Pakistán vive las peores inundaciones de su historia, después de que las lluvias de los monzones hayan anegado vastas zonas de territorio en todo el país. Hasta ahora han muerto más de 1.200 personas, de las cuales más de 400 son niños. También hay más de 4.000 heridos y unos 33 millones de afectados. 

Las precipitaciones también han provocado grandes daños en infraestructuras y en propiedades privadas. Hasta ahora, las autoridades calculan que hay más de 670.000 casas parcial o totalmente destruidas, y también hay 145.000 puentes que han sufrido afectaciones. 

Por el momento las autoridades han calculado en 10.000 millones de dólares las pérdidas económicas ocasionadas por las inundaciones, que han arrasado más de dos millones de acres de cultivo agrícola y han acabado con cerca de 800.000 cabezas de ganado.

“Apenas queda tierra seca que podamos encontrar. La escala de la tragedia supera la población de Sri Lanka o Australia”, ha señalado el ministro de Asuntos Exteriores de Pakistán, Bilawal Bhutto Zardari. “Aunque entendemos que la nueva realidad del cambio climático significa que haya un clima más extremo, olas de calor más extremas como las que vivimos a principios de año, la escala de la inundación actual es de proporciones apocalípticas. Esperamos que esta no sea una nueva realidad climática”, ha añadido.

Campos de refugiados improvisados

Una de las imágenes más impactantes que se han visto a causa de las inundaciones en Pakistán ha sido la de parte de la provincia de Sindh tomada por el satélite Modis de la NASA, y que muestra la zona convertida en un gran lago interior de 100 kilómetros después del desbordamiento del río Indo. “El ejército de Pakistán, las ONG y muchas organizaciones religiosas, incluidas ONG cristianas, trabajan día y noche en las zonas afectadas por las inundaciones”, explica a Protestante Digital Imran, un cristiano de Pakistán que dice encontrarse “a salvo” junto a su familia.

La situación ha provocado que se improvisen campos de refugiados con tiendas y lo poco que las familias tienen a mano, como en el distrito de Jaffarabad. “Nos faltan tiendas de campaña para las personas que han perdido sus casas”, añade Imran.

La ministra de Medio Ambiente de Pakistán, Sherry Rehman, ha señalado que hay zonas del país que “se semejan a un pequeño océano” y no augura una recuperación sencilla. “Para cuando esto termine, bien podríamos tener una cuarta o una tercera parte de Pakistán bajo el agua”, ha agregado.

Ayuda insuficiente

En el ámbito global, el Fondo Monetario Internacional ha activado una ayuda de 1.177 millones de dólares para la emergencia en Pakistán. La ONU también ha anunciado un plan de respuesta a la situación en el país por valor de 160 millones de dólares. La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) ha anunciado una contribución de 300.000 euros con la que se espera asistir a más de 320.000 personas.

“Sabemos que el mundo está junto a Pakistán y está ayudando. Pero la economía y la infraestructura de Pakistán tienen un revés insoportable”, asegura Imran. “El ejército, junto con otras organizaciones de ayuda humanitaria, está alcanzando a los afectados, incluidos los refugiados afganos”, subraya este cristiano autóctono. Desde que los talibanes tomaron el control del gobierno en Afganistán, ACNUR calcula que más de 2,2 millones de personas han cruzado la frontera buscando refugio en la vecina Pakistán. Muchos de ellos vivían ya en unas condiciones de vida precarias, y que ahora se han visto agravadas.

“Aunque el apoyo no es suficiente y la pérdida supera nuestros cálculos, estamos agradecidos a todos los que están apoyando a nuestra nación en este momento difícil”, dice Imran. 

Las iglesias y entidades cristianas, plenamente implicadas

En Pakistán, apunta Imran, el grado de afectación es desigual en función del territorio. Por ejemplo, en las regiones de Sindh y Baluchistán las precipitaciones han superado en un 500% la media, anegando pueblos y campos de cultivo por completo. 

Pero también hay diferencias en cuanto a las personas. “Hay dos tipos de personas: uno, los que se ven afectados directamente; y dos, los que se ven afectados indirectamente. Los primeros están indefensos, pero el ejército y las ONG las están asistiendo de forma gradual”, señala. 

Entre las entidades locales e internacionales que ya se han puesto a trabajar en el terreno, hay muchas de carácter e identidad cristiana. “Las iglesias y ONG cristianas trabajan de manera proactiva en áreas afectadas por inundaciones, sin hacer distinción de color ni credo”, apunta Imran. Un detalle relevante cuando se tiene en cuenta que Pakistán ocupa el octavo puesto de la Lista Mundial de Persecución contra el cristianismo en el mundo. 

“Muchos locales de iglesias están abiertos para recibir a la gente, no solo como refugio, sino también para proporcionar alimentos y medicinas”, remarca Imran.

Pakistán, víctima del cambio climático

Aunque en 2010 el país ya vivió un episodio severo de inundaciones, las de ahora son “las peores en la historia de Pakistán”, ha afirmado el primer ministro, Shehbaz Sharif. Diferentes medios tanto nacionales como internacionales hablan de la situación como consecuencia de la crisis climática y del calentamiento global. Lo paradójico es que el afectado es un país que contribuye en menos de un 1% a las emisiones de gases de efecto invernadero.

Además de las pérdidas, la situación podría empeorar todavía más para la población local, con la propagación de enfermedades y el efecto de una dura crisis económica. “Existe la posibilidad de que se propaguen enfermedades infecciosas y una inflación altísima. Ya nos enfrentamos a la enfermedad contagiosa del prurigo nodular en los animales y esto puede causar un serio desafío para los humanos, ya que los cadáveres de los animales enfermos se encuentran flotando en el agua”, alerta Imran.

Desde Pakistán, este cristiano pide oración por “estos desafíos, incluida la rehabilitación de las personas y las infraestructuras”.