La verdad sobre la ética económica de Calvino
A través de los años se ha abordado de múltiples formas la ética inspirada en el pensamiento de Calvino. Desde el interior de las iglesias, una tendencia muy extendida es la lectura casi hagiográfica de todo lo relacionado con el reformador y, por el contrario, fuera de ellas en ocasiones se critican duramente algunas consecuencias del calvinismo. Un problema histórico grave consiste en identificar puritanismo con calvinismo, puesto que el primero fue la encarnación de la tradición
13 DE JULIO DE 2007 · 22:00
El teólogo reformado alemán Jürgen Moltmann resume la ética calvinista en tres aspectos básicos: la vida personal, la ética económica y la ética política.(1) El aspecto de la vida personal ya fue analizado la semana anterior. Este domingo veremos la ética económica, y la semana que viene (concluyendo esta serie) desarrollaremos el aspecto de la ética política en Calvino.
Cualquier mención del trabajo en estos asuntos remite inmediatamente a la ética económica y, sobre todo, a la manera en que han sido interpretados Calvino y su tradición en relación con el surgimiento del capitalismo.
Para muchos, el espíritu capitalista nació acompañado de una fuerte dosis religiosa protestante debido a que, efectivamente, Calvino influyó en la práctica de la industriosidad y el ahorro emprendedor. Pero, lamentablemente, esto se confunde negativamente con el desarrollo del capitalismo en su forma más superficial: la búsqueda más impersonal de ganancias sin importar la forma en que se explote a los semejantes o, lo que es peor, la dictadura irrefrenable del libre mercado tal como la experimentamos en estos tiempos de la globalización.
Las ideas más famosas al respecto fueron expuestas por el ya citado Max Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo, y aunque posteriormente han sido revisadas y cuestionadas, siguen muy vivas y mucha gente las repite sin conocerlas en profundidad.
Weber estudió el pensamiento y la práctica de los calvinistas ingleses, razón por la cual su análisis no abarca al calvinismo en su totalidad, pues muestra más bien cómo encarnó la tradición reformada en dicha cultura. Por ello la síntesis que ha hecho Francisco Gil Villegas, editor de la obra de Weber, es muy útil a pesar de esta salvedad, pues él la coloca desde un principio:
1) J. Moltmann, “La ética del calvinismo”, en El experimento esperanza. Salamanca, Sígueme, 1977, p. 100. Cf., además, Georgia Harkness, John Calvin: the man and his ethics. Nashville, Abingdon Press, 1958; y L. Cervantes-Ortiz, “José Luis Aranguren y el calvinismo”, en Protestante Digital, España, núm. 124, 18 de abril de 2006, www.protestantedigital.com/new/muypersonalimp.php?546. 2) F. Gil Villegas, “Introducción del editor”, en M. Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Trad. de L. Legaz Lacambra. 3) Véase L. Cervantes-Ortiz, “El pensamiento económico y social de Calvino, de André Biéler, un libro clásico e imprescindible (I) y (II)”, en La Voz, revista de la Alianza de Iglesias Presbiterianas y Reformadas de América Latina, núm. 41, julio 2006, pp. 29-32; núm. 42, noviembre 2006, pp. 34-37; “El pensamiento de Calvino (I-III)”, en www.protestante digital.com, octubre y noviembre de 2006. 4) A. Biéler, El humanismo social de Calvino, pp. 68-69. En este mismo sentido se pronuncian Eliseo Pérez A. y Emmanuel Flores-Rojas al advertir que, al aproximarse al pensamiento de Calvino, es posible notar que incluso su calvinismo sirvió como un obstáculo contra el capitalismo moderno. Cf. E. Pérez A., “La ética calvinista”, en Calvino vivo, pp. 161-186, y E. Flores-Rojas, “De la ética protestante hacia una ética que protesta”, en http://www.otraiglesiaesposible.es/semperreformanda/?p=4>www.otraiglesiaesposible.es/semperreformanda/?p=4. A su vez, Oneide Bobsin dirige su crítica a la forma en que los propios protestantes han abandonado el legado ético de la Reforma. Véase: O. Bobsin, “Adiós, ética protestante”, en ALC Noticias.org, 23 de agosto y 6 de diciembre, 2005. Cf. también A.F. Roldán, “Ética, política y educación en Max Weber con referencia especial al calvinismo y ´el espíritu del capitalismo´”, en Teología y Cultura, Argentina, año 3, vol. 6, diciembre 2006, www.teologiaycultura.com.ar/arch_rev/aroldan_etica_politica_educacion_weber.pdf. 5) F. Gil Villegas, op. cit., p. 31. Énfasis agregado. 6) S. Palomino L., “La ética”, cap. 9, op. cit. En este mismo sentido va el texto del documento final de la Consulta Internacional citado arriba, cuando expresa: “6. La insistencia de Calvino en el don de Dios de la creación. La voluntad de Dios para el florecimiento de la creación es la medida constante del compromiso de la humanidad y la sociedad con el mundo creado en todo su misterio y profundidad. Los puntos centrales de esta visión son una afirmación fundamental de la igualdad humana y la celebración de las diferencias entre las personas. Incluyen una conciencia de la profunda interrelación de todos los aspectos de la creación, el llamado a los seres humanos a incorporar las relaciones justas y un compromiso duradero con la afirmación de la dignidad humana. En el corazón de esta visión se encuentra un compromiso de compasión con el amor, la justicia, el cuidado responsable y la hospitalidad hacia ´las viudas, huérfanos y extranjeros´: los indefensos, desplazados, hambrientos, solitarios, silenciados, traicionados, sin poder, enfermos, destruidos en cuerpo y alma, y todos aquellos que sufren en nuestro mundo polarizado y globalizado. ´Adonde Dios es conocido, también hay un cuidado por la humanidad´ (Comentario a Jeremías, cap. 22.16). Calvino proclama que vemos a Cristo en todas las personas y que son levantados y juzgados por su presencia en ellos, y aun proclamados en nuestras palabras y acciones al considerar la integridad de la creación como “el teatro de la gloria de Dios”.
¿Cómo interpretaba el mundo el tipo ideal del calvinista puritano del siglo XVII? Respuesta: Dios es un ser omnipotente y omnisciente que ya sabe de antemano quienes en este mundo se salvarán y quienes están condenados a ser reos del fuego eterno; no podemos saber con certeza si estamos dentro de los predestinados a la salvación, pero sí podemos minimizar las señales externas que nos identificarían como predestinados a la condenación. Debemos trabajar en este mundo tanto para aliviar la angustia de nuestra posible condena, como para que los frutos de nuestro trabajo sirvan de ofrenda para glorificar al Señor. No podemos tener ningún tipo de contacto místico con Dios porque él es todo pureza y nosotros somos inmundos; tampoco podemos buscar la salvación mediante rituales mágicos como el de la eucaristía, ni componendas de contador por partida doble de nuestros pecados y su absolución mediante sacramentos, a semejanza de cómo resuelve mágicamente tal problema el catolicismo. [...] Nuestra conducta debe ser la de trabajar mucho, ahorrar nuestras ganancias, y no gastarlas en bienes suntuarios o en lujos, porque eso podría ser una señal inequívoca de estar predestinados a la perdición. En todo caso, nuestro ahorros deben invertirse en obras que sirvan para honrar y enaltecer la gloria del Señor.(2)El pastor y economista suizo André Biéler (1914-2007) estudió en varias obras las implicaciones éticas del calvinismo. Primero en El pensamiento social y económico de Calvino (1959), un libro ya clásico,(3) luego en El humanismo social de Calvino (1961), más tarde en Hombre y mujer en la ética calvinista. La doctrina reformada sobre el amor, el matrimonio, el celibato, el divorcio, el adulterio y la prostitución, vistos desde su marco histórico (1963) y, finalmente, en Calvino, profeta de la era industrial (1964). En El humanismo social... resume algunas de sus apreciaciones al respecto cuando señala:
Es evidente que si Max Weber hubiera estudiado el calvinismo del siglo XVI y no el del siglo XVIII, hubiera llegado a conclusiones diferentes. Habría observado sin duda que este calvinismo contenía las virtudes de una sociedad industriosa, pero hubiera encontrado suficientes trabas contra las desviaciones de la naturaleza humana, a fin de evitar caer en los excesos de una sociedad sometida al primado de la ganancia y a la única regla del provecho individual. El olvido de la antropología calvinista a favor de una antropología optimista y progresista fue lo que condujo a algunas sociedades protestantes a las desviaciones analizadas por Max Weber.(4)En esto coincide, desde su perspectiva, Gil Villegas:
La cosmovisión religiosa del ascetismo intramundano de la teoría de la predestinación calvinista, incide en la formación de una ética de trabajo esencialmente afín con la mentalidad económica del capitalismo. Ahora bien, la ya citada definición de sociología dada por Max Weber nos dice que una vez desarrollado el paso de la verstehen, es decir, el de haber "comprendido", interpretándolo, el sentido de la acción social, debemos proceder al paso de la erklären o explicación causal del desarrollo y efectos de esa acción social. Segundo paso: la consecuencia de esa ética de trabajo esencialmente afín al espíritu del capitalismo reside en que, de manera no intencionada, genera una acumulación de capital, misma que si llega a tener importantes dimensiones influirá de manera decisiva en el desarrollo de la dinámica que ya traiga consigo el desarrollo del capitalismo. El calvinista puritano no se propuso consciente y deliberadamente esta consecuencia económica, pero de todas maneras la generó. Por eso se produce aquí una paradoja de las consecuencias no buscadas, en donde resulta imprescindible separar, por una lado, la comprensión de las intenciones buscadas, de las consecuencias y afectos no buscados, por el otro. Explicación causal o erklären: el dogma de la predestinación religiosa del calvinismo generó una ética de trabajo afín al espíritu del capitalismo, lo cual incidió, de manera no buscada, en una acumulación de capital que, a su vez, modificó la dinámica de intereses del desarrollo del capitalismo.(5)Aunque, como bien sintetiza Palomino, la práctica fomentada por el reformador francés tuvo un énfasis muy diferente al del capitalismo posterior:
...la iglesia de Calvino y la de sus inmediatos continuadores tanto en Ginebra como en el resto de Europa mantuvieron una constante y enjundiosa lucha para evitar que el espíritu de la codicia y de la ganancia a base de la explotación de los humanos echara raíces en sus comunidades. La Reforma, en todos sus estilos, pero de manera especial la calviniana, combatió enérgicamente la usura y el préstamo de dinero con intereses a los pobres. [...] ...como ya hemos visto, Calvino desarrolló todo un sistema de ayuda, a través del diaconado de la iglesia, encargado del sostén de los desvalidos, los pobres y los refugiados mediante la redistribución social de las riquezas generadas por la comunidad en general. Lejos de promover la ganancia por la ganancia misma, el lucro inmoral, y el uso del dinero para producir más dinero concentrándolo en pocas manos, Calvino fomentó el trabajo, la producción y la generación de bienes y servicios para el comercio y la industria en una economía de carácter urbano. [...] Pero la distribución de la riqueza, no su acumulación para fines especulativos, se hacía conforme a un patrón social orientado precisamente a favorecer a las clases más necesitadas: los inmigrantes y refugiados, los enfermos, la niñez, las familias desamparadas.(6)Las implicaciones de una postura reformada consistente y profética ante los excesos del neoliberalismo actual han sido retomadas por la Confesión de Accra, documento de la Alianza Reformada Mundial (www.warc.ch), Que todos tengan plenitud de vida, en especial, la sección “Plenitud de vida para todos: justicia económica”, que critica al sistema económico mundial en sus afanes incontrolables de lucro.
1) J. Moltmann, “La ética del calvinismo”, en El experimento esperanza. Salamanca, Sígueme, 1977, p. 100. Cf., además, Georgia Harkness, John Calvin: the man and his ethics. Nashville, Abingdon Press, 1958; y L. Cervantes-Ortiz, “José Luis Aranguren y el calvinismo”, en Protestante Digital, España, núm. 124, 18 de abril de 2006, www.protestantedigital.com/new/muypersonalimp.php?546. 2) F. Gil Villegas, “Introducción del editor”, en M. Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Trad. de L. Legaz Lacambra. 3) Véase L. Cervantes-Ortiz, “El pensamiento económico y social de Calvino, de André Biéler, un libro clásico e imprescindible (I) y (II)”, en La Voz, revista de la Alianza de Iglesias Presbiterianas y Reformadas de América Latina, núm. 41, julio 2006, pp. 29-32; núm. 42, noviembre 2006, pp. 34-37; “El pensamiento de Calvino (I-III)”, en www.protestante digital.com, octubre y noviembre de 2006. 4) A. Biéler, El humanismo social de Calvino, pp. 68-69. En este mismo sentido se pronuncian Eliseo Pérez A. y Emmanuel Flores-Rojas al advertir que, al aproximarse al pensamiento de Calvino, es posible notar que incluso su calvinismo sirvió como un obstáculo contra el capitalismo moderno. Cf. E. Pérez A., “La ética calvinista”, en Calvino vivo, pp. 161-186, y E. Flores-Rojas, “De la ética protestante hacia una ética que protesta”, en http://www.otraiglesiaesposible.es/semperreformanda/?p=4>www.otraiglesiaesposible.es/semperreformanda/?p=4. A su vez, Oneide Bobsin dirige su crítica a la forma en que los propios protestantes han abandonado el legado ético de la Reforma. Véase: O. Bobsin, “Adiós, ética protestante”, en ALC Noticias.org, 23 de agosto y 6 de diciembre, 2005. Cf. también A.F. Roldán, “Ética, política y educación en Max Weber con referencia especial al calvinismo y ´el espíritu del capitalismo´”, en Teología y Cultura, Argentina, año 3, vol. 6, diciembre 2006, www.teologiaycultura.com.ar/arch_rev/aroldan_etica_politica_educacion_weber.pdf. 5) F. Gil Villegas, op. cit., p. 31. Énfasis agregado. 6) S. Palomino L., “La ética”, cap. 9, op. cit. En este mismo sentido va el texto del documento final de la Consulta Internacional citado arriba, cuando expresa: “6. La insistencia de Calvino en el don de Dios de la creación. La voluntad de Dios para el florecimiento de la creación es la medida constante del compromiso de la humanidad y la sociedad con el mundo creado en todo su misterio y profundidad. Los puntos centrales de esta visión son una afirmación fundamental de la igualdad humana y la celebración de las diferencias entre las personas. Incluyen una conciencia de la profunda interrelación de todos los aspectos de la creación, el llamado a los seres humanos a incorporar las relaciones justas y un compromiso duradero con la afirmación de la dignidad humana. En el corazón de esta visión se encuentra un compromiso de compasión con el amor, la justicia, el cuidado responsable y la hospitalidad hacia ´las viudas, huérfanos y extranjeros´: los indefensos, desplazados, hambrientos, solitarios, silenciados, traicionados, sin poder, enfermos, destruidos en cuerpo y alma, y todos aquellos que sufren en nuestro mundo polarizado y globalizado. ´Adonde Dios es conocido, también hay un cuidado por la humanidad´ (Comentario a Jeremías, cap. 22.16). Calvino proclama que vemos a Cristo en todas las personas y que son levantados y juzgados por su presencia en ellos, y aun proclamados en nuestras palabras y acciones al considerar la integridad de la creación como “el teatro de la gloria de Dios”.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ética de Calvino - La verdad sobre la ética económica de Calvino