) la cuestión de la salvación (justicia imputada vs. justicia impartida). En realidad, el adventismo debatía los mismos puntos en disputa que provocaron la Reforma del siglo dieciséis. Al acercarse el fin de la década de 1970, esta controversia doctrinal condujo a una verdadera crisis dentro del Adventismo. Primero, salieron dos libros que desafiaban las posiciones tradicionales adventistas sobre la justificación por fe y los sucesos de 1844. The Shaking of Adventism [El zarandeo del Adventismo], escrito por Geoffrey Paxton, un erudito anglicano, bosquejó la lucha en el Adventismo acerca de la doctrina de la justificación por fe. Paxton afirmó que, si los adventistas fueran, como afirmaban, los herederos especiales de la Reforma entonces deben aceptar la manera en que la Reforma entendía la justificación por fe. Llegar a una correcta comprensión de esta doctrina crítica había atormentado al adventismo a través de su historia. El segundo libro,1844 Reexamined [Un Reexamen de 1844], por Robert Brinsmead, repudió la manera tradicional en que los adventistas entendían a 1844 y el juicio investigador. Estos dos libros se enfocaban sobre dos de los puntos en disputa críticos de la crisis de identidad adventista. ZARANDEANDO LOS FUNDAMENTOS Sin duda, el punto en disputa más explosivo que surgió durante este período fue la revelación de la tremenda dependencia literaria de Ellen White. Todos los eruditos adventistas, como Harold Weiss, Roy Branson, William Peterson, y Ronald Numbers, revelaron los resultados de investigaciones históricas que mostraban que Ellen White había tomado prestado material de otros autores del siglo diecinueve. Sin embargo, la revelación más controvertida procedió de un pastor adventista llamado Walter Rea. Rea dijo que entre el 80 y el 90 por ciento de los escritos de White habían sido plagiados. A causa de la tremenda influencia que han tenido los escritos de White en la denominación, y porque a los adventistas se les ha enseñado que los escritos de ella fueron tomados directamente de sus visiones (una posición publicitada por la denominación), esta revelación sacudió los fundamentos mismos del Adventismo. Inicialmente, el White Estate negó esta evidencia, pero más tarde admitió que se habían usado fuentes para sus escritos. Review and Herald, el órgano oficial de la denominación, arguyó en defensa de White que sus préstamos literarios fueron mucho menores de lo que afirmaba Rea, y que el uso por parte de ella de fuentes literarias no invalidaba la inspiración de sus escritos. Después de todo, razonaron, algunos escritores bíblicos usaron fuentes. Rea, que más tarde documentó a conciencia esta acusación en su libro The White Lie [La Mentira White] (M. & R. Publications), fue despedido de la denominación. La cuestión de la inspiración y la autoridad de Ellen White ha sido fuente de controversia a lo largo de la historia del adventismo, pero la acusación de plagio ha arrojado dudas en cuanto a su integridad y su veracidad. Algunos hasta acusaron al White Estate de haber conocido este problema por algún tiempo y haber intentado ocultarlo. Este punto era también importante en relación con la singular identidad del adventismo. Porque muchas de sus doctrinas distintivas habían recibido confirmación por medio del don profético de Ellen White, cuestionarla era cuestionar la singularidad del adventismo mismo. CUESTIONANDO EL CORAZÓN DEL ADVENTISMO Dos de las doctrinas que habían recibido confirmación por medio del don profético eran la doctrina del santuario y la del juicio investigador (es decir, los sucesos de 1844). Estas dos doctrinas distintivas estaban en el centro de una controversia que finalmente conduciría a una marcada división dentro de las filas del adventismo. Desmond Ford, que durante 16 años fue el presidente del departamento de teología de Avondale College en New South Wales, Australia, puso en tela de juicio la validez bíblica de la manera tradicional en que se entendían estas doctrinas. Argüía que la manera literalista y perfeccionista en que se entendían estas doctrinas adelantadas por el Adventismo Tradicional no tenía justificación bíblica, y que eran aceptadas principalmente a causa de las visiones de la Sra. White, que las había confirmado. Ford declaró que, aunque los escritos de Ellen White eran esenciales para el desarrollo adventista, debían entenderse como pastorales, no como canónicos. Aunque Ford argumentó que 1844 no tenía significado bíblico, sí creía que Dios había realmente suscitado a la denominación adventista para subrayar, junto con las justicia por la fe, doctrinas tales como el sabadismo, el creacionismo, la inmortalidad condicional, y el premilenismo. A causa de la controversia sobre las creencias doctrinales de Ford, los dirigentes adventistas acordaron darle una licencia de seis meses para que preparara una defensa de sus puntos de vista. Más tarde, un comité se reuniría y evaluaría sus posiciones a la luz de las doctrinas adventistas. Ford, un erudito cuidadoso y prolífico, preparó un manuscrito de 990 páginas titulado Daniel 8:14: The Day of Atonement and the Investigative Judgment [Daniel 8:14: El Día de Expiación y el Juicio Investigador]. En agosto de 1980, 126 dirigentes adventistas se reunieron en Glacier View Ranch, Colorado, para discutir estos provocativos puntos. Después de una semana de reuniones, los dirigentes declararon que los puntos de vista de Ford estaban en desacuerdo con las expresas doctrinas adventistas. Como Ford no quiso retractarse de sus convicciones, la denominación le quitó sus credenciales de ministro. La expulsión de Desmond Ford, a quien algunos consideran el padre del Adventismo Evangélico, enfureció a muchos, y dio lugar a un éxodo evangélico en masa de la denominación hacia iglesias adventistas independientes y evangélicas de las principales corrientesl. Asimismo, hasta cien dirigentes e instructores bíblicos adventistas evangélicos fueron más tarde despedidos u obligados a renunciar por apoyar la teología de Ford. No es necesario decir que la década de 1980 ha sido un tiempo de crisis para los adventistas. Y aunque parecería que el período más traumático ha pasado, todavía quedan las cicatrices de esta lucha. Aunque las decisiones de la Conferencia General parecen apoyar al Adventismo Tradicional, la denominación ha negado haber tratado sistemáticamente de eliminar toda influencia evangélica. Muchos ex-pastores y ex-instructores bíblicos se opondrían vigorosamente a esta afirmación. Parecería que todavía hay gran número de adventistas de convicción evangélica, pero ciertamente no se oyen sus voces después de Glacier View. A causa de la controversia que ha prevalecido dentro del adventismo durante las décadas más recientes, muchos de los que están enterados de la evaluación Barnhouse/Martin en la década de 1950 se han preguntado si esta posición debería ser revisada o cambiada significativamente. Debido a la acción tomada contra Desmond Ford, Walter Rea, y muchos otros, algunos se han preguntado si el adventismo actual debería ser considerada una secta no cristiana. Nuestra posición es la de que la evaluación de Barnhouse y Martin todavía representa el segmento del adventismo que sostiene la posición manifestada en QOD, y expresada además en el movimiento Adventista Evangélico de las recientes décadas. Aunque algunos dentro de este grupo se adhieren a doctrinas que no son parte de la corriente principal evangélica, sí afirman las doctrinas fundamentales del cristianismo histórico, en particular la manera en que Pablo y la Reforma entienden la justificación por gracia por medio de la fe solamente (Rom. 3-4). A este grupo, sin importar el número de los que todavía queden, extendemos una mano de compañerismo y estímulo. Aplaudimos su valor de permanecer firmes en favor del evangelio. Por otra parte, el Adventismo Tradicional, que parece haber obtenido el apoyo de muchos administradores y dirigentes (por lo menos en Glacier View), parece estar desplazándose en dirección opuesta a varias posiciones adoptadas en QOD. Aunque los dirigentes adventistas han declarado que la denominación apoya a QOD, algunos de estos mismos dirigentes han desfraternizado a numerosos adventistas por haber afirmado porciones de QOD. En vez de sustentar a QOD, algunos dirigentes dentro de la denominación se han referido a ello como una "herejía condenable". (17) Por irónico que le parezca a un grupo que activamente condena al catolicismo y afirma ser el heredero especial de la Reforma, la posición adventista tradicional sobre la justificación por la fe se parece más a la del Concilio de Trento católico romano que a la de los reformadores. (18) Como esta doctrina es tan crucial para un correcto entendimiento de la ley y el evangelio, su aberrante punto de vista de igualar la justificación a la santificación conduce a varios conceptos antibíblicos (falta de seguridad, el perfeccionismo, etc.). No es de sorprenderse que Lutero pensara que todo giraba sobre una correcta comprensión de esta doctrina. Aparte de su comprometedora posición sobre la justificación, el Adventismo Tradicional parece decidido a convertir a Ellen G. White en la infalible intérprete de las Escrituras. Aunque ésta nunca ha sido la posición oficial de la iglesia, de modo práctico muchos dirigentes dentro del Adventismo han afirmado esto. Lyndon K. McDowell hace este penetrante comentario: "En la práctica, si no en teoría, los escritos de Ellen G. White han sido elevados a la categoría de piedra de toque de la interpretación casi de inspiración verbal, lo cual ha resultado en una membresía esencialmente inculta bíblicamente". (19) Desafortunadamente, muchos adventistas consideran los escritos de Ellen White como un atajo infalible hacia la comprensión de las Escrituras. Los adventistas deben entender que, si elevan a Ellen White a la posición de intérprete infalible, entonces la dramática ironía de todos los tiempos se habrá convertido en realidad - el Adventismo tiene una Papisa. ¿ES SECTARIO EL ADVENTISMO TRADICIONAL? Con respecto a la acusación de que el Adventismo Tradicional es un culto no cristiano, hay que subrayar que la estructura del Adventismo es mayormente ortodoxa (acepta la Trinidad, la deidad de Cristo, el nacimiento virginal, la resurrección corporal, etc). Sin embargo, en la actualidad parecería que el Adventismo tradicional es por lo menos aberrante, confundiendo o comprometiendo la verdad bíblica (por ejemplo, su posición sobre la justificación, la naturaleza de Cristo, la apelación a una autoridad no bíblica). Hay que decir también que, si el segmento tradicional continúa apartándose de QOD y promocionando a Ellen White como la intérprete infalible de la iglesia, entonces podrían un día hacerse acreedores al título de "secta", como lo reconocen algunos adventistas. A finales de la década de 1970, el adventismo se encontraba en la encrucijada de convertirse en bastante evangélico o regresar al tradicionalismo del pasado. La crisis de la década de 1980 deja claro que muchos en la dirigencia adventista escuchan atentamente al bullicioso segmento tradicionalista y, desafortunadamente, han conducido al adventismo en la dirección equivocada. Si los dirigentes adventistas que aman el evangelio de la Reforma (y todavía hay muchos) no hablan y defienden sus convicciones, el adventismo tiene pocas esperanzas, porque el Adventismo Tradicional está teológicamente en bancarrota. Su pervertido evangelio roba la seguridad de la salvación y coloca a sus seguidores en la rueda de molino de tratar de ponerse a la altura de la santa ley de Dios para ser salvos. Nuestra crítica del adventismo no debería interpretarse como un ataque del enemigo, sino más bien como las preocupadas palabras de un amigo, que ora fervientemente para que los actuales dirigentes del Adventismo honren las Escrituras y el evangelio de la gracia por encima de sus propias y distintivas creencias denominacionales. ----------------------------------------------------------- NOTAS 1. Véase, por ejemplo, The Four Major Cults, de Anthony Hoekema (Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans Publishing Company, 1963). 2. Questions on Doctrine (Washington, D. C.: Review and Herald Publishing Assn., 1957), 21-22. 3. Para un análisis completo de las creencias distintivas adventistas, véase The Kingdom of the Cults, de Walter Martin, edición revisada (Minneapolis, MN: Bethany House Publishers, 1985). 4. Questions on Doctrine, 96. 5. Ibid., 89. 6. Ibid. 7. Walter Martin, "Adventist Theology vs. Historic Orthodoxy", Eternity, Ene. 1957, 13. 8. Walter Martin, "Seventh-day Adventism", Christianity Today, 19 Dic. 1960, 14. 9. El título exacto es Seventh-day Adventists Answer Questions on Doctrine, pero se conoce mejor como Questions on Doctrine. 10. "Currents Interview: Walter Martin", Adventist Currents, Julio 1983, 15. 11. Gary Land (ed.), Adventism in America (Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans Publishing Company. 1986), 187. 12. Véase a Land, 215. 13. Desmond y Gillian Ford, The Adventist Crisis of Spiritual Identity. (Newcastle, CA: Desmond Ford Publications, 1982), 20-28. 14. Alan Crandall, "Whither Evangelical Adventism", Evangelica, Mayo 1982, 23. 15. Ford, 20. 16 Ibid. 17. Geoffrey Paxton, The Shaking of Adventism (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1977), 153. 18. Véase a Paxton, 46-49. 19. Lyndon K. McDowell (erudito adventista), citado en "Quotable Quotes from Adventist Scholars", Evangelica, Nov. 1981, 37.

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