“Los protestantes estamos desde hace muchos años, trabajamos y tenemos ganas de vivir dentro de la sociedad catalana”

En 2022 se cumplen 25 años del reconocimiento de la IBEC con la ‘Creu de Sant Jordi’ por parte de la Generalitat. “Fue muy importante”, recuerda su presidenta, Noemí Cortès.

Jonatán Soriano

BARCELONA · 22 DE FEBRERO DE 2022 · 10:00

Los representantes de la IBEC en la recepción con motivo de la 'Creu de Sant Jordi', en 1997. / N. Cortès, cedida.,
Los representantes de la IBEC en la recepción con motivo de la 'Creu de Sant Jordi', en 1997. / N. Cortès, cedida.

En 1997, el entonces presidente de la Generalitat Jordi Pujol hacía entrega de la ‘Creu de Sant Jordi’ a los responsables de la IBEC (en catalán, Institució Bíblica Evangèlica de Catalunya). La entidad es la única organización evangélica que ha recibido este galardón, el máximo reconocimiento que otorga el gobierno catalán, aparte de las concesiones a título individual a Daniel Giralt-Miracle y a Àngel Cortès.

Con 56 años de vida, la IBEC afronta ahora, como muchas otras entidades históricas, el reto del relevo generacional, entre otros. “Es difícil porque cuesta involucrar en esta clase de cuestiones a los jóvenes”, explica Noemí Cortès, presidenta de la entidad desde 2007.

En una entrevista con Protestante Digital, Cortès ha repasado la trayectoria de la IBEC, desde sus orígenes en 1966 cuando se fundó con el nombre de Fundació Bíblica Evangèlica, hasta la actualidad. “Somos una cara visible. Esto nos abre puertas y nos fortalece para presentarnos ante las instituciones”, asegura.

 

Pregunta: Hagamos un repaso rápido de la historia y el propósito de la IBEC.

Respuesta: Esta institución nace porque un grupo de amigos y personas relevantes en el protestantismo en Cataluña se encontraron porque se dieron cuenta de que no habían herramientas para poder vivir la fe en catalán. No podían leer la Biblia ni canta himnos en catalán. Y esto, como protestantes, tiene un gran peso, pensando en que una de las principales cosas que hizo Lutero fue traducir la Biblia el idioma popular. 

Muchas de aquellas personas sabían idiomas, así que comenzaron a hacer una traducción de himnos que hasta entonces se cantaban solo en castellano. Así se publicó la primera edición de Cants de glòria (1965), de la que después se fueron publicando más con nuevos himnos añadidos. También se comenzó a editar la revista Presència evangèlica (de forma ininterrumpida a partir de 1968), con la que se ha intentado difundir la información de la institución y facilitar textos para que los lectores pudieran profundizar y aprender más. 

Después se comenzaron a publicar diferentes libros de la Biblia traducidos al catalán, comenzando con el Evangelio de Marcos (1970). Así hasta el año 2000, cuando vio la luz la traducción evangélica de la Biblia completa al catalán, gracias al trabajo sobre todo de Pau Sais y de Samuel Sais, conocida por muchos como la BEC (en catalán, Biblia evangélica catalana). Ya llevamos diversas ediciones publicadas, porque necesitamos la Biblia y nos gusta estudiarla, y qué mejor que poder tenerla en la lengua propia. Mientras tanto, han ido saliendo otras publicaciones en las que hemos trabajado. Por ejemplo, el Nuevo Testamento interlineal Griego-Catalán, o el interlineal Hebreo-Catalán, que va saliendo por libros. Siempre estamos pensando en cosas para hacer, pero dependemos mucho del voluntariado y el trabajo no es fácil.

“Los protestantes estamos desde hace muchos años, trabajamos y tenemos ganas de vivir dentro de la sociedad catalana”

El anterior presidente de la IBEC, Àngel Cortès, recibió la 'Creu de Sant Jordi' en 1986. / N. Cortès, cedida.

P: La IBEC ha tenido una relación habitual con las instituciones catalanas. ¿Cuál ha sido su influencia en este ámbito y, al mismo tiempo, en las iglesias evangélicas del territorio?

R: Desde el principio la finalidad de la IBEC ha sido ayudar al pueblo evangélica catalán a vivir su fe en su lengua. Pero esto también implicaba que estábamos en un momento de dictadura franquista y no era fácil ni para el catalán ni para los protestantes. Esto animó a considerar que era el momento para trabajar y tirar hacia adelante el proyecto. Cuando murió Franco y comenzó la restitución de la instituciones en Cataluña, empezando por la Generalitat, con cuyo presidente en el exilio, Josep Tarradellas, se había tenido contacto, la IBEC ha intentado en todo momento darse a conocer, relacionarse y explicar cuál es la realidad del pueblo evangélico catalán en nuestra sociedad. Quizá, ahora parece todo más normalizado, pero debemos tener presente que se venía de una represión total del protestantismo y esto se tenía que dar a conocer. Siempre hemos intentado presentarnos a los diferentes presidentes de la Generalitat y del Parlament, cuando el momento lo ha permitido. Han habido épocas más fáciles y otras no tanto, pero siempre se ha hecho.

Y con las iglesias, lo que intentamos en todo momento es presentarnos también. Cuando nos invitan, vamos a presentar nuestros proyectos. Intentamos hacerlo dentro de un culto. También compartimos y enseñamos los materiales en los que hemos trabajado. Durante estos años de pandemia ha sido un poco difícil esta cuestión y hemos perdido un poco el hilo de estas visitas a las iglesias porque muchas de ellas ni siquiera podían hacer sus cultos de manera presencial. Y sigue costando porque no es un momento fácil y hasta hace poco nos encontrábamos con una limitación de aforo para los cultos. Pero es algo que retomaremos cuando podamos con más dinamismo. 

 

P: Desde el final de la dictadura hasta la pandemia de la Covid-19, ¿cuál ha sido el momento más delicado?

R: Debemos tener presente que la IBEC la fundó un grupo de amigos que tenían muy claro sus objetivos y fueron trabajando, pero con el paso de los años se hicieron mayores y necesitaban un relevo. Esto ha sido difícil, y lo sigue siendo porque cuesta involucrar en esta clase de cuestiones a los jóvenes. Cada vez son más virtuales y es difícil. La muerte de mi padre, que era el presidente, dio lugar también a un momento complicado para buscar relevo. Allí fue cuando yo salí escogida, en 2007. 

Para nosotros, otro momento duro ha sido la muerte de Benjamí Planes. Estábamos trabajando en su relevo, pero aún así es difícil y ha representado buscar una nueva dirección para Presència. Finalmente, su hija, Isabel Planes, ha asumido el rol de directora. Es curioso que la IBEC sea una entidad antigua y que tenga al frente a dos mujeres.

Y otro momento duro fue la muerte de Pau Sais, que había trabajado en la traducción de la Biblia. Su hijo Samuel asumió el trabajo. En general, han habido momento más plácidos, pero la cuestión del relevo generacional está costando bastante. 

 

P: ¿Qué supuso recibir la ‘Creu de Sant Jordi’?

R: Fue un reconocimiento de la Generalitat al trabajo que se estaba haciendo desde la IBEC a favor del uso del catalán dentro de las iglesias. Esto ya marca cual es nuestro carácter y nuestra forma de actuar. Fue muy importante porque somos la única entidad evangélica con esta distinción, aparte de mi personalidades como mi padre o Daniel Giralt-Miracle. Pensamos que esto nos da el valor añadido de ser reconocidos por las instituciones como una entidad que está trabajando y que cree en su trabajo. Al final somos una cara visible. Esto nos abre puertas y nos fortalece para presentarnos como protestantes ante las instituciones, y para que se reconozca que estamos aquí desde hace muchos años, trabajamos y tenemos ganas de vivir dentro de la sociedad catalana. 

 

P: ¿Qué retos os marcáis como IBEC a corto plazo?

R: El primero es continuar con el interlineal Hebreo-Catalán, que vayan saliendo los diferentes volúmenes. Esto ya es un gran proyecto. También pensamos en recuperar nuestros inicios de Cants de glòria trayendo el himnario a la actualidad y ofrecer herramientas para hacer la música de adoración en catalán. El objetivo es que sea algo accesible para la gente, y disponible de forma digital. En general, actualizar el tema musical de las iglesias sin perder nuestras raíces ni nuestros himnos. Son algo propio de nuestra identidad. Parece que cantar los himnos clásicos sea antiguo, pero vemos que en otras partes hay grupos de jóvenes que se dedican a adaptar los himnos de toda la vida. Aquí, en cambio, parece que para ser modernos tengamos que abandonar nuestra identidad o nuestra forma de pensar para irnos a una cultura que es de otros lugares, y a unas canciones que pueden decir bien poco. 

Continuamos con la revista Presència y también estamos trabajando para introducirnos más en las redes sociales. Hace tiempo que nos planteamos la publicación de materiales infantiles para escuelas dominicales, pero para todo esto necesitamos a personas. Además, estamos abiertos a propuestas que nos hagan las iglesias. 

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