“La visita del Papa a R. D. Congo no conseguirá nada en absoluto”
Diferentes cristianos en el país se muestran escépticos ante el conjunto de declaraciones en clave humanista que Francisco ha realizado durante su visita oficial. El conflicto es profundo, recuerdan.
KINSHASA · 14 DE FEBRERO DE 2023 · 11:00
Tratar de resolver un conflicto que se alarga desde hace décadas en una visita de tres días es, cuanto menos, deshonesto. El papa Francisco no lo ha sido, sino que ha reconocido que el motivo de su visita oficial a República Democrática del Congo era “traer la cercanía, el afecto y el consuelo de toda la Iglesia, y aprender de su ejemplo de paciencia, valentía y lucha”.
Sin embargo, lo que sí que han intentado Francisco y el Vaticano con su 40º viaje “apostólico” es generar una expectativa que, quizá, dista demasiado de la realidad que viven los congoleños desde hace décadas. “La Iglesia y el Papa confían en vosotros; creen en vuestro futuro, en un futuro que está en vuestras manos”, ha señalado Francisco.
Con el 64% de la población viviendo con menos de dos euros al día, y 15 millones de niños y niñas que necesitan asistencia humanitaria urgente, según World Vision, la situación en República Democrática del Congo parece exigir movimientos más relevantes por parte de la comunidad internacional, incluido el Estado Vaticano. “Esta visita no conseguirá nada, nada en absoluto”, dice Jean, un cristiano congoleño que ha respondido a las preguntas de Protestante Digital.
Visita en un momento de escalada
La visita de Francisco a la República Democrática del Congo se produce en un año 2023 en la que el país volverá a las urnas para escoger a su presidente, después de la victoria de Félix Tshisekedi en 2018 poniendo fin a la dinastía de los Kabila. Muchos albergaban grandes expectativas en el histórico líder opositor, ocupando ahora la presidencia. Sin embargo, su mandato ha puesto de manifiesto lo desestructurado del Estado y la lejanía entre Kinsasa y el este.
“República Democrática del Congo es un país inmenso e ingobernable”, dice una evangélica española que ha vivido durante años en el país. “Hay un ministerio de descentralización y las provincias tienen cierta autonomía, pero no hay dinero y la corrupción y la incompetencia hacen el resto”, añade.
Cuando se encuentra con congoleños y les explica que ha vivido en el este del país, esta voz evangélica española explica que siempre la miran con sorpresa. “Kinsasa y el este son dos países diferentes”, dice. “Un ejemplo muy claro de esto es que Tshisekedi tardó tres meses en visitar la zona de Kivu del Norte después de ganar las elecciones. Se puede entender el sentimiento de abandono que tiene la gente del este”, añade.
Precisamente, el del conflicto en el este fue uno de los puntos que Tshisekedi abordó en su campaña electoral de 2018. “Resolver la guerra en el este del país fue el punto principal de su discurso electoral”, subraya Aristide Lathoum, secretario general de los Grupos Bíblicos Unidos de República Democrática del Congo. Este líder evangélico local considera que el presidente ha aportado “una nueva perspectiva” en la lucha contra grupos paramilitares como el M23 o las ADF (Allied Democratic Forces), sustituyendo algunas tropas o favoreciendo la vía diplomática. No obstante, opina que “no ha acertado en su apuesta”. “También debemos reconocer que su poder se ha visto empañado por una aguda inexperiencia política, la corrupción, la malversación de fondos y la inseguridad alimentaria. Estas cosas debilitan la autoridad del Estado y no pueden facilitar la resolución del conflicto”, añade.
Una elecciones peligrosas
Aunque programadas para el 20 de diciembre, las elecciones presidenciales trasladan ya al país un aire de tensión que poco favorece a la situación en el este. Tshisekedi optará a la reelección y se enfrentará a su pasado, cuando encarnaba una de las voces más feroces contra las aspiraciones de Joseph Kabila de seguir en el poder indefinidamente.
“El actual gobierno ha moldeado a su gusto la Comisión Electoral y el Tribunal Constitucional. Esto sugiere que los resultados de las elecciones tendrán graves consecuencias. Sin embargo, si las elecciones se celebran de forma pacífica, libre y transparente, el pueblo podría redefinir su destino sancionando a quien esté en el poder mediante el cambio, ya que parece que no estaba suficientemente preparado para dirigir el país”, explica Lathoum a modo de análisis.
La corrupción, la pobreza y la violencia siguen siendo los temas candentes en una República Democrática del Congo que, como en los días del colonialismo más rancio, sigue viendo su territorio sujeto a las ambiciones extractivas de empresas extranjeras, con una riqueza mineral que se valora en 24 billones de euros todavía por desenterrar, según Global Conflict Tracker.
Y, además, el año de elecciones no parece el escenario propicio para acercar un poco más la paz al país, según observa Fabrice, otro cristiano evangélico autóctono. “La situación del país no es estable a nivel de seguridad especialmente en el este del país […] hay una agitación por el hecho de que es un año electoral”, explica. “El mandato de Tshisekedi ha sido, en mi opinión, negativo. Durante los cuatro años no ha sido capaz de tocar las necesidades reales del pueblo”, añade.
Jean sube el tono y lo considera “un fracaso estrepitoso”. “Hemos visto un teatro de aficionados en la Cumbre de Instituciones Públicas. Sin promesas, el país vuelve a estar en crisis. Con Tshisekedi no hemos conseguido consolidar los logros de la paz, la seguridad y el desarrollo. Es como si hubiéramos dado un paso atrás de 10 años. Mientras tanto, los escándalos siguen multiplicándose, ya se trate de malversación y corrupción, filtración de documentos sensibles, tribalismo y clientelismo y liderazgo mediocre. Si me pidieran que nombrara un solo logro del presidente durante este mandato, me resultaría difícil hacerlo porque, sinceramente, no se me ocurre ninguno”, asegura.
Proliferación de la violencia
República Democrática del Congo lleva décadas en las listas más destacadas de las entidades dedicadas al estudio de los conflictos internacionales. Según el Armed Conflict Location & Event Data Project (ACLED, por sus siglas en inglés; Proyecto de datos sobre localización y sucesos en conflictos armados), la presencia de cientos de grupos paramilitares enfrentados en diferentes conflictos territoriales ha seguido incrementando la inestabilidad y la violencia en el país durante 2022. En esta situación, contabilizan unos 7.000 asesinatos relacionados con la violencia política.
Entre los nombres propios destaca el del M23, un grupo de militares que se rebeló contra el gobierno de Kabila en 2012 y que llegó a tomar el control de Goma (capital de Kivu del Norte, con más de un millón de personas de población), durante un tiempo. Según ACLED, ha sido el grupo armado más activo en 2022, con cerca de 500 incidentes. También hay que nombrar a las ADF, la guerrilla más mortífera entre la población civil en el este, con unos 550 ataques, y los rebeldes de CODECO, enfocados sobre todo en la región de Lendu, que en parte surgen de la respuesta del favoritismo colonial y durante la dictadura de Mobutu Sese Seko al pueblo étnico de los hema y que mezclan elementos del animismo autóctono y del cristianismo en su identidad.
“El M23 sigue controlando gran parte de los territorios que ha conquistado”, señala Jean. “La guerra en Kivu del Norte centra la actualidad ahora, lo cual es bueno, pero resta atención a otras crisis que siguen causando estragos: continúa el conflicto interétnico en la meseta de Fizi Uvira, la crisis alimentaria en Kasai, por no hablar del desempleo, el aislamiento del país, etc. En resumen, el país vive una crisis humanitaria, de seguridad y socioeconómica sin precedentes. Los desplazados viven en condiciones inhumanas en los campos de refugiados, sin ayuda humanitaria ni asistencia del gobierno”, remarca.
Ni siquiera los 18.278 efectivos que asegura haber desplegado la Misión de Naciones Unidas en República Democrática del Congo (MONUSCO) desde su creación en el país han mejorado la situación.
Aumento de la tensión con Rwanda
Desde Kinsasa piensan que la vecina Rwanda tiene una parte de la responsabilidad en el armamento y la equipación de algunos de los grupos paramilitares que operan en el este. En realidad, las fricciones más evidentes entre ambos países se remontan hasta 1994, cuando después del genocidio algunos grupos de militares hutus se fugaron a territorio congoleño.
Algunos medios han alertado de una escalada de la tensión sin precedentes entre Kigali y Kinsasa que podría conducir a un conflicto armado directo. La situación, en general, no parece generar una alarma extrema entre la población del país y quienes conocen bien su realidad. “Creo que Rwanda no tiene ningún interés en entrar en guerra y no estaría dispuesta a hacerlo porque las consecuencias serían inimaginables”, explica Jean. “Me parece que más bien corremos el riesgo de desencadenar una guerra regional que nadie podrá detener. Recordemos que los burundeses, los ugandeses y los kenianos ya están en República Democrática del Congo y se verían obligados a tomar posición en el conflicto. Con la fragilidad de las relaciones entre estos países, las consecuencias podrían ser graves. No creo que nadie quiera seguir ese camino”, añade.
“Creo que la situación actual es la que quieren tener los actores de este conflicto. Quieren el caos, el desenfoque, el desorden, no la guerra. Esta situación es rentable y no solo para Rwanda. Así que creo que no vamos a ir a la guerra, pero creo que los actores tratarían de mantener este caos y el desorden el mayor tiempo posible para sacar el máximo provecho de la situación”, remarca Jean.
La voz evangélica española que residió en el este del país durante años también considera “poco probable” una guerra con Rwanda. “A pesar de la tolerancia que tienen los países occidentales hacia el régimen dictatorial de Kigali por la culpa del genocidio, Rwanda ya lo ha hecho antes y sería muy fuerte. De todas formas, Rwanda siempre ha sabido actuar armando y financiando a grupos armados en territorio congoleño, o incluso utilizando a su propio ejército pero sin uniforme. Lo que está claro es que Rwanda prefería a Kabila en el poder, aunque el arreglo de Tshisekedi no debe desagradar tanto”, subraya.
Algunos, consideran a Rwanda como principal responsable de las hostilidades. “Creo que el camino hacia la paz es posible sin más derramamiento de sangre por ambas partes. Para ello es necesaria una buena diplomacia, que invite a otros estados a pedir a Rwanda que cese las hostilidades y respete los acuerdos de Luanda. Además, las autoridades deben decidirse a gobernar con responsabilidad e independencia”, señala Lathoum. “También creo que necesitamos un ejército responsable, capaz de imponer el respeto a los demás sin luchar. La Iglesia también debe desempeñar su papel profético en el acompañamiento espiritual de sus miembros que se encuentran en las esferas de toma de decisiones”, añade.
“No necesitamos entrar en guerra con Rwanda para que este conflicto termine”, observa Fabrice. “Si tenemos un buen liderazgo, una buena organización al frente del país, podremos conseguir que nuestro vecino nos respete. Rwanda se está aprovechando de la mala gestión del Congo. Si el Congo está bien gestionado no habrá conflicto”, opina.
Francisco, los cristianos y las elecciones
Prácticamente introduciendo la retórica de buena parte de la campaña electoral en República Democrática del Congo, Francisco ha pedido en el país “que se abra paso a una diplomacia del hombre para el hombre, de los pueblos para los pueblos, que no tenga como centro el control de las zonas y de los recursos, ni los objetivos de expansión y el aumento de los beneficios, sino las oportunidades de crecimiento de las personas”. Pero, ¿qué efecto tendrán sus palabras y su visita para el territorio?
“Nada en absoluto, salvo que la historia recordará que, por una vez, el Papa ha visitado el Congo”, opina Jean. “Como es visible, el país ya ha pasado página. El mundo sabe lo que pasa en el Congo. El problema no es llamar la atención sobre lo que ocurre. En cierto sentido, ya tenemos mucha atención de la comunidad internacional. Lo que tenemos que hacer es plantearnos diferentes cuestiones, como qué estamos haciendo con lo que ya tenemos y eso lo tienen que hacer los congoleños, no la comunidad internacional”, remarca.
Para Fabrice, el pontífice deja una estela de simbolismo que, aunque haya hecho que “el mundo entero se concentre en la República Democrática del Congo” durante unos días, “no puede aportar nada si los congoleños, nosotros mismos, no nos organizamos”. “La visita del Papa no puede desbloquear la situación política o militar de nuestro país, y además la guerra en el este continúa a pesar de su visita”, subraya Fabrice.
La religión es también un elemento importante en las elecciones congoleñas. Aunque el país tiene una enorme mayoría (95%) de población cristiana, según subraya la organización que monitorea la persecución de cristianos en el mundo, Puertas Abiertas, la República Democrática del Congo ocupa el puesto 37 de su ranking de los 50 países más hostiles contra el cristianismo en el mundo.
Un atentado en enero de este año en la zona norte del país reivindicado por el autoproclamado Estado Islámico ha introducido una nueva perspectiva del conflicto étnico y religioso en el país, con algunas voces vinculando a los paramilitares de las ADF con los yihadistas. Una conexión que no está del todo clara.
“Las iglesias del este están sufriendo horriblemente”, asegura el secretario general de los GBU de República Democrática del Congo. “Varias comunidades evangélicas se han visto obligadas a cerrar sus iglesias debido al desplazamiento masivo de la población en busca de una zona de paz. Otras han visto cómo sus fieles eran masacrados sin ayuda. Alabamos a Dios por la resistencia de los cristianos porque, a pesar de esta situación inhumana, siguen orando y dando testimonio de Cristo a pesar de lo que están pasando. Necesitan desesperadamente apoyo psicológico y espiritual”, remarca.
Muchas iglesias evangélicas, apunta Lathoum, participan en los comicios de manera no oficial, llevando a cabo un servicio por el bien de la comunidad. “La iglesia forma parte de los observadores electorales para adquirir la verdad de las urnas. Moviliza a sus miembros para que participen activamente en el proceso electoral en curso. Es especialmente importante reconocer que la iglesia apoya el proceso en la oración. Las comunidades cristianas hacen de la situación electoral una verdadera petición de intercesión al Señor”, explica.
Oración por la resistencia
También pide oración para que “el pueblo congoleño pueda disfrutar de las riquezas que ha enterrado [Dios] bajo el suelo de la república, causa de nuestra desgracia”.
Y por su “ministerio GBU RDC (IFES RDC, en inglés), que trabaja en el acompañamiento de estudiantes que están lejos de sus padres que se encuentran en las zonas de guerra y que a veces no pueden comunicarse regularmente”. “Que Dios nos dé valor y colaboradores para acompañar mejor a estos jóvenes estudiantes”, añade.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Internacional - “La visita del Papa a R. D. Congo no conseguirá nada en absoluto”
RELACIONADOS
LO MÁS LEÍDO EN PD
Ya que has llegado hasta aquí…
… Protestante Digital es un medio de vocación independiente. Para ello, necesitamos el apoyo de nuestros lectores. Te presentamos algunas formas de colaborar, aquí puedes encontrar más info.
¿Quieres apoyar esta labor?
Estas son las plataformas para donar que tenemos a tu disposición, también puedes hacer una transferencia en: LA CAIXA 2100 0853 53 0200278394, asunto "Donativo Protestante Digital"