El proyecto de homologar una escuela evangélica internacional en Cataluña lleva años esperando conseguir los permisos necesarios para la actividad. Aunque Synergy International Christian School abrió sus puertas por primera vez en el curso 2015-2016, el último curso no pudo abrir porque, dicen, el Departamento de Educación de la Generalitat les pidió “cerrar hasta no tener en orden los permisos”.

Hasta ahora no han podido iniciar las obras correspondientes porque todavía no habían recibido el permiso del Ayuntamiento de Cerdanyola del Vallès, el municipio en el que se encuentran los terrenos donde se ubicaría el centro. Un documento necesario para poder construir las instalaciones que desde Educación les han requerido para tramitar la autorización de apertura.

El 15 de octubre Synergy recibió una comunicación desde el consistorio confirmándoles que en las próximas semanas se les concederá el permiso para iniciar los trabajos. Lo que podría permitir que el centro abriese de nuevo en los próximos meses. “Hemos visto cómo Dios ha guiado y provisto de maneras muy específicas durante estos años y, en momentos de enormes retos, nos ha mostrado siempre el siguiente paso, moviéndonos hacia adelante”, explica a Protestante Digital el director del colegio, David Philbrick.

Unos inicios difíciles

El colegio no lo ha tenido fácil desde sus inicios, cuando estaba previsto para emplazarse en el barrio de La Floresta, de Sant Cugat del Vallès. Los vecinos de la zona rechazaron el proyecto y durante meses ejercieron una campaña de presión en las redes sociales para que no se construyese la escuela. 

“Al final nos fuimos”, dice Philbrick, que matiza que  la marcha “no fue principalmente por el tema de los vecinos”, sino que recibieron más información del Ayuntamiento que “exigía ciertas cosas que no pedía antes y el coste del centro iba a ser prohibitivo”. “Además, la demanda del colegio iba a provocar que aquel terreno se quedase pequeño en poco tiempo”, puntualiza.

Posteriormente, estuvieron en Rubí durante un curso, en unas instalaciones provisionales. Cumplido el año, el centro alquiló un terreno en Bellaterra, una entidad municipal descentralizada de Cerdanyola del Vallès, donde quieren construir el colegio y para el que ya han diseñado el proyecto arquitectónico. “El centro estuvo abierto en ese lugar el curso 2018-2019, mientras se gestionaban los permisos necesarios, con unos módulos. Finalmente, no pudimos obtener los permisos”, señala Philbrick.

El director del centro remarca que esta “es una situación habitual” para muchos colegios de carácter privado. “Conocemos de otros centros privados que mientras obtienen los permisos siguen realizando su actividad. En el solar en el que estamos había otro colegio que estuvo nueve años sin autorización”, remarca.

“Es un proceso complicado”

Para el director de Synergy International Christian School, la orden de cierre por parte de la Generalitat también ha tenido una parte positiva en el desarrollo del proyecto. “La gran bendición que resultó de que nos hicieran cerrar es que nos ha llevado a cambiar la homologación para ser un colegio estadounidense y así no tener que cumplir con el requisito de las instalaciones de centros privados españoles, lo cual hubiera sido económicamente muy difícil”, explica.

En los últimos meses el centro ha sido pre-aprobado como candidato para obtener una acreditación de una compañía certificadora de Estados Unidos, lo cual “es importante”, remarca Philbrick, porque “ya es, en sí, una acreditación en primera fase”, cumpliendo con otro de los requisitos que les piden desde la Administración.

“De todos los países con los que trabajan, me han dicho que España es el más complicado”, comenta el director hablando de las dificultades del proceso de homologación. “El Departamento de Educación se ha mostrado muy colaborativo, lo que pasa es que el proceso es muy aparatoso en sí. No consideramos que haya habido una oposición, simplemente es un proceso complicado”, matiza.

Situación actual

Con la candidatura para recibir la acreditación aceptada, aunque pendiente de una inspección presencial cuando el centro esté abierto, y la tramitación de la solicitud de obras por parte del Ayuntamiento de Cerdanyola del Vallès que llegará en los próximos días, desde el centro confían en poder abrir de nuevo este invierno “aunque al principio sea de forma reducida”.“El permiso no debería tardar más de dos o tres semanas. Las obras podrían estar hechas en un mes”, señala Philbrick.

Sin embargo, en los últimos días el centro también ha recibido una notificación del Departamento de Educación de la Generalitat con la que se les comunica la suspensión del proceso de autorización “por desistimiento del titular”, a causa de la tardanza en obtener el permiso para las obras. Una decisión que la Administración permite apelar a través de un “recurso de reposición ante la Dirección General de Centros Concertados y Centros Privados en el plazo de un mes”.

“Aunque no es lo que queríamos, no es muy trascendente porque presentaremos un recurso de reposición pidiendo que dejen la solicitud abierta y pendiente de las obras, y si al final cierran esta solicitud presentaremos una nueva cuando tengamos la obras completadas”, apunta Philbrick.

“Confiamos en que Dios va a cumplir sus propósitos”

Desde Synergy International Christian School explican la idea de abrir un colegio evangélico por la casi inexistente presencia de centros de estas características en Barcelona y el resto de Cataluña. “Es de mucho gozo poder abrir un centro donde se enseña desde una cosmovisión cristiana bíblica en un entorno feliz, y sabemos que será de bendición para muchos”, remarca Philbrick.

La visión, dice, se basa en “ofrecer una educación dirigida a la persona en su totalidad, mediante una formación académica y moral con excelencia, que presente las maravillas del universo y al Creador en todas las asignaturas, brindando la ocasión de amar y servir con gozo a Dios y a los demás”.

Pero la idea de crear un colegio evangélico también surge de la necesidad de “dar una opción a familias creyentes para educar a sus hijos de acuerdo a sus creencias y valores”.

Aunque, hasta ahora, la trayectoria del centro no ha sido nada fácil, Philbrick comenta cómo el equipo sigue trabajando para sacar el proyecto adelante. “Hay momentos de frustración pero creemos que Dios dirige sus tiempos y estamos convencidos de que la escuela abrirá cuando tenga que abrir. Seguimos confiando en su soberanía y en que cumplirá su voluntad”, remarca.

Una situación que contrasta con la historia misma de Barcelona, ciudad que a finales del siglo XIX luchaba con una elevada tasa de analfabetismo (en el conjunto del Estado rondaba el 60%, según el historiador Federico Vázquez Osuna), y que desde 1869, con la apertura de la primera comunidad protestante en la ciudad, vivió una proliferación de las iglesias evangélicas que abrieron diferentes escuelas por las que en poco más de diez años pasaron 20.000 niños y niñas.