Vivir sin resentimientos

«A poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor». (Lucas 4:18-19)

No cabe duda de que el resentimiento y la amargura nos hacen mucho daño. Cuanto más tiempo dejamos pasar sin arreglar una situación y perdonar (y ser perdonados) esa amargura crece contra todos aquellos que nos han herido. Por eso, el Señor Jesús dijo un día: «ponte de acuerdo con tu adversario pronto», para que no pase el tiempo y las heridas crezcan en nuestro corazón. 

Pero él también nos enseña a dar un segundo paso trascendental. Cuando se presentó en la sinagoga recitando aquel texto del profeta Isaías: «el espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para dar buenas noticias a los pobres», terminó justo antes de proclamar «el día de la venganza de nuestro Dios», porque eso sucederá en el último momento de la historia. 

¿Qué nos está diciendo? Que incluso él, siendo Dios mismo, dejaba que su Padre dictaminara cuál sería ese día de la venganza. Así que, jamás debemos preocuparnos por vengarnos ni dejar que el resentimiento y la amargura prosperen. Un día Dios llevará todas las cosas a su lugar; ese día, mejor que todo esté en sus manos y no en las nuestras.