Hacia el cincuentenario de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, algunas notas (7)

Al gran crecimiento cuantitativo protestante no le ha seguido lo que desde adentro de las comunidades de fe se llama discipulado.

31 DE MAYO DE 2020 · 21:45

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A Samuel Escobar, C. René Padilla, Pedro Arana y Pedro Savage (in memoriam), con profundo agradecimiento.

En cinco décadas el crecimiento numérico del cristianismo evangélico en América Latina ha sido explosivo.

Desde 1970, año fundacional de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, al presente el protestantismo transformó su estado cuantitativo al grado de ser la expresión religiosa mayoritaria en determinadas zonas de las naciones latinoamericanas.

Por ejemplo, en México, algunos municipios de Chiapas preponderantemente indígenas tienen porcentajes mayores de evangélicos/protestantes que de católicos.

Hoy las cifras de identidad confesional son muy distintas a las de hace medio siglo. La media de población católica latinoamericana es de 69 por ciento, con variaciones hacia arriba y hacia abajo en los diecinueve países incluidos en la investigación de 2014 efectuada por el Pew Research Center.1 El siguiente cuadro da cuenta de la descatolización o protestantización, según se le quiera ver, en América Latina.2

 

PORCENTAJES AFILIACIÓN RELIGIOSA DE LOS LATINOAMERICANOS 3

Predominantemente

católicos

Católicos

Protestantes

Sin afiliación

Otras

Paraguay

89

7

1

2

México

81

9

7

4

Colombia

79

13

6

2

Ecuador

79

13

5

3

Bolivia

77

16

4

3

Perú

76

17

4

3

Venezuela

73

17

7

4

Argentina

71

15

11

3

Panamá

70

19

7

4

Mayoría católica

 

 

 

 

Chile

64

17

16

3

Costa Rica

62

25

9

4

Brasil

61

26

8

5

República Dominicana

57

23

18

2

Puerto Rico

56

33

8

2

Hispanos EU

55

22

18

5

Mitad católica

 

 

 

 

El Salvador

50

36

12

3

Guatemala

50

41

6

3

Nicaragua

50

40

7

4

Católicos menos de la mitad

 

 

 

 

Honduras

46

41

10

2

Uruguay

42

15

37

6

 

No son lo mismo el cambio religioso latinoamericano reportado por el Pew Research Center y la emergencia imaginada de un cristianismo más apegado al paradigma neotestamentario.

Desde el Congreso Evangélico de Panamá, en 1929, distintos pensadores/teólogos protestantes consideraron llegado el tiempo para que las comunidades evangélicas del Continente fermentaran la sociedad con valores bíblicos y éticos que fuesen transformando la realidad cultural predominante 4.

Entonces buena parte de los esfuerzos intelectuales fueron dedicados a justificar la existencia del protestantismo en tierras latinoamericanas, así como sus efectos democratizadores y creación de ciudadano(a)s conscientes de los derechos y responsabilidades en la construcción del espacio público 5 .

Quien más, en el seno de la FTL, se dio a la tarea de dar continuidad a la herencia reflexiva de, por citar algunos, Gonzalo Báez-Camargo, Alberto Rembao, Erasmo Braga, Ángel M. Mergal y Juan A. Mackay fue Samuel Escobar.

El conocimiento de tal herencia le nutrió en buena medida para sustentar el ensayo que expuso en la reunión fundante de la FTL, en Cochabamba, Bolivia, en diciembre de 1970.6

El crecimiento porcentual protestante/evangélico ¿ha implicado, también, transformación ética en sus filas e irradiado benéficamente a la sociedad? Es fehaciente que sigue creciendo el protestantismo/cristianismo evangélico en toda Latinoamérica, y el rostro predominante en la familia es pentecostal y/o neopentecostal.

En algunas regiones la transformación del campo religioso, antes con gran hegemonía del catolicismo, ha sido vertiginosa, lo que ha llevado a cuentas y proyecciones muy optimistas dentro de cierto evangelicalismo triunfalista.

Lo anterior induce a preguntar si lo que ha acontecido es más un cambio de adscripción religiosa y una adopción de nuevos rituales religiosos, pero ha quedado más o menos sin tocar el núcleo de ciertas prenociones y prácticas que no se transforman al ingresar al nuevo círculo confesional.

Y unas de esas áreas intocadas puede ser el de la integridad personal y comunitaria, así como la del involucramiento para cambiar el injusto orden socioeconómico.

La pregunta incluida como título en el libro de David Stoll, Is Latin America Turning Protestant?,7 publicado en 1990, ante las evidencias numéricas, puede responderse afirmativamente, pero, también, a la inversa y en términos cuantitativos.

América Latina, gradualmente, ha ido inclinándose hacia cierto tipo de protestantismo, al mismo tiempo que dicho protestantismo se ha latinoamericanizado haciendo suyos rasgos como el patrimonialismo, tendencia al pensamiento mágico, adopción de formas de gobierno verticales y autoritarias, predominancia del machismo, apropiación de un clericalismo que disemina en las comunidades la noción que solamente unos cuantos son dispensadores de rituales y bienes simbólicos de salvación/bendición en tanto el pueblo creyente es mero consumidor de esos bienes.

¿Cómo se llegó al panorama descrito? Es resultado de múltiples factores y, tal vez, el centro del asunto esté en la necesidad de sentido y experiencia espiritual de la población latinoamericana.

El mensaje evangélico posmoderno que tiene más aceptación es apropiado por personas con ciertas características, expectativas e intereses, no son “recipientes” vacíos sino que en su orfandad se sujetan fuertemente de ofertas simbólicas que les dan certeza en un mar de incertidumbre.

Por el lado de quienes ofertan el Evangelio a la carta, es decir al gusto de la clientela, tenemos desde hace dos décadas

la influencia (“magisterio”) de la televisión evangélica sobre su feligresía, la presencia de una nueva camada de evangélicos entusiastas sin historia, la fuerza del entretenimiento litúrgico y el bajo perfil del discipulado cristiano, la reducción económica del evangelio en las teologías de prosperidad, el afán desmedido por los “grandes” en el crecimiento numérico y el multiculturalismo religioso. Más importante aún que los aspectos mencionados es la tendencia a diluir la persona de Jesucristo y su obra redentora mediante la absorción de las corrientes “mentalistas” (pensamiento tenaz) que muy solapadamente se van afianzando en la iglesia.8.

La cita forma parte de una exposición realizada en 2001 por Arturo Piedra en el núcleo costarricense de la FTL. Por un lado analizó el perfil dominante del evangelicalismo latinoamericano, a la vez que advirtió sobre la tentación de aislarse del compromiso eclesial y meramente ser un francotirador que dispara certeros proyectiles.

Reivindicaba una característica fijada por la generación fundadora de la FTL: el compromiso vital con una comunidad de creyentes, al interior de la cual se desarrolla el ministerio propio en articulación con los de quienes conforman la iglesia local. Afirmó que crítica y paciencia comprometida debían conjugarse, porque

Las condiciones actuales y la experiencia del pasado nos recuerdan que los críticos a ultranza no ganan credibilidad en la iglesia por más verdad que haya en sus planteamientos. Los frutos de cualquier proceso de deconstrucción dependerán, en gran medida, de sus fundamentos constructivos. Deconstruir sin construir aporta poco, y buscar construir sin deconstruir implica desconocer el rumbo que se quiere seguir y lo que se anhela superar. Sin embargo, construir es –sin duda– la meta positiva que debe guiar las relaciones con la iglesia.

En último análisis, se deben evitar posiciones mesiánicas que podrían confabularse contra toda intención de hacer que la iglesia entienda su responsabilidad en la sociedad. Hay que tomar en cuenta que somos parte de esa familia que se llama iglesia, y las actitudes impropias de algunos de sus miembros siempre serán razones insuficientes para distanciarse de ella. No se justifica tampoco la ruptura con ella en virtud de su conservadurismo teológico, ya que entonces se tendría que renunciar también a una sociedad que está dominada por valores e instituciones, como el sistema educativo que promueve la resistencia a todo anhelo real de una sociedad justa y fraterna.9.

Al gran crecimiento cuantitativo protestante no le ha seguido lo que desde adentro de las comunidades de fe se llama discipulado, y que hacia afuera pudiera ser visto como creación de ciudadanía, construcción de personalidades democráticas que son agentes de cambios mentales y culturales.

En este sentido cabe la distinción sociológica que afirma puede estudiarse el fenómeno religioso como creencia y/o como conducta. ¿En qué son contrastantes las conductas de los protestantes/evangélicos latinoamericanos con las de quienes no lo son? ¿Son sus comunidades más democráticas, horizontales, preocupadas por el otro, con menos casos de abusos de todo tipo y corrupción?

¿O todo, o la mayor parte, consiste solamente en cambios de algunas creencias y nuevos ritualismos que no alteran/transforman rasgos subsistentes de la cultura patrimonialista latinoamericana?

El ritualismo protestante/evangélico que más crece produce una religiosidad que se manifiesta en la cautividad babilónica de la Iglesia (para decirlo en términos de Martín Lutero10).

Ella, para liberarse de la cautividad, siempre debe regresar a la fuente de su origen: el Evangelio de Jesús el Cristo, quien llamó a seguirle como discípulos y discípulas y no como consumidores de rituales que podrán ser muy satisfactorios para quienes participan en ellos pero que, a la luz, de un seguimiento integral del Evangelio son ceremoniales huecos.

Notas

1. Religion in Latin America: Widespread Change in a Historically Catholic Region, 13 de noviembre de 2104. El estudio es de 310 páginas y fue publicada una versión condensada en español de 29 páginas: Religión en América Latina. Cambio generalizado en una región históricamente católica.

2. Descatolización o protestantización son términos cargados de intención que dejan fuera en el análisis del campo religioso otros cambios que tienen lugar en el campo religioso. Para el caso de México, y una mejor explicación de las mutaciones religiosas ver la investigación de Carlos Garma Navarro, “Conversión y movilidad religiosa, una propuesta para su análisis”, Revista Cultura y Representaciones Sociales, Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, vol. 12, núm. 24, marzo de 2018, pp. 97-130.

3. Religion in Latin America, p. 14

4 Gonzalo Báez-Camargo, Hacia la renovación religiosa de Hispano-América. Resumen e interpretación del Congreso Evangélico Hispano-Americano de la Habana, Casa Unida de Publicaciones, S. A., México, 1930.

5 Un estudio importante sobre las ideas de la generación que dio la lid intelectual para defender la legitimidad del protestantismo es el de Carlos Mondragón, Leudar la masa. El pensamiento social de los protestantes en América Latina: 1920-1950, Ediciones Kairós-Fraternidad Teológica Latinoamericana, Buenos Aires, 2005. También es importante la obra de Daniel Salinas, Teología con alma latina. El pensamiento evangélico en el siglo XX, Ediciones Puma, Lima, 2018.

6 “Una teología evangélica para Iberoamérica”, en Pedro Savage (editor), El debate contemporáneo sobre la Biblia, Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona, 1972, pp. 17-36.

7 David Stoll, Is Latin America Turning Protestant? The Politics of Evangelical Growth, University of California Press, Berkeley, 1990.

8 Arturo Piedra, “Lo nuevo en la realidad del protestantismo latinoamericano”, en Arturo Piedra, Sidney Rooy y H. Fernando Bullón (editores), ¿Hacia dónde va el protestantismo? Herencia y prospectivas en América Latina, Ediciones Kairós-Fraternidad Teológica Latinoamericana, Buenos Aires, 2003, p. 22.

9 Ibid., pp. 22-23. Sobre la dimensión comunitaria de la reflexión en la FTL ver Samuel Escobar, Hacer teología en comunidad, en Alexander Fajardo y David Mesquiati de Oliveira (editores), FTL 45 anos e as fronteiras teologicas na contemporaneidade: Consulta Continental 2015, Garimpo Editorial, Sao Paulo, 2016, pp. 153-169.

10 Martín Lutero, “Preludio sobre la cautividad babilónica de la Iglesia (1520)”, en Obras reunidas, tomo I, Pablo Toribio (editor), Editorial Trotta, Madrid, pp. 219-307.

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