El momento más feliz de mi vida

¡He aquí un lugar junto a mí!

05 DE DICIEMBRE DE 2021 · 22:00

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Imagen de Brooke Cagle en Unsplash.

-Cuando el locutor de radio le preguntó al multimillonario nigeriano Femi Otedola, en una entrevista telefónica: "Señor, ¿qué recuerda que lo hizo el hombre más feliz de todos los tiempos?"

Femi dijo:

“Pasé por cuatro etapas de felicidad en la vida y finalmente entendí el significado de la verdadera felicidad.

  “El primer paso fue acumular riqueza y recursos. Pero en esta etapa no obtuve la felicidad que quería.

  “Luego vino la segunda etapa de recolección de objetos de valor. Pero me di cuenta de que el efecto de esto también es temporal y el brillo de las cosas valiosas no dura mucho.

  “Luego vino la tercera fase de obtención de grandes proyectos. Fue entonces cuando tuve el 95% del suministro de diésel en Nigeria y África. También fui el mayor armador de África y Asia. Pero incluso aquí no obtuve la felicidad que había imaginado.

  “La cuarta etapa fue cuando un amigo me pidió que comprara sillas de ruedas para algunos niños con discapacidad. Casi 200 niños.

  “A pedido de mi amigo, compré inmediatamente las sillas de ruedas.

  “Pero el amigo insistió en que fuera con él y les diera las sillas de ruedas a los niños. Me preparé y fui con él.

  “Allí les di estas sillas de ruedas a estos niños con mis propias manos. Vi el extraño brillo de felicidad en los rostros de estos niños. Los vi a todos sentados en sillas de ruedas, moviéndose y divirtiéndose.

  “Fue como si hubieran llegado a un lugar de picnic donde comparten un premio mayor.

  “Sentí una alegría REAL dentro de mí. Cuando decidí irme, uno de los niños me agarró de las piernas. Traté de soltar mis piernas con suavidad, pero el niño me miró a la cara y me sujetó las piernas con fuerza.

“Me incliné y le pregunté al niño: ¿Necesitas algo más?

“La respuesta que me dio este niño no solo me hizo feliz, sino que también cambió por completo mi actitud ante la vida. Este niño dijo:

"Quiero recordar tu rostro para que cuando te encuentre en el cielo, pueda reconocerte y darte las gracias una vez más".

  "Ese fue el momento más feliz de mi vida".

No sé lo que produce en vosotros esta historia real tomada de la vida de alguien tan especial como Femi Otodela, empresario nigeriano, filántropo y ex presidente de Forte Oil PLC, un importador de productos de combustible. Otedola es el fundador de Zenon Petroleum and Gas Ltd, y el dueño de una serie de otras empresas de transporte, bienes raíces y finanzas, nacido el 4 de noviembre de 1962 en Nigeria.

Cuando este escrito llegó a mis manos me pareció de lo más precioso. Un hombre que a medida que corría el tiempo en su vida e iba consiguiendo logro tras logro, dice que el momento más feliz de su vida fue cuando aquel pequeño al que había ayudado, simplemente quería mirar su rostro una vez más para reconocerle cuando lo volviera a ver en el cielo y poder darle las gracias de nuevo.

Vivimos tiempos muuuuy difíciles, cuando nos creíamos mucho más tranquilos con dos vacunas, tenemos que poner una tercera y ni sabemos como surgió este virus; solamente sabemos que no es igual que ningún otro, muta y muta… cepas nuevas más cepas nuevas... cae la economía, salen a cientos enfermedades sumergidas como el cáncer en cantidades que asustan… Cada vez que tenemos que ir al médico o a un hospital, a la mínima sospecha de Covid, nos aíslan en una sala especial, luego nos pasan a un box y nos miran con mucho cuidado; nos piden que nos pongamos nosotros mismos el termómetro o la pinza de saturación de oxígeno en sangre, nos hacen un test de antígenos o nos piden a mayores una PCR, y suma y sigue… ¡Y gracias al Señor si nos libramos!

Cada vez que pienso en que ya hemos comenzado diciembre y que los días tan especiales de Navidad, tal vez los pasemos solitos en casa sin poder reunirnos con el resto de la familia, me entran, literalmente, ganas de llorar.

Hace unos días, pillé por los pelos en “Black Friday”, algo muy especial para estás fechas a un precio mucho más bajo que el normal, y pude observar entre lágrimas como mi marido y nuestro nieto colocaban un arbolito grande con todo lujo de detalles, y a los pocos días voy viendo todo lo referente a esto de modo muy preocupante, cuando veo cerrar comercio tras comercio, luces y más luces... con esta última subida brutal de la luz en España y tantas y tantas cosas… hermanos nuestros enfermos, necesitados, el volcán de Palma cada día peor durante meses… personas que lloran tras la mascarilla y que se quedan sin nada…

Yo fui una de las personas que en este medio grabó algo sobre...”Yo tengo esperanza”. ¡Eso siempre! Los hijos de Dios nunca la debemos de perder, es un mandato y muy bueno. Pero hemos de reconocer que vivimos tiempos difíciles. A pesar de todo ello, nuestra esperanza está en los cielos:

¡Vuelvan, pues, a la fortaleza, prisioneros de esperanza! En este preciso día yo les hago saber que les devolveré el doble de lo que perdieron (Zac 9:12).

¿Por qué te desanimas, alma mía? ¿Por qué te inquietas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún debo alabarlo. ¡Él es mi Dios! ¡Él es mi salvador! (Sal 42:5)

Volviendo a la preciosa historia real de Femi y aquel precioso niñito, después de leerlo varias veces, aparte de toda la enseñanza que se puede extraer de este escrito, hay algo que no me sale de la mente y del corazón; estoy hablando de cuando Moisés le hace un pedido al Señor con todas las fuerzas de su alma…

“Y Jehová dijo a Moisés: …………… por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre….  Él entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria... No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá……… He aquí un lugar junto a mí..… Y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.

Éxodo 33: 17 – 22.

El clamor de Moisés es el de los que aman hasta el extremo, es manifestación de un clímax con fuertes rasgos, casi podríamos decir místicos, y me parece de lo más preciosa esa inolvidable conversación.

Y escribiendo, escribiendo unas cuantas cosas, termino con la idea principal con la que comencé….

"Quiero recordar tu rostro para que cuando te encuentre en el cielo, pueda reconocerte y darte las gracias una vez más".

Hoy, en una noche oscura y muy fría de mi tierra gallega, digo como aquel niño, y digo como Moisés… “Déjame ver tu rostro” y puedo escuchar las más preciosas palabras por parte del Dios de mi vida…

¡He aquí un lugar junto a mí!

 

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