El 15 de diciembre de 1994, el sargento de la Policía Municipal de San Sebastián, Alfonso Morcillo, cristiano, evangélico, murió asesinado por varios disparos de la banda terrorista ETA.

Más de tres décadas después, Medellín, la localidad pacense donde nació, le ha rendido un homenaje, al que han asistido autoridades locales y nacionales, como el delegado del Gobierno en Extremadura, José Luis Quintana; el secretario general de la Consejería de Presidencia, Interior y Diálogo Social, David González; el concejal del Ayuntamiento de San Sebastián, Jorge Mota; el alcalde de Lasarte-Oria, Agustín Valdivia; y el primer edil de Medellín, Rafael Mateos.

El acto ha incluido la inauguración de una calle con su nombre y una escultura en homenaje a Morcillo.

“Deuda pendiente”

Quintana señaló que el homenaje era también para Cati Romero, la viuda del sargento, “porque representa la memoria viva de lo que nunca debe pasar".

“Toda España tiene una deuda pendiente con Alfonso”, que fue “uno de los miles de emigrantes extremeños que buscaban una vida mejor" y “un servidor público asesinado por hacer muy bien su trabajo de defender y proteger a los ciudadanos”, añadió.

Para González, “cada pérdida se siente de manera especial en un pueblo y, cuando se produce de manera violenta, abre una herida que perdura y es difícil de cerrar”.

“Con este homenaje se salda de forma parcial la deuda que hay con servidores públicos que dieron su vida por nuestro Estado de derecho, que no debe ceder nunca a los terroristas”, dijo el secretario general de presidencia.

Además reclamó “el cumplimiento íntegro de las penas y que no quede ningún asesinato sin resolver",y la necesidad de “concienciar a las generaciones más jóvenes sobre la lacra del terrorismo”.

De Medellín a San Sebastián

Morcillo desarrolló su labor policial en San Sebastián, el concejal de esa localidad recordó que “era un hombre comprometido con su deber y su vida estuvo marcada por su vocación de servicio a su tierra y su país […] este reconocimiento que hoy brinda Medellín es un acto de justicia y gratitud y un símbolo de que su lucha no fue en vano”.

También se ha dirigido a la viuda de Morcillo, a quien ha calificado como una persona “de fortaleza, valentía e incansable lucha, un ejemplo para todos".

Por su parte, Valdivia se ha referido a Morcillo como “un hombre que dejó su tierra buscando un futuro mejor y que con su trabajo ayudó a hacer de Euskadi un lugar mejor”.

“Hoy reivindicamos su memoria, porque mataron a un buen hombre queriendo borrarle de la historia, pero no lo consiguieron”, añadió.

Por último, el alcalde de Medellín, Rafael Mateos, ha señalado que “este acto nace del enorme cariño y admiración de un pueblo hacia la figura de Alfonso Morcillo”.

Para Mateos, “este tipo de homenajes son necesarios, aunque siempre haya una voz crítica y sin fundamento". Además, ha asegurado que "hoy Cati está en su casa y arropada por todos nosotros”.

“Dio un gran testimonio”

Jaime Ardiaca, pastor de la iglesia evangélica del barrio de Amara, en Donosti, a la que asistía Morcillo, y amigo personal contó en una entrevista para Protestante Digital que “era una persona querida y conocida, aunque no querida por todos”.

“ETA no solía matar a guardias municipales. A nivel de iglesia y de los que le conocíamos fue un impacto muy grande”, Sin embargo, “ a pesar del dolor por aquel golpe, no fue una muerte sin sentido. El testimonio que él pudo dar antes dejando un impacto social, fue muy grande”.

Ardiaca recordó que “en el Ayuntamiento se hizo el acto fúnebre, con la presencia de muchísima gente. Pudimos dar testimonio de la fe que tenía Alfonso en Jesús, de lo que él era en su trabajo”.

Además, “la iglesia se unió más en el trabajo de expandir el evangelio y los valores del evangelio que tanto necesita nuestra sociedad vasca”, concluyó.