Fructificando en la gestión empresarial (1)

Una de las preguntas claves para saber si estamos alineados con el fruto del Espíritu Santo en nuestro negocio, es ¿amamos lo que hacemos?

01 DE AGOSTO DE 2022
09:20 CEST
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Imagen de Simon Wilkes en Unsplash.

Como empresarios o lideres empresariales cristianos, nuestra gestión debería desempeñarse de acuerdo con la formación y experiencia que hayamos adquirido, así como a la fe que procesamos para estar completamente alineada la gestión y la fe.

La Biblia nos enseña que todo cristiano debería ser fructífero en cada área de su vida y en el caso que nos atañe, este fruto debería traducirse, tanto en la prosperidad empresarial como en el impacto que ésta puede producir en nosotros mismos, como en las personas que nos rodean.

Un árbol bien cimentado en tierra fértil, regado y nutrido puede llevar mucho fruto, incluso más del que se espera, en este sentido un líder empresarial debería rebosar de acciones fructíferas que no solo repercuten en el éxito empresarial, sino que proporciona bienestar a su alrededor.

Y es que un líder empresarial cristiano invierte una gran cantidad de recursos en el desempeño de su labor empresarial y una parte importante de esta, no es dineraria, es fruto de nuestra obediencia al Señor y tiene alcance y resultados para la vida eterna y debería ser realizada por nuestro compromiso y fidelidad con el Señor, más que con el objetivo de conseguir un mayor éxito empresarial.

En esta serie vamos a ver cada uno de los elementos del fruto del Espíritu como clave de nuestra gestión empresarial

Pablo menciona en su carta a los Gálatas que el cristiano que tiene al Espíritu Santo morando en su vida debería dar una serie de elementos que confirman el fruto del Espíritu Santo.

En esta serie vamos a ver cada uno de estos elementos como clave de nuestra gestión empresarial que estoy seguro de que nos ayudara a reflexionar en nuestra forma de gestionar, pero también, y muy importante, en los principios morales y éticos que deben acompañar dicha gestión.

Para ello contamos con la Palabra, pero también con la sabiduría que Dios provee a cada uno que la pide.

 

Amor

El primer elemento que aparece en el fruto del Espíritu Santo es el amor.

El amor debería ser el principal motor de nuestra vida y también de nuestra gestión empresarial, es decir, debería ser nuestra principal motivación a la hora de ejecutar nuestro trabajo.

No importa qué tan eficientes y eficaces seamos en la gestión empresarial, si no tenemos amor, de nada sirve

Pablo en su carta a los Corintios nos detalla las características del amor y traducida a la gestión empresarial, podríamos resumirla en la siguiente declaración: . El amor en la gestión empresarial se traduce en ser pacientes, ser bondadosos, disfrutar de ser auténticos, tener la capacidad de soportar adversidades y de tener compasión y ser afable con los colegas, no ponerse limites en nuestros sueños y al mismo tiempo evitar que nuestra motivación en la gestión sea fruto de la envidia, la jactancia, el orgullo y que el fin de nuestro desempeño profesional repercuta en resultados que hagan de nuestro entorno un mundo mejor.

Una de las preguntas clave para saber si estamos alineados con el fruto del Espíritu Santo en nuestro negocio, es ¿amamos lo que hacemos?

Cuando un empresario o líder empresarial ama su trabajo no solo es visible en el entorno de su empresa o negocio, sino que es la mejor motivación a los que le rodean. Un equilibrio entre el amor a nuestro negocio y a nuestra familia es vital para lograr que nuestra actividad empresarial sea fructífera en todas las áreas de nuestra vida.

Amaremos nuestro trabajo siempre y cuando seamos capaces de amarnos a nosotros mismos primero, la autoestima es imprescindible para poder apreciar y estimar a los que nos rodean.

El amor no solo a nuestro trabajo sino al equipo de personas que nos acompañan en la aventura empresarial es vital para fortalecer la fidelidad de nuestros empleados claves en el proyecto.

Pero, sobre todo, la Biblia nos alerta para que nuestro amor vaya dirigido a Dios y no al dinero, lo cual hace que muchos, no solo se aparten de la fe, sino que caen en desgracias.

El amor es un elemento básico para nuestra prosperidad empresarial.

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