“Los protestantes en Turquía son vistos como un peligro para la seguridad del Estado”

Después de 36 años sirviendo en territorio turco, Carlos Madrigal y Rosa Orriols se preparan para una nueva etapa en España, en parte, precipitada por la denegación de la entrada al país.

Jonatán Soriano

BARCELONA · 25 DE OCTUBRE DE 2022 · 14:00

Carlos Madrigal y Rosa María Orriols ya en Cataluña, después de su salida de Turquía. / Cedida.,
Carlos Madrigal y Rosa María Orriols ya en Cataluña, después de su salida de Turquía. / Cedida.

La Plaza Cataluña de Barcelona, el corazón urbano de la ciudad, parecía el lugar señalado para encontrarse con Carlos Madrigal y Rosa María Orriols después de su regreso, ya para quedarse, a España. En una carta de oración compartida en febrero informaban de que las autoridades turcas no permitían a Carlos regresar al país, después de 36 años viviendo y sirviendo allí. “Suponemos que nos acusan básicamente de proselitismo”, explica Madrigal.

Con un proceso judicial en marcha que ya se encuentra en el estado de apelación al Tribunal Constitucional, y con la previsión de acudir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), el matrimonio observa su situación actual con perspectiva. “Si se ganasen estos juicios en Estrasburgo, y se diera un cambio de gobierno [en Turquía], se aceptarían las decisiones y, de alguna forma, se limpiaría la imagen de los protestantes”, señala Orriols, que sigue pudiendo entrar y salir del país y que ha seguido viajando para visitar a la familia y las iglesias allí.

En esta entrevista hablamos de la situación de la iglesia en Turquía, así como de sus perspectivas ministeriales ahora en España y del estado de la misión en la actualidad.

 

Pregunta: ¿Cómo ha sido la salida de Turquía ahora, después de tantos años?

Carlos Madrigal: Las autoridades alegan un motivo que es injustificado y que viene a decir que representamos un peligro para el orden y la seguridad nacional. Existe un dosier del centro de inteligencia de Turquía que dice eso. Ni nosotros ni nuestro abogado podemos ver ese dosier. Simplemente está ahí. Lo enviaron a extranjería y me pusieron en una lista con un código con el cual ya no puedo volver a entrar en el país desde el momento en que salgo. Y no solamente yo, sino que hay ochenta hermanos y hermanas en la fe que están esta situación. Esto afecta a muchas otras personas, porque los familiares acostumbran a acompañar a quienes han sido expulsados. Es una forma tácita de expulsar a los misioneros. 

Como no podemos ver lo que pone en el dosier, tampoco hay manera de defenderse. Pero suponemos que nos acusan básicamente de proselitismo. Y también sabemos que han incluido a muchas personas en esta lista porque asistían a una conferencia anual que organiza la Alianza Evangélica de Turquía para las familias de pastores. Como el encuentro se llevaba a cabo en hoteles, tomaban de allí la lista de los participantes, iban incluyendo sus nombres en los registros y se iban librando de ellos.

Rosa Orriols: También les han denegado la nacionalidad a las esposas extranjeras de muchos cristianos turcos que ni siquiera son pastores. Y eso que después de haber estado casada durante tres años, según la legislación turca, una persona tiene acceso a la nacionalidad. Pues se la han denegado a todas esas personas aludiendo a cuestiones de seguridad y sin dar más explicaciones. 

Hay dos casos de este tipo en nuestras iglesias que son de destacar. A un chico estadounidense que está casado con una mujer turca le han denegado ahora la nacionalidad porque le acusan de participar en actividades proselitistas entre 2016 y 2018. 

Otro hombre, de una de nuestras iglesias en Esmirna, está casado con una mujer kazaja, y a ella, después de tres intentos de solicitud de la nacionalidad, le ha llegado una notificación diciendo que se la deniegan porque su marido está vinculado a las iglesias protestantes. La situación es difícil.

C. M.: En líneas generales, los protestantes en Turquía son vistos como un peligro para la seguridad del Estado.

“Los protestantes en Turquía son vistos como un peligro para la seguridad del Estado”

Imagen de una predicación pública en la Plaza de Maltepe, en Estambul, durante la Navidad de 2015, ante 3.000 personas. Carlos y Rosa han estado sirviendo en el país durante 36 años. / Cedida.

P: No descartáis llevar vuestro caso incluso al Tribunal Europeo de los Derechos Humanos.

C. M.: Dentro del país no hay esperanza de ganar los procesos legales. El propio hecho de no poder ver el informe y la indefensión que esto conlleva en sí ya son una violación de un derecho constitucional y un derecho humano. Para ir a Estrasburgo tenemos que acabar el proceso judicial en el país y perderlo. Y luego, tenemos que presentar una apelación que sea aceptada. Esto es difícil en casos individuales, pero como ya son varios se hace evidente que no se trata de un caso aislado de alguien que ha tenido un problema administrativo. Se ve que es una estrategia del gobierno para ir expulsando a los evangélicos extranjeros de Turquía.

De las ochenta personas que hemos sido expulsadas hay unas treinta que hemos abierto el proceso judicial. Todos hemos perdido el primer juicio en el tribunal ordinario, excepto dos que están casados con un cónyuge turco. De esas treinta, además, unas quince hemos perdido también la apelación. Así que el siguiente paso es el Tribunal Constitucional. Allí ya hay unas tres o cuatro personas que han vuelto a perder. Nosotros, hace más de un año que apelamos y todavía estamos pendientes del resultado. Si ganamos, tendría que revisarse de nuevo el juicio. Pero si lo perdemos, el siguiente paso es el Tribunal Europea de Derechos Humanos.

“Nuestro juicio es una lucha que la ganaremos o la perderemos, pero en algún punto servirá para crear también un precedente”.

Son muy sutiles. No me prohíben entrar al país, porque entonces tendrían que justificar una deportación. Esto es una restricción de entrada. En el juicio alegan que puedo solicitar un visado especial en el consulado, porque los españoles no necesitamos visado para entrar a Turquía. Lo que ocurre es que me lo han denegado cuando lo he pedido. Así que ahora también hay abierto otro juicio a nombre de nuestra iglesia, es decir es en este caso una “institución” y no un particular la que acude al tribunal. 

Todo esto son batallas y mucho dinero, aunque conozcamos desde hace años a los abogados y haya alguna organización de derechos humanos evangélica en Europa que nos apoye en parte. Es una lucha que la ganaremos o la perderemos, pero en algún punto servirá para crear también un precedente para quienes el día de mañana puedan enfrentar una situación similar.

R. O.: Dentro de poco habrá elecciones en Turquía y podría darse un cambio de gobierno, aunque esto no signifique un cambio de mentalidad. Hay una mentalidad muy arraigada en el país. Pero sería muy importante que se ganaran estos juicios, porque quizá un nuevo gobierno más abierto podría aceptar las decisiones del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos. Esto daría una visión nueva.

Ahora, desde el problema con Andrew Brunson (que fue acusado de espionaje y encarcelado en Turquía por dos años), los protestantes son demonizados. Se les ve como quienes están contra el gobierno.

 

P: ¿El problema viene desde ahí?

R. O.: Viene de siempre, pero ese caso ha supuesto una explosión. Antes, los protestantes eran mal vistos, como si fuesen espías de la CIA que iban a Turquía a socavar el país. Pero después de lo de Brunson se ha llevado a tal extremo, que parece que esta visión sea ley.

C. M.: Además, Andrew Brunson perdió el juicio. Él estaba acusado de ser espía, conspirador y de apoyar al terrorismo, y ha perdido el juicio. Lo dejaron en libertad por presiones de Estados Unidos, pero eso no quiere decir que hayan limpiado su expediente.

R. O.: Si según ellos él estaba vinculado con terrorismo y demás, y el resto de los protestantes somos parte de lo mismo. Pero si se ganasen estos juicios en Estrasburgo, y se diera un cambio de gobierno, se aceptarían las decisiones y, de alguna forma, se limpiaría esta imagen. Mientras que la fe evangélica consiste en una fe personal, pero no hay motivo para vincularla a todas esas cuestiones. Pero no hay manera de convencerles de que no tenemos una agenda política.

C. M.: Tú dices en Turquía que eres evangélico y lo primero que hacen es relacionarte con la extrema derecha de Estados Unidos. Por eso preferimos llamarnos protestantes, porque se percibe diferente. Que un turco le diga a su familia o a los medios de comunicación que es evangélico es como si nosotros dijéramos en Nueva York que somos de Al Qaeda. Esa es la percepción. Realmente lo piensan.

Hace diez años, en la primera iglesia que formamos, hubo una denuncia de que había un arsenal. Pues se presentó un grupo del cuerpo de operaciones especiales de la policía (como los GEO en España) en mitad del culto para revisar el local en búsqueda de armamento. 

R. O.: Antes, como protestantes, cuando íbamos a un juicio podíamos ganarlo. Porque había una separación entre el Estado y la religión y los jueces comprendían que era una cuestión de conciencia y de libertad religiosa. Por eso es muy importante ganar estos juicios en el presente. 

“En Turquía dices que eres evangélico y lo primero que hacen es relacionarte con la extrema derecha de Estados Unidos”.

C. M.: De hecho, el proselitismo, entendido como la propagación de tu fe, no solo no está prohibido en Turquía, sino que está protegido por la Constitución.

R. O.: Pero ahora hay otra ley no escrita que es la que impera. Y cuando un juez no lo entiende así, lo reemplazan.

 

P: Esto tiene que ser un desgaste tremendo. ¿Qué opciones veis de que salga una resolución favorable de Estrasburgo?

C. M.: En Estrasburgo creo que el desenlace será positivo. Si en Turquía, que la mentalidad hacia los extranjeros es la misma, ya comienzan a ver irregularidades a nivel judicial, yo creo que en Estrasburgo será más evidente. La preocupación no es perder en Estrasburgo, sino que luego Turquía haga caso de la resolución europea.

R. O.: No es un desgaste. De las últimas veces que he viajado a Turquía yo sola, han habido tres tandas de bautismos y he podido asistir a todas. Voy visitando a los pastores y se encuentran animados. Y al estar aquí también surgen otras oportunidades de ministerio. Desde que estamos aquí, en los últimos meses se han convertido varias personas con las que tenemos contacto y a las que les hemos hablado.

“Los protestantes en Turquía son vistos como un peligro para la seguridad del Estado”

A pesar del rechazo de los protestante por parte de la población, durante todos estos años han tenido ocasiones de testimonio en la esfera pública de Turquía. / Cedida.

P: Entonces, ¿hablamos de nueva etapa en España?

C. M.: Nosotros ya nos estábamos planteando alternar periodos entre España y Turquía. También pensando en dar aire a las iglesias allí, en el sentido de que se responsabilicen más y puedan funcionar de manera más autónoma. La única diferencia es que pensaba ir de visita a menudo, y con esta situación no puedo.

Seguimos en contacto con los pastores de allí. Yo sigo dando algunas clases a distancia. Alguna vez también predico. No se ha roto el vínculo y esto les está forzando a asumir responsabilidades. Hay nuevas personas convertidas. También hay nuevas iglesias. Están aprendiendo y afrontan situaciones nuevas en la pastoral. Rosa María siempre ha sido muy activa en la obra, tanto en el pastoreo como en la supervisión de muchos de los proyectos que se llevan a cabo. 

De alguna manera me han impedido que vaya a Turquía, pero no nos han cortado las alas en cuanto a la obra en el país. El año que viene se cumple el centenario de la formación de la República de Turquía y el presidente Erdogan siempre ha manifestado que su proyecto es para el año 2023. Así que lo que se rumorea es el deseo de establecer un sultanato. Abiertamente no, pero de facto ya lo están haciendo. Pero si esto adquiere un aspecto más formal y oficial, luego los creyentes turcos tendrán problemas. 

 

P: ¿Cómo está afectando a las minorías en Turquía este giro hacia lo religioso por parte de un Estado que hasta hace unos años descansaba en los principios del laicismo?

C. M.: Turquía es laico por definición, pero es extraño que un Estado laico tenga un Ministerio de Religión, y de religión islámica sunita. Había un respeto en los tribunales. En la jurisprudencia había una conciencia de lo que es el laicismo. Pero a la práctica encontramos cuestiones como el hecho de que la asignatura de religión es obligatoria. O el hecho de que un tercio de las escuelas públicas se han convertido en escuelas coránicas y tienen acceso directo a la universidad. Es decir, ha habido toda una inversión de cara a islamizar la mente del país.

 

P: Imagino que los grupos islámicos predominantes sacan partido de esta situación. Pero, ¿cómo es la relación con las confesiones minoritarias en el país?

C. M.: Las minorías no tienen ni voz ni voto en Turquía. Es más, los que están en desacuerdo ni siquiera se pueden manifestar porque está considerado como una traición al Estado.

 

P: ¿Cómo ha afectado la pandemia en las iglesias en Turquía?

C. M.: Ha afectado mucho menos que aquí. No han habido tantas restricciones ni un confinamiento tan severo. El problema ha sido que durante el primer año y medio, en Turquía los confinamientos eran los fines de semana para evitar que la gente viajase.

R. O.: Pero podíamos celebrar nuestros cultos semanales. Como las mezquitas no las cerraban, si ellos podían, nosotros también. Teníamos un permiso especial para hacer cultos.

C. M.: Tampoco ha habido un seguimiento muy exhaustivo por parte de las autoridades ni de los medios de comunicación. Aquí había un bombardeo de información a diario. Durante ese tiempo hicimos las reuniones por videoconferencia, pero ahora se ha vuelto a la normalidad.

Ahora bien, ha habido muchas muertes en el país. Afectó porque estábamos en una situación de incertidumbre. No nos podíamos desplazar entre provincias.

 

P: ¿Y qué hay de la guerra en Ucrania? ¿Se ha notado?

R. O.: A nivel de crisis económica, sí. Hay una inflación muy alta. Los precios suben pero intentan mantener la divisa baja. Y así, un país que antes era mucho más barato que España, ahora la cesta de la compra es más cara que aquí. 

“Turquía no se está peleando con Putin ni está apoyando de forma militar a Ucrania. Así que la guerra no afecta tanto como aquí”.

C. M.: A Turquía le afectó mucho más el conflicto en Siria. Primero porque muchos refugiados han ido a parar a Turquía. Pero también porque es un país musulmán y vecino, mientras que Ucrania solo comparte frontera marítima. Además, Turquía tiene intereses en Siria.

En cambio, Europa ha hecho oídos sordos al problema en Siria. Parece que Ucrania es la primera guerra que se produce. Todo el mundo se ha volcado por Ucrania porque es un país occidental y caucásico, cristiano y que quiere ser parte de la Unión Europea. Aquí en España eso nos está afectando mucho a nivel económico. Pero Turquía no se está peleando con Putin ni está apoyando de forma militar a Ucrania. Así que no afecta tanto como aquí.

 

P: Sin olvidar el vínculo con Turquía, ¿cuál es vuestra perspectiva ministerial a partir de ahora?

C. M.: Ya estamos bastante establecidos. Por un lado, yo estoy colaborando en nuestra iglesia en Barcelona, y por el otro, visitando otras congregaciones, no solo para predicar y compartir de nuestro ministerio, sino para fomentar la visión misionera. Formo parte de la Plataforma Española de Misiones, lanzada por la Alianza Evangélica Española con el deseo de fomentar el compromiso de la iglesia en España por las misiones.

También estoy enseñando en varios programas, sobre todo de gente orientada al mundo islámico, tanto aquí como a distancia, en América Latina. De hecho, me han invitado a conferencias misioneras y para pastores en otros países.

Estoy en contacto con la iglesia árabe aquí y voy escribiendo algún material. Tengo algunos materiales escritos en turco y me gustaría poder traducirlos al español. En fin, tiempo no nos sobra. Hay muchas cosas que hacer. Estamos testificando y discipulando a conocidos nuestros. Pero nuestro corazón, aparte de continuar con los vínculos y apoyando la iglesia en Turquía, e incluso si es posible despertar un apoyo desde España, es fomentar la visión misionera. Dentro de la Plataforma Española de Misiones nuestro deseo es compartir la visión, ayudar a entender a las iglesias que la misión no es algo más, ni algo que por mucho tiempo nos ha venido dado de fuera, sino que es el mismo ADN de la iglesia. La misión no merma la iglesia, no le quita recursos ni fuerza, sino que aporta. El objetivo es crear los mecanismos para que el que quiera salir el día de mañana pueda prepararse, tenga un sostenimiento y un cuidado pastoral. En este sentido, estamos haciendo mucho trabajo de poner los fundamentos. 

Visitamos las iglesias que nos lo solicitan. Si es en este área, voy yo. Si es en otra, puede ir otro miembro de la Plataforma. Es bueno ver que desde España haya una nueva era relacionada con las misiones hacia otras culturas. Hablamos de llegar a otras culturas en el país o en otros países.

“Los protestantes en Turquía son vistos como un peligro para la seguridad del Estado”

Mapa con las iglesias que han establecido Carlos y Rosa en el cuadrante noroeste de Turquía durante su ministerio en el país. / Cedida.

P: Habéis estado 36 años en Turquía. ¿Cómo os habéis encontrado la situación de la obra en España?

R. O.: Más que a la iglesia, pienso en la gente en general. Antes de irnos a Turquía encontrábamos a gente receptiva. Después de irnos, a medida que pasaba el tiempo, cada vez que volvíamos, nos dábamos cuenta de que la gente no tenía ninguna receptividad al evangelio. Ahora, esta última vez, hemos encontrado que la gente está receptiva y podemos hablar del evangelio. En poco tiempo, hemos visto a cuatro personas convertirse. Entre ellas, un marroquí. La gente escucha. Antes había indiferencia. El Covid-19 ha fomentado este escenario porque, en cierto sentido, la gente se ha sentido muy sola. No creo que la gente esté cerrada. Es una oportunidad que tenemos. Y muy grande.

Hay una oportunidad de evangelismo muy grande, y como hay personas de muchas culturas, se puede evangelizar a muchas culturas. Lo ideal sería que la iglesia en España aprovechara la ocasión. 

“Hay una oportunidad de evangelismo muy grande. Lo ideal sería que la iglesia en España aprovechara la ocasión”.

C. M.: En Turquía, la cultura es muy relacional. Aquí, la vida funciona más en compartimentos. El domingo vamos a la iglesia y entre semana estamos en el trabajo. Pero nos hemos encontrado mucha pasión por las misiones. Cuando nos fuimos no existía. Es cierto que ahora está la idea de la secularización y de algunas agendas ideológicas que nos tienen acomplejados. Pero también es cierto que cuando nos fuimos, la iglesia en España tenía un poco de complejo de gueto. Y en cierto sentido lo sigue teniendo. En Turquía, la iglesia es muy consciente de los problemas y las amenazas que sufre, pero no tiene complejo de gueto. Es más lanzada.

La sensación es que, en España, las iglesias viven en su subcultura evangélica. En Turquía, no es tan así. Allí, como el evangélico no es aceptado por la sociedad, vive más en una simbiosis. La gente no está encerrada en su parcela de creyente y siente que el mundo está fuera.

Debemos hablar de nuestra experiencia como creyentes de una forma natural. No ir a la caza. No hablamos de una serie de preceptos religiosos, sino que compartimos nuestra relación con Jesús. Todo el mundo es consciente de las culpas que tenemos, y evidentemente hay que dejar claro que hay un problema llamado pecado. Pero ahora lo que hay que enfatizar es que la persona no está completa sin Jesús.

Jesús se juntaba con publicanos y pecadores. A quiénes les decía de forma más clara que se arrepintieran o que perecerían por sus pecados era a los religiosos. Nosotros, con el tiempo, hemos creado nuestra tradición ‘evangeloide’. Y hay unos temas que están ahí, y que en nuestra cultura europea han tenido mucho peso e importancia, pero nos hemos quedado con la agenda de cómo explicar el evangelio del pasado. Y no es que esas cosas estén mal, sino que a lo mejor es por donde no hay que empezar. La forma de acercarse a la gente de Jesús era muy versátil y flexible.

R. O.: No estamos diciendo que no haya que decirle a la gente que se tiene que arrepentir de sus pecados. Es evidente, porque si no no se podrán convertir. Pero antes de eso hay que hacer un proceso para que la gente pueda acercarse a Jesús y ver que es real. Tiene que ver que Jesús está ahí y es real. De hecho, es lo que necesitan, porque todos tiene problemas y viven con desgracias.

 

P: ¿Cómo habéis lidiado durante vuestro ministerio en Turquía con el tópico del misionero extranjero que llega a otro país?

C. M.: Turquía es un país muy nacionalista y la población remarca siempre mucho las diferencias entre lo autóctono y lo extranjero. No es tanto por el hecho de ser evangélico. Una de las claves es el idioma, evidentemente. Pero la otra, es con quiénes forma el misionero su círculo. El problema de algunos misioneros es que tienen su círculo de relaciones con otros misioneros y comprenden el ministerio como sus horas de trabajo, de una forma muy compartimentada. Hay cosas en las que es el propio misionero el que crea el aislamiento.

Y cuando hablo de círculo no me refiero únicamente a las relaciones en el ámbito de la iglesia. Nosotros nos íbamos de vacaciones con turcos. Nuestros amigos eran turcos. Nuestros hijos han estudiado en universidades turcas. Recuerdo que estando en Turquía no hemos celebrado ninguna fiesta típica española. 

El misionero no puede vivir como un avatar en otra cultura diferente. No puede estar simplemente de cuerpo presente y seguir aferrado a la cultura de su país. Lamentablemente, hay algunos que tienen deseo y voluntad de servir de esta manera, pero son incapaces porque culturalmente no han sido estructurados para saber asimilar otras cosas. 

 

P: ¿Cómo ha cambiado el panorama misionero respecto a cuando vosotros comenzasteis?

C. M.: Cuando nosotros empezamos, las misiones eran un tema recibido con indiferencia o, más bien, incredulidad. Hoy en día es algo bienvenida. Venga de donde venga. Eso es algo que ya ha cambiado. Ahora bien, la iglesia está en un punto en el que necesita tomar conciencia y crear vínculos, más que estructuras, que ya están formadas. Vínculos entre todas las iglesias y colectivos que están trabajando en las misiones para que puedan salir personas. Porque la misión no es liarse la manta a la cabeza y marchar. Hay todo un proceso que requiere saber cómo llegar a un país, tramitar el permiso de residencia, aprender el idioma, adaptarse a la cultura y tener un bagaje sobre cómo lidiar con otra realidad religiosa. Aparte, también desde aquí hace falta saber cómo cuidar, sustentar y apoyar la misión. Es necesario articular todo eso.

Nosotros desde la Plataforma Española de Misiones no buscamos formar estructuras que hagan eso, sino ser catalizadores en el sentido de entrar en contacto con todos aquellos que están involucrados en programas de misiones y ponernos a la disposición del pueblo de Dios mostrando qué se puede hacer. En nuestro caso, podemos hablar con conocimiento de causa porque la obra en un país difícil se ha podido llevar a cabo. El Señor lo ha hecho. Nos fuimos con unas condiciones difíciles, pero el Señor ha hecho mucho más de lo que podíamos imaginar.

“Los protestantes en Turquía son vistos como un peligro para la seguridad del Estado”

Carlos y Rosa, durante su despedida de Turquía, con un retrato del fundador de la Turquía moderna y laica, Mustafa Kemal Atatürk, detrás de ellos. / Cedida.

P: La ‘España vaciada’, la inmigración de origen islámico, etc. Con los desafíos que hay aquí a nivel misionero, ¿por qué pensar en salir al extranjero?

R. O.: Esa es la pregunta que nos hicieron cuando nos fuimos. Y la respuesta sigue siendo que hay más necesidad en Turquía que en España. Fuimos a Turquía porque entonces era el país más grande y menos evangelizado del mundo. Y sigue siéndolo.

C. M.: Cuando llegamos a Turquía había 30 protestantes entre 62 millones de habitantes. En España éramos 36 millones de personas, y se hablaba de entre 250.000 y 400.000 evangélicos.

R. O.: En España, quizá otros pueden atender esas necesidades, pero no todo el mundo puede ir a Turquía. A nosotros el Señor nos llamó a ir a Turquía. 

“Fuimos a Turquía porque entonces era el país más grande y menos evangelizado del mundo. Y sigue siéndolo”.

C. M.: Además, el que realmente siente inquietud por llevar el evangelio a las otras culturas aquí presentes, a sus vecinos o a la España vaciada, tendrá un corazón al que el Señor también le hablará de las necesidades de otros.

 

P: ¿Cuál ha sido el papel del discipulado en vuestro desarrollo misionero?

C. M.: Tristemente, en el mundo evangélico se piensa que el discipulado es impartir una serie de enseñanzas intelectuales, doctrinales y académicas, en el ámbito de la iglesia o del seminario. Pero el discipulado es una formación de carácter, de valores, de principios y de patrones de comportamiento. Y eso no es a través de programas de enseñanza, sino viviendo el día a día con la persona, animándola y corrigiéndola. Y también proveyendo de una educación bíblica, evidentemente.

Nosotros en Turquía hemos observado que dentro del movimiento misionero se hace un discipulado académico, pero existe una gran falta del discipulado del carácter. Nosotros lo hemos hecho dando todo el equipamiento académico y doctrinal que las personas hayan podido asimilar, pero sobre todo hemos vivido sus situaciones en el día a día. Les hemos orientado y enseñando en cuestiones como la administración económica, la pureza moral, la crítica y las disciplinas espirituales. Esto es lo que hacía Jesús con sus discípulos. El discipulado es más que un programa. Es formar la mente de Cristo en la persona. No es batallar por saber la fecha en que regresará Jesús, sino reconciliarnos con el hermano (por ejemplo).

R. O.: Creo que en Turquía es un poco más fácil que aquí porque allí hay una cultura muy doméstica. La gente se encuentra y se visita en las casas y hay mucha relación personal. De manera que se vuelve un proceso natural. Aquí parece que eso requiere un esfuerzo mayor.

 

P: El llamado ‘sur global’ ha ido ganando peso en la escena de las misiones. ¿Hasta qué punto puede darse una reversión del típico marco ‘de occidente al resto del mundo’?

C. M.: Desde luego, existe un movimiento del Espíritu Santo y del pueblo de Dios en todos los países hacia otros países. Tanto latinoamericanos, como africanos, como asiáticos, en general, cuando van a otro país en el que el cristianismo ya está establecido, acaban estableciendo iglesias étnicas. En parte porque ellos mismos pueden sentirse desplazados, como por ejemplo la iglesia coreana en Turquía. Pero cuando van a países en los que el cristianismo no está asentado, forman una iglesia general. Lo que quiero decir es que hay todo un movimiento así y debemos aprovecharlo para llegar a los países no alcanzados, que es donde van a encajar mejor y donde tienen más que aportar, en lugar de ir a Canadá o a Estados Unidos, por ejemplo.

Otro problema muy serio, que casi nadie trata, es que ese sur global, financieramente depende en un porcentaje muy elevado del norte global. Así que el sur global está reproduciendo los patrones, los vicios y los defectos del norte global a la hora de llevar el evangelio. Ahí tenemos que presentar una batalla muy grande para romper esos lazos de dependencia, o establecerlos en otros términos. 

“Tenemos que presentar una batalla muy grande para romper los lazos de dependencia entre la misión del sur global y la del norte, o establecerlos en otros términos”.

El norte global busca las metodologías, mientras que el sur busca las relaciones. Entonces, como el norte no sabe relacionarse, en general, necesita los métodos. Y cuando se encuentra que un método no funciona, se busca otro método. 

En resumen, el sur global tiene que aprovechar su potencial para llegar a los no alcanzados en el mundo. Tiene un problema de dependencia económica y logística del norte, y hay que solventarlo. Pero también, como hay una cierta admiración hacia el norte, existe cierta tendencia a copiar las actitudes del norte. Por ejemplo, he escuchado a personas que oran por un avivamiento en Turquía. Pero para que haya un avivamiento, primero debe haber una cultura cristiana adormecida. Pero las personas lo dicen porque el evangelio se ha extendido en los países herederos de la Reforma por medio de avivamientos. Olvidan que en los países que no son de tradición cristiana, se ha extendido por medio de la evangelización y de las misiones. Podemos pasarnos la vida orando por un avivamiento, pero si no predicamos el evangelio, no tenemos nada. Es mejor orar por una cosecha, pero el que ora por cosecha debe sembrar.

R. O.: Hay países como Turkmenistán, Uzbekistán o el territorio de Sinkiang [China] en los que hay mucha población musulmana, pero son personas muy abiertas. Y tienen a Turquía como un referente. Ojalá que Dios levante a personas que vayan allí. 

C. M.: Pero para eso, primero no hay que hacer algo que han hecho los misioneros mayormente anglosajones o escandinavos en los países de habla hispana. Ellos formaron un liderazgo con la visión para alcanzar a los países a los que fueron a servir, pero a los líderes nacionales que formaron no les transmitieron la visión que los trajo a ellos a esos países. Así que, en los países latinos hemos tenido que redescubrir o reinventar la rueda. No hay una cultura de misiones. Tenemos que tener mucho cuidado de no cometer ese mismo error en países como Turquía. 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Internacional - “Los protestantes en Turquía son vistos como un peligro para la seguridad del Estado”

Ya que has llegado hasta aquí…

… Protestante Digital es un medio de vocación independiente. Para ello, necesitamos el apoyo de nuestros lectores. Te presentamos algunas formas de colaborar, aquí puedes encontrar más info.

¿Quieres apoyar esta labor?

Estas son las plataformas para donar que tenemos a tu disposición, también puedes hacer una transferencia en: LA CAIXA 2100 0853 53 0200278394, asunto "Donativo Protestante Digital"

¡Muchas gracias!