Rubén Arjona Mejía: “Optar por la formación teológica es un acto profético”
Rubén J. Arjona Mejía es profesor de Cuidado Pastoral en el Seminario Presbiteriano Unión, de Richmond, Virginia.
20 DE MARZO DE 2025 · 23:55

Rubén J. Arjona Mejía es profesor de Cuidado Pastoral en el Seminario Presbiteriano Unión, de Richmond, Virginia (www.upsem.edu), desde 2020 (www.upsem.edu/about/faculty/ruben-arjona). Previamente ejerció la docencia en la Escuela de Teología Iliff, de Denver, Colorado (2017-2020). Es egresado de Seminario Teológico Presbiteriano de México, y Maestro y Doctor en Teología por el Seminario de Princeton, Nueva Jersey. En 2001 se publicó su tesis de Licenciatura: De la sumisión a la revolución: La influencia de Calvino en el desarrollo del protestantismo francés (www.academia.edu/7833213/De_la_sumisi%C3%B3n_a_la_revoluci%C3%B3n_la_influencia_de_Calvino_en_el_desarrollo_del_protestantismo_franc%C3%A9s). Ejerció el pastorado en la capital mexicana y ha publicado diversos ensayos sobre su especialidad. Antes de su traslado a Estados Unidos enseñó en varias instituciones de educación teológica y presidió el Ministerio de Educación de la Iglesia Nacional Presbiteriana. Haciendo un espacio en sus ocupaciones accedió gentilmente a responder estas preguntas.
Hola, Rubén, un placer dialogar contigo. ¿Qué nos puedes decir de las tareas que realizas en el Seminario Presbiteriano Unión, desde hace ya casi cinco años?
Mi trabajo se distribuye en tres áreas: la docencia, la investigación y el trabajo administrativo. En las primeras dos áreas, mi trabajo se enfoca en la teología pastoral, aunque enseño un curso (Liberando el Cuidado Pastoral: Voces desde América Latina) que incluye materiales que van más allá de lo estrictamente pastoral. Además de mis tareas regulares, en la actualidad soy el director del programa de Doctorado en Ministerio.
¿Ha habido algunos profesores hispanos en esa institución? Parece que, sin duda, eres el primer mexicano.
Efectivamente, soy el primer ciudadano mexicano. El año pasado se incorporó al seminario (campus Charlotte) Christian Sánchez, biblista mexicoamericano. Fernando Cascante, costarricense, estuvo diez años en Unión como profesor de educación cristiana. Unión tiene una larga historia de colaboración con América Latina. Además, mantuvo por muchos años un proyecto que enviaba libros a bibliotecas teológicas alrededor del mundo, incluyendo, por ejemplo, al Seminario Teológico Presbiteriano de México. En el área docente, varios colegas latinoamericanos visitaron Unión en calidad de profesores visitantes, incluyendo a Plutarco Bonilla Acosta, José Enrique Ramírez Kidd y Pablo Richard. En 1981, José Míguez Bonino dictó la Cátedra Sprunt (la cátedra principal en Unión). Este año, Miguel A. De La Torre, doctor en ética cubanoamericano, impartirá esa misma cátedra. Aunque, desafortunadamente, Unión tuvo que descontinuar su programa doctoral (PhD), es importante recordar que el distinguido biblista mexicano Edesio Sánchez Cetina realizó sus estudios aquí.
¿Qué proporción de estudiantes en Richmond son hispanos o de otros países?
Hispanos tenemos muy pocos. Por lo general, uno o dos estudiantes por ciclo. Los estudiantes internacionales constituyen aproximadamente el 10% de la población estudiantil, es decir, alrededor de veinte. Aunque los números parecen bajos, recientemente nuestro archivista me compartió una lista extensa de exalumnos latinoamericanos, incluyendo un buen grupo de egresados brasileños. También hay un grupo significativo de mujeres que estudiaron en la Escuela Presbiteriana de Educación Cristiana (PSCE, por sus siglas en inglés). La PSCE se consolidó con Unión en 1997. Entre ellas estuvo la profesora Martha Eufemia Manjarrez Colín, egresada en 1945, y quien años después fungió como presidenta municipal de Zitácuaro, Michoacán. Entiendo que el municipio de Zitácuaro instituyó un prestigioso galardón en reconocimiento al legado de Manjarrez Colín.
¿Qué avances ha experimentado tu campo, la teología pastoral, en los últimos años?
La teología pastoral en Estados Unidos ha crecido en varias direcciones, por ejemplo, el cuidado espiritual poscolonial y la intersección entre cuidado pastoral y emergencia climática. Dadas las muchas direcciones en las que el campo está creciendo, algunos colegas han planteado el problema de la “amplitud de la teología pastoral.” Es decir, existe cierta preocupación, como diríamos en México, que “el que mucho abarca, poco aprieta.” Como mexicano, esta cuestión no me preocupa mucho, ya que los ministros en América Latina entendemos que la tarea pastoral puede llevarnos en múltiples direcciones. Claro —y en ello estoy de acuerdo con mis colegas estadounidenses— uno tiene que medir sus fuerzas y decidir en qué áreas enfocarse.
¿Cómo se relaciona tu área de trabajo docente con la vida cotidiana de los estudiantes de teología?
En Unión existe la tradición de que quienes servimos como docentes en teología pastoral también acompañamos pastoralmente a los estudiantes. En mi caso, esto es especialmente cierto en relación con los estudiantes internacionales. Ellos saben que llegué a Estados Unidos como estudiante internacional, así que tienen la confianza de buscarme para platicar sobre sus problemas personales o sobre el proceso que Luis Segreda Mena llama “el peregrinaje del estudiante de teología.” Esta tarea es de las que más disfruto en Unión.
¿Consideras que la teología reformada sigue siendo vigente para estos tiempos? ¿En qué aspectos?
Indudablemente. Considero que la teología reformada sigue ofreciendo un marco pertinente para la práctica de la fe cristiana, incluyendo la formación cristiana, la liturgia, y, desde luego, la pastoral. La teología reformada, desde luego, también ofrece un marco robusto para responder a los desafíos contemporáneos, por ejemplo, la respuesta cristiana ante los abusos de poder, asunto altamente pertinente para las circunstancias actuales en Estados Unidos.
¿Pensarías que la teología reformada se ha desarrollado lo suficiente en América Latina? ¿A qué autores/as puedes mencionar como ejemplo de dicho desarrollo?
Sospecho que el desarrollo no ha sido suficiente, aunque francamente no es fácil mantenerse al corriente, desde el norte, de lo que pasa en el ambiente teológico en América Latina. Para mí, algunos referentes siguen siendo Milton Mejía, Daniel C. Beros, y, desde luego, Leopoldo Cervantes-Ortiz. Al norte del Río Bravo, pienso, por ejemplo, en el trabajo teológico de Rubén Rosario Rodríguez.
Los énfasis reformados clásicos para la fe y el pensamiento son cuestionados por el llamado “pensamiento reformacional”, al menos en varios países latinoamericanos. ¿Cuál es tu opinión sobre esta corriente?
En los círculos en los que yo me desenvuelvo, se desconoce o se conoce poco. Mi impresión es que la teología “reformacional” ha sido bien recibida e impulsada en algunos ambientes latinoamericanos por su sabor conservador. Supongo que su popularidad estriba en que se ha presentado como un correctivo al pensamiento teológico contextual y constructivo, o a las teologías de la liberación, siempre vista con sospecha—por decir lo menos—por los grupos de poder conservadores, dentro y fuera de las iglesias.
¿Qué opinas de los aspectos religiosos de la primera administración de Donald Trump y de esta segunda que está comenzando?
Como es bien sabido, los grupos cristianos “evangélicos” (Evangelical Christians), mayoritariamente de gente blanca, apoyan ampliamente a Donald Trump. Según la agencia Associated Press, ocho de cada diez evangélicos blancos votaron por Trump en la elección de 2024. Trump y sus aliados están impulsando una agenda cristiana nacionalista, es decir, la idea de que Estados Unidos debe retomar su supuesta “identidad cristiana.” Desde luego, este principio es problemático en varios niveles. Pone en riesgo la separación iglesia-Estado y atenta contra la identidad y dignidad de todas las personas de tradiciones religiosas no cristianas. Teológicamente representa una herejía, ya que presupone que el Evangelio de Cristo puede someterse, alinearse y servir a los intereses del poder político. En este contexto, las minorías protestantes históricas, incluyendo a los presbiterianos, tienen un papel significativo que jugar. La Obispa Mariann Budde nos dio un ejemplo de la labor que el protestantismo histórico tiene que desempeñar en la coyuntura presente. Un dato más: con los recortes al presupuesto y el desmantelamiento de USAID (la agencia estadounidense para el desarrollo internacional), varias organizaciones evangélicas y cristianas están siendo afectadas. Habrá que ver si estas afectaciones ponen en riesgo el apoyo de los grupos evangélicos a Donald Trump y sus aliados.
¿Qué aconsejarías a las/os futuros estudiantes sobre los desafíos que plantean estos tiempos para la formación teológica y pastoral?
Primeramente, expresar mi admiración y gratitud hacia toda aquella persona que en estos tiempos opta por la formación teológica y pastoral. En el marco del capitalismo, con su énfasis en el consumo y el progreso, optar por la formación teológica es un acto profético que requiere mucha fuerza interior. ¿Qué les aconsejaría? Primero, buscar espacios que les permitan reflexionar y formular su pensamiento con la mayor libertad y creatividad posibles, con el mínimo de censura posible. Segundo, hacerse acompañar por colegas y amistades que entiendan y amen la labor teológica. La labor teológica y pastoral suele ser solitaria y es necesario hacerse acompañar. Finalmente, es fundamental encontrar espacios apropiados para cultivar la ortopraxis, espacios en los que uno pueda cultivar el servicio y mantenerse conectado con las realidades cotidianas de la gente.
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