Ramón Xirau: poesía y pensamiento en diálogo

La naturaleza y la cultura se funden en la persona del visionario que no deja pasar la ocasión para mirar más allá de sí y relanzar la fe hacia horizontes nuevos y autocríticos.

17 DE AGOSTO DE 2017 · 17:00

Despedida de Ramón Xirau en el Colegio Nacional. ,
Despedida de Ramón Xirau en el Colegio Nacional.

Si algo define la realidad cristiana de la persona y de la obra poética y filosófica de Ramón Xirau, es la presencia. Su mirada es la de un moderno que, a partir de su experiencia cristiana, ha reactualizado para la era de la ausencia posmoderna, una mirada medieval.[1]

Javier Sicilia

El pasado 26 de julio falleció en la Ciudad de México el poeta, filósofo y profesor catalán Ramón Xirau Subías. Nacido el 26 de julio de 1924 en Barcelona, con su desaparición, el ambiente cultural de habla hispana perdió uno de los mejores exponentes del diálogo entre poesía y filosofía, pues fue un gran exponente de la poesía en su idioma materno, que nunca abandonó, aun cuando vivió en México desde los 15 años y se nacionalizó en 1955. Antes de llegar a este país, estudió en dos liceos franceses. Hijo del profesor transterrado Joaquín Xirau, quien eligió su nombre en honor de Ramon Llull, primer gran poeta, filósofo y místico de la lengua catalana, estudió en la UNAM y ejerció la docencia en varias instituciones, aunque su trabajo más intenso lo desarrolló en su alma mater. En 1949 se casó con Ana María Icaza, con quien procreó al también poeta Joaquín, fallecido en 1976. Aun cuando renegó de su fe católica, no fue un escritor caracterizado por el énfasis confesional y en sus aportaciones filosóficas llevó a cabo notables aproximaciones al fenómeno religioso, a la mística y a diversos autores en la vertiente religiosa.

Julio Hubard, uno de sus discípulos más cercanos, escribió, a propósito de su muerte: “Jamás escribió algo que no estuviera tocado por la admiración o el entusiasmo. Su obra en prosa está toda escrita desde allá mismo, desde la semejanza con la que leyó todo. Y es un lugar no apto para cobardes. Sus ensayos, ya filosóficos, ya literarios, son una celebración”.[2] Y agregó: “Xirau nunca escribió sobre obras que despreciara o carecieran de valor. Su crítica nunca fue laxa: era severo, inquisitivo, analítico, pero su motor fue siempre el entusiasmo, el hallazgo del mundo y la luz; de las criaturas y su rumor musical; del pensamiento, sus ámbitos, su descubrimiento. La inteligencia real, no las poses de los listos. La sabiduría no fabrica ruinas, ni idolatría, ni resentimiento”.

 

Poesía completa de Ramón Xirau.

Entre sus poemarios se cuentan: 10 poemes (México, 1951), L’espill soterrat (El espejo enterrado, México, 1955, prólogo de Agustí Bartra), Les platges (Las playas, Barcelona, 1974), Graons (Gradas, Barcelona, 1979, con prólogo de Octavio Paz), Dit i descrit (Dicho y descrito, 1983), Ocells (Pájaros, 1986), Natures vives (Naturalezas vivas, Barcelona, 1991), Poesia completa 1950-1994 (Barcelona, 1996) e Indrets del temps (Lugares del tiempo, Barcelona, 1999). En 1990 se publicó Poemes. Poemas, antología bilingüe (selección y traducción de Andrés Sánchez Robayna), Naturalezas vivas. Natures vives, en 1997 (traducido por Rafael-José Díaz), en 1999, Nuevos poemas (traducido por Sánchez Robayna), y en 2002, Lugares del tiempo (traducción y prólogo de José María Espinasa). Su Poesía completa, en edición bilingüe, apareció en 2007, traducida al castellano por Sánchez Robayna.

Su trabajo ensayístico, en el que se aprecia la fusión de intereses poéticos y filosóficos, fue muy amplio: Sentido de la presencia (1953), Tres poetas de la soledad (1955), Palabra y silencio (1964), Octavio Paz, el sentido de la palabra (1970), De ideas y no ideas (1974), Poesía y conocimiento (1978), Poesía iberoamericana contemporánea (1979), Dos poetas y lo sagrado (1980), Cuatro filósofos y lo sagrado i81986), Antología (1989, en ocasión del Premio Alfonso Reyes), De mística (1992). Dos grandes recopilaciones son: Entre la poesía y el conocimiento (2001) y Otras Españas. Antología sobre literatura del exilio (2011), ambas por Adolfo Castañón. Introducción a la historia de la filosofía (1964), quizá su libro más conocido, se ha reeditado en innumerables ocasiones y es un libro de texto muy utilizado. En 1982 dio a conocer , que recoge muestras de 28 poetas, cinco brasileños, donde aterrizó muchos de sus minuciosos análisis previos, fruto de una práctica apasionada, casi obsesiva.

Fundó la revista Diálogos, en El Colegio de México, fue miembro de El Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de la Lengua, además de funcionario en el Centro Mexicano de escritores, en donde tuvo la responsabilidad de asesorar a quienes serían importantes  creadores con el paso del tiempo, como fue el caso de Juan Rulfo y Vicente Leñero, por sólo mencionar a dos de ellos. En el caso del primero, lo acompañó después de la publicación de sus dos únicos libros y, en el segundo, influyó de manera determinante en la redacción de Los albañiles, que obtendría el Premio Biblioteca Breve en 1963. Obtuvo innumerables premios, entre ellos el Nacional de Ciencias y Artes (1995). El Colegio Nacional ha comenzado la publicación de su obra completa, de la que han aparecido tomos. En el sitio lletrA, de la Universitat Oberta de Cataluña hay una sección dedicada a él: http://lletra.uoc.edu/ca/autor/ramon-xirau.

 

Ramón Xirau.

Caracterizar a Ramón Xirau como un poeta-creyente implica varias dificultades: primero, porque aun cuando el tema religioso es recurrente en su obra, no es, necesariamente, su tema principal. Su trabajo lírica es, más bien, de observación minuciosa de la realidad en donde, eventualmente, encuentra los signos de lo sagrado a través de sólidas interrogantes. Acaso el texto más representativo, en ese sentido, sea “Gradas”, en el que los versos manifiestan la búsqueda de lo divino en medio del mundo, como consecuencia de una indagación de diversos tonos y matices:

II

Las frutas y los cortos mirajes de la noche

son cachorros blancos. Cielo encendidamente arco,

Martín del Arco –¿y dónde, dónde Dios?

Bien lo saben las yerbas verdes, verdes

bien lo saben las gradas del naciente mar,

bien lo saben los pájaros madrugadores,

bien lo sabe la oruga de la yerba

que Dios es Dios en cada

trozo del mundo, trozo de hielo y heladura

más allá de las cosas Dios de cosas,

barcas nacen y vuelven, hijas claras

de barcas-luz, de barcas cuerpo a barlovento.

La pausa que produce la observación anima al aliento poético a remontarse con mayor proyección en la mirada del hablante:

En las playas serenas de la tarde, cantan

descendientes de Giotto, muro a muro,

hijos del mundo, hijos

del Hijo. Basta, el silencio habla. Basta.

Silencio, habla. Basta el silencio calla

calladico, calladamente Te dice.

Una plegaria –naves del mar navegan–,

una plegaria –las rosas mar navegan–,

una plegaria: las ruinas

vuelven hacia la forma exacta del origen.

Orar (no, no hablar, orar),

verte en las hojas doradas,

gregoriosamente el canto nace de la barca,

el canto brota en la madera viva de la barca.

La naturaleza y la cultura se funden en la persona del visionario que no deja pasar la ocasión para mirar más allá de sí y relanzar la fe hacia horizontes nuevos y autocríticos. Orar, no hablar, es la consigna de una poesía que sin despeñarse en los abismos de la fe, mantiene los ojos abiertos para el encuentro con lo sagrado en todas partes.

 

Tres poetas de la soledad.

Como filósofo, recuerda Javier Sicilia, se apasionó por la presencia, por el sentido de lo divino en medio de la realidad y, aunque no lo expresara como tal, detrás de sus preocupaciones latía el fulgor que le proporcionaba la fe:

Por ello, el universo poético y filosófico de Xirau es un universo habitado por la presencia. Todo y cada momento es para Xirau la vida verdadera, porque todo está vinculado por el amor que es el modo en que el hombre se define y está en el mundo. Estar presente es sentir la presencia de ese tercero que hace posible la vida en común, la comunidad, la comunión que es atisbo, presencia del Reino y continuidad hacia ese más allá que es su plenitud. Por eso Xirau puede escribir en una de sus reflexiones filosóficas: ‘El estar, la estancia del hombre en el mundo [...] depende en buena medida de una forma de ver el tiempo. Si lo vemos [...]desde nuestra intimidad, el presente no es fugaz: es lo que somos toda la vida’. ‘Este hombre [está] religado al mundo, a las personas concretas y, para quienes lo quieren así, al Otro, a la Persona en su morada’. Por eso, también, desde su universo poético, que bebe de la misma fuente de la presencia, escribe:

 

Nuestro Otro, todo es claro en el paisaje [...]

claror del mundo, claror de nuestro sol [...]

Todo es sencillo, todo claro.

Mirad:

el mundo es tal como se ve.

Gradas, ese gran poema que husmea en los signos de la divinidad en el mundo, da testimonio de la forma en que lo humano se atreve a penetrar en la eternidad divina:

V

Sin saberlo han entrado en tu Templo,

las músicas antiguas y tocadas son presentes,

pero, duro, el oído no oye nada. El templo es bello

y es viejo el Templo de los muros vivos,

la flor de la humedad es la flor de humildad.

¡En la ojiva, en los órganos, cuántas

voces, cuántas en el silencio transparente

cuántas y cuántas voces, oh barcas!

He entrado en tu Templo

de tierra-oro, tierra-brasa encendida.

En los muros las velas de Aquellos

hombres viven aún, limpias y blancas. ¿Dónde estás?

No hay lugar ni espacio ni tiempo donde estés

Tú: no hay círculos ni claras esferas.

Escuchemos, ojos mortales, en el silencio,

concentrados, vivos, atentos en el

Silencio.

Hacia tu mar penetran lentas barcas,

penetran lentamente nuestras barcas.


[1] J. Sicilia, “Ramón Xirau, la experiencia de la presencia”, en La Jornada Semanal, supl. de La Jornada, núm., 498, 19 de septiembre de 2004, www.jornada.unam.mx/2004/09/19/sem-sicilia.html

[2] J. Hubard, “Ramón Xirau, poeta de vanguardias”, en El País, Madrid, 28 de julio de 2017, https://elpais.com/cultura/2017/07/28/actualidad/1501269862_511014.html.

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