Marileidy Paulino, oro y récord olímpico: “Con Dios nadie puede”

La atleta cristiana es la primera dominicana en lograr el oro en unos Juegos Olímpicos.

Redacción PD

Evangélico Digital · PARÍS · 10 DE AGOSTO DE 2024 · 16:16

La velocista dominicana, orando antes de la competición final./ Instagram Marileidy Paulino,
La velocista dominicana, orando antes de la competición final./ Instagram Marileidy Paulino

Marileidy Paulino ha hecho historia para República Dominicana este 9 de agosto al ganar la medalla de oro en la gran final de los 400 metros planos de atletismo en los Juegos Olímpicos París 2024. Con un tiempo de 48 segundos 17 centésimas, además logró el récord olímpico de la competición y se convirtió en la primera mujer de su país en ganar una medalla dorada en este tipo de eventos. Este oro de Paulino se suma a las dos medallas de plata que la dominicana logró en su debut en el escenario olímpico, en Tokio 2020.

La velocista dominicana, entrenada por el cubano Yaseen Pérez, se convirtió en la cuarta mujer más rápida de toda la historia en esta disciplina y batió el récord olímpico, que estaba desde el 29 de julio de 1996, en Atlanta, en posesión de Marie-Jose Perec, encargada de encender el pebetero de estos Juegos el pasado 26 de julio.

Paulino celebró su medalla de oro de Paris 2024 colgando una publicación en sus redes sociales donde agradece y alaba a Dios por el resultado de la carrera.

"Con Dios nadie puede", fue la descripción que escribió Paulino al subir una historia con fotos realizadas después de resultar ganadora olímpica.

Luego la atleta realizó otra publicación donde se observan imágenes suyas sobre la pista, caminando y durante la carrera, con la descripción "el poder de Dios es grande".

 

Una vida de fe y superación

Sin antecedentes deportivos en su familia, Marileidy Paulino, de 27 años, creció practicando deportes improvisados en su ciudad natal, Don Gregorio, a una hora en coche de Santo Domingo.

Paulino viene de una familia muy humilde, pero de profunda fe cristiana. Empezó a competir en atletismo para ayudar a subsistir a su familia. Al principio no tenía ni para zapatillas; primero compitió descalza y después con zapatillas prestadas. Hoy sigue manteniendo esa humildad y así, para cubrir sus desplazamientos sólo pide que aseguren los gastos de la presencia de su entrenador y su fisioterapeuta.

No deja de dar testimonio de su fe en Jesús. Tras su plata en los Juegos Olímpicos de Tokyo levantó la bandera dominicana y su Biblia; con lo que en realidad estaba levantando dos Biblias: la suya y la que aparece en la bandera dominicana. En una de sus zapatillas escribió “Dios es mi esperanza, amén”. La gran repercusión y trascendencia de estos hechos fueron analizados por el pastor y profesor Tomás Gómez Bueno en un interesante artículo.

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