Más sobre ‘La Estrella de Belén’, periódico de la iglesia mexicana de Jesús

La publicación encabezada por Juan Amador y Severo Cosío fue bien recibida en algunos circuitos liberales del país.

08 DE FEBRERO DE 2013 · 23:00

,
La Estrellade Belén es el primer periódico protestante publicado en la ciudad de México, pero no del país. Antes vio la luz otra publicación: La Antorcha Evangélica. Los editores fueron Juan Amador y Severo Cosío,[1] quienes con, entre otros, Elías Amador (hijo de Juan), fundaron la Iglesia evangélica de Villa de Cos, Zacatecas. Santiago Hickey, irlandés que distribuye biblias en Monterrey a finales de 1862, y tiene como uno de sus primeros conversos al inmigrante inglés Thomas Westrup, inicia formalmente la organización de una iglesia evangélica en aquella ciudad cuando el 30 de enero de 1864 bautiza a Westrup y Arcadio Uranga.[2] Hickey hace un viaje a Zacatecas a principios de 1866, y se hospeda en casa de Julio Mallet Prevost y su esposa.[3] El 10 de diciembre del mismo año muere el primero en Brownsville, Texas. Su discípulo Thomas Westrup da continuidad a la obra en Monterrey, también visita al grupo que coordinaban Julio Mallet Prevost y Severo Cosío en Villa de Cos, Zacatecas, lo hace en junio de 1868. En un comunicado firmado el 12 de febrero de 1869 por casi 50 protestantes, entre ellos Prevost, Cosío, Juan Amador y su hijo Elías, dan a conocer que: Hace ocho meses el ministro apostólico Don Tomás Westrup estableció en esta villa una congregación religiosa de cristianos evangélicos, que ha podido no sólo conservarse, sino aumentar su número a pesar de la encarnizada oposición del clero y el frenético despecho de los romanistas, que han puesto en juego cuantos medios reprobados les sugiere su malicia para lograr extinguirla. Sin embargo, sus individuos no desmayan hasta ahora, no se desalientan ni flaquean, aun cuando por todas partes se les susciten odios y enemistades, se les calumnie groseramente, se prohíba en los púlpitos que se les hable, y se les haya hecho el blanco de estúpidas murmuraciones ante un pueblo como el nuestro, seducido y arrastrado por las erróneas doctrinas de una iglesia, o mejor dicho de un cuerpo sacerdotal, que de muchos siglos a esta parte tiene adulterada y corrompida la pureza de la Palabra divina.[4] Informan que están iniciando acciones para recaudar los fondos necesarios que les permitan construir un templo. Dan conocer que son zacatecanos, o residentes en la entidad, quienes han comenzado a dar sus aportaciones económicas porque “desean el progreso de nuestro país y sobre todo la propagación del verdadero cristianismo”. El templo en Villa de Cos abre sus puertas el 12 de junio de 1870, bajo el nombre de Iglesia Evangélica de México.[5] La publicación encabezada por Juan Amador y Severo Cosío fue bien recibida en algunos circuitos liberales del país. Muestra de ello es que varios artículos originalmente publicados en La Antorcha Evangélicafueron reproducidos en 1870 por el periódico político, filosófico y literario El Libre Pensador, órgano de La Sociedad de Libres Pensadores de México, presidida por Ignacio Manuel Altamirano.[6] El periódico protestante zacatecano levanta fuertes reacciones en la geografía de la entidad. Como respuesta el presbítero José Francisco Sotomayor inicia la publicación de La Antorcha Católica, cuyo “objetivo era competir con su paisano La Antorcha Evangélica”.[7] El impreso católico consideraba que la unión religiosa del país debía resguardarse, porque de otra manera estaría en peligro de ser anexado a los Estados Unidos. Esto porque los norteamericanos “trabajan por introducir entre nosotros los errores del protestantismo, que tiran a desunirnos y a preparar el terreno para la conquista que tiempo ha nos amaga”.[8] Los editores de La Estrellade Belén tenían conocimiento de su correligionario evangélico que se publicaba en Zacatecas, así como de los avances para solidificar la obra protestante. Por ejemplo, el número 12 informa que “La congregación de [Villa de] Cos prospera extraordinariamente, cuenta con un templo propio y un periódico intitulado La Antorcha Evangélica, del cual hemos leído con sumo placer algunos números”.[9] Nombre. El periódico de la Iglesia Mexicana de Jesús retoma el nombre de un libro elaborado por Henry C. Riley, La Estrellade Belén. El volumen incluía una serie de dieciséis folletos de cuatro páginas cada uno, originalmente publicados en 1867 para usarse entre los evangélicos de habla hispana en Nueva York que pastoreaba Riley. En dicho libro el misionero incluye varios himnos, algunos de su autoría y otros adaptados del inglés.[10] Le ayuda en esta “labor el Sr. Rivera y Río, que era un poeta bien conocido”.[11] La publicación, inicialmente quincenal, elige como epígrafe Mateo 2:2, “Porque su estrella hemos visto en el Oriente y venimos a adorarle”. Periodicidad y precio. El primer número de La Estrellade Belén sale a la luz pública el 25 de marzo de 1870. Anuncia que estará disponible los viernes de la segunda y cuarta semana de cada mes. A partir de la entrega número 7 (primero de julio) hace conocer a sus lectores que será semanal. Los siguientes nueve números el periódico cumple lo prometido. El correspondiente al 9 de septiembre sale un día después, debido a las escasez de papel.[12] El precio del número suelto era de seis centavos en la capital del país y nueve fuera de ella. En la colección de la Hemeroteca Nacional de México se resguardan los números 1 al 17. Hemos tratado de localizar entregas posteriores en otros lugares que conservan publicaciones periódicas del siglo XIX. Hasta el momento sin éxito alguno. Parece que después del número final en poder de la Hemeroteca Nacional siguió publicándose, de forma un tanto azarosa, La Estrellade Belén. Consideramos lo anterior porque un impreso adversario, La Razón Católica, en su número 18 (del 30 de diciembre de 1870), con júbilo anuncia la ausencia del periódico protestante en los siguientes términos: La Estrellade Belén. Ha dejado de alumbrar ya esta estrella en el cielo del periodismo, sin que se tuviera noticia previa de su eclipse que no sabemos si es parcial o total, como anuncian de la luna los calendarios en su sección astronómica. Mucho nos alegramos de la desaparición de ese cometa fatídico, aunque haya dejado pendientes varias cuestiones con La Razón Católica, que estaba pronta a impugnar las doctrinas disolventes que con escándalo de los verdaderos cristianos estuvo publicando […][13] Impresión y lugar de venta. Del número inicial hasta el 13 (con fecha 12 de agosto) se consigna como lugar de impresión la Imprenta de J. Rivera & Hijo, calle del Coliseo 4. Es muy probable que el propietario del taller haya sido la misma persona que Riley conoce en Nueva York, el liberal José Rivera y Río. Él “le habló al Sr. Riley de la buena oportunidad que había en la patria de [Benito] Juárez para propagar las doctrinas evangélicas entre los muchos liberales que se habían separado de la Iglesia romana virtual y ostensiblemente. El Sr. Riley se animó mucho y resolvió visitar México”.[14] Acerca de Rivera y Río (¿?-1890) anotamos que funda varios diarios, es periodista y escritor, combate la Intervención francesa en 1862, es apresado y después se exilia en Nueva York. La experiencia de haber vivido varios años en la llamada Urbe de Hierro le sirve para escribir la novela Los dramas de Nueva York (1869).[15] “En las tres novelas publicadas [por Rivera y Río] en 1861 —Las tres aventureras, Fatalidad y providencia, Mártires y verdugos— hay ataques significativos al (o los) ‘monopolio(s)’, los cuales, en opinión del narrador, son sin duda una de las causas importantes de la situación de pobreza en la que estaba sumida la mayor parte de la población”.[16] Respecto al lugar permanente de venta, además de vía suscripción y voceadores ambulantes, los interesados podían comprar la publicación en la “librería situada en la 1ª calle de San Francisco, junto al número 14”. Así fue con los tres primeros números. Es importante recordar que el representante de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, John W. Butler, dirige al gobierno una petición para que los materiales distribuidos por él queden exentos de impuestos. Solicita que “se [le exima del pago de $57.80 [pesos] que por contribución le impusieron cada cuatro meses, al expendio de Biblias que tiene abierto en la 1ª calle de San Francisco núm. 14”.[17] Es decir, la agencia bíblica y el expendio del periódico estaban prácticamente en el mismo lugar. En tanto que alguna prensa de la capital comenta que la exención favorece a los protestantes, en otras publicaciones se sostiene que la medida no es un acto para privilegiar al protestantismo, ya que “el gobierno, evidentemente, no tiene un objetivo sectario”, sino que pretende facilitar la circulación de libros que elevan “el bienestar y la instrucción pública”.[18] La Estrellade Belén hace del conocimiento público (en el número 4, del 13 de mayo) que cambia de domicilio su expendio fijo, se muda a la vuelta del anterior, “calle de Gante junto al Circo Nacional”. Tras casi un mes de no haberse publicado, nuevamente traslada las ventas fijas de la publicación a la “segunda calle del Factor número 7”, según notificación incluida en la entrega 5, la cual por error lleva impreso en la primera página el número 4. Ahí permanecería hasta el número 17 (fechado el 10 de septiembre). Editor responsable. En los 17 números el editor es Jesús Buen Romero, ex sacerdote católico y abogado.[19] Él se mantuvo activo en la Iglesia de Jesús en México, y para cuando el movimiento tiene un gran impulso (entre abril de 1871 y octubre de 1872 con la conversión y liderazgo del ex sacerdote dominico Manuel Aguas), alcanza una posición en el grupo directivo de la organización religiosa y estuvo entre loas candidatos a ser nombrado obsipo.[20] Otro abogado, Nicolás Islas y Bustamante, es el autor de varios artículos en el periódico, en ellos afirma las creencias protestantes frente a los dogmas católico romanos. Islas y Bustamante es directo en sus críticas a la Iglesia católica. En un artículo titulado “La idolatría en México” compara el culto a las imágenes y la veneración a los santos prescrita por la institución romana, con lo normado por la Biblia, particularmente en el segundo de los Diez Mandamientos (Éxodo 20:1-17). Sostiene que incluso en la Biblia de traducción católica usada en el México de aquellos días, la de Felipe Scío de San Miguel, es claro el mandato: “No te harás para ti obra de escultura, ni figura alguna de lo que está arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de las cosas que están en las aguas debajo de la tierra. No las adorarás, ni les darás culto, yo soy el Señor tu Dios […]”. Enfático afirma que “la conducta de la Iglesia Romana está en abierta oposición con las Sagradas Escrituras […] ¿Con qué palabras podremos lamentar la mala fe de Roma que expresen lo horrible de su sacrílega y nefanda conducta?”.[21] La próxima semana esperamos finalizar esta breve serie de tres partes sobre La Estrellade Belén y su significado en la construcción del protestantismo mexicano.

[1] Leopoldo Cervantes-Ortiz, La Antorcha Evangélica de J. Amador ilumina México”, en Protestante Digital, 23/VI/2012. [2] Justo Anderson,Historia de los bautistas. Sus comienzos y desarrollo en Asia, África y América Latina, tomo III, Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, 1990, p. 20.
[3] Joel Martínez López, Orígenes del presbiterianismo en México, s/e,Matamoros, Tamaulipas, 1991, p. 61.
[4] El Siglo Diez y Nueve, 7/III/1869, p. 3.
[5] Joel Martínez López, op. cit., p. 64.
[6] Los números publicados de El Libre Pensador fueron editados por la Imprenta dirigida por José Batiza, calle de Alfaro núm. 13, México, 1870, 416 pp.
[7] Alejandra Vigil Batista, “La Antorcha Católica, periódico religioso, de literatura y variedades”, en Miguel Ángel Castro y Guadalupe Curiel (coordinación y asesoría), Publicaciones periódicas mexicanas del siglo XIX: 1856-1876 (Parte I), UNAM, México, 2003, p. 62.
[8] Ibid.
[9] La Estrellade Belén, 5/VIII/1870, p. 4.
[10] Cecilio McConell, Comentario sobre los himnos que cantamos, Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, 1985, p. 19. Del mismo autor, La historia del himno en castellano, Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, 1987, pp. 125-126.
[11] Arcadio Morales, “La himnología evangélica de México”, El Faro, 1/IV/1906, p. 56.
[12] La Estrellade Belén, 10/IX/1870, p. 4.
[13] La Razón Católica, 30/XII/1870, p. 2.
[14] Ibid.
[15] Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de México, sexta edición, Editorial Porrúa, México, 1995, p. 2970.
[16] Adriana Sandoval Lara, “Las novelas sociales del siglo XIX. Un primer acercamiento a José Rivera y Río”, en Belem Clark de Lara y Elisa Speckman (editoras), La Repúblicade las letras. Asomos a la cultura escrita del México decimonónico. Ambientes, asociaciones y grupos. Movimientos, temas y géneros literarios, vol. I, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2005, p. 309.
[17] La Iberia, 4/V/1869, p. 3.
[18] The Two Republics, 12/V/1869, p. 3.
[19] Alejandra Vigil Batista, “La Estrellade Belén, periódico cristiano”, en en Miguel Ángel Castro y Guadalupe Curiel (coordinación y asesoría), Publicaciones periódicas mexicanas del siglo XIX: 1856-1876 (Parte I), UNAM, México, 2003, p. 290.
[20] Arcadio Morales, “Memorias”, El Faro, 15/VI/1947, reproducido en Alberto Rosales Pérez, op. cit., p. 36.
[21] La Estrellade Belén, 8/IV71870, pp. 2-4.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - Más sobre ‘La Estrella de Belén’, periódico de la iglesia mexicana de Jesús