Inteligencia artificial y relaciones simuladas (I)

¿La promoción de las "relaciones" con las máquinas contribuirá al bienestar de la sociedad y al florecimiento humano, o proporcionará nuevas oportunidades para la manipulación y el engaño de los más vulnerables?

  · Traducido por Rosa Gubianas

27 DE FEBRERO DE 2020 · 12:15

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Foto de Franck V. en Unsplash.Unsplash.

Esta es la primera parte de un “Artículo de Cambridge” publicado por el Prof. John Wyatt con el Jubilee Centre.

Resumen

Es probable que las interacciones con las aparentemente humanas y “emocionalmente ingeniosas” IAs (Artificial Intelligence, por sus siglas en inglés) se conviertan en algo común en los próximos diez años, desde los agentes totalmente incorpóreos como los chatbots hasta los robots humanoides físicos.

Esto llevará a nuevos y preocupantes dilemas éticos, personales y legales. La promoción de las ‘relaciones’ con las máquinas, ¿contribuirá al bienestar de la sociedad y al florecimiento humano o proporcionará nuevas oportunidades para la manipulación y el engaño de los más vulnerables?

Como cristianos bíblicos estamos llamados a salvaguardar y a celebrar la centralidad de las relaciones personificadas entre los seres humanos, particularmente en las funciones esenciales de cuidado y terapia, en nuestras familias y en nuestras comunidades cristianas.

Introducción

La película de 2013 Her construye un mundo cercano al futuro en el que Theodore, un joven soltero despechado, se enamora de Samantha, que es genial, atrevida, astuta e íntima. 

Pero es completamente virtual; una inteligencia artificial en la nube que permanece en contacto con Teodoro dondequiera que vaya, comunicándose por medio de un pequeño auricular. Pero tal vez el mundo ficticio de Her no esté tan lejos. 

Eugenia Kuyda y Roman Mazurenko fueron empresarios tecnológicos que desarrollaron una profunda amistad, llevada a cabo principalmente vía online con mensajes de texto. Pero, a la edad de 22 años, Roman murió en un accidente de tráfico. Eugenia quedó devastada y pasó por lo que ella llamó “una fase oscura”.

Entonces decidió construir un chatbot artificialmente inteligente para replicar la personalidad de Roman, en el que cargó todos los mensajes de texto que Roman había enviado durante años. Eugenia se encontró a sí misma “compartiendo cosas con el bot que no necesariamente le diría Roman si estuviera vivo”. Era increíblemente poderoso…

El AI chatbot  Replika que resultó de este trabajo se describe como “un espacio seguro para que hables de ti mismo todos los días”. Como dijo Eugenia: “Esas amistades incondicionales y esas relaciones cuando somos honestos y reales... son tan raras, y cada vez lo son más ... así que de alguna manera la AI te está ayudando a abrirte y a ser más honesto” [1].

Los chatbots

Cientos de empresas comerciales de todo el mundo están desarrollando chatbots de IA y dispositivos como el Alexa de Amazon, el Google Home y el Siri de Apple. Las compañías están comprometidas en una intensa competencia por tener sus dispositivos presentes en cada hogar, cada lugar de trabajo y cada vehículo. 

En 2018 Amazon informó que había cientos de miles de desarrolladores y fabricantes de dispositivos construyendo ‘experiencias’ de Alexa, contribuyendo a más de 70.000 ‘habilidades’ (temas individuales sobre los que Alexa es capaz de conversar), y hay más de 28.000 diferentes dispositivos inteligentes ya disponibles conectados a Alexa. 

Parece probable que las interacciones con AIs aparentemente humanas y ‘emocionalmente inteligentes’ se conviertan en algo común en los próximos diez años. Pero, ¿cómo deberíamos pensar en estas ‘relaciones’?

¿Pueden desempeñar un papel útil para los que sufren la pérdida de un ser querido o para los que simplemente desean tener una conversación honesta y autoreveladora? ¿O podrían las relaciones sintéticas con los IAs interferir de alguna manera en el desordenado proceso de las interacciones reales entre humanos, y en nuestra comprensión de lo que significa ser una persona?

Los robots de asistencia

Paro es un sofisticado robot alimentado por IA con sensores de tacto, luz, sonido, temperatura y movimiento, diseñado para imitar el comportamiento de una cría de foca [2].

En su libro Alone Together [Solos Juntos], Sherry Turkle reflexiona sobre la interacción entre Miriam, una anciana que vive sola en una residencia, y Paro [3]. En esta ocasión Miriam está particularmente deprimida debido a una difícil relación con su hijo, y cree que el robot también está deprimido.

Se vuelve hacia Paro, lo acaricia de nuevo y le dice: “Sí, estás triste, ¿no? Es duro ahí fuera. Sí, es duro”. En respuesta, Paro gira la cabeza hacia ella y ronronea con aprobación.  

Sherry Turkle escribe…”en el instante de aparente conexión entre Miriam y su Paro, un momento que la reconfortó, el robot no entendió nada. Miriam experimentó una intimidad con otro, pero en realidad estaba sola... No parece importarnos lo que estas inteligencias artificiales ‘saben’ o ‘entienden’ de los momentos humanos que podríamos ‘compartir’ con ellos. ...Estamos preparados para unirnos a lo inanimado sin prejuicios”.

Las aplicaciones para la salud mental 

Las ‘relaciones’ sintéticas juegan un papel cada vez más importante en el control y la terapia de la salud mental. El deliciosamente llamado Woebot es un chatbot de IA basado en un teléfono inteligente diseñado para proporcionar una terapia cognitiva conductual a personas con depresión o ansiedad [4]. 

Proporciona un ‘terapeuta digital’ basado en texto que responde inmediatamente de noche o de día. Una ventaja obvia de Woebot en comparación con un terapeuta humano es que está constantemente disponible. Como dijo un usuario; “lo bueno de algo como Woebot es que está ahí en tu teléfono mientras tú vives tu vida”.  

Alison Darcy, una psicóloga clínica de la Universidad de Stanford que creó Woebot, sostiene que no puede ser un sustituto de la relación con un terapeuta humano. Pero hay pruebas de que puede proporcionar beneficios positivos para aquellas personas con problemas de salud mental.

“La experiencia de Woebot no se corresponde con lo que sabemos que es una relación humano-computadora, y tampoco equivale a lo que sabemos que es una relación entre humanos”, dijo Darcy. “Parece ser algo intermedio” [5].

Hay una narrativa común que sustenta la introducción de los dispositivos de IA y los ‘acompañantes’ en muchos campos diferentes de la atención, la terapia y la educación. Simplemente no hay suficientes humanos capacitados para cumplir con tales roles.  

Las necesidades de atención y cuidados en todo el planeta son demasiado grandes y se presiente que sean cada vez mayores. Tenemos que encontrar una solución técnica a la falta de cuidadores humanos, terapeutas y profesores. Las máquinas, por lo tanto, pueden ser un sustituto ‘suficientemente bueno’.  

Algunos entusiastas pro-IA van más allá, argumentando que los humanos están frecuentemente mal entrenados, aburridos, fatigados, son caros y ocasionalmente criminales. En contraste, la nueva solución tecnológica está disponible las 24 horas del día. Nunca se aburre ni se desentiende. Se actualiza continuamente y funciona según las últimas directrices y códigos éticos. Puede ser multiplicada y ampliada indefinidamente. 

Para muchos tecnólogos las máquinas cuidadoras no sólo serán esenciales, ¡sino que serán superiores a los humanos a los que sustituyen! (Por supuesto que esta narrativa tecnocéntrica es altamente engañosa y será discutida con mayor detalle más adelante). 

A medida que la tecnología continúa desarrollándose, apoyada por una masiva financiación comercial, parece probable que en un futuro previsible nos enfrentemos a un espectro de diferentes máquinas que ofrecen relaciones simuladas, que van desde las totalmente desencarnadas, como un chatbot, pasando por un avatar o una imagen en una pantalla, hasta un robot humanoide físico. 

Los robots sexuales 

El desarrollo de los robots sexuales artificialmente inteligentes proporciona otra perspectiva para participar en las complejidades de las relaciones hombre-máquina. El debate académico se ha centrado en si el uso de los sexbots por adultos en privado debe ser regulado y si, a fin de cuentas, serán beneficiosos para los humanos [6].

Los argumentos libertarios clásicos han sido utilizados por los que están a favor del sexo con robots, centrando especialmente la atención en los seres humanos que sufren privaciones sexuales forzadas, incluidos los prisioneros, los militares, los que se ven obligados a vivir en entornos de un solo sexo y los que tienen problemas de salud mental o de aprendizaje.

De nuevo encontramos una versión del argumento ‘suficientemente bueno’; el sexo con una máquina puede no ser lo mismo que con una pareja humana amorosa, pero es mejor, según la explicación, que ser privado de la actividad sexual por completo.

No hay duda de que el desarrollo de los robots sexuales humanoides llevará a dilemas éticos y regulatorios preocupantes. ¿Debería la ley permitir a los humanos llevar a cabo acciones violentas y abusivas con los robots humanoides que piden clemencia de forma realista? ¿Debería prohibirse el uso de robots sexuales infantiles?

Estas preguntas están fuera del alcance de este documento, pero plantean complejas cuestiones morales y legales de importancia tanto para los pensadores seculares como para los cristianos [7].

Aunque ya se están empleando argumentos libertarios para oponerse a las restricciones legales de los robots sexuales, en mi opinión, la regulación y las sanciones penales serán necesarias, no sólo para proteger a los niños, sino también a los adultos, de los daños potenciales de la actuación violenta y abusiva con los robots humanoides. 

 

John Wyatt es Profesor Emérito de Pediatría Neonatal, Ética y Perinatología en el University College de Londres, e investigador superior del Instituto Faraday de Ciencia y Religión de Cambridge. 

Este artículo fue publicado por primera vez por el Jubilee Centre y se ha reproducido con permiso.

 

Notas

[1] Entrevista de la Radio BBC, 16 de febrero de 2018.

[2] www.parorobots.com

[3] Sherry Turkle, Alone Together, Basic Books, 2011.

[4] Ver https://woebot.io

[5] Citado en Business Indiser.

[6] John Danaher y Neil McArthur (eds), Robot Sex:Social and Ethical Implications[Implicaciones éticas y sociales] MIT Press, 2017.

[7] Ibíd.

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