El husismo, factor clave de la identidad checa (II)

La Unidad de los Hermanos, al consolidarse, formó la iglesia checa reformada (1467) que persistió hasta el siglo XVII con el nombre de Hermanos Bohemios.

03 DE MARZO DE 2017 · 06:30

Václav Brozík, Hus en el concilio de Constancia en 1415. ,
Václav Brozík, Hus en el concilio de Constancia en 1415.

Comenio es un teólogo de la esperanza. […] Retornó a la esperanza de una reforma universal y creyó que el mundo podría acercarse a ella de una manera no violenta. Tal teología de la esperanza es una contribución específica a la Primera y a la Segunda Reformas y, más allá de eso, es ecuménicamente relevante incluso para hoy, para la iglesia ciertamente, pero también para la cultura y la sociedad.[1]

Jan Milic Lochman

 

La profesora María Esther Aguirre Lora, en Calidoscopios comenianos. I, agrega que, luego de la trágica muerte de Jan Hus (5 de julio de 1415), en medio de fuertes conflcitos y alianzas entre Wenceslao IV, rey de Bohemia y su hermano Segismundo, rey de Moravia y heredero de Bohemia, se desencadenó una oleada de persecuciones y muertes, situación que no existía en la región, caracterizada por su tolerancia religiosa. El clima de agitación fue vivido “con muestras de adhesión, condolencia y protedta procedentes de diferentes sectores y grupos sociales”.[2] Segismundo, a instancias del antipapa Juan XXIII, convocó el concilio de Constanza, entre cuyos propósitos estaban resolver el Cisma de Occidente, dar un golpe definitivo al movimiento de Hus y Jerónimo de Praga, y reformar la iglesia. Hus recibió un salvoconducto para asistir, el cual no fue respetado, por lo que fue asesinado. En ese momento emergió su figura como un mito que cohesionará las diversas tareas tendientes a la construcción de la nacionalidad.

Nació así el husismo, el cual luego de diversas vicisitudes lograría instituir en el siglo XVI un programa renovador alternativo a las iglesias romana, checa reformada, en su doble vertiente: la calicista (parcialmente reformada) y la Unidad de los Hermanos (Unitas Fratrum), a la que perteneció Juan Amós Comenio, totalmente reformada, que sería motivo de constantes persecuciones por parte de Ladislao II y Fernando I de Habsburgo, hasta su disgregación definitiva. Una nota a pie de página amplifica la visión de este movimiento en sus diferentes niveles: “La herejía asume diversas modalidades: individual, colectiva, popular, intelectual, urbana, rural; cada movimiento herético tiene sus propias peculiaridades, pero también influye y es influido por otros debido a la comunicación que existe entre ellos y al constante desplazamiento de mercaderes y monjes ¾vinculados con la iglesia, las universidades, o bien como predicadores¾ que transitan de pueblo en pueblo y a esos particulares personajes llamados goliardos. […] Algunos de los planteamientos husitas recuerdan a los valdenses”.[3]

Fue ésta la “primera gran reforma europea”, antecedente de las reformas religiosas iniciadas por Martín Lutero en el siglo XVI, y seguidas por la Reforma suiza. Ése siglo y el siguiente, agrega Aguirre Lora, estuvieron marcados por movimientos de reforma y contrarreforma, percibidos de manera antagónica y como excluyentes entre sí. Ambos participan de tradiciones humanistas y de un programa tendiente a instaurar una nueva moral cristiana, además de buscar la supresión de las supersticiones. Pero antes de cristalizar en una iglesia checa reformada, el husismo, como tal, “constituyó un complejo movimiento global en torno a un vasto proyecto de transformaciòn político-social, bajo cuya bandera se manifestaron tantas facciones cuantos proyectos se percibían”.[4] Dos fueron las tendencias que se desarrollaron alrededor de 1419: los husitas moderados, de os sectores medios, nobles, con acceso al latín, cercanos a Wenceslao; y los husitas radicales, conformados por artesanos, campesinos y otros de existencia precaria, que se desenvolvían en el sur de Bohemia. Los husitas militares, conocidos como taboritas, ya que se apropian de las montañas, con nombres bíblicos.

Estos grupos, dirigidos por Jan Zizka y después por Zelivsky, se convertirían en una verdadera fuerza política y militar. Se refugiaban en una antigua fortaleza, en donde vivían según las normas del más austero comunismo que buscaba recuperar las práticas originales del cristianismo. Al morir Wenceslao, Segismundo intentó someterlos mediante la alianza con los alemanes y organizando una cruzada con el nuevo papa Martín V. En 1433 se logró la reunión de los representantes de las diversas facciones: utraquistas, taboritas, otra facción taborita, los huérfanos de Zizka, que se reconciliaron con la iglesia católica y se comprometieron a alcanzar la paz. Sin embargo, Segismundo traicionó a los husitas y no los legitimó. Entre 1415 y 1436, las diversas pugnas entre los husitas radicales y los diversos grupos reformadores se polarizaron hasta desencadenar una guerra civil. Muchos retornaron a la iglesia de culto latino, y otros se acogieron a la Reforma alemana.

No obstante, hacia 1457, cuando la lucha entre los grupos reformistas estaba más radicalizada, en la región oriental de Bohemia un grupo taborita vinculado a los calicistas y dirigido por Pedro Chelcicky (1390-1460),[5] se independizó y se propuso fundar un movimiento cristiano pacifista, regulado por los principios de vida comunitaria. Fue la Hermandad del Evangelio de Cristo o Hermanos de la Ley de Cristo, primero; conocidos después como Unidad de los Hermanos. Al consolidarse, este movimiento formaría la iglesia checa reformada (1467) que persistió hasta el siglo XVII con el nombre de Hermanos Bohemios. En esa iglesia, Comenio llegaría a ser maestro teólogo, musicólogo, conductor y, finalmente, su último obispo.

Otra nota al pie explica la importancia de este movimiento: “Tuvo una importante presencia en Europa; buscó su expansión y alianza con algunos principados alemanes y regiones austriacas, así como con Polonia y Hungría. Sin embargo, su radio de acción no fue tan amplio debido tanto a su carácter nacional, expresado en el uso predominante de la lengua checa”.[6] Desde sus orígenes, hasta su desaparición, la Unitas Fratrum evidenció las transformaciones sociales bajo el dominio de la corona checa: marginalidad político-social, al replegarse en el nivel popular, y la centralidad política, ya consolidada como iglesia y con nuevos miembros burgueses y nobles. A esta segunda fase correspondió el desarrollo de una actitud “de amor por el conocimiento y la instrucción, con lo cual se ubicaron entre las fuerzas culturales más importantes de la región”.[7]

El husismo, concluye Aguirre Lora, emergió desde sus orígenes “como un mundo de significaciones, de sìmbolos y valores, de indentidades persistentes y de historias recurrentes que, sedimentadas, configuran la identidad del pueblo checo, su memoria colectiva, que deviene símbolo de la nacionalidad checa. Tales son las tradiciones y herencias, tal la mentalidad que marca a Juan Amós Comenio y que encuentra su expresión en diversos momentos de su obra”.[8] Hus mismo trabajó el idioma checo en De orthographia, esfuerzo que profundizaría Comenio en algunas de sus obras.

 

Molnar.

A esa tradición religiosa y teológica han pertenecido también algunas personalidades tan importantes en el siglo XX como Josef Hromádka (1889-1969), Jan Milic Lochman (1922-2004), Amedeo Molnár (1923.1990), Milan Opocensky (1931-2007) y su esposa Jana, fervientes exponentes de la fe reformada a nivel mundial y ecuménico.

 

[1] J. Milic Lochman, “Jan Amos Comenius: a dialogue of the two Reformations”, en Milan Opocensky, ed., Towards a renewed dialogue. The First and Second Reformations. Ginebra, Alianza Reformada Mundial, 1996 (Estudios, 30), p. 84. Versión: LC-O.

[2] M.E. Aguirre Lora, “Husismo: una nación, una lengua, una tradición”, en Calidoscopios comenianos I. México, CESU/UNAM-Plaza y Valdés, 1997, p. 87.

[3] Ibíd., nota 139.

[4] Ibíd., p. 88.

[5] Cf. Juan Driver, “Pedro Chelcicky y los Hermanos Checos”, en La fe en la periferia del mundo, www.menonitas.org/publicaciones/driver_fe_en_periferia/driver_fe_periferia_10.pdf.

[6] Ibíd., p. 89, nota 144.

[7] Ibíd, p. 90.

[8] Ibíd, pp. 90-91.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ginebra viva - El husismo, factor clave de la identidad checa (II)