Hacia el cincuentenario de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, algunas notas (5)

Indagar sobre la identidad, ¿quiénes somos, y para qué somos?, ha sido un ejercicio constante en la Fraternidad Teológica Latinoamericana.

17 DE MAYO DE 2020 · 18:00

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Vías en Perú. / Paul, en Unsplash.

A Samuel Escobar, C. René Padilla, Pedro Arana

y Pedro Savage (in memoriam), con profundo agradecimiento.

Indagar sobre la identidad, ¿quiénes somos, y para qué somos?, ha sido un ejercicio constante en la Fraternidad Teológica Latinoamericana. Cada generación debe abordar la cuestión identitaria, para examinarla, mirarse en el espejo y comprender la herencia recibida. Nadie nace ni se desarrolla en el vacío cognitivo, sino que lleva consigo un cúmulo de presupuestos desde los cuales se interpreta la realidad. La generación fundadora de la FTL evaluó el legado recibido, hizo un cernimiento del mismo para renovarlo y esforzarse en pensar teológicamente el turbulento contexto de América Latina.

Antes de que la pandemia del COVID-19 hiciese estragos, estaba programada la Consulta Identidades evangélicas en América Latina: contextos, contrastes y desafíos, con la cual se celebrarían las cinco décadas de fundación del movimiento. La reunión ha sido pospuesta para realizarse en el 2021. El tema del evento celebratorio convocaba para explorar nuestro pasado, evaluar el presente y hacer ejercicio de prospectiva sobre el horizonte vislumbrado. El Comité directivo de la FTL acertó, me parece, al elegir identidades evangélicas, en lugar de identidad, porque el cristianismo protestante/evangélico latinoamericano es diverso y se encuentra en un proceso de mayor diversificación.

Antes de continuar hago una aclaración. En la entrega pasada de la presente serie escribí incorrectamente el lugar donde tuvo lugar, en diciembre de 1970, la fundación de la FTL. Escribí que fue en Carachimpa, en Cochabamba, Bolivia, cuando debí teclear Carachipampa. Agradezco a Marcelo Vargas, director de Centro de Capacitación Misionera, en la capital boliviana, la observación sobre mi errata.

La identidad tiene que ver con las características particulares, singulares, que tiene una persona/grupo y le dan elementos nucleantes que conforman un perfil de ideas/creencias y conductas que se desprenden de aquéllas. El colectivo protestante/evangélico latinoamericano fue estigmatizado como extraño a la cultura hispanoamericana, un advenedizo malquerido por la matriz cultural y religiosa que forjó el régimen colonial español y portugués, permeado religiosamente por el catolicismo de la Contrarreforma.

Desde los primeros pasos de la FTL correspondió a Samuel Escobar incidir en la temática de la identidad del protestantismo iberoamericano y su pretendida ajenidad en España y América Latina. Al principio Escobar bosquejó el asunto, conforme fue adquiriendo más datos y herramientas analíticas estableció líneas interpretativas en cuento al origen y desarrollo del cristianismo evangélico en Amerindia. Enfatizaba la necesidad de preservar, y potenciar, los que consideraba rasgos de las iniciales generaciones evangélicas en nuestras tierras: la necesaria relación causal entre dar a conocer el Evangelio de Jesucristo, su encarnación en una comunidad confesante y el contraste de tal comunidad con la cultura en que estaba inmersa, transformándola mediante el servicio y creación de ciudadanía democrática. Ésta última no la conceptualizaba con los términos que he usado, sin embargo el discipulado integral que visualizaba contenía como expresión hacia la encarnación en el mundo un perfil ciudadano bien diferenciado del patrimonialismo dominante en el Continente. De allí su advertencia en 1970 al referir los argumentos de quienes, en el seno evangélico, dedicaba casi la totalidad de sus fuerzas al objetivo de crecer numéricamente:

Lo que sí me preocupa sumamente es que si esa nueva forma de cristianismo, cualquiera que sea su énfasis particular , deja de lado el fundamento bíblico y la exposición de “todo el consejo de Dios” [Hechos 20:27], podría bien caer en una forma religiosa desprovista de dinámica ética porque creo que todos estarían de acuerdo conmigo en que la transformación de un hombre que luego ha de transformar la sociedad no se da instantáneamente en un momento sino en el contacto con la Palabra, día tras día, a partir del momento en que ese hombre ha aceptado como su Señor al Señor de la Palabra. Pero si ciertas experiencias religiosas desplazan lentamente a la Palabra, ¿qué cambio, qué santificación, puede darse? Un cristianismo que ha desplazado la Biblia a un lugar secundario ¿no corre el peligro de quedarse en “opio del pueblo” o “refugio de las masas”? Al hacerse esta pregunta no estoy pensando en una denominación particular, pues creo que el desplazamiento de la Palabra de Dios se ha dado en varias de ellas en América Latina.1

 

La incisiva observación de Samuel Escobar sobre el protestantismo que estaba emergiendo como una nueva “forma religiosa desprovista de dinámica ética” se fortalecería de tal manera que en los siguientes años sería la forma predominante en el cristianismo evangélico latinoamericano. Se estaba gestando un cambio de paradigma identitario, del cual Escobar daría cuenta con mayor detenimiento en un ensayo publicado en los primeros números del órgano oficial de la FTL, el Boletín Teológico.2

En cuatro décadas los análisis de dos protestantes comprometidos son contrastantes respecto de, por un lado, el horizonte promisorio vislumbrado por Gonzalo Báez-Camargo en el Congreso Evangélico de la Habana en 1929, y, por el otro, la constatación por parte de Samuel Escobar del tipo de cristianismo evangélico que más se arraigaba. El primero deseaba y esperaba que el cristianismo evangélico tuviese energía para renovar religiosamente, social y culturalmente a Hispano-América.3 Escobar atestiguaba que la identidad evangélica emergente descansaba más en cambio de rituales que en la consolidación de un ethos transformador de la que Gabriel García Márquez, en su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura, llamó la “realidad descomunal” de América Latina.4

Hacia el cincuentenario de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, algunas notas (5)

 

Notas

1 La Biblia y la revolución social en América Latina, fotocopia, p. 3, ponencia presentada en la consulta fundacional de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, Cochabamba, Bolivia 12-18 de diciembre de 1970. Este trabajo no fue incluido en el volumen que compiló la mayor parte de las ponencias, Savage, Pedro (coordinador), El debate contemporáneo sobre la Biblia, Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona, 1972.

2 “Identidad, misión y futuro del protestantismo latinoamericano”, Boletín Teológico, núms. 3-4, 1977, pp. 1-38.

3 Gonzalo Báez Camargo, Hacia la renovación religiosa en Hispano-América. Resumen e interpretación del Congreso Evangélico Hispano-Americano de la Habana, Casa Unida de Publicaciones, México, 1930.

4 Gabriel García Márquez, “La soledad de América Latina”, discurso en la recepción del Premio Nobel de Literatura 1982, en Yo no vengo a decir un discurso, Random House Mondadori, México, 2010, p. 25.

 

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