“Cuando el dinero, el éxito o el reconocimiento dejan de ser lo primero en la vida, todo se alinea”

Carolina Martínez, fundadora de Innovar Tecnologías, comparte su experiencia y vida, donde en los últimos dos años “Dios hizo algo transformador”.

13 DE DICIEMBRE DE 2022
09:00 CET
Carolina Martínez, fundadora de Innovar Tecnologías.,
Carolina Martínez, fundadora de Innovar Tecnologías.

Tiempo de lectura: 7 minutos

Un espíritu decidido y emprendedor ha sido uno de los factores que ha guiado la trayectoria de Carolina Martínez, la fundadora de Innovar Tecnologías, una empresa de software con un crecimiento sostenido hasta el presente.

La pandemia, a diferencia de otras empresas y negocios, supuso un fuerte impulso para esta empresa cuyos servicios fueron solicitados por grandes compañías en España. Eso les ha llevado a impulsar aún más su alcance, entrando a formar parte de un grupo internacional de origen italiano, que emplea a más de 2.300 personas en el mundo.

Detrás de este caso de éxito se encuentra Carolina Martínez, nacida en Argentina pero afincada en España desde hace dos décadas. Una persona dinámica y atenta que, durante nuestra entrevista, no deja de lado el tradicional “mate”. Aunque su pasión ya no está en su tierra natal, sino en otro sorprendente destino: la República Dominicana, donde colabora con un proyecto social que le ha cambiado la vida.

 

Pregunta. Carolina, ¿qué nos podrías contar sobre tu trayectoria profesional?

Respuesta. Soy ingeniera informática de profesión, trabajé en varias compañías como desarrolladora de software, aplicaciones de negocio… Hasta que en el año 2008 me decidí a trabajar por mi cuenta. El éxito me sorprendió.

Empecé a dar servicios profesionales por mi cuenta, y sin siquiera pararme a hacer un plan de negocio, se fue dando el crecimiento. Ese éxito me sorprendió. He multiplicado mi trabajo, desde que comencé sola, a las 70 personas que somos ahora en la empresa. Aunque fue sorprendente, se dio de forma gradual: fui creciendo, contratando a personas y aprendiendo a desarrollar una empresa, ofreciendo diversos servicios, llegando a un acuerdo de partnership con Microsoft…

Ahora que acabo de tomar la decisión de integrar la compañía a un grupo internacional, he pasado por lo que suele considerar “todos los hitos” del emprendimiento. Y es que desde la pandemia, gracias a Dios, crecimos mucho, más de un 40%, al acelerarse la digitalización de las empresas. El 2020 era un año que no sabíamos qué ocurriría, y resulta que pasamos de ser 25 personas a casi 70.

“Cuando el dinero, el éxito o el reconocimiento dejan de ser lo primero en la vida, todo se alinea”

Carolina Martínez.

P. ¿Cómo vivisteis esta “explosión” de demanda?

R. Para mí fue muy duro. Mi compañía no estaba peparada para ese crecimiento. Le hicimos frente, pero yo estaba muy sola en la dirección de la empresa.

Pero creo que Dios tenía un plan. Yo caminaba y sentía distintas necesidades. El hito en pandemia fue el crecimiento y la contratación de un mánager capaz de llevar adelante el negocio. Para mí esta persona fue puesta por Dios, alguien que fue tomando el control operativo de la compañía. Desde entonces pude pasar a estar tranquila, tener salud, disfrutar de la familia…

Mientras ocurría esto a nivel empresarial, estaba viviendo en paralelo un proceso espiritual profundo, del que luego hablaremos más.

Algo a destacar es que a partir de la entrada de este nuevo mánager, pude recapitular e involucrarme de forma más activa en otro proyecto, un orfanato de niñas en el que colaboro en República Dominicana.

Yo me había dedicado 100% a la empresa por más de 10 años, y tenía otros intereses y objetivos de vida que no había podido abordar, y afortunadamente en este momento encontré la oportunidad de hacerlo.

 

P. ¿Qué ocurría en tu vida a nivel personal?

“Comprendí que la prioridad para Dios son las  personas. Si enfocas tu trabajo dando prioridad a las personas, estás cumpliendo el propósito de Dios en esa área”

R. Yo había tenido un encuentro con Dios cuando tenía 17 años, pero las cosas han cambiado de forma fundamental en los últimos dos años. Lo que ocurría es que en el año 2020 toqué fondo. Ahora veo que fue necesario, porque Dios quería sanar algo en mí. En un momento de cierta desesperación, a través de un seminario de sanidad interior que se hizo en mi iglesia, pude entender que no necesitaba nada para ser alguien, para ser aceptada, para ser feliz. Comencé entonces un proceso de sanidad en el que entendí que la empresa se había convertido en una especie de ídolo. Y en cuanto entendí que no era necesario, que eso no hacía falta, que Dios me valoraba por igual sin importar mi éxito o fracaso, fue una liberación total.

Yo hasta entonces pensaba que otros empresarios cristianos vivían en una especie de “nube”. Pero ahora me doy cuenta que para nadie era fácil, pero el gran reto que tenemos es que cada día, cuando te enfocas en tu trabajo, en lo que Dios te llamó a hacer, que ese sea un lugar donde servir. Que Dios sea el más importante y sea llevado a cabo su propósito. Por ejemplo, comprendí que la prioridad para Dios son las  personas. Si enfocas tu trabajo dando prioridad a las personas antes que al dinero, al negocio en sí o al “éxito”, estás cumpliendo el propósito de Dios en esa área.

 

P. ¿Entonces crees que, tal vez, las prioridades no estaban claras en tu vida?

R. No siempre es fácil. Cuando el dinero, el negocio en sí o el reconocimiento deja de ser lo primero en la vida, todo se alinea. Esto lo logré dedicando un tiempo diario a Dios, y que Él me fuera sanando. Fui libre de esa especie de “ídolo”, y cada cosa se puso en su lugar: mi vida, mi familia, mi salud, mi empresa… cada cosa encajaba adecuadamente.

En esa época comenzaba el mánager y fue muy bueno, porque ya pude delegar. Fue un proceso de adaptación, y Dios fue sanándome incluso en lo físico. Tenía muchas veces problemas de ansiedad, problemas de espalda, vivía yendo al fisioterapeuta…

 

P. Y todo esto ocurre justo antes de llegar a cambios profundos también en tu vida como empresaria. ¿Qué ocurrió?

“Dios me guió a encontrar una empresa que comparte los valores, el lugar correcto para depositar mi esfuerzo y para trabajar juntos en una visión común”

R. Yo creía que Dios me había sanado para llevar mejor mi empresa. Estaba muy cotizada, es una empresa que ha sido premiada por Microsoft en el sector, y yo le daba gracias a Dios por todo esto. Las condiciones estaban dadas para que la compañía se cotizara muy bien. Dios fue trabajando en mí la idea de que fuera factible que vendiera la empresa. Durante varios meses de proceso, casi nueve meses, fui viendo que Dios me estaba llamando a un tiempo nuevo. Es como cuando Dios llamó a Abraham, no sabes todos los pormenores. Sentí entonces que Dios me había sanado para llegar a otro nivel. La motivación no era solo la propia: yo quería estar abierta a otras posibilidades, y a la vez que la compañía pueda crecer y seguir su camino. Me dí cuenta que todo encajaba, que el equipo de INNOVAR necesitaba mayores oportunidades, y Dios me guió a encontrar una empresa que comparte los valores y donde sentí que era el correcto lugar para depositar mi esfuerzo y para trabajar juntos en una visión común en la que me siento acompañada.

Creo que tomé la mejor decisión. Hubo mucha oración, porque había varias compañías interesadas, analicé mucho, poniendo especial atención en los valores de la compañía,  busqué confirmación de Dios y finalmente tomé la decisión.

 

P. ¿En qué punto crees que estás ahora mismo?

R. Ahora personalmente estoy en una fase de transición. Pero tengo una meta clara, que es llevar de Dios conmigo: no sé si Dios me llamará a otro entorno, se abren muchas posibilidades en esta etapa pero estoy en un contexto en el que no hay demasiadas personas que hayan tenido este encuentro con Dios. Es importante el testimonio y poder dar fruto.

Creo que durante mucho tiempo estuve desenfocada. Sí que la empresa se ha gestionado con los valores que Dios puso en mi corazón, cuidando de las personas. Pero en estos últimos años he encontrado un nuevo enfoque: mi prioridad no es tanto el “resultado” empresarial solamente, sino Dios, las personas y quiero focalizarme en dejar el mensaje de Dios en las personas que me rodean.

 

P. ¿Cómo es la misión con la que colaboras tan activamente en República Dominicana?

“En uno de los viajes conocí la labor de una casa de acogida para niñas en situación de orfandad”

R. Yo amo este país. Hice un viaje de misión en 2019, porque yo había conocido el país con anterioridad, pero en un plan más turístico. Pero Dios me fue guiando a que conociera más en profundidad la situación. Fui a conocer iglesias, ONG, misiones… Me di cuenta que Dios me estaba llamando a servirlo alli. Así fue como conocí el proyecto que desarrollaba una iglesia local, con una casa de acogida para niñas en situación de orfandad llamado ONG Fundación Casa de Esperanza. Me enamoré de este proyecto, con el que me vinculé desde el principio, y cada vez más. Ahora Dios nos ha guiado a una nueva fase de construcción, una segunda casa. Trabajo allí en lo que se necesita, además de que intento ser un referente y un apoyo para las niñas.

 

P. Parece un proyecto precioso. ¿Cómo se desarrolla tu labor allí, qué retos estás encontrando?

R. La obra social no es fácil. Al margen de dar amor y cariño a las niñas, está el ser una figura más para ellas, para que puedan ver que hay un futuro para ellas. Además hay mucha parte logística, de estar presentes haciendo muchas gestiones… Llego y encuentro muchísimo para hacer. No siempre es agradable, hay momentos muy bonitos pero también hay momentos difíciles.

Intentamos que aprendan, que se desarrollen, que se puedan alimentar bien, que se sanen emocionalmente… Yo creo en esta obra que estamos haciendo, veo el resultado , y creo que Dios me ha llamado a hacer esto porque a pesar de las dificultades me siento plena haciéndolo.

Entiendo que tal vez no sea una obra para todo el mundo, pero Dios te da fortaleza para enfrentar estas situaciones. Uno encuentra la necesidad, y Dios te da la sensibilidad para ayudar. Así ha sido en mi caso.

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