“La violencia que estamos sufriendo ha ayudado a los bielorrusos a unirse”
Tatsiana y su esposo experimentaron la brutalidad policial de primera mano cuando fueron arrestados arbitrariamente. En una entrevista, comparte sus esperanzas de justicia y un futuro libre para Bielorrusia.
MINSK · 21 DE AGOSTO DE 2020 · 13:38
Huelgas en las fábricas, protestas tanto en la capital -Minsk- como en las zonas rurales, presión internacional sobre Lukashenko y cientos de denuncias por torturas. Es posible que Bielorrusia esté viviendo el principio del fin de un régimen que ha durado demasiado.
Tatsiana Belashova, una cristiana evangélica que vive en Minsk, cree que el círculo que alguna vez fue inquebrantable alrededor del presidente Lukashenko está comenzando a desmoronarse. Ella y su esposo han experimentado de primera mano la brutalidad policial del régimen de Lukashenko cuando fueron arrestados arbitrariamente.
Tatsiana y su esposo han trabajado como periodistas para unmedio bioelorruso independiente. En declaraciones a Evangelical Focus, Belashova compartió detalles sobre su experiencia y las esperanzas que los bielorrusos tienen de un futuro democrático.
Pregunta. Los medios de comunicación han informado sobre la brutalidad de las fuerzas especiales de policía de Bielorrusia tras las elecciones que desataron las protestas. Tú también has experimentado la represión de primera mano. ¿Que pasó?
Respuesta. El 10 de agosto, mi marido había ido al centro de la ciudad de Minsk y desapareció. Me di cuenta de que lo habían detenido, así que después de tres horas intenté ir a los edificios del departamento de policía para obtener información, pero también me detuvieron antes de tener la oportunidad de preguntar por él. Fuerzas especiales de la policía me arrestaron a mí y a otras 12 mujeres. Todas en ese momento estábamos buscando a familiares. Estuve detenida 53 horas. Como éramos mujeres, no nos golpearon. Fuimos llevadas rápidamente al centro de detención de Akrestsina. Fueron muy agresivos: nos gritaron y nos trataron como criminales.
Nos metieron en una celda de diez metros cuadrados, a 20 de nosotras nos metieron allí la primera noche. La segunda noche, estábamos 33 personas en esa misma celda, y la tercera noche que estuve allí, estábamos 46. Era como un rompecabezas humano o un “tetris”. Intentábamos colocarnos ocupando cada centímetro disponible. Solo nos dieron comida una vez durante todo ese tiempo, y hacía mucho calor en la celda.
P. Cuando hablaste con las otras mujeres detenidas, ¿qué te dijeron?
R. Casi todas las mujeres habían sido detenidas sin motivo, al igual que yo. Solo una había participado activamente en la protesta. Una de las chicas fue detenida cuando estaba dando de comer a los gatos en la calle, tenía la comida para gatos en las manos cuando se la llevaron. Otra estaba en un coche, y la policía rompió los cristales y la sacó. Otras, como yo, solo estábamos buscando a nuestros familiares que habían sido detenidos anteriormente. Otras eran médicos que ayudaban a los heridos en la calle después de la manifestación. Varias de las chicas de la celda eran muy jóvenes, como de 20 o 22 años. En total, unas 80 mujeres pasaron por nuestra celda durante el tiempo que estuve detenida. Algunas resultaron heridas durante su detención, pero nadie llamó a una ambulancia.
P. Dijiste que no te golpearon, pero otros han denunciado tortura y brutalidad policial en ese centro de detención.
R. Sí, cuando llegamos por primera vez a Akrestsina, vi hombres desnudos, sentados en el suelo. Los estaban humillando y golpeando con palos. Esas tres noches que pasé allí, escuchamos a las furgonetas especiales de la policía llegar a los centros de detención unas cinco veces cada noche. Traían montones de hombres, algunos de ellos lloraban y gritaban mientras eran golpeados por la policía. Había silencio por un rato, y luego llegaba la siguiente furgoneta policial con nuevos presos, y pudimos escuchar lo mismo nuevamente.
Un hombre que conocí después de ser liberado, me dijo que cuando se abrieron las puertas de los vehículos y los sacaron de las furgonetas de la policía, había dos largas filas de policías esperando en el patio, uno frente al otro. Todos los detenidos eran obligados a correr entre las dos filas, mientras los agentes los golpeaban con sus porras en la espalda. Al final de esta línea, la gente simplemente se arrastraba por el suelo tratando de evitar la paliza. Podía escuchar todo esto desde nuestra celda esas noches.
Al tercer día nos liberaron y, como advertencia extraoficial, nos dicen que no deberíamos participar en actividades contra el gobierno en las calles. Nadie nos dijo cuál era el motivo de nuestra detención. No hubo ningún juicio. En todo ese tiempo, nadie nos dijo nada mientras estuve allí. No pudimos contar con abogados ni con ningún derecho.
P. ¿Cuál fue la experiencia de tu esposo?
R. Mi esposo estuvo detenido durante 72 horas. Se estaba reuniendo con periodistas en Minsk y traía su equipo de cámara. La policía lo detuvo, revisaron su mochila y vieron que su cámara tenía el logotipo de Belsat Television (la red de medios independiente bielorrusa). Se rieron de él mientras lo detenían, a pesar de que insistió en que era periodista. Lo llevaron a un departamento de policía en Minsk, donde él y otros permanecieron tendidos en el suelo durante 16 horas. No fue golpeado, pero un chico del grupo tenía problemas cardíacos y otro un trasplante de riñón. Ambos necesitaban medicación, pero solo los golpeaban cuando les pedían la medicación.
Más tarde, finalmente lo trasladaron a una prisión regular en otra ciudad, que estaba menos abarrotada. Allí les dieron comida. Mi esposo y los demás fueron transportados en pequeñas celdas del tamaño de un casillero dentro de los vehículos policiales. Estos eran para una persona, aunque cabían dos personas más o menos. Pero metieron a tres e incluso cuatro personas en cada una de estas celdas de hierro de los furgones de la policía, en los que hacía muchísimo calor. En esa prisión sí había jueces, pero no abogados. Mi esposo recibió tres días de detención y fue liberado.
P. Personas como tú y tantas otras estáis muy dolidos por la brutalidad de este gobierno y la falta de derechos humanos. En las grandes manifestaciones en todos los países en estos últimos días, ha habido mensajes como “No olvidaremos, no perdonaremos”. ¿Cree que esta crisis está abriendo heridas que harán muy difícil la reconciliación en el futuro en Bielorrusia?
R. Sí, será difícil. La reconciliación solo será posible cuando las personas que hicieron todo esto, y en especial las encargadas de dar las órdenes, sean encontradas y sancionadas en procesos judiciales en los tribunales.
Como lo veo ahora, toda esta violencia que sufrimos muchos de nosotros ha ayudado a los bielorrusos a unirse como sociedad. Las acciones del gobierno han llevado a muchos más a las últimas protestas.
Antes, mucha gente pensaba: “Esto no es asunto mío, no tiene nada que ver conmigo”. Pero ahora a la gente le importa, porque vieron lo crueles y aterradoras que son nuestras autoridades. Ahora la gente defiende sus principios y toma las calles, lo hace por sus familiares, por sus amigos, por sus conciudadanos.
Creo que algunos hicieron una especie de sacrificio en los últimos meses y años. Pero sin su sufrimiento, toda la sociedad no habría reaccionado con tanta fuerza como está reaccionando ahora. El domingo pasado (16 de agosto) había cientos de miles en las calles.
No conozco el futuro. Pero por ahora, la gente pide que Lukashenko y toda su gente se vayan.
P. ¿Cree que Bielorrusia pronto será un país democrático?
R. Mientras hablamos, estamos siguiendo de cerca lo que las fábricas y los trabajadores de las industrias harán y dirán. Mucho depende de ellos y de sus huelgas.
También estamos mirando a la Unión Europea, que podría imponer sanciones estrictas contra Lukashenko y los burócratas y quienes están en su órbita. Tiene un círculo muy cerrado de personas a su alrededor, pero cuando este círculo comience a desmoronarse, veremos el principio del fin. Cuando, debido a las sanciones de la UE, los altos directivos del gobierno bielorruso se den cuenta de que ya no pueden ir a su villa favorita en Francia, ni enviar a sus hijos a estudiar a Londres, ni ir a hospitales en Alemania... entonces empezarán a pensar mejor de qué lado quieren estar. Esperamos que las sanciones personales contra funcionarios gubernamentales de alto rango funcionen bien.
Por otro lado, los bielorrusos deben ser conscientes de que las sanciones no son contra ellos ni contra la economía.
Los ciudadanos ahora han podido recaudar alrededor de 3 millones de dólares para ayudar a las víctimas de las protestas y a los trabajadores en huelga.
P. ¿Qué pasa con las iglesias en el país, cómo están reaccionando a este conflicto?
R. Hay muchas iglesias y denominaciones diferentes, y hay diferentes puntos de vista. Un pastor decía que las iglesias deberían ayudar a la gente, orar por la situación y luchar contra estas autoridades “demoníacas”. Pero hay algunas otras iglesias que dicen algo así como “esas personas que han estado en prisión, es su culpa, porque nuestra tarea como cristianos es simplemente orar”.
Una amiga y yo, que estuvimos encarceladas, grabamos un video para las iglesias bautistas en Bielorrusia, compartiendo lo que experimentamos para que los pastores puedan transmitirlo en algunos cultos. También visité una iglesia y me apoyaron mucho.
Las iglesias evangélicas no están llamando abiertamente a la gente a salir y protestar, pero muchos apoyan la idea de más democracia y ayudan a los que han resultado heridos.
P. ¿Cómo pueden las personas de otras partes de Europa y del mundo orar y apoyar a los bielorrusos en estos tiempos difíciles?
R. Sin dudarlo, orad por las víctimas. Muchas personas han resultado realmente heridas tanto física como emocionalmente. Incluso yo, que no fui golpeada físicamente, estoy herida emocionalmente. Puedo imaginar lo quebrantadas que están las personas que pasaron por el sufrimiento en prisión, esto puede ser un trauma de por vida para muchos.
Lo que los cristianos pueden hacer es concienciar sobre Bielorrusia fuera de nuestro país. Intenten compartir información y cuenten que lo que está sucediendo en Bielorrusia no está bien. Nuestro país frontera con frontera con de la Unión Europea y esa violencia no debería ocurrir en el siglo XXI. Si las personas tienen acceso a los miembros del Parlamento Europeo, pueden pedirles que hagan del tema bielorruso una prioridad en sus agendas.
P. Por último, ¿que esperas que ocurra en Bielorrusia en los próximos cinco años?
R. Espero que la situación cambie rápidamente y en la dirección correcta. No sé si eso sucederá ahora, en uno o dos años. Pero en cinco años espero que estemos en una situación similar a la de nuestros vecinos, como Polonia, por decir un ejemplo.
Hay muchas oportunidades aquí en Bielorrusia para la inversión económica. Esperamos que después de que cambien las autoridades, muchos querrán traer sus fábricas y negocios aquí y traer innovación.
Tenemos un montón de gente muy capaz en Bielorrusia, tenemos un potencial muy bueno como sociedad. Espero que pronto estemos en otra situación, más parecida a otros países que nos rodean.
Esta entrevista con Tatsiana Belashova se realizó el 19 de agosto de 2020.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Internacional - “La violencia que estamos sufriendo ha ayudado a los bielorrusos a unirse”