“Hay destrucción, pero Cristo está construyendo algo nuevo”

La iglesia está respondiendo al desafío humanitario y espiritual en Ucrania, siendo un actor clave tanto en el país como entre los refugiados. Conversamos con el misionero Matías Radziwiluk, director de Palabra de Vida en Ucrania.

Daniel Hofkamp

ESPAÑA · 06 DE ABRIL DE 2022 · 17:13

Uno de los misioneros de Palabra de Vida en Ucrania, Vlad, recibe el abrazo de una mujer, al recibir ayuda humanitaria./<a target="_blank" href="https://stories.wol.org/stories/ukraine-updates/">WOL</a>,Palabra de Vida, Ucrania, ayuda
Uno de los misioneros de Palabra de Vida en Ucrania, Vlad, recibe el abrazo de una mujer, al recibir ayuda humanitaria./WOL

Se cumplen 40 días desde el comienzo de la invasión rusa a Ucrania, generando millones de desplazados y una situación crítica en pueblos y ciudades de todo el país.

Entre las personas que consiguieron salir del país se encuentra Matías Radziwiluk, director del ministerio Palabra de Vida en Ucrania, cuyo instituto bíblico está situado a las afueras de la capital, Kyiv.

Radziwiluk está ahora en Hungría, pero parte del equipo de Palabra de Vida continúa en Ucrania, trabajando para llevar ayuda humanitaria, alimentos, y acompañar espiritualmente a cualquiera que lo necesita, sobre todo en las ciudades que van siendo recuperadas por el ejército ucraniano.

Palabra de Vida llegó a Ucrania en 1992. La familia Radziwiluk, formada por los padres de Matías y otros dos hermanos -una familia de cinco-, viajó desde Argentina para poner en marcha un ministerio centrado en la juventud, en la proclamación del evangelio y en la preparación para la misión.

En 2001, Palabra de Vida fundó, cerca de Kyiv, el instituto bíblico que es la sede desde la que realizan diversas actividades, entre otros un programa de formación bíblica y espiritual de dos años. Ahora, este lugar se ha convertido en un punto de aprovisionamiento y distribución de recursos humanitarios que cada día se hacen llegar a distintos puntos de Ucrania.

 

P. ¿En qué consiste la labor del instituto bíblico en el día a día habitual?

R. En Ucrania, siendo el país de la zona con mayor alianza de iglesias evangélicas, todos los ministerios buscan apoyar a la iglesia local y compartir el evangelio, con campamentos y otras actividades. El instituto bíblico consiste en un programa de dos años, enfocado en tres áreas: formación bíblica, vida cristiana y ministerio. Lo particular de este instituto bíblico es que recibimos alumnos de países de la ex Unión Soviética, dado que todos los alumnos conocen el idioma ruso. Tenemos alumnos no solo de Ucrania, sino de Rusia y de diversos países de Asia central. La formación más importante que impartimos es el hecho de transmitir las verdades bíblicas a nivel de vida, influenciando a nuestros alumnos. Tenemos un promedio de 35-40 alumnos en los dos cursos. Creo que lo más importante es que podemos dar una base cristiana firme a los jóvenes, para que luego puedan seguir adelante, ya sea que Dios los llame a una carrera profesional, al ministerio en sus iglesias locales o a la misión en otro país.

“Hay destrucción, pero Cristo está construyendo algo nuevo”

Paquetes preparados en el Instituto Bíblico de Kyiv (Ucrania) de Palabra de Vida para ser repartido./ WOL

P. Sabemos que estáis en Hungría actualmente. ¿Cómo han sido estas últimas semanas para vosotros?

R. El 24 de febrero a medianoche Dios nos dio la sabiduría de evacuar a las mujeres y los niños. Habíamos tomado ya una pausa en el instituto bíblico de dos semanas, por precaución ante las sospechas de que algo podría pasar. Sin embargo no imaginábamos que algo así podría suceder, en la Europa del siglo XXI. Pudimos hacer una evacuación previa, y luego cuando comenzó la invasión rusa, tuvimos que salir el resto.

Básicamente, pudimos evacuar a todos nuestros colaboradores y algunos amigos y compañeros también. Nosotros estamos ahora en Hungría, pero el equipo se ha dividido en varios países, donde estamos trabajando con refugiados ucranianos, en Rumanía, en República Checa y en Hungría.

Muchos de los hombres del equipo, al ser situación de guerra, no pudieron salir. Yo sí pude salir por ser ciudadano argentino, pero el resto quedaron allí y estos cuarenta días han estado trabajando, sirviendo al Señor, desde la propiedad de Palabra de Vida en Kyiv.

 

P. ¿Qué es lo que han estado haciendo los que se quedaron en Ucrania, en medio de una situación tan compleja?

R. Los hombres regresaron a la propiedad en Kyiv sin un plan concreto, porque todo se iba desarrollando de acuerdo a las circunstancias. No estaba muy claro qué podíamos hacer, pero estaba claro que se habían roto todos los estereotipos sobre la misión que llevábamos a cabo hasta entonces. En febrero habíamos planeado tres campamentos de jóvenes, las clases del instituto… todo eso se derrumbó. Pero Dios fue mostrando, Dios va guiando paso a paso. A veces nos gustaría planear, tener una visión clara para el año, pero Dios nos ha mostrado que debemos ir día a día. Y se han ido presentando oportunidades y abriendo puertas para servir.

Así que durante las dos primeras semanas, el equipo estuvo realizando evacuaciones. Teníamos contacto con personas en Chernígiv, una ciudad al norte que estaba en una situación muy dramática: sin agua, sin comida, sin electricidad. Así que el equipo estuvo ayudando a evacuar a personas de allí, llegando a sacar a unas 2.500 personas de la ciudad para llevarlas a un lugar más seguro. Era una operación con mucho riesgo, por un camino que solía llevar dos horas y se convertía en cinco o seis horas de desplazamiento. Dios los cuidó para poder ir haciendo este servicio, hasta que la ciudad quedó bloqueada definitivamente por el ejército ruso. Entonces Dios abrió puertas en otros pueblos y ciudades.

Poco a poco vemos que se han ido liberando pueblos y ciudades, que es una buena noticia, pero a la vez llegan las malas noticias, porque al entrar en estos pueblos y ciudades se ve el terror, la destrucción que ha causado la opresión rusa. Tantas personas que no han podido salir de sus hogares, algunos por treinta días metidos en sus sótanos con muy poca comida… Así que el equipo ha estado llevando comida, ayuda humanitaria, para todos estos pueblos que salen de una situación tan difícil.

Ahora mismo, tenemos a parte del equipo en la propiedad en Kyiv realizando el trabajo logístico de recibir los camiones y furgonetas con la ayuda humanitaria que llega de Europa, de diversas iglesias. Se preparan paquetes de comida, se cargan por la noche y otro grupo sale a distintos lugares.

Los rusos se han ido del norte, y han dejado una destrucción total. Estamos siendo uno de los primeros grupos en acceder, lo cual es bueno porque damos testimonio como iglesia de Jesucristo. En muchas ocasiones somos guiados por el mismo ejército porque sigue habiendo peligros. Pero estamos pudiendo llevar a las personas algo de esperanza, dándoles algo de comida, pudiendo orar con ellos, darles una palabra de aliento, regalarles un Nuevo Testamento y decirles que Dios es nuestra esperanza y el único que puede hacer algo bueno de todo esto. Ese es el trabajo que estamos realizando ahora mismo.

“Hay destrucción, pero Cristo está construyendo algo nuevo”

Reparto de ayuda en la ciudad de Chernihiv./ WOL

P. Quienes habéis salido del país, ¿en qué situación os encontráis?

R. Siempre estamos conectados con el trabajo que se está haciendo en países limítrofes con Ucrania. En el campamento que tenemos en Rumanía hay un grupo de 70 ucranianos, familias y conocidos del ministerio que se encuentran ahora allí. Tenemos otro grupo en República Checa, donde hay más de 50 familias. Estamos trabajando con el gobierno de forma cercana, dando hospedaje y también teniendo la oportunidad de compartir el evangelio. Los que están en República Checa son personas que envía el gobierno, por tanto no les conocemos, muchos de ellos no son cristianos y tenemos la oportunidad de demostrar el evangelio y a la vez, compartirlo, mostrando el amor de Cristo.

“Estamos emocionalmente destruidos, con el corazón roto”

Tenemos un grupo pequeño también en Polonia. En definitiva, intentamos dar albergue a estas personas, aunque resulta difícil porque están muy desorientadas. Hay un estudio que dice que el 78% de los ucranianos quiere volver. No están en una condición de buscar comenzar una nueva vida, sino un refugio temporal. Por eso les resulta muy difícil decidir. Otro factor importante es que son, sobre todo, mujeres y niños. Muchas familias, sin el liderazgo del padre o del esposo que puede guiar estas decisiones hacia el futuro, les cuesta saber qué hacer. Obviamente con todo lo que está sufriendo el país, estamos emocionalmente destruidos, con el corazón roto, un dolor muy fuerte en el alma. Y tener que pensar a la vez en los hijos, en la escuela, en la salud, en la situación financiera… es una situación muy difícil. Así que intentamos ayudar como podemos, no solo recibiéndoles, sino haciendo contactos también.

Hace un momento me escribía una conocida a la que ayudamos a salir de Jarkov. Ella sigue en Ucrania, a pesar de estar dos semanas bajo bombardeos, consiguió salir y sobrevivir. Nos escribía porque a su madre se le está acabando la insulina. Y eso ocurre a menudo, nos encontramos con muchas personas atravesando situaciones difíciles. Ya estamos viendo la forma de poder conseguir la insulina para ella. Así estamos obrando. Dios me está enseñando que podemos hacer muchas cosas. A veces somos muy rápidos en decir “es muy difícil”, “yo no podría hacer algo así”, pero Dios me está mostrando de que forma podemos servir, siendo las manos y los pies de Cristo aquí en la tierra.

 

P. ¿Qué perspectiva de futuro tenéis?

R. Uno quisiera tener una idea, para poder hacer algún plan. Tenemos la ventaja de que nosotros somos misioneros y tenemos claro nuestro llamado. Entiendo que una situación así puede quebrarte y cambiar tu perspectiva completamente, pero yo oro a Dios y lo que veo es que esta situación ha profundizado mi llamado, y el de los misioneros de nuestro equipo. La forma de hacer el ministerio ha cambiado, porque no podemos hacer campamentos ni conferencias, pero la necesidad está, y el campo de misión está más abierto que nunca. Estamos con la incertidumbre de no estar en nuestros hogares, que las familias están separadas. Yo tengo el privilegio de estar con mi mujer y mis niños, pero las misioneras que están con nosotros aquí tienen a sus maridos en Ucrania, ya por 40 días sin verlos. Toda esa incertidumbre está ahí, pero confiamos en que Dios no se equivocó, Él estaba aquí antes de que todo esto suceda, y nos aferramos a Él. Vamos paso a paso. Hay muchos desafíos, pero no podemos planear mucho, sino que día a día vamos afrontando la situación y viendo de qué forma cumplir con nuestro llamado, que lo podemos seguir cumpliendo.

“Queremos volver para presentar a Cristo a tantas personas en medio de esta situación dolorosa”

Tenemos mucho deseo de poder volver a Ucrania, a estar con nuestra gente amada y servirles. No es tanto por el deseo de volver a mi hogar, sino por poder presentarles a Cristo a tantas personas que están pasando por esta situación tan dolorosa. Mostrarles la esperanza que nos mantiene firmes y sanos, en medio de la situación que atravesamos. Tenemos bastante que hacer y seguimos a Dios, buscando el poder hacer planes cuando sea posible.

 

 

P. Imagino que estáis siguiendo la actualidad, las decisiones políticas que se van tomando, así como la retirada de Rusia de la zona norte. ¿Qué valoración haces de la situación ahora mismo?

R. Es prematuro. No ha sido tanto una retirada de las tropas rusas como que no han podido tomar la capital y los esfuerzos han sido contrarrestados. No le ha quedado otra que retroceder y las regiones invadidas del norte han sido liberadas. Por la información que recibimos, las tropas se van al este para hacer una mayor ofensiva allí. Está claro que esto no ha terminado.

“Nos parece imposible que pueda haber paz, pero puede pasar cualquier cosa”

Es difícil hacer pronósticos, pero tenemos una cierta esperanza. Aunque no hay que olvidar que Rusia sigue tirando misiles por todo el país, y eso es algo muy difícil de defenderse. El peligro sigue, y siguen causando destrucción. El 23 de febrero, horas antes de que comenzara el ataque, seguíamos con la ilusión de que no sucediera. Ahora, con la lección aprendida, nos parece imposible que pueda haber paz, pero puede pasar cualquier cosa.

Entendemos que es una guerra política, con elementos de geopolítica, pero creo que hay un elemento espiritual detrás de esta guerra. Ucrania era el país, en mi opinión, más abierto al evangelio en Europa, con una gran estructura de iglesias evangélicas. Ucrania es el país que más misioneros envía a los países de la ex Unión Soviética. Y entiendo que una de las metas de Satanás es detener este trabajo. Pero a la vez creo que se está haciendo un gran trabajo en brillar, levantar en alto la bandera de Jesucristo. Se ha unido la iglesia como nunca, y está siendo clave en el servicio a las personas. Si bien queremos un final, porque uno nunca piensa en acostumbrarse a esta muerte y destrucción horrible. Queremos que pare el sufrimiento, que Rusia pueda retroceder y detener toda esta situación insana. Pero a la vez entendemos que esto no va a frenar nuestra misión, ni la misión de la iglesia. Esto es algo que la iglesia en Ucrania entendió.

“Hay un elemento espiritual detrás de esta guerra”

Nos gustaría que hubiera un acuerdo de paz, que pare el fuego, pero a la vez, no se va a parar el trabajo de la iglesia. Estoy muy orgulloso de cómo ha respondido la iglesia a este desafío, y no solo en Ucrania, sino en toda Europa, recibiéndonos. Sabemos que en España hay iglesias ofrendando, ayudando. Creo que esto ha hecho que la iglesia reviva en estas circunstancias. Dios está haciendo algo hermoso. Hay destrucción, es un contraste que veo claro, pero Cristo está construyendo algo también. Está construyendo algo hermoso a través de todo esto.

 

P. ¿De qué forma podríamos ayudar a vuestro ministerio o a los cristianos en Ucrania?

R. Primero hay que orar. Es la respuesta más básica que damos, pero es que no dejo de asombrarme de cómo Dios está haciendo tantos milagros como respuesta a la oración de su pueblo. Tenemos que orar por el fin de esta guerra, para que la iglesia pueda brillar más y más, glorificar a Cristo. Que Dios le dé fuerza a los pastores, a quienes están trabajando arduamente. Eso es algo que debemos hacer sin cesar. Nosotros también, quienes vivimos esto de forma tan personal y cercana, necesitamos orar.

Hay mucha ayuda práctica que se puede realizar. Yo diría a las personas que acudan a su iglesia local, porque sé que muchas iglesias están haciendo esfuerzos, así que recomiendo que se dirijan a sus pastores, a sus comités, para ver de qué forma ayudar de forma práctica. Todo el trabajo que hacemos como misión es a través de ofrendas, pero diría que ayuden en la labor de las iglesias locales, porque es la forma en la que se está ayudando mejor a Ucrania.

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