Verónica Forqué y el suicidio

Aunque hay cosas que tal vez no se curen, mi Dios tiene poder, amor y compasión, y me gustaría llevar a las personas a una relación íntima y personal con Él.

18 DE DICIEMBRE DE 2021 · 13:00

Verónica Forqué en el pregón de la Noche de los Teatros de 2019. / Wikimedia Commons.,
Verónica Forqué en el pregón de la Noche de los Teatros de 2019. / Wikimedia Commons.

“La indignación y la compasión forman una combinación poderosa. Ambas son indispensables para la visión, y por lo tanto para el liderazgo”.

John Stott

 

Como todos sabemos bien, hace unos cuantos días fue encontrada muerta, realmente ahorcada en un suicidio, una de las actrices españolas más queridas, Verónica Forqué. Tenía 66 años, era especial y bonita, era una pelirroja que nunca cambió el color de su pelo, y su voz muy característica y hermosa, realmente conmocionó a una España que la quería.

Por alguna razón, alguien puso algo de ella en un grupo muy querido e íntimo para mí y … “por esas cosas raras de la vida” comenzó a generar opiniones y conversación, todo el mundo opinaba, hasta que alguien abrió el corazón a algo personal muy fuerte. Todo este tema lleva rodando en mi cabeza por días y hoy quisiera meditar un poquito en ello.

Lo cierto es que tengo dos placeres de esos especiales para momentos de relax, cansancio, desconexión…. Uno, tristemente va pasando a la historia, reclinarme bien calentita en el sofá con un buen libro en la mano y una taza de café con muy poco azúcar y bien cargado en la mesita; el otro es ver una buena película, en plan… “pijama, zapatillas, sofá y manta”, y si puede ser en buena compañía, ¡mejor que mejor!

Vamos a darle un repasito a la vida de nuestra querida Verónica:

Verónica Forqué lo tenía todo a favor y todo en contra para ser estrella de cine. Fallecida a sus 66 años, cumplidos el pasado 1 de diciembre, aún seguía brillando; aunque el cine no le reclamara tanto, el teatro y la televisión la mantenían presente en el imaginario colectivo, que la guardará al lado de las grandes cómicas y de las actrices que han puesto rostro a la España de los ochenta y noventa. Hija del productor y director José María Forqué, desde niña tuvo acceso a los platós. Pero eso mismo provocó algunas reticencias en su vida, porque empezó en el cine en películas de su padre; aunque estudió Arte Dramático y después Psicología. Pasando el tiempo, su físico especial, su pelo alborotado y pelirrojo, su talento para usar tanto en comedia como en drama, una voz inconfundible y una especie de halo de inocencia que la envolvía, la llegaron a convertir en una de las intérpretes más populares y reconocidas de nuestro país. Junto a Carmen Maura, posee el récord de premios Goya, cuatro, que Forqué logró con solo cinco nominaciones. Y además comparte con Emma Suárez el honor de ganar dos goyas en una misma edición.

La Policía Nacional encontró el cadáver de la actriz, que se quitó la vida en su casa en Madrid, según confirmaron a El País fuentes policiales.

La infancia de la actriz transcurrió entre las aulas del Liceo Italiano y el parque del Retiro, ya que su familia vivía a pocas manzanas. De aquellos años recordaba con cariño las visitas al Museo del Prado con su padre ―su madre, la escritora Carmen Vázquez-Vigo, también cultivó su lado artístico— como guía: “Mi padre amaba la pintura. De niña, nos llevaba muchos días a mi hermano y a mí y nos explicaba Brueghel y El Bosco, pero se detenía especialmente en Goya, era zaragozano, y en su etapa última, tan surrealista. No era un erudito y nos lo explicaba a su estilo, siempre maravilloso”.

Verónica era vegetariana, amante de la meditación, defendía con pasión su profesión, que definía así: “El trabajo de actor tiene que ver con lo inconsciente”. De sí misma decía: “He sido muy aventurera y osada”. Sabía lo que quería”.

Aunque comenzó en el cine en 1972, con “Mi querida señorita”, de Jaime de Armiñán, y rodó bajo la dirección de su padre y de Carlos Saura, no fue hasta 1984, con “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”, de Pedro Almodóvar, cuando alcanzó la popularidad. Tras conocerse su fallecimiento, la productora de Almodóvar, envió un  mensaje de pésame: “El vacío que deja en nuestras vidas y nuestro cine es irrecuperable. Se ha ido una actriz extraordinaria y una persona insustituible con la que tuvimos el honor de trabajar y compartir vida. Buen viaje, Verónica”. 

Durante varios lustros Forqué benefició con su talento a toda una generación de directores…. José Luis García Sánchez, Fernando Trueba, Fernando Colomo…. Y un elenco importante con los que conseguiría los Goya, cariño, admiración y popularidad.

En una entrevista a El País en abril de 2019 confesó: “Yo pasé una depresión muy dura hace cuatro años, y la pasé en el escenario;  fue el teatro lo que me dio la vida; eran las dos únicas horas del día en las que me olvidaba de todo. He sido más feliz en el escenario que fuera de él, el teatro te obliga a evadirte de tu propia realidad; porque te exige una enorme concentración y eso es maravilloso, es algo muy liberador”.

Por décadas, Verónica Forqué fue una de las actrices más amadas por el público. “Soy consciente de que la gente me quiere. Es algo que valoro mucho, que cuido porque es un precioso regalo. No soy una persona complicada y creo que tengo buen carácter. Es algo que he ido trabajando y eso la gente lo nota”.

De su largo emparejamiento, que duró hasta 2014, Manuel Iborra ―con el que empezó a salir en 1981―, recordaba entre otras cosas… “No he descubierto la libertad hasta los 59 años. Yo salí de casa de mis padres con 21 años, nunca había probado la libertad. Yo, seguramente, no lo he sabido hacer bien y me he pasado la vida pidiendo permiso, que es algo que hablo mucho con mi psicoanalista. Ahora tengo la vida hecha, no tengo que descubrir la pólvora y hago lo que quiero. Estoy feliz. No pido más”.

La última aparición de la actriz fue el programa de cocina de TVE “MasterChef Celebrity”, donde dio una imagen alejada de la habitual y alejada de la auténtica Verónica, que decidió abandonar por cansancio antes de ser eliminada. Hace un par de meses confesó: “La verdad, estoy regular, necesito descansar; en la última prueba de cocina por equipos me agoté. Yo no soy de tirar la toalla, pero esta vez hay que ser humilde y decir: ‘no puedo más”, declaraba al regreso de aquel programa, tal vez... más bien... seguramente ya estaba realmente mal, su aspecto la delataba y también sus declaraciones y quizá lo que pretendía era despedirse de la audiencia.

Fijaos en la contrariedad entre los dos últimos dos párrafos, pasa, en poco, de un… 'estoy liberada y feliz', a un… '¡no puedo más!' Al poco se quitó la vida.

Lo cierto es que la vida y el desenlace de esta mujer me dan muchísima pena, creo que era una buena persona y que llegó muy alto en lo suyo cosechando muchos éxitos y galardones; pero también pienso que aquella primera gran depresión y la final que le llevó a hacer o que hizo, debió de existir mucho más, tal vez…. se gestaron muchas cosas que nunca sabremos, muchísimo antes.

Desconozco sus convicciones en cuanto a Dios, pero muchos títulos y temáticas de sus películas que he intentado obviar, sus vidas en pareja, que también he intentado pasar un poquito por alto, me dan una idea de que, sin dejar de ser una buena persona, sus ideas no coincidían para nada con las de la Biblia, y líbreme mi Señor de juzgarla, ¡líbreme! Fue producto de una época, un estilo de vida y pensamiento…. Y tampoco la puedo juzgar por el modo en que acabó con su vida, entiendo que fruto de mucho sufrimiento y de una... entre una gran depresión y no sé que más, porque estas cosas pasan y ocurren… ¡Punto!

Ahora quiero sacar algunas lecciones breves para todos nosotros:

¿Alguna vez alguien le habló a una mujer con todo lo que llevaba sobre sí, que existe un Dios de amor que puede calmar y sanar las heridas del cuerpo y del alma?, ¿alguien le habló de la Palabra realmente libertadora, y liberadora del Evangelio de Jesús? Yo no lo sé, no tengo ni idea; pero hoy tomo este caso porque convulsionó de modo fuerte a mucha gente y a un país; podría tomar cualquier otro absolutamente anónimo. ¿Cómo reaccionamos?…

Hay quien entona la odiosa canción del juicio ajeno y se olvida de dar la Palabra al “hambriento y al sediento”.

Por otro lado, cuando ocurre un caso de depresión por enfermedad, u otro tipo de problema mental, y un hermano se suicida, porque su cabeza no controla, ¿qué hacemos?. He conocido casos tristísimos, no al día de hoy, pero sí en el pasado de alguna persona atravesando una de esas depresiones que vienen un día y no se van más, decirme entre lágrimas… es que lo más doloroso para mí era cuando los más “espirituales” venían, me ponían la mano sobre el hombro, y me predicaban que eso era fruto de un pecado… y se me rompía más el alma.

En una ocasión conocí de primera mano, el suicidio de un hermano muy bueno y fiel, lo recuerdo con muchísimo cariño; pero entró en una depresión profunda y un día se quitó la vida. Hablando con alguien el día del entierro, una persona me dijo: “Uf, es que es terrible, y ¿qué predicas? … pues algo light, inocuo….. ¡Qué pena!”… Pena y otras cosas fue lo que me produjo a mí lo que acababa de escuchar. Obviamente, no es fácil, porque Dios prohibe quitarse la vida entre otras muchas cosas que al día de hoy se están legalizando, y el creyente fiel tiene que ser… pues eso… fiel al Señor y a su Palabra. Pero el desconocimiento profundo de la realidad humana de una enfermedad, del dolor que sufren muchas personas… padres, hijos y demás familia, ¿quién piensa en esto?

Quiero terminar con unas palabras de aliento, de aliento para las personas y allegados que sufren estos temas, y decirles que; aunque hay cosas que tal vez no se curen, mi Dios tiene poder, amor y compasión, y me gustaría llevarlas a una relación íntima y personal con Él.

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. (Mateo 11:28-30)

Estemos atentos, estemos al día de cuestiones actuales, que siempre han existido, y con la Palabra de Dios en la mano, nunca olvidemos la compasión de Cristo. En su bendito amor, Beatriz.

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