“Un choque de dos imperios”: el Vaticano y China renuevan su acuerdo para el nombramiento de obispos

Después de iniciar las relaciones diplomáticas en 2018, Pekín y la Santa Sede anuncian ahora la prolongación hasta 2024 sobre la elección de los prelados chinos.

Jonatán Soriano

ROMA · 13 DE DICIEMBRE DE 2022 · 11:00

Pekín y el Vaticano seguirán designando a los obispos católicos en China hasta 2024. / <a target="_blank" href="https://unsplash.com/fr/@markuswinkler?utm_source=unsplash&utm_medium=referral&utm_content=creditCopyText">Markus Winkler</a>, Unsplash.,
Pekín y el Vaticano seguirán designando a los obispos católicos en China hasta 2024. / Markus Winkler, Unsplash.

El Vaticano ha anunciado la prolongación hasta 2024 de su acuerdo provisional con China para el nombramiento de los obispos en el país asiático. Esta decisión supone que la Santa Sede seguirá reconociendo a los prelados nombrados de forma unilateral por la Asociación Patriótica Católica de China, resolviendo así parte del conflicto histórico entre los dos estados.

Los hechos se remontan a 1951, cuando Pío XII excomulgó a dos obispos nombrados por Pekín y el gobierno del Partido Comunista Chino (PCCh) expulsó al nuncio apostólico (el embajador del Papa), que se trasladó a Taiwán. 

En 2018, Francisco y Xi Jinping acordaron desbloquear la situación con un acuerdo provisional para dos años, que fue renovado en 2020 y que ahora vuelve a ser renovado por otro bienio más. En estos último cuatro años, la Iglesia Patriótica no ha nombrado a más obispos de forma unilateral, pero el Vaticano ha nombrado a seis nuevos prelados con el beneplácito de las autoridades chinas. 

“La parte vaticana está resuelta a continuar el diálogo respetuoso y constructivo con la parte china, para una aplicación fructífera del Acuerdo y para el ulterior desarrollo de las relaciones bilaterales, con vistas a favorecer la misión de la Iglesia católica y el bien del pueblo chino”, han asegurado desde la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Intereses encontrados

Tanto China como el Vaticano tiene intereses concretos en un acuerdo que, aunque con el título de “provisional”, ya lleva cuatro años de vigencia y apunta a seis, como mínimo. Para el Vaticano, uno de esos intereses es el de asimilar a la Santa Sede la normalidad católica china. Y eso puede abrir puertas a otras cuestiones. El Cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, en una entrevista con Vatican News, aseguraba que “parecía prudente y sabio tener en cuenta tanto las necesidades expresadas por las autoridades del país como las necesidades de las comunidades católicas”. “El centro del Acuerdo tiene ciertamente que ver con la consolidación de un buen diálogo institucional y cultural, pero se trata principalmente de bienes esenciales para la vida cotidiana de la Iglesia en China”, señalaba Parolin.

“Un choque de dos imperios”: el Vaticano y China renuevan su acuerdo para el nombramiento de obispos

El edificio de una iglesia católica en la costa este de China, en Zheijang. / Vmenkov, Wikimedia Commons.

Para China, el acuerdo unifica al catolicismo autóctono y lo legitima en su hasta ahora aislada Iglesia Patriótica, vista a nivel internacional como otro aparato del Estado. “El principal interés de China es poner la religión bajo el control del Partido. Así lo indicó claramente Xi Jinping en la segunda conferencia nacional sobre religión de 2021 (la primera fue en 2016). Esto significa que todos los protestantes deben unirse a la Iglesia Movimiento Patriótico de las Tres Autonomías, controlada por el Partido. Y todos los católicos deben unirse a la Iglesia Patriótica”, explica Massimo Introvigne, el editor jefe del medio especializado en el seguimiento de los derechos humanos en China Bitter Winter.

“Lo que China realmente quería en 2018 no era el acuerdo sobre los obispos, sino lo que vino después: la ‘sugerencia autorizada’ del Vaticano a los católicos para que se unieran a la Iglesia Patriótica”, añade.

El teólogo y pastor de una iglesia evangélica en Roma, Leonardo De Chirico, también observa que “el Vaticano parece tener interés en mantener buenas relaciones con China”. “El problema es el coste de esta relación. El gobierno chino quiere controlar la vida de las instituciones religiosas y la Iglesia Católica Romana está dispuesta a someterse a esta condición”, añade.

“Por un lado, el gobierno chino quiere doblegar a Roma a su ideología de control. Por el otro, Roma piensa que a largo plazo podrá doblegar a China a posiciones más moderadas. Se trata de un choque de dos ‘imperios’, cada uno de los cuales piensa poder beneficiarse del otro y aprovecharse de él”, remarca Chirico.

Política, más que libertad religiosa

El acuerdo es de marcado tinte diplomático y tiene pretensiones de ampliar su periodo de vigencia, según lo comentado por el propio Parolin. “Este Acuerdo es provisional porque todavía estamos viviendo un periodo de experimentación. Como siempre ocurre, este tipo de situaciones difíciles y delicadas requieren un tiempo adecuado de aplicación para poder comprobar la eficacia del resultado e identificar posibles mejoras. Además, como sabemos, la pandemia de la Covid-19 ha creado obstáculos comprensibles para los encuentros entre las delegaciones, que siguen y evalúan atentamente la aplicación del Acuerdo mismo. Por estos motivos, la vigencia del Acuerdo se prorrogó una primera vez en 2020 y ahora se vuelve a prorrogar por otros dos años”, ha asegurado. 

Al Vaticano no parece resultarle difícil asegurar que, “desde septiembre de 2018, todos los obispos de la Iglesia Católica en China están en plena comunión con el Sucesor de Pedro”. Para Introvigne, “desde el punto de vista del Vaticano, lo interesante es que han podido proclamar que el mayor cisma católico del mundo ha sido sanado”. “La Iglesia Patriótica se proclama ahora parte de la Iglesia católica en plena comunión con Roma, con un grado de autonomía que también tienen otras iglesias, por ejemplo la Iglesia greco-católica de Ucrania”, dice.

“Dado que unirse a la Iglesia Patriótica es una sugerencia autorizada y no una orden, el Vaticano considera a los objetores de conciencia que se niegan a hacerlo como católicos que cometen un error, pero no están excomulgados y siguen siendo católicos. Sin embargo, si son arrestados o privados de sus medios de subsistencia, el Vaticano no los apoyaría”, añade. “La sutil distinción es ignorada por los chinos, para los que quienes no se unen a la Iglesia Patriótica son rebeldes tanto para el gobierno chino como para el Vaticano y van merecidamente a la cárcel”, remarca.

Según la organización Puertas Abiertas, que monitorea la persecución de cristianos en todo el mundo, China es el 17º país más peligroso del mundo para el cristianismo. “Toda iglesia en China es vista como una amenaza”, aseguran. “El hecho de que la Iglesia Católica actúe como un Estado político, es decir, la Santa Sede, hace que la confrontación sea aún más interesante. China tiene 1.400 millones de habitantes. La Iglesia Católica Romana tiene 1.300 millones de fieles en todo el mundo. Ambos son Estados políticos, aunque muy diferentes, con una política global y ambiciones universales”, señala Chirico.

“Un choque de dos imperios”: el Vaticano y China renuevan su acuerdo para el nombramiento de obispos

El acuerdo posibilita que los obispos de la Iglesia Católica Patriótica de China sean reconocidos por Roma. / Alejandro Luengo, Unsplash.

La religión, ¿el último eslabón a dominar en la estructura del Estado chino?

A diferencia de sus sustanciosos acuerdos con países en África, donde China ha intensificado su presencia para asegurarse buena parte de la industria extractiva y de los macroproyectos de construcción en el continente, el acuerdo de Pekín con el Vaticano es de carácter simbólico. Pero un simbolismo que tiene mucha relevancia en la política internacional.

“Xi Jinping ha vuelto al sistema que Mao, el cual pidió al padre de Xi Jinping que inventara la Iglesia Patriótica, estableció en la década de 1950, luego desmantelado con la Revolución Cultural, cuando se prohibió toda religión”, explica Introvigne. En China, dice, “se espera que los cinco organismos que administran la religión en nombre del Partido Comunista (la Iglesia Patriótica de las Tres Autonomías para los protestantes, la Iglesia Patriótica para los católicos y organismos similares para musulmanes, budistas y taoístas) se aseguren que el pensamiento de Xi Jinping se enseñe en todos los lugares de culto junto con referencias anodinas a la religión, que no se permita ninguna actividad misionera o expansiva, que los menores de 18 años no reciban clases de religión, ni siquiera de sus padres, y que las religiones sean acompañadas lentamente hasta su desaparición”.

“Una forma de hacerlo”, subraya Chirico, “es que el gobierno chino intervenga en el proceso de aprobación de los obispos y, por tanto, participe en la selección de la cúpula”. “El precio que debe pagar el Vaticano es inmenso, porque la Iglesia renuncia a su independencia en sus asuntos internos y acepta cumplir las directrices impuestas por el régimen chino. Está en juego una violación fundamental de la libertad religiosa y de la separación entre Iglesia y Estado”, remarca el teólogo y pastor protestante.

¿Una “ilusión” por parte del Vaticano?

La definición que ofrece el Vaticano para seguir adelante con el acuerdo bilateral con China es la siguiente, en palabras de Parolin: “Francisco […] ha decidido continuar por este camino, no con la ilusión de encontrar la perfección en las normas humanas, sino con la esperanza concreta de poder garantizar que las comunidades católicas chinas, incluso en un contexto tan complejo, sean guiadas por pastores dignos e idóneos para la tarea que se les encomienda”, asegura.

Introvigne lo atribuye más bien a una cuestión de cálculos y de supervivencia. “El Vaticano cree que los católicos pueden al menos sobrevivir dentro de la Iglesia Patriótica a la espera de tiempos mejores, y que la alternativa es ser simplemente exterminados”, dice.

Para Chirico, es más complejo y lo relaciona con “la política exterior de Francisco”, que “está marcada por la ideología de ‘todos hermanos’”. “Tanto el Documento de la fraternidad humana para la paz y la convivencia en el mundo (2019), como la encíclica de 2020 Fratelli tutti (Todos hermanos) son el texto programático de la Iglesia romana actual. Roma quiere presentarse como la única institución mundial capaz de fomentar las buenas relaciones con todos. Por otra parte, las religiones globales reconocen que el Papa es el líder de los líderes, reconociendo así una especie de ‘primacía’”, señala.

Para el teólogo evangélico, “las implicaciones de la visión según la cual ‘todos somos hermanos’ son desastrosas”. “El Papa insiste en que todos tenemos el mismo dios y todos rezamos al mismo dios, y que nuestras diferencias son de menor importancia. Esto es contrario a la fe evangélica, según la cual, si bien existe una oposición entre el Dios de la Biblia y los ídolos de otras religiones, los cristianos están llamados a ser buenos vecinos y a vivir en paz con los demás. Solo somos ‘todos hermanos’ de los creyentes en Jesucristo”, remarca Chirico.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Internacional - “Un choque de dos imperios”: el Vaticano y China renuevan su acuerdo para el nombramiento de obispos

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