Lutero, Müntzer y Grebel: conflicto hermenéutico en el Siglo XVI (III)

Müntzer y Grebel buscaron un mundo mejor. Les tocó vivir tiempos de cambios vertiginosos.

13 DE JULIO DE 2024 · 20:12

Zurich, en una xilografía del siglo XVI./ Wikipedia,
Zurich, en una xilografía del siglo XVI./ Wikipedia

Conrado Grebel, contra la voluntad familiar, sobre todo del padre, contrajo matrimonio con Bárbara en febrero de 1522. El motivo de la oposición era que ella tenía estatus social bajo. A regañadientes los padres, por las condiciones económicas de su hijo, debieron recibir en casa al nuevo matrimonio, donde permaneció hasta fines de 1523. En noviembre de 1522 nació el primer hijo, Teófilo y el segundo en agosto del siguiente año, Josué.[1]

No hay información certera de la conversión evangélica de Conrado Grebel, lo constatable es que hacia mediados de 1522 en él había “tenido un cambio su vida interior, una renovación, que puede ser llamada una conversión”.[2] A partir de entonces sus cartas dirigidas sobre todo a Vadian estaban llenas de citas o figuras bíblicas. Igualmente citaba nombres de reformadores, entre ellos su maestro Ulrico Zwinglio, Felipe Melanchthon, Lutero y Jacob Strauss. 

Grebel recibió enseñanzas de Zwinglio mediante clases en un grupo pequeño y también escuchándole predicar a grandes audiencias exposiciones sobre libros de la Biblia, particularmente del Nuevo Testamento. La preponderancia que alcanzó Grebel en el círculo de Zwinglio se nota en la edición del folleto/opúsculo de este último, titulado Archeteles (publicado el 23 de agosto de 1522) y que incluye como apéndice un poema de Conrado.[3]

La relación de Grebel con Zwinglio era creciente. El primero se destacaba en el grupo cercano al reformador. Zwinglio lo consideraba uno de sus discípulos más aventajados y le confiaba asuntos delicados, como ser intermediario con distintos personajes que en otros cantones suizos trabajaban a favor de la Reforma.

En octubre de 1523, y bajo el patrocinio del Concejo de Zúrich, tiene lugar un debate/audiencia sobre los pasos que debería seguir la reforma religiosa en la ciudad, históricamente se le conoce como la Segunda Disputa de Zúrich. Su antecesora, la Primera Disputa, se realizó en el primer mes de 1523, resultando apoyada por el Concejo de la ciudad la propuesta de Zwinglio sobre que la predicación de los ministros tendría que estar basada únicamente en la Palabra de Dios.[4] Zwinglio preparó para la ocasión y leyó el documento Las 67 conclusiones o artículos. Iniciaba con una premisa contraria a la afirmación tradicional de la Iglesia católica romana, la de Extra Ecclesiam Nulla Salus (fuera de la Iglesia no hay salvación). En contraparte, Zwinglio sostenía: “yerran y blasfeman contra Dios todos los que dicen que el Evangelio no vale nada sin la confirmación de la Iglesia”. Y más adelante, “En el Evangelio se aprende que las doctrinas y los preceptos humanos no ayudan en absoluto para la salvación. Cristo es el único y eterno Sumo Sacerdote. De allí deducimos que quienes se han calificado de Sumos Sacerdotes, se oponen a la gloria y el poder de Cristo e incluso los rechazan”.[5]

Grebel y otros fueron acrecentando su desacuerdo con Zwinglio cuando él, para no tener dificultades con las autoridades de Zúrich, sostuvo posiciones diferentes a las que antes había defendido. El 24 de julio de 1523, Zwinglio predicó el sermón La justicia de Dios y la justicia humana, que fue ampliado para su publicación.[6] Argumentaba, basado en Romanos 13, que era necesario obedecer el decreto del Concejo de Zúrich sobre pagar obligatoriamente los diezmos. Conrado Grebel, en carta del 15 de julio a su cuñado, Vadian, expresó desacuerdo tanto con el decreto como con el respaldo de Zwinglio.[7] Le confió, “la gente de Zúrich está haciendo todo tiránicamente y, como el turco, en este asunto de los diezmos”.[8] En la misiva, “su desilusión con Zwinglio es palpable”.[9]

La Segunda Disputa (26-28 de octubre, 1523) estuvo enfocada principalmente en la veneración, o no, de imágenes y la misa.[10] Concurrieron “unos novecientos hombres, magistrados del ayuntamiento central y de los ayuntamientos dependientes, los teólogos más importantes y más de trescientos cincuenta sacerdotes”.[11] La autoridad teológica más destacada era Ulrico Zwinglio. Aunque las razones de Zwinglio sobre las imágenes religiosas y la misa convencieron al Concejo, en el sentido de retirar las primeras y hacer modificaciones a la segunda, las autoridades decidieron reservarse el derecho de realizar cambios paulatinamente y bajo su potestad. En la Disputa Grebel se manifestó abiertamente contra la “abominación” de la misa. Por su parte Simón Stumpf, replicó: “¡Maestro Ulrico!, no tienes autoridad para poner la decisión en manos de sus señorías, porque la decisión ya ha sido tomada: el Espíritu de Dios decide. Si, por lo tanto, las autoridades fueran a discernir o decidir sobre algo que es contrario a la decisión de Dios, clamaré a Cristo por su Espíritu y enseñaré y actuaré en contra”.[12]  

En la audiencia se debate sobre la misa, las imágenes religiosas, el purgatorio, el sentido de la Santa Cena y otros temas. No mucho tiempo después Conrado Grebel y otros condiscípulos comienzan a distanciarse públicamente de su maestro Ulrico Zwinglio. Él, aunque está de acuerdo con Grebel y los demás en que deben ajustarse las prácticas eclesiásticas a las enseñanzas neotestamentarias, es decidido partidario de la real politik y solamente está dispuesto a reformar hasta donde el Concejo de Zúrich permita hacerlo.

Grebel, Félix Mantz y Simón Stumpf se manifestaron contrarios a las formas respaldadas por Zwinglio. Ellos consideraban erróneo dejar en manos de las autoridades políticas la decisión sobre qué debería enseñarse y practicarse en las iglesias cristianas. Estaban convencidos que la ortodoxia y la ortopraxis ya habían sido claramente normadas en la Palabra. La divergencia era hermenéutica, “en el corazón de la división descansaban dos interpretaciones contrastantes sobre cómo las ‘palabas de las Escrituras’ tenían que ser leídas, comprendidas y aplicadas en asuntos concretos sobre la reforma de la iglesia”.[13]

En el transcurso de 1523, Conrado Grebel, Félix Mantz y Simón Stumpf tuvieron crecientes diferencias con Ulrico Zwinglio y Leo Jud. Zwinglio dejaría años después constancia de las divergencias, evocaba que Grebel y Stumpf le plantearon a él y Jud que la iglesia solamente debería estar integrada por “cristianos íntegros”, es decir por personas que vivieran conforme al Evangelio y no de acuerdo a otros intereses.[14]

Otro de los acontecimientos que intensifica la radicalización de Conrado Grebel y quienes con él concordaban, era que Ulrico Zwinglio hubiese faltado al compromiso de celebrar la Cena del Señor en la Navidad de 1523 de acuerdo al modelo neotestamentario. Claramente para finales del año los zwinglianos radicales se habían “desilusionado de su ex líder”.[15] Se iba fortaleciendo en ellos, debido al estudio detallado del Nuevo Testamento, que el bautismo de creyentes era una consecuencia del entendimiento que se tuviera de la naturaleza de la Iglesia. Es verdad que sus primeros descubrimientos habían sido hechos bajo la dirección de Zwinglio, pero se deslindaron de él para seguir por sí mismos en el estudio de la Palabra y actuar en consecuencia. Conrado Grebel lo puso así: “Éramos oidores de los sermones de Zwinglio y lectores de sus escritos, pero un día tomamos la Biblia misma en nuestras manos y fuimos instruidos de una mejor manera”.[16]

Durante todo el año de 1524 el grupo disidente de Zwinglio fortalece sus convicciones a través de reuniones secretas de estudio bíblico, mayormente en casa de Félix Mantz. Además comienzan a tener lugar pequeños actos contrarios a la ortodoxia aprobada por las autoridades gubernamentales. En el verano llegan reportes al Concejo de Zúrich sobre que en Wytikon y Zollikon, poblados cercanos a Zúrich, cinco familias rechazaron bautizar a sus recién nacidos. En el caso de Zollikon, el pastor Wilhelm Reublin había estado predicando desde la primavera contra el bautismo de infantes. Reublin fue el “primer predicador y clérigo protestante de Basilea casado públicamente”.[17] Como resultado de las enseñanzas tres padres de familia se habían negado a bautizar a sus hijos, argumentando que “los infantes no serían bautizados hasta que llegaran a la edad en que pudieran decidir por sí mismos”.[18] Reublin fue llevado a prisión y el Concejo mandó que los niños y niñas no bautizados debieran serlo inmediatamente, desobedecer el mandato implicaba ser multado.

Entre diciembre 13 y 28 de 1524, Félix Mantz escribió al Concejo en defensa de quienes, como él, disentían de Zwinglio. Argumentó a favor del bautismo de creyentes, el cual sería impartido a conversos (nacidos de nuevo), esperando de ellos que vivieran conforme a los principios éticos del Evangelio. Apelando a derechos como ciudadano de Zúrich, Mantz solicitó que Zwinglio pusiera por escrito las evidencias bíblicas que sustentaban el bautismo de infantes, cuestión que según Mantz no podría demostrarse con enseñanzas neotestamentarias. Por su parte, sin ser una respuesta a Mantz directamente, Zwinglio publicó en diciembre un escrito en el que descalificaba las posiciones de sus adversarios y los acusaba de vulnerar la unidad y la paz.[19] Las posiciones de cada lado quedaron bien marcadas, y en días posteriores la confrontación alcanzaría el punto de no retorno.

Grebel y aliados se convencieron que Zwinglio con sus tibias acciones había “traicionado su propia visión” y enseñanzas.[20] Por otra parte buscaron establecer contactos con personajes que consideraban cercanos a las posiciones defendidas por ellos, fue así que decidieron escribirle a Thomas Müntzer, sobre quien tenían conocimientos fragmentarios. Encomiaron a Müntzer para que los cambios por los que luchaba fueran acordes a las instrucciones de Cristo, es decir, que debían seguir su ejemplo constructor de la paz, y no alcanzarlos con el poder de la espada, como proclamaba el incendiario Thomas.

Müntzer pretendía tomar el cielo por asalto, es decir instaurar un régimen político y religioso igualitario mediante la fuerza. En la primera misiva de Grebel a Müntzer (otoño de 1524) aquél informa a éste sobre los descubrimientos a que han llegado los radicales de Zúrich en su lectura del Nuevo Testamento en relación al uso de la violencia, el bautismo, la Cena del Señor, y el seguimiento ético de Jesús. Es altamente probable que la correspondencia del círculo de Zúrich dirigida a Müntzer no haya llegado a manos de él.[21] Sin embargo, lo escrito dejó testimonio de las creencias bíblicas de Grebel y sus asociados.

La misiva de septiembre de 1524 es “el documento más antiguo del movimiento protestante de iglesias libres”.[22] Es decir, la propuesta de Grebel consideraba a la comunidad cristiana como la formada por creyentes, quienes confesaban a Jesús como Señor y Salvador, daban fe de esa confesión mediante el bautismo personal y voluntario, además se comprometían al seguimiento ético de las enseñanzas de Jesús y abogaban por la separación entre Estado e Iglesia.

En lo concerniente al uso de la violencia para defender al Evangelio, le externan a Müntzer: “Tampoco hay que proteger con la espada al Evangelio y a sus adherentes, y éstos tampoco deben hacerlo por sí mismos —según sabemos por nuestro hermano— tú opinas y sostienes. Los verdaderos fieles cristianos son ovejas entre los lobos, ovejas para el sacrificio. Deben ser bautizados en la angustia y en el peligro, en la aflicción, la persecución, el dolor y la muerte. Deben pasar la prueba de fuego y alcanzar la patria del eterno descanso no destruyendo a los enemigos físicos, sino inmolando a los enemigos espirituales”. Esto último, lo de inmolar a los enemigos espirituales, por supuesto debe ser tomado en un sentido figurado, en el contexto de la misiva que, como afirma John Howard Yoder, “constituye el primer testimonio del pacifismo de la Reforma radical”.[23]      

Müntzer y Grebel buscaron un mundo mejor. Les tocó vivir tiempos de cambios vertiginosos. En unos pocos años el aparente sólido control religioso y social de la Iglesia católica romana se transformó para dar paso a otras formas de creer y la consolidación de éstas en nuevas instituciones.

Al leer los escritos de Müntzer se puede fácilmente encontrar en ellos un estilo profético veterotestamentario. Hace reiterados llamamientos al arrepentimiento y a mostrar frutos acordes al mismo, consistentes en regresar al propósito original de Dios para la humanidad, un orden social libre de dominio ejercido por una casta de nobles y sin explotación a las masas.

 

 

[1] Harold S. Bender, “Conrad Grebel as a Zwinglian, 1522-1523”, The Mennonite Quarterly Review, vol. XV, núm. 2, 1941, pp. 67-68.

[2] Harold S. Bender, “Conrad Grebel as a Zwinglian”, p. 68.

[3] Ibid., p. 74.

[4] Werner Enninger, “The Second Zurich Disputation in 1523: A Discourse-Analytical Approach”, The Mennonite Quarterly Review, volumen LXV, octubre 1991p. 410.

[5] Texto completo en René Krüger y Daniel Beros, (traductores y editores), Ulrico Zuinglio, una antología, La Aurora-ISEDET, Buenos Aires, 2006, pp. 77-84 y Manuel Gutiérrez Marín, (presentación y selección), Zuinglio, antología, Producciones Editoriales del Nordeste, Barcelona, 1973, pp. 41-52.

[6] Manuel Gutiérrez Marín, op. cit., p. 98.

[7] Arnold C. Snyder, “The Birth and Evolution of Swiss Anabaptism (1520-1530)”, The Mennonite Quarterly Review, vol. LXXX, núm. 4, octubre 2006, p. 512.

[8] Leland Harder (editor), The Sources of Swiss Anabaptism. The Grebel Letters and Related Documents, Herald Press, Scottdale-Ontario, 1985, p. 220.

[9] Arnold C. Snyder, “The Birth…”, p. 512.

[10] Werner Enninger, op. cit., p. 410.

[11] George Williams, La Reforma radical, Fondo de Cultura Económica, México, 1983, p. 116.

[12] Arnold C. Snyder, “The Birth…”, p. 513.

[13] Ídem.

[14] Arnold C. Snyder, “The Birth…”, p. 521.

[15] Ibid., p. 523.

[16] William R. Estep, La historia de los anabaptistas, revolucionarios del siglo XVI, Publicadora Lámpara y Luz, Farmington, New Mexico, 2008, p. 30.

[17] John Howard Yoder, Anabaptism and Reformation in Switzerland. An Historical and Theological Analysis of the Dialogues Between Anabaptists and Reformers, Pandora Press, Kitchener, Ontario, 2004, p. 22.

[18] Arnold C. Snyder, “The Birth…”, p. 524.

[19] Arnold C. Snyder, “The Birth…”, p. 532. La misiva de Félix Mantz en Leland Harder, op. cit., pp. 311-315. El escrito de Zwinglio en René Krüger y Daniel Beros, op. cit., pp. 193-222.

[20] John Howard Yoder (compilador), Textos escogidos de la Reforma radical, Biblioteca Menno, Burgos, 2016, p. 124.

[21] Peter Matheson, “Thomas Müntzer”, en Brian C. Brewer (editor), T&T Clark Handbook of Anabaptism, T&T Clark-Bloomsbury Publishing, London-New York, 2022, p. 480.

[22] Fritz Blanke, Brothers in Christ: The History of the Oldest Anabaptist Congregation, Zollikon, near Zurich, Switzerland, Wipf and Stock Publishers, Eugene, Oregon, 2005, p. 16.

[23] Misiva completa en John Howard Yoder, Textos escogidos…, pp. 123-134.

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