“La repercusión de las explosiones en Bata ha sido mayor de lo que podíamos imaginar”
Tras una deflagración que causó la muerte de más de cien personas y dejó más de 600 heridos, los vecinos de la ciudad “empiezan a remontar”, dice una cooperante evangélica que ha viajado a Guinea Ecuatorial.
BATA · 31 DE MARZO DE 2021 · 18:00

La ciudad de Bata, la más poblada de Guinea Ecuatorial, fue sacudida el pasado 7 de marzo por una serie de explosiones que se produjeron en un almacén de explosivos del cuartel militar de Nkoatama y que causaron la muerte de más de cien personas y dejaron más de 600 heridos. La deflagración, dijo el presidente del gobierno, Teodoro Obiang, “ocasionó grandes destrozos en casi todos los edificios y viviendas de la ciudad”.
Durante los días siguientes, diferentes entidades y organizaciones evangélicas comenzaron a movilizar ayuda y a hacerla llegar al país, como UEBE, Asambleas de Dios y Remar. La ONG evangélica +Q Salud, que realiza labores de asistencia y formación sanitaria en el país desde hace más de una década, inició una campaña de recogida de fondos para ayudar a las familias damnificadas por las explosiones.
Además, ha podido enviar a dos cooperantes a Bata para monitorear la situación, hacer un seguimiento de los casos de primera mano y poder distribuir con más precisión los donativos recaudados. “Para las personas aquí, es muy importante el hecho de sentirse apoyada”, explica Eunice Blanco, miembro de la junta directiva de +Q Salud y coordinadora de trabajo social del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, que es una de las personas que se han desplazado a Guinea Ecuatorial. Eunice ha conversado con Protestante Digital sobre cuál es la situación que están viviendo en la ciudad y cómo se lo han encontrado todo.
Pregunta: ¿Cuál es el proyecto de +Q Salud en esta ocasión para Guinea Ecuatorial y el objetivo del viaje?
Respuesta: Durante muchos años, como ONG, hemos venido a hacer congresos y formación en la Facultad de Ciencias de la Salud de Guinea Ecuatorial, en Bata. Ahora, uno de los objetivos más importantes es llevar a cabo la Formalización Especializada Sanitaria, para que los médicos puedan especializarse. Pero cuando se produjeron las explosiones, tanto la dirección de la ONG como los cooperantes que han colaborado mostraron mucho interés en cómo poder ayudar. Aparte de estar pendientes de todos los profesionales de la salud con los que trabajamos y mostrarles nuestro cariño, vimos la necesidad de dar un paso más y pensamos en recaudar fondos para los damnificados. La gente ha sido muy solidaria y se han recaudado más de 20.000 euros. Entonces, nos dimos cuenta de que la manera de devolver esa confianza a los colaboradores era a través de venir para ver de primera mano cómo poder ayudar, tomando contacto con las ayudas que ya se estaban llevando a cabo y coordinando que nuestros donativos pudieran llegar a manos de quien más lo necesita.
Los objetivos de este viaje son ofrecer un soporte psicoemocional y de apoyo a los profesionales con los que trabajamos habitualmente porque algunos de ellos han perdido sus casas y están durmiendo en el hospital. También queremos realizar un estudio socioeconómico para ver cómo les podemos ayudar, y continuar con las gestiones y los contactos para seguir desarrollando el proyecto de la Formación Especializada Sanitaria. Hemos venido dos trabajadoras sociales porque consideramos que lo necesario en estos momentos es hacer una valoración social de las circunstancias en las que se encuentran la ciudad y también las familias que han sido afectadas.
P: La explosiones afectaron a gran parte de los edificios y las instalaciones de la ciudad. ¿Cómo os habéis encontrado Bata?
R: La repercusión de la explosiones ha sido mayor de lo que podíamos imaginar en un principio. El radio de las casas afectadas y destruidas es muy amplio. Se calcula que hay más de mil familias que han perdido sus casas. Algunas de ellas son casas de ladrillos, bien construidas, pero que han perdido el techo. Hay otras que están hechas con tablas y han quedado totalmente destrozadas. Cuando hablamos con las familias, lo están pasando realmente mal. Muchas de ellas han perdido algún familiar pero, además, han perdido sus casas, que para muchas personas era su puesto de trabajo porque se dedicaban a la venta de alimentos cocinados, y esa fuente de ingresos ya no la tienen. La repercusión es a todos los niveles: biológica y socialmente, pero también en cuestión de familia, de alojamiento y de trabajo.
P: Imagino que toda esta situación hace que la tragedia no se pueda afrontar con normalidad. ¿Qué os transmiten las personas? ¿Cómo os habéis encontrado la ciudad en su sentido humano?
R: Lo viven con sorpresa e incertidumbre. Muchos recuerdan así el día de las explosiones. No sabían qué estaba pasando. Los teléfonos móviles estuvieron unas horas sin funcionar. La segunda explosión fue más grande que la primera, pero durante toda la noche hubo detonaciones. Todos coinciden en esa sensación de incertidumbre y de mucho miedo por sus hijos. Los hay que han perdido sus casas, pero los hay que estaban dentro de su viviendas en el momento de las explosiones. Por ejemplo, un pastor evangélico murió así, y el resto de personas de la comunidad justo acababan de salir de la iglesia.
Están tristes, sus miradas son tristes. Y también preocupados, porque no saben cómo se van a recuperar de esto. Además, se ha juntado con la crisis de la Covid-19, que también lo dificulta más todo. Ahora están aumentando un poco los casos aquí. Los ecuatoguineanos son personas fuertes y resilientes, y tiene una capacidad de superación personal muy fuerte ante las circunstancias adversas, pero también expresan tristeza, temor e incertidumbre. Están empezando a remontar.
Ha habido una iglesia evangélica, que también tenía unas instalaciones de colegio y de vivienda, que ha quedado destruida. Y lo primero que muchas personas de la comunidad han comenzado a construir de nuevo ha sido la iglesia. Sus casas siguen destruidas, pero ya han comenzado a instalar las maderas para volver a construir su iglesia.
P: ¿Qué papel está jugando la fe de las personas ante la situación?
R: Es increíble ver su fe. Son un ejemplo de fortaleza. El Salmo 18:2 dice que Dios es nuestra ‘roca’ y nuestro ‘refugio’. Se hace necesario recordar este apoyo en estas circunstancias y para estas personas.
P: Se han conocido varios casos de personas que lo han perdido prácticamente todo y siguen centradas en ayudar a los demás. ¿Cómo se manifiesta la solidaridad en Bata en estos días?
R: Una persona nos explicaba que, en seguida, los vecinos comenzaron a llevar al hospital sábanas, ropa y lo que consideraban como más necesario. Las familias y los amigos se están acogiendo los unos a los otros. Todos intentan asegurarse de que nadie pierda su cobijo.
P: ¿Hay algún caso en particular que os haya impactado más?
R: El mismo día que llegamos a Bata fuimos a la zona más cercana al lugar donde se produjeron las explosiones y estuvimos hablando con las familias. Muchas de ellas esperan a que vayan una especie de comisiones del Ayuntamiento para ver los daños que han sufrido en sus viviendas. Algunas, cuando tienen que marcharse, dejan apuntado su número de teléfono en lo que queda de las paredes de la casa, para asegurarse de que las llamarán. Otros siguen allí y se niegan a marcharse porque dicen que ese es su hogar. Si por casualidad tienen un parte del techo que no se les ha desmontado, ahí se quedan. En ese pequeño espacio cocinan y se pasan las horas, porque siguen pensando que esa es su casa.
Hablamos con dos mujeres, dos hermanas. Cada una había perdido su casa. Había otra hermana que también había perdido la casa donde vivía con sus hijos y que había fallecido. De ellas recuerdo las miradas tristes por no querer marcharse y por tener que reconstruirlo todo. Pero es muy peligroso quedarse porque muchas de las casas tienen techos metálicos, que cortan mucho, y empezar a retirarlos es lo más difícil.
También estuvimos hablando con otra mujer que estaba lavando su ropa en un espacio de su casa que se había podido salvar. Decía que sabía que allí sí tenía agua y que por eso iba allí a lavar. Pero cuando miraba para arriba veía todo el techo levantado.
P: La explosión se ha producido en medio de la situación de pandemia global que estamos viviendo. ¿Cómo está sobrellevando la gente la situación sanitaria?
R: Quienes más sufren la pandemia son las personas que trabajan en el hospital porque comienzan a incrementar los números. En la sociedad se tienen que cumplir ciertas medidas de seguridad, pero hasta ahora los números no han sido muy elevados aquí. Sí que lo viven como una sobrecarga a toda la circunstancia. Para ellos, vivir el confinamiento fue difícil.
P: Tanto en el hospital como en la Facultad de Ciencias de la Salud tenéis a amigos y a profesionales con los que colaboráis. ¿Cómo lo están viviendo?
R: En primera persona, al estar trabajando en el hospital y recibir a los heridos. Muchos profesionales se han involucrado de forma solidaria y han venido al hospital a ayudar. Están cansados y lo están viviendo como un momento muy duro.
P: ¿Cómo pueden ayudar las personas que se encuentran en otros países?
R: Para las personas aquí, es muy importante el hecho de sentirse apoyadas. La fuerza más importante es la oración. Luego, con los donativos económicos que se han levantado se está ayudando directamente a familias que lo necesitan. Hay mucha gente que ha perdido sus casas y es muy difícil que las ayudas del propio país lleguen a cubrir los gastos de reconstrucción y restauración. Así que todo lo que se pueda donar de más y que vaya enfocado directamente a conseguir su autonomía, es bienvenido. Pagar unos meses de alquiler o un nuevo alojamiento mientras encuentran otro trabajo. Lo que se procura no es solamente dar dinero y comida sino ayudarles un paso más allá y empoderar a las familias para que vuelvan a ser autónomas y no dependan de las ayudas. La ayuda debe ir en la dirección de restablecer los equilibrios para que las personas puedan continuar por ellas mismas.
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