En África, los evangélicos afrontan la expansión del coronavirus con “la tarea de dar esperanza”
Las iglesias no olvidan que el continente es una de las regiones menos preparadas a nivel sanitario y mantienen una actitud de oración y servicio mientras colaboran con las autoridades.
BARCELONA · 27 DE MARZO DE 2020 · 10:00
Si hay una región del planeta en la que se puede temer más el impacto de la epidemia del coronavirus sobre la población es África. No solamente por la falta de recursos médicos para hacer frente a la enfermedad, o la dificultad de establecer mecanismos de control fronterizos, sino porque, de entrada, es un continente en el que en muchos de sus países ni siquiera se tiene garantizado el acceso a servicios de higiene seguros. Así lo demuestran los últimos datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de febrero de 2019, y según los cuales, mientras que en España la media de muertes por exposición a medidas de higiene inseguras (como el agua contaminada) es de 0,2 personas por cada 100.000, en países como Níger o Mali se superan los 70 muertos, y en Chad el centenar.
Desde que el 14 de febrero se detectase el primer caso de Covid-19 en Egipto, el virus se ha expandido por todo el continente a excepción de Botsuana y Sudán del Sur. De hecho, toda la región supera ya los 2.800 casos diagnosticados (a fecha del 27 de marzo). “El mejor consejo para África es que se prepare para lo peor”, señalaba hace unos días el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, que también recordaba que “probablemente hay casos no detectados” en la zona. “África debe despertar. Tenemos que hacer las pruebas, la localización de los contactos y el aislamiento”, añadía.
Primeras medidas
En esta línea, diferentes gobiernos han ido promulgando y endureciendo, en cuestión de días, medidas de seguridad y prevención para tratar de contener la epidemia. En Sudáfrica, el país con más casos diagnosticados, el gobierno ha impuesto un confinamiento para los próximos 21 días. “El presidente, Cyril Ramaphosa, ha anunciado el cierre de escuelas y ha prohibido los encuentros públicos después de que los contagios se hayan triplicado en el último fin de semana”, explica a Protestante Digital el secretario general de la Alianza Evangélica Sudafricana (TEASA, por sus siglas en inglés), Moss Ntlha. “Tampoco se permite la entrada a los extranjeros de otros países altamente afectados, puesto que en la mayoría de los casos, las personas infectadas habían viajado recientemente”, apunta.
Mientras, en Egipto, el país con más muertos por coronavirus junto con Argelia, se ha anunciado un toque de queda que prohíbe salir desde las siete de la tarde hasta las seis de la mañana, y muchos ya observan con impacto una labores de desinfección que han llevado a las brigadas hasta las pirámides de Guiza, en una imagen que bien podría ser una descripción visual del desarrollo de la historia de la humanidad. Nigeria y Sudán han cerrado sus fronteras, y República Democrática del Congo, centro epidémico del último brote de ébola, ha decretado el Estado de emergencia por el Covid-19.
Las iglesias como “socios” para contener el virus
Según informa a este medio el secretario general de la Asociación de Evangélicos en África (AEA, por sus siglas en inglés), la sección regional de la Alianza Evangélica Mundial, Aiah Foday-Khabenje, se está animando a las iglesias “a respetar la ley”. “Muchos pensarían que detener las reuniones es una afrenta a Dios y que están dispuestos a obedecer a Dios en lugar de los humanos, e incluso de sus presidentes. Pero, en las circunstancias actuales, esto no sería una lectura correcta de la instrucción divina”, remarca. “Los gobiernos cuentan con las iglesias como socios en los que confiar para implementar pautas y controles para contener la propagación del virus”, añade.
“No solo se espera que las iglesias colaboren con las autoridades, sino también que den esperanza”.
Por eso, desde la entidad, animan a sus miembros “a cumplir con la prohibición de reunirse con el fin de contener la propagación del virus y con las instrucciones médicas y profesionales”. “Vemos nuestro papel en ayudar a las iglesias a comprender las instrucciones de la Biblia y su aplicación correcta”, reitera Foday-Khabenje. El responsable de la AEA manifiesta que el hecho de que “muchos cristianos crean en el poder de la oración y la sanación”, no impide “recurrir a un tratamiento médico en cualquier momento”, igual que señala que “la ayuda médica no impide el milagro de parte de Dios”.Además de la colaboración con las autoridades, los evangélicos africanos también observan la situación desde la voluntad de “intensificar sus servicios y ayuda a sus vecinos y comunidades, mientras se garantiza la seguridad y se ora por la intervención de Dios”. A pesar de estar limitados también en los recursos tecnológicos, las alianzas nacionales ya han comenzado a organizarse a través de la red, como en Sudáfrica, donde “los evangélicos están lanzando campañas de oración para interceder por su país”, dice Ntlha.
“África está a merced de Dios”
En el continente, la población está cada vez más concienciada sobre la gravedad de la epidemia, aunque sin renunciar a la realidad de la escasez de recursos que tienen para hacerle frente. “África no tiene, en general, una infraestructura médica buena. La persona queda a merced de la selección natural y del destino. Así que con el coronavirus la situación no será diferente”, asegura Foday-Khabenje.
“La sensación característica del momento es el miedo, especialmente cuando vemos que el mundo desarrollado sería el que ofrecería ayuda pero ahora vemos que esos países están abrumados. Pero lo que otros consideran naturaleza o providencia, nosotros aseguramos que es el acto de misericordia de Dios. El virus que ahora se encuentra en África es inevitable, pero de momento las muertes causadas por coronavirus siguen siendo las menos comunes entre otras enfermedades que prevalecen”, subraya Foday-Khabenje. De hecho, la OMS calcula que solo en 2017 murieron 110.000 personas en todo el mundo por causa del sarampión. La mayoría fueron niños menores de 5 años y el 95% vivía en países “con bajos ingresos per cápita y una infraestructura sanitaria deficiente”.
La actitud que transmite el representante de la Asociación de Evangélicos en África se basa en una visión que combina la resignación por lo que ha sido el desarrollo del continente durante las últimas décadas con la confianza en una fe que escapa de los motivos tradicionales basados en el destino y la naturaleza. “Este continente ha sufrido el tiempo suficiente. Probablemente haya renunciado a este destino por más tiempo. En muchos sentidos, África está a la merced de Dios”, remarca.
“La tarea de las iglesias es dar esperanza”
En este escenario, dice Foday-Khabenje que “las iglesias siempre han permanecido” y han destacado por sus cuidados y por su confianza. “Dentro de sus medios limitados”, apunta. “Hay iglesias en todas las comunidades que permanecen cuando los trabajadores humanitarios son evacuados ante una emergencia. Son fundamentales a la hora de brindar ayuda y servicios a la comunidad y los vulnerables”.
Pero en África no solo se espera que las iglesias evangélicas colaboren con las autoridades para contener el virus y sirvan a los más desfavorecidos de las comunidades, según explica Foday-Khabenje. “Sobre todo, su tarea es dar esperanza. Enseñar el mensaje de Jesús en la Biblia. Esto ofrece esperanza en cualquier situación humana, incluso frente a la muerte. Las iglesias en el continente sienten que deben demostrar el amor de Dios en todo momento, en lo que hacen y dicen”, asegura.
Para este reverendo de Sierra Leona, “el mensaje y la esperanza cristianos son vida en este mundo”. “Vida en abundancia y vida más allá de muerte”, remarca. “Estas no son declaraciones filosóficas, sino que es trabajo de las iglesias el hacerlas prácticas y comprensibles”, añade. En este sentido, Foday-Khabenje reivindica el carácter único de las iglesias para llevar a cabo esta misión en el continente africano. “Todos vemos lo que el miedo a la muerte está haciendo a nuestro alrededor. En situaciones así el mayor gozo es cuando escuchamos a Jesús decir: ‘Yo soy la resurrección y la vida’. Esto es lo que el mundo necesita, incluso frente al virus, y es solo la iglesia de Jesús la que puede proclamar esto con certeza y todas sus implicaciones”, manifiesta.
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