Las elecciones en Países Bajos dejan un claro ganador, una figura política muy conocida: Geert Wilders. El fundador del Partido de la Libertad (PVV), nacionalista de extrema derecha, ha revolucionado el tablero político al obtener 37 escaños.

Su resultado (2,3 millones de votos y 20 miembros más en el parlamento) pone fin a 13 años de gobierno en los Países Bajos del tradicional partido de derecha del primer ministro Mark Rutte, el VVD.

Wilders y sus ideas no son nuevas. Como miembro experimentado del parlamento holandés, su discurso ha estado marcado durante años por sus posiciones antiislamistas y por un enfoque particularmente duro hacia la Unión Europea y la inmigración, hablando una y otra vez contra el “tsunami de solicitantes de asilo y migrantes”. Claramente se ha puesto del lado de Israel en la guerra de Gaza.

Un camino difícil para ser Primer Ministro

Tras obtener una contundente victoria, Wilders ha dicho que gobernará “para todos” pero ha subrayado que “la prioridad serán los holandeses”, porque “el pueblo quiere recuperar su nación”.

Para Evert Van Vlastuin, periodista holandés, Geert Wilders es “el prototipo del político plenamente secularizado (…) Nada es sagrado para él. Es lo opuesto a un estadista”.

Aun así, “no es ningún secreto que algunos cristianos apoyan a Wilders debido a su posición radical antiislámica”, expuso a Evangelical Focus el día después de las elecciones (ver la entrevista a continuación).

En un parlamento altamente fragmentado, el Partido de la Libertad necesitará el apoyo de al menos otros dos grupos, si no más. La izquierda, que quedó en segundo lugar, ya lo ha descartado por completo. Los partidos conservadores también tienen serias dudas sobre entrar en un gabinete liderado por Wilders.

Evert Van Vlastuin, jefe de redacción de CNE.news, una plataforma de noticias cristiana para Europa continental con sede en los Países Bajos, compartió su análisis con Evangelical Focus el día después de las elecciones.

Pregunta. Los medios internacionales hablan de la victoria de Wilders como un “shock”. ¿Había indicios en Países Bajos de que podría ganar?

Respuesta. Esta mañana conversaba con mi hija de 13 años. “Y qué pasó anoche”, preguntó.

“Geert Wilders se ha convertido en el más votado”, resumí. Ella estaba asombrada. “¿Eso significa que las cosas cambiarán?” “Quizás sí”, respondí con cautela. “Cambiarán, quiero decir … ¿un cambio que nos afecte?”

Es justo decir que mi hija estaba un poco sorprendida. Hasta ahora la política era algo lejano; no es algo que ella haya sentido como importante en su propia vida. Eso podría cambiar a partir de ahora.

Se esperaba que el PVV de Wilders creciera. Pero que tuviera una ventaja tan grande sobre el segundo partido (los Socialdemócratas y los Verdes) fue inesperado.

Ya ha sucedido antes que el PVV fue subestimado en las encuestas. Posiblemente porque es difícil llegar a estos votantes para los encuestadores, posiblemente también porque a los votantes también les da vergüenza decir que van a votar por el PVV.

P. ¿Cómo describirías a Wilders? ¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades?

R. Wilders es el prototipo del político plenamente secularizado. Nació en un catolicismo cultural. Pero su avance se produjo después del asesinato de Theo van Gogh en Amsterdam por un musulmán radical, en noviembre de 2004. A partir de ese día, Wilders agita incesantemente contra el Islam como un peligro para Occidente.

Es la personificación de la grave falta de respeto en la política. Nada es sagrado para él. Es lo opuesto a un estadista.

Pero aun así es un profesional. En los 19 años posteriores al asesinato de Van Gogh, se puede observar que Wilders es un político muy flexible. En esta campaña se ha presentado como un hombre moderado que está dispuesto a negociar sobre su programa.

P. ¿Qué pasará ahora? ¿Tiene posibilidades de formar gobierno?

R. El siguiente paso después de las elecciones es la orientación de una coalición. En el sistema actual, el partido más grande nombra a un emisario para encontrar socios potenciales. Hasta ahora, todos los partidos siempre han excluido a Wilders. El partido liberal VVD hizo una excepción en esta campaña.

Por el momento, sólo sabemos que será muy difícil formar coaliciones. Supongo que no habrá nuevo gobierno antes de junio de 2024.

P. ¿Cómo han votado los cristianos? ¿Cómo ven a una figura tan controvertida como Wilders?

R. No es ningún secreto que algunos cristianos apoyan a Wilders por su posición radical antiislámica y sus advertencias contra un “tsunami de solicitantes de asilo”. Piensan que los partidos cristianos tradicionales son demasiado blandos y que es hora de una masculinidad real.

Wilders también se ha manifestado abiertamente en contra del proyecto de ley de transición de género. Esto todavía está bajo consideración en la Cámara Baja; Las elecciones de ayer podrían ser el final de este asunto. Supongo que la mayoría de los cristianos activos votaron por los tres partidos cristianos. Algunos de los antiguos votantes del CDA y de la CU renunciaron al Nuevo Contrato Social (NSC), liderado por Pieter Omtzigt; un ex miembro de CDA. Su programa no es abiertamente democristiano, pero aún así es reconocible para algunos cristianos.

Los partidos cristianos sufren una “pérdida dolorosa”

Wilders, un ex católico romano que se define a sí mismo como agnóstico, ha dicho en el pasado que los cristianos son sus “aliados”.

Los Países Bajos, históricamente un país protestante, tienen hasta tres partidos políticos cristianos. El más grande, el CDA, formado tanto por protestantes como por católicos romanos, perdió la mayor parte de su representación (de 15 a 5 escaños). “Eso es menos del 10 por ciento de los 54 escaños que tenía el CDA cuando yo era niño a finales de los años 80”, dice el periodista Van Vlastuin.

Los protestantes moderados de Christen Unie, cayeron de 5 a 3 parlamentarios, después de haber tenido un papel clave en la caída del anterior gobierno de coalición. Mientras tanto, el SGP pietista-calvinista mantuvo los 3 escaños que tenía.

Tras los resultados de estas elecciones, ninguno de ellos parece estar en condiciones de formar parte del nuevo gobierno.