Carla y René Sterk: aprendizaje misionero en Chiapas

Su trabajo entre los pueblos originarios de la entidad, principalmente con los tzotziles, les abrió comprensiones que obtuvieron durante sus casi cuatro décadas de trabajo misionero.

12 DE ABRIL DE 2020 · 21:00

Población tzotzil en San Juan Chamula. / Wikimedia Commons,
Población tzotzil en San Juan Chamula. / Wikimedia Commons

Los conocí en 1996 y entonces me ayudaron a comprender la diversificación religiosa de Chiapas. El trabajo de Carla y René Sterk entre los pueblos originarios de la entidad, principalmente con los tzotziles, les abrió comprensiones que obtuvieron durante sus casi cuatro décadas de trabajo misionero en parte del territorio chiapaneco.

Ambos aprendieron tzotzil en algunas de sus variantes. Su casa fue centro donde se fue gestando la traducción al tzotzil de Chenalhó, cuya presentación tuvo lugar en Yabteclum, en abril de 1998. Al acto asistieron miles de creyentes tzotziles. René y Carla llegaron a Chiapas en 1966 y regresaron a vivir a los Estados Unidos en 2005. Los dos impartieron cursos en Western Seminary, donde enseñaron los principios misionológicos adquiridos entre la hermandad tzotzil. Vivieron los años más cruentos de la persecución contra los indígenas evangélicos por parte de los tradicionalistas. Sobre el tema René escribió una tesis de doctorado (es teólogo y además antropólogo), la que en su mayor parte se publicó en libro que salió a la luz el año pasado. 

Hacia noviembre de 2019 Carla me localizó por Messenger. Tras saludarla y expresarle mi alegría de tener nuevamente contacto, le pregunté por el entrañable René. Su respuesta me dejó muy impactado: “Hace dos años tuvo un accidente grave en bicicleta que le dejó paralizado desde el pecho para abajo. Anda en silla de ruedas y todavía está en terapia”. Rescato aquí la parte final de una larga conversación que tuve con ellos al poco tiempo que retornaron a Holland, Michigan. Mis preguntas han sido retiradas, para mayor fluidez de lo expresado por Carla y René.

 

Carla: Ahora que regresamos a Estados Unidos pareciera como si nos fuéramos al extranjero, porque hemos vivido más tiempo aquí que allá. Nos llevamos las bendiciones del sur al norte. Una lección que compartiré allá, es que en Navenchauc [pueblo cercano a San Cristóbal de Las Casas, antigua capital de Chiapas] me di cuenta que el poder maligno es más fuerte de lo que antes pensábamos, la realidad espiritual está presente. Como crecí en una comunidad cristiana, en una familia cristiana, vivía cómodamente, nunca pensé en espíritus malos ni el poder de los chamanes. En mis años en la clínica pude constatar que los hechiceros pueden causar la muerte, nunca antes pensé en esa posibilidad. Al mismo tiempo pude ver milagros de Dios en la clínica, milagros en la Iglesia, comprobé que el poder de Dios es más grande de lo que imaginaba. En esos años vi más milagros que los presenciados en los Estados Unidos. Tal vez porque la pobreza y la escasez hacen depender más de Dios. Fue sorprendente ver los cambios en los corazones de curanderos, brujos, chamanes, caciques, que golpeaban a sus esposas, que se alcoholizaban cada día. De gente así, ver cómo cambió, y saber que no se debió al trabajo misionero, ni al de la clínica, sino por el poder de Dios. 

René: Nuestra convicción de la realidad espiritual en la vida cotidiana es algo fundamental que aprendimos aquí y nos llevamos a los Estados Unidos. La otra cuestión es, como ya dijo Carla, el cambio radical en las personas. Cuando establecemos relaciones con personas y vemos su cambio de vida en muchos sentidos, que son nuestros amigos, hermanos queridos, hermanos y hermanas en Cristo, que van a estar con nosotros en el cielo, es muy pero muy emocionante. Todo lo que aprendimos no puede superar esta alegría. No estamos hablando de la Iglesia como institución sino de gente que amamos profundamente. Las lecciones culturales que nos llevamos de regreso también son importantes. El respeto a las culturas indígenas, respeto a sus formas de vida, sus creencias mayas. Hemos aprendido que si no respetamos todo eso, entonces perdemos todo ese tesoro que ellos tienen. Dios sembró en esta cultura maya cosas que nos pueden ayudar ahora con la gente en los Estados Unidos. Ellos tienen valores que no tienen en los Estados Unidos. Tienen valores que quiero compartir allá. 

Carla: Porque son más espirituales, incluso los que no son cristianos. En los Estados Unidos, y en México también, más en las ciudades, tenemos gente a la que no le importa la dimensión espiritual. Los indígenas tienen raíces del cristianismo en su cultura. Ha sido maravilloso comprobar su deseo de aprender, son pobres y sin educación escolarizada pero aprenden muy rápido. Ahora ellos y ellas ya saben traducir, usar computadoras, enseñar en la Escuela Bíblica, trabajar como paramédicos y doctores. Ya se apropiaron de la misión y sus objetivos. 

René: En los Estados Unidos se ha perdido el sentido de comunidad. Y esta es una de las razones por las que hemos sido invitados para ir al Seminario Western [en Michigan], porque cuando el presidente de este Seminario visitó Chiapas se dio cuenta del valor comunitario y nos dijo que debíamos compartir ese valor en la institución que preside, porque era una necesidad. Hay que compartir conocimientos pero también hay que compartir la vida. Ahora con los cambios en los Estados Unidos, veo una nueva apreciación de las culturas. Casi la gran mayoría de evangélicos norteamericanos son muy etnocéntricos, no tienen la menor idea de cómo van a comunicar el Evangelio a otras culturas, y esto ¡cuando todas esas culturas ya son sus vecinos! En lugar de poder comunicar con ellos, y compartir con ellos, construyen sus paredes para que no tengan que hacer contacto con los extraños. Hacer eso es la muerte de la Iglesia. Necesitamos rescatar la enseñanza bíblica de ser hospitalarios con el huérfano, la viuda y el extranjero. 

Carla: Algo hermoso que hemos visto en nuestros hijos es que es natural para ellos el ser abiertos. Como Juanito que tiene su casita, que le dio la iglesia en donde es pastor, muy cerca de donde se localiza la iglesia, mientras allá muchos pastores dicen que ellos no quieren vivir tan cerca del templo. Juanito dice. “yo crecí en un cuarto con una familia, y después en un dormitorio en la universidad, entonces para mí es natural convivir cercanamente con la gente. Por esto yo quiero vivir cerca de la iglesia”. Nuestros hijos aprendieron esto con los tzotziles. En los Estados Unidos viven encerrados en sí mismos, no quieren “gastar” su tiempo recibiendo visitas. Mientras los tzotziles siempre nos dieron lo mejor que tenían en su casa cuando les visitamos. 

René: Hace poco estuvimos en Estados Unidos con nuestro hijo Juanito, lo acompañamos con su esposa a comprar algunos muebles para su nueva casa. Cuando vio una mesa grande, pero grande, dijo que esa era la que quería porque pensaba tener muchos invitados a comer. Esto hemos aprendido aquí, que en lugar de achicar nuestra mesa debemos agrandarla para que quepan más. No tenemos que pensar nada más en nosotros mismos, como ahora que somos nosotros dos, creer que necesitamos una mesa para dos personas, no, hay que tener la mesa lista para otros. La gente de Chiapas nos ha enseñado en realidad lo que significa ser misionero. Ellos nos han mostrado cómo alcanzar a su propia gente. En mi trabajo de enseñar evangelismo en los Estados Unidos, voy a usar todo lo que me enseñaron los indígenas de Chiapas sobre evangelización, que es algo natural, que es algo de establecer relaciones, no es un programa bien diseñado, ni son cuatro leyes espirituales, ni repartir folletos. En esto hemos aprendido una lección preciosa. Otro aspecto a subrayar es la dedicación de la gente, su compromiso. Los indígenas son muy decididos y hasta intransigentes en la defensa de su cultura, por eso la persecución a los creyentes. Pero cuando se convierten a Cristo tienen ese mismo compromiso con lo que creen, y comparten con los demás su fe de una manera muy decidida. No podía dejar de mencionar esto. 

Carla: Recuerdo que una vez estaba aquí de visita en la casa el antropólogo Jan Rus, quien es un investigador de gran prestigio, y entraron después unos tzotziles, y le preguntaron de inmediato “¿eres hermano o no?”. Él dijo, “creo que soy del diablo”, porque no supo qué decir. Ellos le volvieron a cuestionar, “¿y por qué no eres hermano?” 

René: Lo hicieron de una manera muy natural y muy abierta. Ellos le dijeron, “tú debes saber qué es el cristianismo, ¿no quieres escuchar?”. Jan Rus mencionó, “por eso está creciendo el cristianismo evangélico en Chiapas”.  

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